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Document 52020IE1448

Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre «Entre una superred transeuropea y las islas energéticas locales: la combinación adecuada de soluciones descentralizadas y estructuras centralizadas para una transición energética económica, social y ecológicamente sostenible» (Dictamen de iniciativa)

EESC 2020/01448

DO C 429 de 11.12.2020, p. 85–92 (BG, ES, CS, DA, DE, ET, EL, EN, FR, HR, IT, LV, LT, HU, MT, NL, PL, PT, RO, SK, SL, FI, SV)

11.12.2020   

ES

Diario Oficial de la Unión Europea

C 429/85


Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre «Entre una superred transeuropea y las islas energéticas locales: la combinación adecuada de soluciones descentralizadas y estructuras centralizadas para una transición energética económica, social y ecológicamente sostenible»

(Dictamen de iniciativa)

(2020/C 429/12)

Ponente:

Lutz RIBBE

Coponente:

Thomas KATTNIG

Decisión del pleno

20.2.2020

Fundamento jurídico

Artículo 32, apartado 2, del Reglamento interno

 

Dictamen de iniciativa

Sección competente

Transportes, Energía, Infraestructuras y Sociedad de la Información

Aprobado en sección

3.9.2020

Aprobado en el pleno

18.9.2020

Pleno n.o

254

Resultado de la votación

(a favor/en contra/abstenciones)

216/2/2

1.   Conclusiones y recomendaciones

1.1

La cuestión de la centralización o descentralización del futuro sistema energético de la UE está sin resolver desde el punto de vista político. Ni la Comisión ni los Estados miembros se han manifestado claramente a este respecto. Lo único que está claro es que la aparición de las energías renovables ha permitido la creación de estructuras descentralizadas.

1.2

En muchos de sus dictámenes, el Comité Económico y Social Europeo (CESE) ha destacado la importancia de reconocer que la transición energética no es únicamente una cuestión tecnológica, sino un profundo desafío político y social. Debe garantizarse la participación de los trabajadores y los sindicatos, así como la de los consumidores y consumidoras en esta transición energética, prometida por los responsables políticos y que el CESE reclama expresamente. No obstante, en este punto, la Comisión y los Estados miembros dejan sin responder más preguntas de las que responden. Y lo que es más, las iniciativas en materia de política energética emprendidas en la actualidad impedirán, en lugar de fomentar, una amplia participación de los ciudadanos.

1.3

El CESE está convencido de que el futuro sistema energético europeo contará con elementos tanto centralizados como descentralizados. Pero este hecho no debe conducir a la arbitrariedad. Se necesita una orientación clara acerca de la prioridad de la descentralización o de la centralización. En efecto, la transición energética europea necesita, sobre todo, seguridad en las inversiones, tanto para el sector público como para los agentes privados, lo que solo puede lograrse con decisiones fundamentales claras.

1.4

En un sistema energético descentralizado, los costes del sistema serán tan elevados como los de un sistema centralizado. Sin embargo, los costes de los componentes del sistema son distintos. Un sistema centralizado consistirá en instalaciones más bien grandes y en redes de transmisión, mientras que un sistema descentralizado consistirá, además de en pequeñas instalaciones de producción, sobre todo en opciones flexibles, implantadas donde residan los consumidores. Además, las redes de distribución desempeñan un papel más importante, y en particular las redes inteligentes, que establecen las condiciones previas para los mercados inteligentes y, por tanto, para un comportamiento de los distintos agentes que sea de utilidad sistémica. Este desarrollo tecnológico permite una mayor autonomía y unidades de red descentralizadas que se regulan de forma autónoma.

1.5

Esto implica diferencias en la distribución del valor añadido y, por tanto, diferencias en las implicaciones económicas y sociopolíticas. En un sistema centralizado, es habitual que el valor añadido se concentre en unos pocos agentes. En un sistema descentralizado, los consumidores podrán participar de la creación de valor añadido como clientes activos, comunidades ciudadanas de energía, agricultores, pymes y empresas municipales.

1.6

Por lo tanto, la cuestión de cómo orientar el nuevo sistema energético es, mucho más que una cuestión técnica, una cuestión más bien política: en una «transición justa y equitativa» se trata de quién puede (y debe) desempeñar qué papel y, por lo tanto, y dicho sin rodeos, quién puede y debe ganar dinero con la energía en el futuro y quién, en consecuencia, podrá participar económicamente en la transición energética. Esta pregunta también determinará en qué medida la transición energética estimulará la innovación.

1.7

El paquete de «energía limpia» incluye indicaciones importantes acerca de la dirección que debería tomar el desarrollo. En él se habla (entre otras cosas) de una Unión de la Energía, destinada a reducir las importaciones de energía y «centrada en los ciudadanos, en la que estos asuman la transición energética, aprovechen las nuevas tecnologías para reducir sus facturas y participen activamente en el mercado, (…) [y] se conviertan en productores y operadores activos».

1.8

No obstante, el CESE considera que, en los últimos cinco años, ni la Comisión ni casi ningún Estado miembro han logrado dilucidar realmente las futuras estructuras y el reparto de tareas.

1.9

Asimismo, hasta la fecha, el Consejo ha contribuido poco a asegurar una política energética suficientemente clara. En este contexto, el CESE lamenta que la Presidencia alemana se centre unilateralmente en las tecnologías (como la «eólica marina» o el «hidrógeno procedente de fuentes de energía renovables»), pero que omita por completo las importantes cuestiones estructurales que ello conlleva. El CESE quiere hacer hincapié en que deben analizarse las consecuencias de dichas preferencias tecnológicas: por ejemplo, la concentración en unos pocos agentes e ingentes inversiones en capacidad de transporte, es decir, en monopolios naturales.

1.10

La plena participación de los nuevos participantes en el mercado requiere que estos tengan acceso a todos los mercados pertinentes de la electricidad, en particular, a los mercados de flexibilidad. Esto no ocurre en prácticamente ningún Estado miembro. Por lo tanto, se insta a los Estados miembros a que adapten sus marcos reglamentarios a fin de aprovechar plenamente las ideas básicas del paquete de «energía limpia» y restablecer la igualdad de oportunidades. De este modo, los mercados regionales podrán encontrar soluciones altamente eficientes gracias a la digitalización y, si están conectados de manera inteligente, contribuir a una seguridad de suministro estable y resiliente.

1.11

En cuanto a las consecuencias económicas y sociales, el CESE reitera su posición de que los sistemas energéticos descentralizados pueden dar un importante impulso al desarrollo regional y crear en las regiones nuevos puestos de trabajo de calidad y cualificados (1).

1.12

Si bien los responsables políticos abordan parcialmente el problema de los consumidores vulnerables y el de la pobreza energética, no se presentan soluciones reales ni se establece un vínculo entre este problema y la configuración futura del sistema energético. El CESE solicita a la Comisión que proponga instaurar criterios comunes para la definición de la pobreza energética, además de unos indicadores comunes a escala europea, a fin de calibrar mejor este fenómeno. Los Estados miembros deben seguir desarrollando sus instrumentos estadísticos para poder detectar de forma eficaz los hogares precarios. Al mismo tiempo, debe garantizarse que los hogares con bajos ingresos también tengan la posibilidad de aplicar medidas de eficiencia energética para reducir su consumo energético.

1.13

La cuestión fundamental es si esta infraestructura crítica de «red eléctrica» no pertenece al sector público como monopolio natural —teniendo en cuenta también la necesidad de garantizar un abastecimiento sostenible— sobre todo, porque se ha creado y ampliado con la ayuda de fondos públicos de enorme cuantía. Esta cuestión debería ser objeto de una aclaración ulterior en un dictamen del CESE.

1.14

A través del plan de recuperación y el MFP 2021-2028 se invertirán ahora cientos de miles de millones de euros en infraestructuras y tecnologías energéticas. Tiene que garantizarse que estas inversiones se utilicen de manera efectiva en el contexto de una transición energética en cuyo núcleo se hallen los ciudadanos y ciudadanas, y no quienes han participado hasta ahora en el sistema de energías fósiles. El CESE pide a la Comisión, al Consejo y al Parlamento Europeo que entablen lo antes posible con la sociedad civil y las entidades territoriales un diálogo amplio y estructurado a fin de aportar aclaraciones acerca de las cuestiones planteadas en el presente Dictamen de iniciativa.

2.   Contexto para el presente Dictamen de iniciativa

2.1

Europa se encuentra inmersa en un difícil proceso de transformación hacia la neutralidad climática, que debería alcanzarse en el año 2050. Esto requiere una profunda transformación del sistema energético. Se tratará, entre otras cosas, de cambios técnicos fundamentales, pero también de cuestiones estructurales en la producción, el comercio y la comercialización, así como de procesos de cambio sociopolítico. Sin embargo, aún no se ha llegado a una conclusión acerca de cuáles serán exactamente los cambios y hasta dónde deben llegar. Es esencial reconocer que la transición energética no es únicamente una cuestión tecnológica, sino un profundo desafío social. En esta transición energética debe quedar garantizada la participación de los trabajadores y los sindicatos, así como la de los consumidores y consumidoras.

2.2

En los últimos años, la Comisión ha emitido numerosas declaraciones de intenciones políticas y ha adoptado nuevas normas. El CESE ha formulado observaciones sobre cada una de ellas y, en la mayoría de los casos, las ha acogido favorablemente y las ha apoyado. Pero al mismo tiempo ha criticado que muchos de estos documentos sean demasiado vagos e inconcretos.

2.3

Lo que está claro es que la aparición de las energías renovables ha permitido un debate acerca de la cuestión de las estructuras centralizadas o descentralizadas en el sector energético. Las energías renovables (solar, eólica y biomasa) son descentralizadas, están disponibles en todo el territorio, las inversiones son comparativamente bajas, mientras que las centrales nucleares o térmicas representan a grandes estructuras centralizadas.

2.4

No está claro cómo deberá abordarse la cuestión de las energías renovables. En particular, no está claro si la Comisión desea integrar las energías renovables en el sistema existente o transformar el mercado.

2.5

El CESE ha señalado que, en su opinión, no puede tratarse principalmente de una «integración» de las energías renovables en el sistema actual de suministro de electricidad, y que entiende por «cambio fundamental» mucho más que una conexión europea de los sistemas nacionales y un aumento significativo de la cuota de las energías renovables; esto significa, además, que las actuales fuentes de energía convencionales (incluido el gas natural) solo tendrán un papel puente.

2.6

Un sistema energético completamente nuevo implica una diversidad mucho mayor de agentes. En particular, las redes de distribución adquieren una importancia mucho mayor y, en cualquier caso, deben convertirse en «redes inteligentes»: la información acerca de la situación pertinente de la red debe ponerse a disposición de los participantes en el mercado de forma fiable, clara y comprensible en el tiempo y, en su caso, de manera local con una elevada precisión. En este planteamiento, las redes inteligentes constituyen un requisito previo para que los mercados inteligentes establezcan incentivos eficaces para procedimientos de utilidad sistémica.

2.7

En su paquete acerca de la Unión de la Energía, la Comisión habla de un nuevo papel del consumidor, hasta ahora «pasivo»: «Y lo que es más importante, aspiramos a una Unión de la Energía centrada en los ciudadanos, en la que estos asuman la transición energética, aprovechen las nuevas tecnologías para reducir sus facturas y participen activamente en el mercado, y en la que se proteja a los consumidores vulnerables» (2).

2.8

No obstante, el significado concreto permanece abierto a interpretación. Esto se debe también a que no se distingue entre los consumidores industriales y comerciales ni los hogares ni tampoco, a su vez, entre los consumidores y las consumidoras privados con una mejor posición social y, por lo tanto, mejor situación técnica, y los hogares menos equipados. Al menos, de ello se puede deducir que, en el futuro, el consumidor ya no será únicamente el destinatario de la energía (el que paga). Además, no solo deberá poder cambiar fácilmente de proveedor o responder con mayor flexibilidad a las señales del mercado, sino que deberá tener acceso a todos los mercados relevantes de la electricidad. Se han acuñado conceptos como el de cliente «activo», autoabastecimiento, comunidades ciudadanas de energía y «comunidades de energías renovables», y se ha dotado a estos nuevos agentes de determinados derechos, pero sin que ello permita comprender la forma en que realmente deben participar en el mercado; es decir, en qué medida concreta debe ser abierto y liberal el mercado y cómo tratar a los consumidores y consumidoras que carecen de los medios financieros o legales para participar en él (véase el punto 5.6).

2.9

Del mismo modo, si bien se aborda el problema de los consumidores vulnerables y el de la pobreza energética, no se presentan soluciones reales. El CESE solicita a la Comisión, además, que proponga instaurar elementos de la definición de la pobreza energética y unos indicadores comunes a escala europea, lo que constituiría un primer paso para calibrar mejor este fenómeno. A fin de adaptar esta definición a diferentes contextos nacionales, los Estados miembros deben seguir desarrollando sus instrumentos estadísticos para poder detectar de forma eficaz los hogares precarios.

2.10

Por lo tanto, el CESE considera que en los últimos cinco años la Comisión solo ha logrado dilucidar muy poco las futuras estructuras y el reparto de tareas. Sobre todo, los Estados miembros también se han mostrado muy reacios o incluso no han adaptado su marco regulador en absoluto. En muchos Estados miembros, los consumidores, así como las pequeñas empresas y las comunidades ciudadanas de energía, siguen sin tener acceso a los mercados de la electricidad.

2.11

Sin embargo, dado que la Comisión ha colocado el tema de la «neutralidad climática» en el primer puesto del orden del día y que, con el plan de recuperación se dedicarán cientos de miles de millones de euros a la reconstrucción de la economía, así como a la creación y el mantenimiento de puestos de trabajo de calidad en Europa, el CESE considera imprescindible, a corto plazo (!), aclarar en un amplio debate social y político la cuestión de en qué medida se necesitan las «estructuras centralizadas» y cuánta descentralización, si procede, es posible y útil. El objetivo del presente Dictamen de iniciativa es ofrecer sugerencias al respecto.

2.12

De la crisis de la COVID-19 se puede aprender que es necesario actuar rápidamente antes de que se produzca la escalada. Según las estimaciones de la Comisión, la consecución de los objetivos actuales en materia de clima y energía requiere una inversión adicional de hasta 260 000 millones de euros al año hasta 2030. Estos no podrán alcanzarse si no se hace de manera socialmente equitativa, ni sin una ingente ampliación de la inversión pública en el desarrollo de energías renovables, almacenamiento, rehabilitación térmica, transporte público, investigación y desarrollo, etc. La crisis de la COVID-19 abre nuevas vías. La derogación temporal de las normas europeas sobre deuda y déficit debe aplicarse también para afrontar la crisis climática. No obstante, los fondos deberán utilizarse de manera que se logre el objetivo de situar a los ciudadanos y ciudadanas en el centro de la transición energética, de modo que se imprima también un impulso a la economía regional.

2.13

Para evitar malas inversiones e inversiones erróneas, se han de eliminar de inmediato las ambigüedades y contradicciones existentes acerca de las estructuras esenciales del nuevo sistema energético, la arquitectura del mercado, las funciones y las reglas del mercado y, sobre todo, las consecuencias sociales para los trabajadores y los consumidores y consumidoras. Un reparto equitativo de las cargas de la inversión desempeña un papel central, al igual que un reparto equitativo de los posibles beneficios.

3.   La importancia de una clara preferencia a favor o en contra de la descentralización para la seguridad de las inversiones

3.1

Es probable que el nuevo sistema energético cuente con elementos centralizados y descentralizados, y no solo porque la categorización como elemento centralizado o descentralizado no siempre resulte clara. Por ejemplo, no queda claro si un parque eólico en tierra con una potencia instalada de más de 30 megavatios todavía puede considerarse «descentralizado». No obstante, la cuestión de si el nuevo sistema energético debe diseñarse de acuerdo con los principios de descentralización o de centralización es de gran importancia para una transformación eficiente del sistema energético.

3.2

En función de las preguntas planteadas en el punto 3.1, se deben priorizar y aplicar diferentes decisiones de inversión, por parte tanto del sector público como de los inversores privados. El riesgo de las inversiones improductivas solo podrá evitarse si las políticas deciden, de manera clara y pronta, que la transición energética sea prioritariamente centralizada o descentralizada.

3.3

La idea básica del sistema energético centralizado hasta la fecha es que no deben producirse cuellos de botella en el transporte de electricidad y que todos los agentes del mercado deben poder actuar como si el transporte dentro del sistema fuera ilimitado. De este modo, las redes de transmisión adquieren una importancia decisiva para el sistema. Además de la idea de una «placa de cobre» europea, es decir, una red eléctrica paneuropea sin restricciones físicas, se plantea incluso la idea de conectar la red de conexión europea con las redes del sur o del este de Asia.

3.4

La cuestión fundamental es si esta infraestructura crítica de «red eléctrica» no pertenece al sector público como monopolio natural —también teniendo en cuenta la necesidad de garantizar un abastecimiento sostenible— sobre todo, porque se ha creado y ampliado con la ayuda de fondos públicos de enorme cuantía. Esta cuestión debería ser objeto de una aclaración ulterior en un dictamen del CESE.

3.5

Por lo tanto, en un sistema centralizado, el lugar de producción y el lugar de las opciones de flexibilidad no deben desempeñar ningún papel en la realidad del mercado. En cualquier caso, ni el lugar de producción ni el lugar de consumo deben depender de la infraestructura de transporte. Más bien, la infraestructura de transporte es la que se ajusta a la estructura y los lugares de producción y consumo.

3.6

Por el contrario, un sistema energético descentralizado es un sistema en el que la generación (y el almacenamiento) de la electricidad utilizada para aplicaciones de electricidad, calor y movilidad está lo más cerca posible del lugar donde se consume; las energías renovables lo permiten. El resultado es un transporte de electricidad inherente al sistema, en gran medida minimizado y, en consecuencia, menores pérdidas en el transporte. La volatilidad de la producción de electricidad a partir de fuentes renovables plantea nuevos retos a las redes eléctricas. La descentralización otorga a las redes de distribución un papel cada vez más importante en el mantenimiento de la estabilidad y la seguridad del suministro.

3.7

En un sistema descentralizado, los cuellos de botella en la infraestructura de la red no se consideran en principio problemas prioritarios que deban subsanarse. Por el contrario, un sistema descentralizado apuesta por opciones de flexibilidad in situ que ayuden a compensar directamente las fluctuaciones en la producción. Estas opciones de flexibilidad incluyen la generación de calor a través de la electricidad y la electromovilidad, además del almacenamiento y el desplazamiento de la carga de las horas de mayor consumo a las horas de menor consumo. El acoplamiento sectorial desempeña un papel mucho mayor en un sistema descentralizado que en uno centralizado. Además, los llamados mercados flexibles tendrán un papel mucho más importante que en un sistema eléctrico centralizado.

3.8

En un sistema energético descentralizado la independencia de la infraestructura de redes es mayor, lo que, según los estudios, también aumenta la resiliencia frente a los ataques externos, como, por ejemplo, la ciberdelincuencia, al menos en la medida en que se logre una capacidad insular. Una mayor inversión en las redes de distribución garantizará un suministro estable y una mayor resiliencia frente a la ciberdelincuencia.

3.9

Por consiguiente, la política energética europea debe responder a las siguientes preguntas:

¿Deben los inversores asumir que el nuevo sistema energético estará construido «de forma ascendente»? Esto significaría que la abundancia y la escasez locales de electricidad se compensarían principalmente con opciones de flexibilidad locales. Y solo en el caso de que no sea posible desde el punto de vista económico o técnico, la electricidad se transportará con trayectos más largos.

¿O los inversores deben asumir una construcción «de forma descendente»? Esto significa que el desarrollo de las redes de transmisión tiene prioridad. Según este modelo, prácticamente cada kilovatio por hora producido debe poder transportarse. Por lo tanto, si es necesario compensar las fluctuaciones, la infraestructura de red indicará el lugar de las opciones de flexibilidad. Fundamentalmente, esto significa la continuación de la política de expansión de la red actual, con el intercambio simultáneo de centrales de energía fósil y nuclear por el mayor número posible de plantas energéticas alternativas (por ejemplo, Desertec, parques eólicos marinos, parques eólicos terrestres de grandes dimensiones).

Es urgente aclarar estas cuestiones, ya que ambos enfoques requieren enormes inversiones, aunque en sectores distintos: en un sistema centralizado los recursos se dedicarán de forma prioritaria a redes de transmisión, mientras que un sistema descentralizado se asignarán más bien a opciones de flexibilidad repartidas geográficamente y de menor tamaño.

3.10

Las cuestiones mencionadas en el punto 3.9 abordan implícitamente la estructura y el diseño del nuevo mercado de la energía. Así lo reconoce el Reglamento (UE) 2019/943 del Parlamento Europeo y del Consejo (3) relativo al mercado interior de la electricidad. No obstante, no se toma ninguna decisión al respecto, sino que se deja en manos de los Estados miembros.

Cabe dudar de que esto sea suficiente para una transición energética europea segura. En muchos Estados miembros, hasta la fecha el marco jurídico no se ajusta claramente a los objetivos del paquete de «energía limpia».

3.11

Tras las preguntas formuladas en el punto 3.9 subyace una cuestión más bien política: quién puede y debe ganar dinero con la energía en el futuro y quién, en consecuencia, podrá participar económicamente en la transición energética. Por ejemplo, la Presidencia alemana se centra unilateralmente en las tecnologías (esto es, la eólica marina y el hidrógeno procedente de fuentes de energía renovables), pero no se tiene en cuenta que estas tecnologías provocarán una concentración de los productores del mercado en unos pocos agentes y requerirán enormes inversiones en capacidad de transporte, es decir, en monopolios naturales; ni que también podrían tener como consecuencia la persistencia o incluso el aumento la dependencia energética de Europa. En cambio, la cuestión de cómo situar al ciudadano en el centro de la política energética no figura en el orden del día.

4.   Criterios de decisión a favor o en contra de la centralización o la descentralización

4.1

La afirmación contenida en el punto 3.10 es esencial para la toma de decisiones de carácter político y social. Sin embargo, en el debate político no se trata de manera abierta y honesta, sino que siempre se queda en segundo plano tras argumentos supuestamente «racionales»:

4.1.1

la transición energética requiere un cambio en el modelo de negocio de las grandes empresas energéticas. Sin embargo, es evidente que muchas empresas energéticas se están esforzando más por sustituir su antigua planta (centralizada) de grandes centrales eléctricas por instalaciones renovables, pero con un diseño igualmente centralizado y a veces con un rendimiento poco inferior. De este modo, podrán mantenerse las estructuras de distribución asociadas. Por el contrario, la descentralización habría dado lugar a cambios mucho más radicales, por lo que, a diferencia de las pymes y los ayuntamientos, las grandes energéticas lo tendrían mucho más difícil.

4.1.2

Lo mismo puede decirse de los operadores de redes de transporte: no tienen interés en transportar menos electricidad por Europa, al fin y al cabo viven de ello.

El argumento de los costes

4.2

Cómo obtener la máxima seguridad de abastecimiento posible al menor precio se considera, con razón, un criterio fundamental. Se puede deducir de manera convincente y exponer en modelos que los costes de transporte son mayores en un sistema centralizado que en uno descentralizado. Por el contrario, los costes de generación, el almacenamiento, el desplazamiento de la carga y su redistribución son inferiores en un sistema centralizado que en un sistema descentralizado.

4.3

Una serie de estudios han comparado estas diferencias de coste. Sin embargo, los resultados no son claros, ya que las diferencias entre las ventajas de costes en un sistema descentralizado y las de un sistema centralizado no son especialmente grandes y dependen en gran medida de los supuestos subyacentes. Hay que recordar que el Centro Común de Investigación de la UE ya observó en 2016 que en torno a un 80 % de los europeos podía abastecerse de electricidad fotovoltaica de producción propia de manera más barata que a partir de la electricidad suministrada a través de la red, y, desde entonces, los precios de la electricidad fotovoltaica han seguido bajando drásticamente.

4.4

Así pues, la mera consideración de los costes del sistema no puede determinar la cuestión fundamental de si las inversiones deben destinarse prioritariamente a proyectos de un sistema energético centralizado o a proyectos de un sistema energético descentralizado y cuáles deberían ser las directrices de la reglamentación.

4.5

Por lo tanto, se plantea la cuestión de qué criterios alternativos pueden utilizarse, más allá de una mera consideración del ahorro de costes, para poder tomar la decisión fundamental, indispensable desde el punto de vista de los inversores, para una configuración prioritariamente descentralizada o prioritariamente centralizada del nuevo sistema energético.

Un valor añadido diferente…

4.6

La creación de valor se diferencia en su estructura: en un sistema centralizado, se beneficia más bien de instalaciones más grandes y los monopolios naturales. En un sistema descentralizado, es más probable que se centre en instalaciones más pequeñas y, sobre todo, en las opciones de flexibilidad que a menudo se utilizan en un sistema descentralizado, por ejemplo, acumuladores de baterías, bombas de calor, minicentrales térmicas de bloque, así como vehículos eléctricos de carga bidireccional («vehicle to grid»). Así, las opciones de flexibilidad se encontrarán muy a menudo en los hogares. Además, las instalaciones de generación de electricidad están en muchas ocasiones en manos de particulares, agricultores, pymes de reciente creación, cooperativas de energía, empresas municipales, ayuntamientos, etc. Por lo tanto, en un sistema energético descentralizado, los que participan en la creación de valor son otros agentes diferentes de los del sistema centralizado: los consumidores activos desempeñan un papel mucho mayor.

4.7

Un sistema energético descentralizado es difícilmente concebible sin esa amplia participación social. Por lo tanto, un papel más activo del consumidor, hasta llegar a convertirse en prosumidor, es característico de un sistema descentralizado y tendrá sentido por razones que tienen que ver con la aceptación y el fortalecimiento económico regional.

4.8

Habida cuenta de que la Comisión desea crear una Unión de la Energía centrada en los ciudadanos, y dado que quiere que surjan nuevos puestos de trabajo regionales y que la transición energética genere un impulso económico en muchas regiones de Europa, deberá centrar su interés en un sistema energético descentralizado. Esto también es importante para superar la crisis de la COVID-19.

5.   Implicaciones económicas y sociales de la centralización frente a la descentralización

5.1

Un sistema descentralizado significa, en relación con la creación de valor, que los consumidores pasan de ser quienes pagan a ser agentes que participan de la creación del valor en el sector de la energía, es decir, que ganan o ahorran dinero, por lo que la cuestión planteada en el punto 3.11. acerca de quién puede y debe ganar dinero con la energía en el futuro debe discutirse de manera franca y sincera.

En la medida en que se ha ido ampliando la comprensión del concepto de «prosumo», este ha ido adquiriendo mayor presencia, tanto en términos como en definiciones, en el paquete de la «energía limpia». En adelante, no solo los consumidores podrán convertirse en prosumidores con sus propios terrenos y propiedades. El prosumo será también, por ejemplo, un tema que afecte a los arrendatarios o inquilinos de viviendas plurifamiliares, así como al abastecimiento de objetos y abastecimiento de viviendas, llegando a las zonas comerciales o los parques industriales. Precisamente en estos casos es indispensable una conexión inteligente de las capacidades de generación y almacenamiento, así como de los consumidores individuales en una central energética virtual o mediante una microrred inteligente. Por lo tanto, los requisitos para los operadores de redes de distribución locales y regionales aumentan constantemente.

5.2

El prosumidor únicamente formará parte del sistema energético cuando tenga acceso efectivo a todos los mercados relevantes de la electricidad. Los consumidores y consumidoras activos también deben poder ofrecer al sistema la flexibilidad que les ofrece el almacenamiento de baterías, la gestión de la carga, los coches eléctricos, las bombas de calor, etc. Para ello se necesitan mercados con una configuración especial que todavía no están disponibles en la mayoría de los Estados miembros.

5.3

A menudo, una transición energética que conduce a un sistema energético descentralizado se caracteriza no solo como una transformación ecológica, sino también como una transformación socioecológica, puesto que una transición energética descentralizada dará un importante impulso a la economía local y regional, a los empleos en las pymes y al fortalecimiento del poder adquisitivo local. Por ello, resulta aún más significativo que muchos Estados miembros se aferren a las estructuras de sus sistemas energéticos que impiden estos efectos positivos. Al mismo tiempo, hay que velar para que los puestos de trabajo que se creen conduzcan a empleos de calidad con un alto nivel de protección social.

5.4

Para que estos impulsos beneficien realmente a todos los habitantes de las regiones implicadas y no solo a los que disponen de recursos, es prioritario estimular proyectos que conduzcan a comunidades de consumidores de energía en las que puedan participar personas con escaso capital, ingresos o propiedades (véase también el Dictamen del CESE TEN/660 (4)). Ya existen iniciativas para ello. Sin embargo, su aplicación en los Estados miembros debe fomentarse más decididamente de lo que se ha hecho hasta ahora Esto es muy urgente, puesto que la descentralización no debe conducir a una sociedad energética de dos clases. En la medida en que las personas de bajos ingresos y bajos recursos puedan acceder también a las comunidades de consumidores de energía mediante el apoyo directo, la participación puede ser un medio eficaz para luchar contra la pobreza energética, ya que, gracias a la rápida reducción de los costes de las energías renovables, se aliviará sensiblemente la situación de quienes hasta ahora hubieran padecido los altos costes de la energía.

5.5

Los consumidores vulnerables y la pobreza energética son un problema grave y es poco probable que se puedan resolver en un sistema energético centralizado o descentralizado. Sin embargo, dada la regresión de los costes de las instalaciones de energía renovable y del almacenamiento eléctrico, podrán atenuarse más en un sistema descentralizado que en un sistema centralizado. En efecto, el uso de las energías renovables y el almacenamiento en el marco de las soluciones habitacionales puede conducir a una reducción permanente de las facturas de energía y a liberar a los consumidores de la dependencia de los precios de los proveedores de energía, así como de los operadores de redes. Sin embargo, para ello es necesaria una política activa que apoye el desarrollo de las modalidades adecuadas. Al mismo tiempo, debe garantizarse que los hogares con bajos ingresos también tengan la posibilidad de aplicar medidas de eficiencia energética para reducir su consumo energético.

5.6

Además, las opciones de participación ampliadas no deben utilizarse como pretexto para anular los derechos de los consumidores. Deben reforzarse y, en su caso, adaptarse asimismo a nuevos modelos de negocio.

5.7

Por último, deben tenerse en cuenta los centros de consumo, a saber, las grandes ciudades y los grandes consumidores industriales de electricidad. Para garantizar que puedan abastecerse de forma segura y rentable, deben agruparse con el área que los circunda en regiones energéticas. Algo parecido puede decirse de las islas energéticas. Las regiones energéticas tomarán la forma de círculos concéntricos alrededor de los centros de consumo. Para que las zonas adyacentes aprovechen todo su potencial de uso en energías renovables, la región necesitará incentivos específicos. Pueden consistir, por ejemplo, en tarifas de red reducidas que se aplican cuando la región energética se autoabastece. Una consecuencia positiva de esta arquitectura de sistemas es el fortalecimiento de las estructuras económicas regionales, un aspecto que podría ser importante precisamente para el orden económico posterior a la COVID-19.

6.   El sistema energético del futuro

6.1

El nuevo sistema energético ya no debería concebirse «de arriba abajo» (desde grandes centrales eléctricas hasta los consumidores), sino «de abajo arriba» como una red de muchas islas de producción y suministro de electricidad y calor renovables (energía de los edificios) en las que la distribución de la electricidad y el calor y la gestión a la demanda (incluido el almacenamiento) desempeñen un papel destacado.

6.2

De esta manera, puede lograrse el suministro suficiente y seguro para todas las regiones de Europa (5). En conexión con la nueva diversidad de agentes que se desea, esto significa que, junto a las (grandes) estructuras de comercialización ya establecidas, también surgen formas de comercialización y sistemas de gestión de la energía descentralizados completamente nuevos.

6.3

Los impulsos a la innovación en el sector de las nuevas tecnologías, en la tecnología de producción y almacenamiento, en los sistemas de distribución e incluso en la construcción hacen que en la actualidad surjan las llamadas «islas de producción y suministro», que hace unos años parecían totalmente impensables. Los individuos, las empresas, las agrupaciones (como las cooperativas de la energía) o los entes locales (servicios públicos municipales) han elaborado una serie de soluciones total o parcialmente autosuficientes que les hacen mucho menos dependientes de las ofertas y los flujos comerciales tradicionales. Es importante percibir este paralelismo entre los avances técnicos y sociales. Ambos señalan en la misma dirección, es decir, hacia una mayor autonomía y unidades de red descentralizadas que se regulan de forma autónoma.

6.4

Cabe congratularse también del aumento de la producción local y la comercialización directa porque de este modo pueden reducirse las pérdidas de la red. La Agencia de la Red Federal alemana señala al respecto (6): «Es obvio que la transformación del sistema de suministro energético tendrá más éxito si todas las partes involucradas trabajan conjuntamente. (…) Deben acogerse favorablemente los enfoques que maximizan el consumo de energía en la fuente (…), ya que con ello se mantienen en el mínimo las pérdidas en la red».

6.5

Por lo tanto, la Comisión debe considerar el sistema comercial desde la infraestructura energética deseada y no debe intentar que los cambios necesarios en la infraestructura energética sean compatibles con el sistema comercial en vigor.

6.6

No obstante, deberían tenerse en cuenta también las experiencias de muchos países en que algunos agentes del mercado, tales como inversores estratégicos, han privilegiado segmentos del sector de la producción de energía para maximizar sus beneficios, al tiempo que se niegan a invertir en la seguridad del abastecimiento, la innovación y el mantenimiento, cuyos costes transfieren a sus clientes.

Bruselas, 18 de septiembre de 2020.

El Presidente del Comité Económico y Social Europeo

Luca JAHIER


(1)  Véase, entre otras cosas, DO C 367 de 10.10.2018, p. 1.

(2)  https://eur-lex.europa.eu/legal-content/EN/TXT/?uri=CELEX:52015DC0080

(3)  DO L 158 de 14.6.2019, p. 54.

(4)  DO C 367 de 10.10.2018, p. 1.

(5)  Véase DO C 82 de 3.3.2016, p. 13, DO C 82 de 3.3.2016, p. 22.

(6)  «Smart grids, smart markets — Eckpunktepapier der Bundesnetzagentur zu den Aspekten des sich verändernden Energieversorgungssystems», [Redes inteligentes, mercados inteligentes — Aspectos claves de la Agencia de la Red Federal alemana sobre el cambiante sistema de suministro de energía], diciembre de 2011, página 42.


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