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Document 51995AC0321

DICTAMEN DEL COMITÉ ECONÓMICO Y SOCIAL sobre el "Informe Económico Anual 1995"

DO C 133 de 31.5.1995, p. 42–48 (ES, DA, DE, EL, EN, FR, IT, NL, PT)

51995AC0321

DICTAMEN DEL COMITÉ ECONÓMICO Y SOCIAL sobre el "Informe Económico Anual 1995"

Diario Oficial n° C 133 de 31/05/1995 p. 0042


Dictamen sobre el Informe Económico Anual 1995

(95/C 133/11)

El 21 de diciembre de 1994, la Comisión decidió consultar al Comité Económico y Social sobre el Informe Económico Anual 1995.

La Sección de Asuntos Económicos, Financieros y Monetarios, encargada de preparar los trabajos en este asunto, aprobó su dictamen el 7 de marzo de 1995 (Ponente : Sr. Ramaekers).

En su 324o Pleno de los días 29 y 30 de marzo de 1995 (sesión del 30 de marzo de 1995), el Comité Económico y Social ha aprobado por gran mayoría, con cinco votos en contra y cuatro abstenciones, el siguiente dictamen.

1. Introducción

1.1. El Comité Económico y Social celebra la decisión de la Comisión de consultarle sobre el Informe Económico Anual 1995, manifestando de esta forma su deseo de que los interlocutores sociales participen en la formulación de las « orientaciones generales para las políticas económicas de los Estados miembros y de la Comunidad ».

1.2. En efecto, desde el 1 de noviembre de 1993, fecha de la entrada en vigor del Tratado de la Unión Europea, el Informe Económico Anual ha dejado de ser remitido al Consejo para su aprobación. Por consiguiente, el papel que desempeña la Comisión en materia de coordinación de las políticas económicas se ha visto un tanto reducido puesto que ahora se limita a la formulación de recomendaciones que, llegado el caso, pueden ser modificadas por el Consejo, mientras que en el pasado la Comisión contaba con un derecho de iniciativa exclusivo y presentaba propuestas, previa consulta al Parlamento Europeo y al Comité Económico y Social, que el Consejo sólo podía modificar por unanimidad.

1.3. Este nuevo procedimiento también tiene como consecuencia la supresión de la antigua obligación del Consejo de solicitar el dictamen del Comité Económico y Social. Además, el apartado 2 del artículo 103 del Tratado de la CE estipula que el Consejo informará de sus « orientaciones generales » al Parlamento Europeo, si bien no se hace mención del Comité Económico y Social.

1.4. El Consejo ha recordado en varias ocasiones, y recientemente en la Cumbre de Essen, la importancia que reviste el diálogo social en el contexto de los profundos cambios estructurales que deberá realizar Europa para crear nuevos puestos de trabajo y fortalecer su posición en la escena económica mundial, velando por los objetivos sociales europeos. El éxito del proyecto europeo se basa en un amplio consenso derivado de importantes acuerdos pactados entre gobiernos e interlocutores sociales. Es por este motivo que el Comité -habida cuenta de la revisión institucional de los tratados prevista para 1996- insiste en ser consultado obligatoriamente en el marco de la elaboración de las « orientaciones generales para las políticas económicas » contempladas en el artículo 103 del Tratado de la CE.

2. El Informe Económico Anual 1995 : observaciones y perspectivas

2.1.

Comprobación de una recuperación vigorosa pero diferente según los países miembros

2.1.1. Tras la recesión económica de los años 1992 y 1993, la más profunda desde hace varias décadas ( P0,4 % de variación anual), los países de la Comunidad han vuelto a conocer en 1994 un vigoroso crecimiento, superior a las previsiones (2,6 % de variación anual del PIB).

2.1.2. La economía europea se ha beneficiado del vigor de la recuperación en sus principales mercados de exportación. La demanda exterior se ha visto igualmente sostenida por la mejora de la competitividad de las empresas, resultado de los aumentos de productividad y de las políticas de moderación salarial.

2.1.3. El dinamismo de las exportaciones se ha transmitido a las inversiones, que han aumentado en los sectores orientados hacia los mercados exteriores. Los gastos de inversión se incrementaron en un 2,5 % en 1994, a pesar del fuerte aumento de los tipos de interés a largo plazo registrado durante ese año : la mejora de la situación financiera de las empresas y la recuperación de los intercambios entre países de la Comunidad parecen haber compensado los efectos del elevado nivel del coste del capital sobre la formación interior bruta de capital fijo.

2.1.4. El incremento del consumo privado ha sido más débil. No obstante, ha crecido en un 1,5 %, mientras que la renta real disponible ha permanecido casi en el mismo nivel. Esta evolución es, pues, resultado de una caída de la tasa de ahorro correspondiente a las economías domésticas que, subraya la Comisión, refleja la recuperación de la confianza por parte de los consumidores y el ligero retroceso del índice de desempleo.

2.1.5. No obstante, el Comité duda del vigor de la recuperación y observa que ésta se basa, en parte, en fenómenos de carácter temporal.

2.1.5.1. Como se observa en el Informe de la Comisión, tras dos años de profunda recesión, el fuerte crecimiento registrado en 1994 se basa en varios fenómenos de recuperación. La constitución de existencias, por ejemplo, ha contribuido con un 0,5 % a la tasa de crecimiento del PIB en 1994 (es decir, una contribución equivalente a la de la formación bruta de capital fijo). En cuanto al consumo privado, ha estado apoyado esencialmente por los gastos en bienes de consumo duraderos de las familias, que se explican, en parte, por un fenómeno de recuperación de la « demanda no satisfecha » registrada durante los años de recesión.

2.1.5.2. Por otra parte, el Comité observa que los resultados en términos de consumo privado siguen siendo muy moderados y que en aquellos Estados donde se ha percibido tal recuperación, ésta era sostenida con mucha frecuencia por incentivos fiscales (véase, por ejemplo, Francia, con la instauración de las « primas Balladur » para la sustitución de automóviles usados), o medidas presupuestarias de carácter temporal dirigidas a atenuar los efectos de la recesión (en Dinamarca, por ejemplo). Aunque los sondeos indican una recuperación de la confianza, ésta no parece reflejarse en un claro restablecimiento de los gastos de consumo en el conjunto de la Comunidad.

2.1.6. En términos generales, el Comité observa que el carácter de la recuperación varía según los países miembros. Cabe distinguir, por ejemplo, los países en los que la demanda interior, las inversiones o el consumo privado han aumentado sensiblemente (Francia, Dinamarca, Irlanda y Alemania) y aquéllos en los que se ha mantenido la atonía de la demanda interior y el crecimiento sigue basándose en el incremento de las exportaciones (Bélgica y Países Bajos), apoyadas, en algunos casos, por devaluaciones (España, Italia y Portugal). El Reino Unido constituye, por su parte, un caso particular : el crecimiento de las exportaciones, respaldado desde hace dos años por las sucesivas depreciaciones de la libra, se ha reflejado en el consumo privado y en las inversiones.

2.2.

Avances en la convergencia

2.2.1. Los resultados en términos de convergencia real, evaluada mediante el PIB per cápita, siguen siendo moderados : la posición relativa de Irlanda ha mejorado, mientras que la de Portugal se ha deteriorado y la de España se ha mantenido.

2.2.2. La recuperación, no obstante su fuerza, no ha provocado ninguna desviación inflacionista (el deflactor del PIB se situó en un 2,7 % en 1994) : unos coeficientes de utilización que siguen siendo relativamente bajos, la política de moderación salarial, los incrementos de la productividad y la depreciación del dólar, han contribuido a desacelerar la inflación.

2.2.3. Estos buenos resultados son comunes a la práctica totalidad de los Estados miembros. De esta forma, se ha asistido a una mayor convergencia en materia de inflación, que ha tenido por sí misma una repercusión sobre los tipos de cambio y los tipos de interés a largo plazo, permaneciendo, sin embargo, estos últimos en un nivel muy elevado con respecto a las perspectivas de inflación.

2.2.4. Bajo el efecto de la recuperación, los déficit presupuestarios se han reducido automáticamente. El Comité considera, sin embargo, que los gobiernos no deben conformarse con estas mejoras coyunturales, con las que se corre el riesgo de volver a incurrir en el error cometido en la segunda mitad de los años 80, e insta a que los gobiernos aprovechen el entorno económico favorable para realizar los ajustes presupuestarios estructurales necesarios para recuperar unos niveles de deuda pública aceptables a medio plazo, sin que ello vaya en detrimento del bienestar social. El Comité es consciente de que esta tarea es particularmente delicada en los países donde los niveles de las exacciones fiscales son importantes.

2.3.

Perspectivas a corto plazo (1995-1996)

2.3.1. A corto plazo, la consolidación del crecimiento europeo está fundamentalmente condicionada por la recuperación de la demanda privada intraeuropea. En efecto, el Informe Económico Anual prevé un lento crecimiento de la demanda exterior, especialmente en los Estados Unidos, donde los progresivos ajustes de la política monetaria empiezan a surtir efecto. A este respecto, el Comité manifiesta su preocupación ante la posibilidad de una ulterior depreciación del dólar frente a las monedas europeas, debido a los efectos de la crisis mexicana y del endeudamiento persistente de la economía familiar norteamericana. Si bien la debilitación del dólar conlleva una baja del precio de las materias primas, afecta también a la competitividad de las empresas europeas y no sólo de cara a los Estados Unidos, sino también frente a todos aquellos países cuyas monedas están vinculadas al dólar.

2.3.2. La Comisión prevé que las inversiones serán el motor del crecimiento en 1995 y 1996 (+ 6 %), mientras que el consumo, que supone casi dos tercios del PIB de la Comunidad, aumentará también durante los dos próximos años, pero más moderadamente (un 2 % en 1995 y un 2,5 % en 1996).

2.3.3. No obstante, el Comité subraya que dos obstáculos importantes obligan a moderar el optimismo reinante :

2.3.3.1. La situación en el mercado de trabajo es estacionaria. La Comisión reconoce que, a pesar del crecimiento, la tasa de desempleo no se ha reducido de 1993 a 1994. Al seguir el empleo al crecimiento con un cierto retraso, el desempleo incluso siguió aumentando en los primeros meses de 1994 para retroceder al final del periodo. En todo el año 1994, el índice de desempleo se cifra en un 10,9 % de la población activa frente a un 10,6 % en 1993. Además, la Comisión destaca que el ritmo de crecimiento esperado para 1995 y 1996 (cerca de un 3 %) será insuficiente para alcanzar una reducción sensible del paro, dado el incremento que registrará la oferta laboral. Por consiguiente, la tasa de desempleo, aunque esté en disminución, tendría que mantenerse en niveles muy elevados durante los próximos años (se prevé todavía un 10,4 % en 1995 frente a un 8,8 % en 1991).

2.3.3.2. Las incertidumbres sobre la evolución de los tipos de interés, principalmente los tipos a largo plazo :

2.3.3.2.1. Los tipos a corto plazo, después de una reducción continua desde comienzos de 1993, parecen haber alcanzado un nivel mínimo : en concreto, el mantenimiento por el Bundesbank de una banda de crecimiento de la masa monetaria M3 del 4 al 6 % para 1995 indica que éste no considera ya necesario apoyar la reactivación con una relajación de su política monetaria. Además, el progresivo endurecimiento de la política monetaria estadounidense deja poco margen de maniobra a los bancos centrales europeos. El Comité Económico y Social insta a que, pese a ello, este margen de maniobra se aproveche de forma progresiva y en la medida en que lo permita el objetivo de estabilidad de los tipos de cambio.

2.3.3.2.2. A este respecto, el Comité se pregunta sobre las posibilidades de desacoplamiento de las políticas monetarias estadounidense y europea. En efecto, durante los diez últimos años se ha registrado un notable incremento de los flujos de capital, que ha reducido considerablemente la autonomía de los gobiernos a la hora de dirigir su política monetaria. La variabilidad de los tipos de cambio ha aumentado, implicando un alejamiento de los parámetros económicos básicos. En este contexto, sin una mayor coordinación económica internacional, los bancos centrales no podrán, por sí solos, garantizar un marco verosímil de estabilidad de los tipos de cambio.

2.3.3.2.3. Pero el apoyo a la recuperación a través de la demanda interna, especialmente las inversiones, según prevé la Comisión, supone en primer lugar que la subida de los tipos a largo plazo que se produjo en 1994 no se repita ya en 1995. Ello implica la creación de un marco verosímil de estabilidad de precios basado en una política monetaria prudente y la continuación de los esfuerzos en materia de saneamientos presupuestarios. Por otra parte, sigue siendo necesaria una política de saneamiento presupuestario, con el fin de evitar que el propósito de aumentar las inversiones se vea frustrado por una falta de ahorro a nivel nacional, lo cual podría constituir una presión para los tipos a largo plazo y repercutir con el tiempo en los equilibrios exteriores.

2.3.4. En este contexto, las previsiones de la Comisión relativas a la recuperación del consumo privado financiado por una reducción de la proporción de rentas destinadas al ahorro de las economías domésticas parecen optimistas. Junto a la situación estacionaria del mercado del trabajo, diferentes elementos parecen indicar que : 1) en algunos Estados miembros podría reducirse el crecimiento de las rentas reales disponibles por medio de una reforma de la política fiscal; 2) los cambios en la distribución de la renta tenderán, en conjunto, a aumentar el ahorro proveniente de la renta disponible de las economías domésticas. En particular, entre los factores que pueden contribuir a mantener, e incluso aumentar las tasas de ahorro, cabe mencionar : a) los esfuerzos suplementarios en términos de saneamiento de las finanzas públicas que deberán realizar muchos Estados miembros; b) las incertidumbres que pesan sobre los regímenes de protección social, en particular las pensiones; c) el mantenimiento de rendimientos reales elevados en los mercados de obligaciones y, por último, d) el creciente desequilibrio entre las rentas del trabajo y las de la propiedad, dado que estas últimas se caracterizan por una menor propensión al consumo. A este respecto, el Comité manifiesta su preocupación por las implicaciones que podrían tener sobre la cohesión social y la estabilidad del crecimiento a más largo plazo el creciente y duradero desequilibrio entre, por una parte, las rentas del trabajo y, por otra parte, las rentas financieras.

2.3.5. En conclusión, aunque el Comité celebra el aumento del crecimiento y los buenos resultados en materia de inflación obtenidos por los países de la Comunidad, señala que no parecen existir las condiciones necesarias para un crecimiento duradero en 1995 y 1996, debido, en particular, al carácter temporal de determinados fenómenos que han originado el crecimiento en 1994, a la persistencia de una tasa elevada de desempleo y a las perspectivas de una disminución del aumento del poder adquisitivo de las familias, o incluso de su estancamiento. Por otra parte, aunque el Comité reconoce que la principal preocupación de la política monetaria interior de los Estados miembros consiste en mantener una tasa de inflación baja, el Comité manifiesta su preocupación por las implicaciones económicas y sociales del mantenimiento de elevados tipos de interés a largo plazo.

3. Las políticas destinadas a transformar la recuperación coyuntural en un proceso sostenible a medio plazo

3.0.1. El desempleo no se está reduciendo suficientemente, pesar de la recuperación de la actividad económica. Así pues, siguen siendo de actualidad los retos asumidos hace un año en el Libro blanco « Crecimiento, competitividad, empleo » y « Las orientaciones generales de las políticas económicas de los Estados miembros de la Comunidad », plasmados en la Recomendación del Consejo de 22 de diciembre de 1994. Se trata de aplicar políticas macro y microeconómicas que permitan transformar la recuperación coyuntural en un fenómeno sostenible a medio plazo y de reforzar la creación de puestos de trabajo en el contexto del crecimiento a fin de llevar a cabo una importante reducción del índice de desempleo antes del año 2000.

3.1.

Un marco macroeconómico para un crecimiento sostenido y no inflacionista

3.1.1. Es preciso que el marco macroeconómico proporcione un equilibrio justo entre la estabilidad de precios -necesaria para fortalecer la competitividad de la economía europea, mantener la rentabilidad de las inversiones y facilitar la reducción de las cargas de la deuda pública- y el apoyo del crecimiento necesario para fomentar el empleo.

3.1.2. A fin de mantener un crecimiento sostenible a medio plazo es necesario crear un entorno favorable para las inversiones. Éstas, que se han mantenido hasta ahora gracias a la expansión de la demanda externa y una rentabilidad elevada, dependen de que bajen los tipos de interés a largo plazo y de que el consumo se reactive gradualmente con el regreso de la confianza de los consumidores. A medio plazo, esta confianza dependerá de la mejora de la situación en el mercado del trabajo. A corto plazo, las políticas salariales deberían beneficiarse del margen de maniobra proporcionado por el considerable descenso de las tasas de inflación y los importantes aumentos de la productividad experimentados durante los dos últimos años.

3.1.3. La recuperación de la demanda interna, en particular el consumo privado, es tanto más importante cuanto que los sectores no exportadores aún no se han beneficiado de la reactivación. Ahora bien, entre estos sectores se encuentra un gran número de pequeñas y medianas empresas que no están directamente sometidas a la competencia internacional y cuya capacidad de creación de empleo parece ser de mayor importancia.

3.1.4. A más largo plazo, la aplicación de políticas centradas exclusivamente en la oferta, sin tener en cuenta el papel que desempeña la demanda interna, acarrearía consecuencias nefastas para el crecimiento y el empleo.

3.1.5. El Comité Económico y Social observa que, en los últimos años, ha mejorado la coordinación de las políticas presupuestaria, salarial y monetaria. El control de los presupuestos y el mantenimiento de los índices de crecimiento de los salarios reales por debajo de los índices de aumento de la productividad han permitido una relajación de la política monetaria, así como el mantenimiento de la inflación en unos niveles muy reducidos respecto a las tasas de crecimiento alcanzadas en 1994.

3.1.5.1. A este respecto, cabe señalar que las medidas tomadas en algunos Estados miembros con el fin de que los bancos centrales sean independientes favorecerán la estabilidad monetaria y constituyen un elemento positivo para la creación de un marco verosímil de estabilidad de los precios.

3.1.5.2. Si bien es cierto que se requieren medidas adicionales para reducir los componentes estructurales de los déficit presupuestarios y favorecer de este modo el descenso de los tipos de interés a largo plazo y de las inversiones, no obstante, el Comité duda de la capacidad de algunos Estados miembros para cumplir los objetivos y los plazos impuestos por el plan de convergencia, manteniendo al mismo tiempo los niveles de crecimiento alcanzados en 1994. Sin embargo, el Comité reconoce que por ello no procede volver a cuestionar los principios de coordinación, de control y de fomento de las políticas macroeconómicas de los Estados miembros, que son necesarias para la cohesión europea. Por lo tanto, cabe preguntarse si dicha cohesión no corre el riesgo de verse amenazada por la estrechez de los márgenes de maniobra nacionales en materia de reglamentación coyuntural. Hoy día, los criterios definidos por el Tratado de Maastricht constituyen un importante desafío electoral, dadas las restricciones que imponen dichos márgenes de maniobra sobre las poblaciones de algunos Estados miembros. Las recientes perturbaciones que se han producido en los mercados de divisas europeos y las diferencias de tipos de interés tanto a corto como a largo plazo entre las monedas del « núcleo duro » del Sistema Monetario Europeo y las llamadas monedas débiles (la lira italiana, la peseta o el escudo portugués) parecen reflejar un nuevo riesgo financiero de carácter político.

3.1.6. En conclusión, el Comité Económico y Social insiste en que los frutos del crecimiento se distribuyan de forma tal que contribuyan a aumentar la demanda interna y mejorar la situación del mercado del trabajo, sin crear tensiones inflacionistas.

3.1.6.1. Es necesario evitar, en particular, que las políticas de moderación salarial constituyan un freno al crecimiento. Estas políticas deben gestionarse teniendo en cuenta consideraciones políticas y sociales. Si los salarios acumulan un retraso demasiado importante con respecto a las rentas del capital, la economía podría padecer fenómenos de recuperación y conflictos sociales perjudiciales para el crecimiento y el empleo.

3.1.6.2. La política económica también debería establecer un marco que permita proceder a una redistribución con el fin de garantizar el poder adquisitivo de las familias con ingresos reducidos, que también son las que mayor tendencia tienen a consumir. Para evitar el aumento de los costes del factor trabajo y no contrarrestar las políticas de saneamiento presupuestario, todas las rentas deberían participar en el esfuerzo de solidaridad con las víctimas de la crisis.

3.2.

Una política comercial a favor de la cooperación

3.2.1. Habida cuenta de la globalización y la evolución de una competencia cada vez más intensa, el Comité Económico y Social, haciéndose eco de las palabras del antiguo Presidente Jacques Delors, aboga por una economía europea abierta, pero no « regalada ». Desde este punto de vista, el Comité celebra la ratificación de los resultados de la Ronda Uruguay por parte de los Estados miembros de la Unión Europea. Además, con la creación de la Organización Mundial del Comercio el 1 de enero de 1995, el sistema de relaciones multilaterales se ha revitalizado y adaptado a la globalización de la economía. En el marco de esta nueva institución, la Unión Europea deberá procurar el fortalecimiento del sistema multilateral de intercambios comerciales. En particular, las relaciones comerciales de los países industrializados deberían regularse sobre la base de la reciprocidad y sería conveniente contrarrestar las tendencias intervencionistas unilaterales y los intercambios bilaterales discriminatorios (que siguen siendo demasiado numerosos) procurando la apertura de los mercados nacionales. El Comité desea que la Unión Europea contribuya a la resolución de estos problemas en el marco de la Organización Mundial del Comercio (OMC), a fin de establecer unas condiciones de competencia internacional realmente equitativas.

3.2.2. Dado el creciente número de acuerdos regionales preferenciales y de acuerdos de cooperación concertados en el continente americano y en el sureste asiático, es preciso que la política comercial de la Comunidad desarrolle sus intercambios comerciales con las economías de los terceros países más cercanos a la zona comunitaria, los países de Europa central y oriental (PECO) y los países de la zona mediterránea. La estrategia de « preadhesión » de los PECO, lanzada oficialmente en la Cumbre de Essen, constituye un importante paso adelante en el proceso de aproximación y desarrollo de estas economías. La decisión de facilitar un mejor acceso al mercado comunitario de los productos procedentes de estos países debe ir acompañada de una ayuda al desarrollo económico y social. Además del compromiso financiero, sería conveniente participar de forma activa en la reconstrucción, desempeñando un papel de asesoramiento en diferentes ámbitos como el técnico, el administrativo y el educativo, a fin de ayudar a estos países a superar las dificultades que puedan surgir durante su transición hacia la economía de mercado.

3.2.3. Si bien es verdad que la prioridad concedida a la cooperación con los países de Europa central y oriental está sumamente justificada, no deberían descuidarse las relaciones con los países de la cuenca mediterránea con los cuales existe una interdependencia bastante más significativa en relación con la energía, el medio ambiente, las migraciones o las inversiones. A pesar de que estos países no estén llamados a integrarse, la UE tiene la obligación de ayudarles a desarrollar su economía a fin de evitar que la creciente desigualdad del nivel de prosperidad aumente la inestabilidad política y social de estas regiones.

3.2.4. Por último, a más corto plazo, Europa debería aprovechar la vitalidad de los mercados emergentes del sureste asiático. En efecto, en estos países se observa un dinamismo creciente al que se deben en parte los buenos resultados obtenidos en materia de exportación en 1994. Para los dos próximos años, la Comisión prevé que los índices de crecimiento real de las importaciones procedentes de las economías dinámicas de Asia se mantendrán por encima del 12 %.

3.2.5. Si bien el Comité está a favor de un entorno internacional abierto, por ser el único capaz de dar un nuevo impulso al crecimiento a través de una redistribución más apropiada de la riqueza mundial, lamenta que no se hayan tenido en cuenta las necesidades culturales, sociales o medioambientales de estos países en la elaboración de la normativa relativa al comercio multilateral.

3.2.5.1. Para el Comité, en particular, la apertura de los intercambios debe contribuir al progreso social en los países que se están industrializando. Ahora bien, las normas del GATT no permiten actualmente la aplicación de los convenios celebrados en el marco de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). En consecuencia, el Comité insta a que la nueva OMC, en colaboración con la OIT, dé prioridad a estas cuestiones sociales y que se fomente la ratificación de los convenios de esta última organización.

3.2.5.2. Por otra parte, en el marco del Comité de Comercio y Medio Ambiente, el Comité desea que la UE trate de conseguir el establecimiento y la aplicación efectiva de criterios relativos a la protección del medio ambiente que no sean discriminatorios a nivel del comercio internacional.

3.3.

Beneficiarse de la recuperación para llevar a cabo las reformas estructurales encaminadas a mejorar la competitividad y la creación de empleo a través del crecimiento.

3.3.1. La Comisión considera que cabe esperar unos niveles de crecimiento sostenible de la economía europea situados entre el 3 % y el 3,5 % anual hasta finales de siglo. Esto permitiría reducir el desempleo a aproximadamente el 7 % de la población activa europea. El objetivo del 5 % fijado por el Libro blanco no podrá alcanzarse sin paliar las debilidades estructurales de la economía europea en términos de competitividad y de funcionamiento del mercado laboral.

3.3.2. Un objetivo prioritario consiste en explotar el potencial económico del mercado interior suprimiendo los obstáculos al comercio y facilitando, asimismo, la realización de las redes transeuropeas en los sectores de los transportes, la energía y las comunicaciones. A este respecto, el Comité expresa su deseo de que se apliquen cuanto antes los programas de inversión de las catorce principales tareas prioritarias fijadas en la Cumbre de Essen, a fin de no perder la oportunidad de dar un estímulo a las economías de los Estados miembros. El Comité considera que la justificación de una iniciativa financiera directa de la Unión Europea debe basarse no sólo en la dimensión transnacional de un proyecto de este tipo, sino también en los importantes factores externos que estas redes pueden generar para las economías europeas. Por último, es muy probable que una iniciativa comunitaria presente garantías suficientes en los mercados de capitales, asegurando un coste de financiación del proyecto inferior al que generaría un empréstito nacional.

3.3.3. El Comité reconoce que la mejora a largo plazo de la competitividad europea depende de factores de carácter cualitativo como el desarrollo de una industria productiva e innovadora que invierta en los mercados emergentes de alta tecnología y de alto potencial de crecimiento. En esta perspectiva, el aumento de la competitividad requiere la adopción de unas políticas de fomento de las inversiones inmateriales y, en particular, de la formación y del aprendizaje, a fin de que Europa pueda beneficiarse plenamente de su potencial productivo de mano de obra. Se trata, en particular, de mejorar la correspondencia entre la oferta y la demanda en materia de formación profesional, con objeto de responder a las necesidades específicas de la industria. Deben crearse pasarelas entre los establecimientos de enseñanza y el mundo empresarial y fomentarse, mediante incentivos fiscales, la formación permanente y el aprendizaje.

3.3.4. Estos cambios tecnológicos necesitarán la reconversión de un número importante de puestos de trabajo de un nivel de cualificación relativamente elevado en los sectores de alto rendimiento y se traducirán en la deslocalización de actividades de gran intensidad laboral. Tal como subraya el Libro blanco, es preciso por este motivo no centrarse únicamente en « la forma de producir » y prever al mismo tiempo las nuevas necesidades individuales y colectivas generadas por los cambios demográficos y socioeconómicos de este fin de siglo, a fin de evitar que la investigación en el ámbito de la competitividad no conduzca a pérdidas netas de puestos de trabajo en el conjunto de la economía.

3.3.5. A este respecto, el Consejo Europeo, reunido en Essen los días 9 y 10 de diciembre de 1994, recordó la necesidad de llevar a cabo cuanto antes las medidas estructurales destinadas a mejorar la situación del empleo. El Consejo puso de relieve el importante papel que desempeña el « diálogo entre los interlocutores sociales y el estamento político » en la aplicación de estas medidas. El Consejo también enunció cinco ámbitos de acción para luchar contra el desempleo en Europa : el fomento de la inversión en la formación profesional, el aumento del empleo a través del crecimiento, la reducción de los costes salariales indirectos, el incremento de la eficacia de la política del mercado laboral y el fortalecimiento de las medidas a favor de los trabajadores más amenazados.

3.3.5.1. El Comité expresa su convencimiento de que a largo plazo la educación y la formación continua son los medios más apropiados para mejorar la movilidad profesional de los trabajadores y su capacidad para adaptarse a los cambios que se derivan de los avances tecnológicos, procurando que la oferta laboral corresponda a la demanda. Desde este punto de vista, la educación no sólo constituye un factor fundamental del crecimiento a largo plazo, sino también un elemento de reparto de la riqueza. No obstante, los sistemas educativos actuales ya no responden a las nuevas exigencias : no sólo por razones presupuestarias sino también porque las profesiones del día de mañana requerirán una mejora de la formación a lo largo de toda la vida. En el punto 3.3.3 hemos señalado ya que la mejora de las cualificaciones, necesaria para responder a los desafíos de la competitividad, requerirá la creación de sinergias entre el mundo de la enseñanza y el de las empresas. A este respecto, el Comité acoge favorablemente la decisión de la Comisión de proceder rápidamente, en el respeto del principio de subsidiariedad, a un examen de las posibilidades de ofrecer incentivos a las empresas y a las personas con objeto de invertir en la formación permanente.

3.3.5.2. A medio plazo, el Comité observa que la reducción de los costes no salariales del trabajo (en particular, del trabajo poco cualificado) parece necesaria a fin de estimular las sustituciones favorables para el empleo. Sin embargo, la disminución de los impuestos obligatorios aplicados a los salarios no debe poner en duda la validez de los niveles de protección social que, en todo caso, ejercen una influencia positiva sobre el crecimiento y el empleo por medio de la redistribución de los ingresos que generan. El modelo de financiación basado en los salarios deberá ser sustituido por un sistema de financiación alternativo de mayor amplitud. Cualesquiera que sean las modalidades de financiación seleccionadas, deberán evaluarse sus implicaciones en términos de redistribución de los ingresos y sus consecuencias para el crecimiento y el empleo. Por último, el Comité recuerda que la Unión Económica y Monetaria no podrá realizarse si existe desunión social. Deberían coordinarse las reformas necesarias para garantizar la viabilidad de los sistemas de protección social en los diferentes países, con el fin de contribuir a la deseada armonización en materia de cobertura social y evitar el « dumping social ».

3.3.5.3. La flexibilización de la jornada laboral individual constituye sin ninguna duda un planteamiento interesante para aumentar el empleo a través del crecimiento, siempre que represente una mejora real de la calidad de vida de los trabajadores y no ocasione costes adicionales para las empresas. En algunos sectores, puede pensarse que los aumentos de productividad generados por la reducción de la jornada laboral, junto con una disminución del coste del capital por medio del incremento del tiempo de utilización de la maquinaria y una reducción de las cotizaciones sociales, pueden proporcionar un amplio margen de maniobra para la negociación. El Comité Económico y Social estima que una política de reducción de la jornada laboral con contrataciones compensatorias constituye un medio que puede dar lugar a la obtención de resultados consensuales favorables para el empleo.

3.3.5.4. El desarrollo de servicios en sectores naturalmente protegidos de la competencia internacional y que pueden crear un gran número de puestos de trabajo constituye otro planteamiento interesante. El efecto de la evolución de las formas de vida, los cambios demográficos, el aumento de las tasas de participación, ha creado nuevas necesidades sociales que aún no han sido satisfechas : servicios de guardería para niños enfermos, acompañamiento sanitario y social de las personas mayores, asistencia a jóvenes en dificultad, seguimiento escolar diario de los alumnos, protección del medio ambiente y del patrimonio cultural, etc. Es decir, una serie de servicios cuya utilidad económica, social y cultural es real, pero que ya no se satisfacen o nunca se han prestado. Muchas empresas de economía social ya participan en este nuevo sector de actividad y contribuyen de forma activa, por medio de la inserción y la creación de actividades próximas al ciudadano, a la política global de lucha contra la exclusión definida por el Libro blanco. No obstante, el desarrollo del empleo en estos sectores de actividad debería proporcionar garantías suficientes para evitar la desreglamentación social y el desarrollo de empleos precarios. Estos servicios deberán, en primer lugar, tener las características de verdaderos puestos de trabajo y ser considerados como tales por los trabajadores. También deberá subsanarse el problema de la insolvencia de la demanda, modulando los precios de estos servicios en función de los ingresos, o reduciendo los precios de venta a través de una reducción de las cargas sociales. Paralelamente, el desarrollo de estos servicios implica una estructuración de la oferta y la fijación de normas de calidad, a fin de poder responder a las expectativas de los consumidores.

3.3.5.5. En cuanto a la eficacia de las políticas de empleo, el Comité Económico y Social celebra la iniciativa de la Comisión encaminada a poner a punto procedimientos de evaluación y control. En efecto, el Comité observa que las medidas a favor de los grupos de riesgo se han derivado a menudo en efectos de sustitución sin que se obtuviera un crecimiento neto del empleo.

3.3.5.6. El Comité Económico y Social opina que en la reorganización del mercado laboral deberán preservarse los principios de equidad que caracterizan a la sociedad europea. Desde este punto de vista, es preciso que el grado de flexibilidad del mercado laboral mantenga su compatibilidad con el modelo social europeo y que no se traduzca en una desreglamentación indiscriminada.

Hecho en Bruselas, el 30 de marzo de 1995.

El Presidente

del Comité Económico y Social

Carlos FERRER

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