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Document 52011DC0885
COMMUNICATION FROM THE COMMISSION TO THE EUROPEAN PARLIAMENT, THE COUNCIL, THE EUROPEAN ECONOMIC AND SOCIAL COMMITTEE AND THE COMMITTEE OF THE REGIONS Energy Roadmap 2050
COMUNICACIÓN DE LA COMISIÓN AL PARLAMENTO EUROPEO, AL CONSEJO, AL COMITÉ ECONÓMICO Y SOCIAL EUROPEO Y AL COMITÉ DE LAS REGIONES Hoja de Ruta de la Energía para 2050
COMUNICACIÓN DE LA COMISIÓN AL PARLAMENTO EUROPEO, AL CONSEJO, AL COMITÉ ECONÓMICO Y SOCIAL EUROPEO Y AL COMITÉ DE LAS REGIONES Hoja de Ruta de la Energía para 2050
/* COM/2011/0885 final */
COMUNICACIÓN DE LA COMISIÓN AL PARLAMENTO EUROPEO, AL CONSEJO, AL COMITÉ ECONÓMICO Y SOCIAL EUROPEO Y AL COMITÉ DE LAS REGIONES Hoja de Ruta de la Energía para 2050 /* COM/2011/0885 final */
1.
Introducción
El bienestar de los ciudadanos, la
competitividad de la industria y el funcionamiento general de la sociedad
dependen de una energía segura, garantizada, sostenible y asequible. La infraestructura energética que proporcionará la
energía para los hogares, la industria y los servicios en 2050, así como los
edificios que se utilizarán, ya están siendo diseñados y fabricados. Ya se están determinando las pautas de la
producción y uso de la energía en 2050. La UE se
comprometió a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero entre un 80
y un 95 % por debajo de los niveles de 1990 para 2050 en el contexto de
las reducciones necesarias por parte del grupo de los países desarrollados[1]. La Comisión analizó las implicaciones de este
compromiso en su «Hoja de ruta hacia una economía hipocarbónica competitiva en
2050»[2]. La «Hoja de ruta hacia un espacio único europeo de
transporte»[3]
se centró en soluciones para el sector del transporte y en la creación de un
espacio único europeo de transporte. En la presente Hoja de Ruta de la
Energía para 2050, la Comisión analiza los retos planteados por el
cumplimiento del objetivo de descarbonización de la UE y, simultáneamente, la
garantía de la seguridad del abastecimiento energético y la
competitividad. Esta hoja de ruta responde a una petición del Consejo
Europeo[4]. Las políticas y medidas de la UE para
alcanzar los objetivos de la política energética para 2020[5] y la
estrategia Energía 2020[6]
son ambiciosas y continuarán cumpliendo los compromisos contraídos después de
2020, contribuyendo a reducir las emisiones en casi un 40 % en 2050. Sin embargo, seguirán siendo insuficientes para
lograr el objetivo de descarbonización de la UE para 2050, ya que para entonces
solo se habrá logrado cumplir menos de la mitad del objetivo de la
descarbonización. Esto da una idea del nivel
de esfuerzo y de cambio, tanto desde el punto de vista estructural como social,
que serán precisos para realizar la necesaria reducción de emisiones, logrando
al mismo tiempo que el sector de la energía siga siendo competitivo y seguro. Actualmente, no hay indicaciones
adecuadas sobre el camino que se ha de seguir después de la agenda 2020.
Esta situación crea incertidumbre entre los inversores, los gobiernos y los
ciudadanos. Las hipótesis de trabajo de la
«Hoja de ruta hacia una economía hipocarbónica competitiva en 2050» sugieren
que, si las inversiones se retrasan, su coste será mayor de 2011 a 2050 y
crearán una mayor perturbación a largo plazo. Es
urgente desarrollar estrategias para después de 2020.
Las inversiones en energía tardan en producir resultados. En esta década se está produciendo un nuevo ciclo
de inversión, puesto que las infraestructuras construidas hace 30 o 40 años
necesitan ser sustituidas. Actuar ahora puede
evitar cambios costosos dentro de algunas décadas y reduce los efectos de
retraimiento. La Agencia Internacional de
Energía (AIE) ha puesto de manifiesto el papel vital que desempeñan los
gobiernos y ha subrayado la necesidad de una actuación urgente[7]; con las hipótesis de
trabajo de la Hoja de Ruta de la Energía para 2050 las distintas vías posibles
para Europa se analizan más detenidamente. No es posible predecir el futuro a largo
plazo. Las hipótesis que figuran en esta Hoja
de Ruta de la Energía para 2050 exploran caminos hacia la descarbonización
del sistema energético. Todas ellas suponen cambios sustanciales, por
ejemplo, en los precios del carbono, las tecnologías y las redes. Se han
analizado una serie de hipótesis para lograr una reducción del 80 % de las
emisiones de gases de efecto invernadero, lo que implica casi un 85 % de
disminución de las emisiones de CO2 relacionadas con la energía,
incluidas las procedentes del transporte[8].
La Comisión también ha analizado las hipótesis de trabajo y puntos de vista de
Estados miembros y partes interesadas[9]. Naturalmente, habida cuenta del largo horizonte
temporal, existe incertidumbre en relación con estos resultados, entre otras
cosas porque se basan en hipótesis sobre las que tampoco hay certidumbre[10]. Es imposible prever si habrá un nuevo repunte de
los precios del petróleo, ya que se han producido nuevos descubrimientos en
varias ocasiones; hasta qué punto resultará
viable el gas de esquisto bituminoso de Europa, si la captura y almacenamiento
de carbono (CAC) llegará a ser comercial y cuándo, qué papel querrán dar los
Estados miembros a la energía nuclear, o de qué modo evolucionará en todo el
planeta la acción contra el cambio climático. Los
cambios sociales, tecnológicos y de comportamiento también tendrán un impacto significativo
en el sistema energético[11]. El análisis de hipótesis que se ha
realizado es de carácter ilustrativo, examinando los efectos, retos y
oportunidades de posibles maneras de modernizar el sistema energético. No se
trata de opciones de tipo excluyente, sino que se centra en los elementos
comunes que aparecen y apoya planteamientos a más largo plazo para las
inversiones. La incertidumbre constituye un
importante obstáculo para la inversión. El análisis de las previsiones realizadas por la
Comisión, los Estados miembros y las partes interesadas muestra una serie de
tendencias claras, retos, oportunidades y cambios estructurales en el diseño de
las medidas políticas que son necesarios para servir de marco adecuado para los
inversores. Sobre la base de este análisis, la
presente Hoja de Ruta de la Energía formula conclusiones esenciales sobre
opciones «útiles en todo caso» en el sistema energético europeo. Esto es también importante para conseguir un
enfoque europeo, en el que todos los Estados miembros compartan una
interpretación común de los principales elementos para la transición a un
sistema energético hipocarbónico y que proporcione la certidumbre y la
estabilidad que se necesitan. La Hoja de Ruta no sustituye a los
esfuerzos nacionales, regionales y locales para modernizar el suministro de
energía, sino que intenta desarrollar a largo plazo un marco europeo neutral
en cuanto a las tecnologías para que estas políticas resulten más eficaces.
En ella se sostiene que dotarse de un enfoque europeo para el reto energético
aumentará la seguridad y solidaridad y tendrá costes más bajos en comparación
con los regímenes nacionales paralelos, al ofrecer un mercado más amplio y
flexible para nuevos productos y servicios. Por
ejemplo, algunos interesados podrían ahorrar hasta un 25 % de los costes
potenciales si existiese un planteamiento más europeo para el uso eficiente de
la energía renovable.
2.
Es posible un sistema energético seguro,
competitivo y descarbonizado en 2050
El sector de la energía es responsable de
la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero que produce el
ser humano. Por lo tanto, la reducción de esas
emisiones en más de un 80 % de aquí a 2050 supondrá una presión especial
para los sistemas energéticos. Si, como parece probable, los mercados
mundiales de la energía se vuelven más interdependientes, la situación
energética de la UE se verá directamente influida por la situación de sus
vecinos y por las tendencias de la energía a escala mundial. Los resultados de
las hipótesis dependen, en particular, de la finalización de un acuerdo mundial
sobre el clima, que también daría lugar a una reducción global de la demanda y
de los precios de los combustibles fósiles. Cuadro recapitulativo de las distintas hipótesis de trabajo[12] Hipótesis basadas en la tendencia actual ·
Hipótesis de referencia. La hipótesis de referencia incluye las actuales tendencias y las
previsiones a largo plazo sobre el desarrollo económico (crecimiento del
producto interior bruto (PIB) del 1,7 % anual). La hipótesis incluye
políticas adoptadas en marzo de 2010, incluidos los objetivos para 2020
respecto a la cuota de las fuentes de energía renovables y la reducción de los
gases de efecto invernadero, así como la Directiva del régimen de comercio de
derechos de emisión. Para el análisis, se consideraron diversos supuestos, con
índices de crecimiento del PIB mayores y menores y con precios de importación
de la energía más bajos y más altos. ·
Iniciativas políticas actuales (IPA). Esta hipótesis actualiza
medidas ya adoptadas, p. ej., tras el accidente de Fukushima a raíz de las
catástrofes naturales acaecidas en Japón, y que están en fase de propuesta,
como en el caso de la estrategia Energía 2020; incluye
también medidas propuestas relativas al «plan de eficiencia energética» y a la
nueva Directiva sobre imposición de los productos energéticos. Hipótesis de descarbonización (véase
el gráfico 1) ·
Alta eficiencia energética. Compromiso político para lograr
unos altos índices de ahorro de energía; incluye,
p. ej., exigencias mínimas más estrictas para aparatos y edificios nuevos;
elevados índices de renovación de los edificios existentes; establecimiento de
obligaciones de ahorro energético a las empresas de gas y electricidad. Esto
conduce a una disminución de la demanda energética del 41 %, de aquí a 2050, si
se compara con los picos registrados en 2005-2006. ·
Tecnologías de suministro diversificadas. No hay una preferencia por una tecnología; todas las fuentes de
energía pueden competir en condiciones de mercado sin medidas de apoyo
específicas. La descarbonización está impulsada por la tarificación de las
emisiones de carbono, dando por supuesta la aceptación de la energía nuclear y
de la captura y almacenamiento de carbono (CAC) por parte de la opinión
pública. ·
Alta utilización de fuentes de energía
renovables (FER). Medidas de apoyo decididas a
las FER que den lugar a una cuota muy elevada de FER en el consumo final bruto
de energía (75 % en 2050) y una cuota de FER en el consumo de
electricidad que alcance el 97 %. ·
Captura y almacenamiento de carbono
diferidos. Semejante a la hipótesis de las
tecnologías de suministro diversificadas, pero partiendo de la base de que la
captura y almacenamiento de carbono (CAC) están diferidos, da lugar a cuotas
más elevadas de energía nuclear y la descarbonización está más dictada por los
precios del carbono que por el impulso tecnológico. ·
Baja utilización de energía nuclear. Semejante a la hipótesis de las tecnologías de suministro
diversificadas, pero partiendo de la hipótesis de que no se está construyendo
ninguna central nuclear (a excepción de los reactores nucleares actualmente en
construcción), da como resultado una mayor penetración de la CAC (alrededor del
32 % en generación de electricidad). Diez cambios estructurales para la
transformación del sistema energético Combinando las hipótesis de trabajo es
posible extraer algunas conclusiones que pueden contribuir a forjar hoy en día
estrategias de descarbonización cuyos efectos se harán plenamente patentes en
2020, 2030 y más adelante. 1) Es posible la descarbonización – y
puede resultar menos costosa a largo plazo que las políticas actuales Las hipótesis demuestran que la
descarbonización del sistema energético es posible. Además, los costes de la
transformación del sistema energético no difieren sustancialmente de la
hipótesis de las iniciativas políticas actuales (IPA). Los costes totales del
sistema energético (incluidos los costes de carburante, electricidad y capital,
la inversión en equipos, los productos eficientes desde el punto de vista
energético, etc.) podrían ser ligeramente inferiores al 14,6 % del PIB
europeo en 2050 en el caso de las IPA comparadas con el nivel del 10,5 %
en 2005. Esto refleja un cambio significativo en el papel que desempeña la
energía en la sociedad. La exposición a la volatilidad de los precios de los
combustibles fósiles se reduciría en las hipótesis de descarbonización, ya que
la dependencia de las importaciones desciende hasta un 35 a 45 % en 2050,
frente al 58 % con las políticas actuales. 2) Gastos de capital más elevados y
costes de combustible más bajos Todas las hipótesis de descarbonización
apuntan a una transición desde el sistema actual, con costes de combustible y
operativos elevados, a un sistema energético basado en gastos de capital más elevados
y costes de combustible más bajos. Esto se debe también a que una gran parte de
la capacidad actual de suministro energético llega al final de su vida útil. En
todas las hipótesis de descarbonización, la factura que pagará la UE por las
importaciones de combustibles fósiles en 2050 será sustancialmente inferior a
la de hoy en día. El análisis también muestra que los costes acumulados de la
inversión en redes por sí solos podrían suponer de 1,5 a 2,2 billones de euros
entre 2011 y 2050, reflejando las cifras más altas de la horquilla una mayor
inversión en apoyo de las energías renovables. Los costes de capital medios del
sistema energético aumentarán de forma significativa: inversiones en
centrales y redes de energía, en equipos de energía industriales, sistemas de
calefacción y refrigeración (incluidas redes urbanas de calefacción y
refrigeración), contadores inteligentes, material de aislamiento, vehículos más
eficientes e hipocarbónicos, dispositivos para explotar fuentes de energías
renovables locales (energía calorífica solar y fotovoltaica), productos
consumidores de energía sostenible, etc. Esto tiene amplias repercusiones en la
economía y en los empleos en los sectores de fabricación, servicios,
construcción, transporte y agricultura. La
satisfacción de esta demanda creciente crearía oportunidades importantes para
la industria y prestadores de servicios europeos y cabe destacar la importancia
de la investigación y de la innovación para desarrollar tecnologías más
competitivas desde el punto de vista de los costes. 3) La electricidad desempeña un papel
de creciente importancia Todas las hipótesis muestran que la electricidad
tendrá que desempeñar un papel mucho más importante que en la actualidad
(casi duplicará su cuota en la demanda final de energía, alcanzando un 36 a
39 % en 2050) y tendrá que contribuir a la descarbonización del transporte
y de la calefacción/refrigeración (véase el gráfico 2). La electricidad podría
satisfacer alrededor del 65 % de la demanda de energía de los automóviles
y vehículos industriales ligeros, tal como figura en todas las hipótesis de
descarbonización. La demanda final de electricidad aumenta incluso en la
hipótesis de la alta eficiencia energética. Para llegar a ello, el sistema
de generación de energía deberá someterse a cambios estructurales y lograr
un nivel significativo de descarbonización ya en 2030 (57-65 % en 2030 y
96-99 % en 2050). En estas condiciones queda patente la importancia de
iniciar ya la transición y proporcionar las señales necesarias para reducir al
mínimo las inversiones que den lugar a una producción elevada de carbono en las
próximas dos décadas. 4) Subida de los precios de la
electricidad hasta 2030 y, a partir de entonces, descenso La mayoría de las hipótesis de trabajo
sugieren que los precios de la electricidad subirán hasta 2030, pero
caerán después. La mayor parte de estos incrementos ya se está registrando en
la hipótesis de trabajo de referencia, y está ligada a la sustitución en los
próximos 20 años de capacidad de generación antigua, ya completamente superada.
En la hipótesis de la alta utilización de energías renovables, que implica una
cuota del 97 % de energía obtenida de fuentes renovables en el consumo de
electricidad, los precios de la electricidad utilizados en el modelo siguen
aumentando, pero a un ritmo menor - debido a los elevados costes de capital y
a supuestos sobre elevadas necesidades de capacidad de equilibrado,
almacenamiento e inversiones en la red en esta hipótesis de «casi el
100 % de la energía procedente de FER». Por ejemplo, la capacidad de
generación de electricidad procedente de FER en 2050 sería más del doble de la
capacidad actual de producción de energía eléctrica total obtenida de todas las
fuentes. Sin embargo, una importante penetración de las FER no implica
necesariamente unos precios de la electricidad elevados. La hipótesis de la
alta eficiencia energética, así como la hipótesis de las tecnologías de
suministro diversificadas, registran los precios de la electricidad más bajos y
satisfacen el 60 – 65 % del consumo de electricidad procedente de las FER,
frente a tan sólo el 20 % en la actualidad. En este contexto, hay que
señalar que los precios en algunos Estados miembros son actualmente
artificialmente bajos debido a las regulaciones de precios y a las
subvenciones. 5) El gasto de los hogares aumentará En todas las hipótesis, incluidas las
tendencias actuales, los gastos de energía y de productos relacionados con la
energía (incluido el transporte) probablemente se conviertan en un elemento más
importante de los gastos de los hogares, incrementándose hasta alrededor
del 16 % en 2030, y disminuyendo después hasta algo más del 15 % en
2050[13].
Esta tendencia sería también notable en el caso de las pequeñas y medianas
empresas (PYME). A largo plazo, el aumento de los costes de inversión para
aparatos, vehículos y aislamientos eficientes resulta menos importante que la
reducción del gasto en electricidad y combustibles. Los costes incluyen los
costes de combustible, así como costes de capital, como los costes de la
adquisición de vehículos y de aparatos más eficientes y de renovaciones de la
vivienda. Sin embargo, si se utilizan mecanismos reglamentarios, normativos o
innovadores para acelerar la introducción de productos y servicios eficientes
desde el punto de vista energético, sería posible reducir dichos costes. 6) El ahorro de energía en todo el
sistema es crucial Sería necesario alcanzar un ahorro
energético muy significativo (véase el gráfico 3) en todas las hipótesis de
descarbonización. La demanda de energía primaria desciende en una franja
entre el 16 % y el 20 % para 2030 y entre el 32 % y el 41 %
en 2050, frente a los picos en 2005-2006. Para lograr ahorros de energía
importantes será preciso disociar de forma más tajante el crecimiento económico
y el consumo de energía, así como adoptar medidas reforzadas en todos los
Estados miembros y en todos los sectores económicos. 7) Aumentarán de forma importante las
energías renovables La cuota de las fuentes de energía
renovables (FER) aumenta sustancialmente en todas las hipótesis, alcanzando
al menos el 55 % del consumo final bruto de energía en 2050, lo que
representa una subida de 45 puntos porcentuales desde el nivel actual, cercano
al 10 %. La cuota de las FER en el consumo de electricidad alcanza el
64 % en una hipótesis de alta eficiencia energética y el 97 % en una
hipótesis de alta utilización de energías renovables, que incluye un importante
almacenamiento de electricidad para dar cabida a la variación del suministro de
las FER, incluso en momentos de baja demanda. 8) La captura y el almacenamiento de
carbono desempeñan un papel fundamental en la transformación del sistema La captura y almacenamiento de carbono (CAC), si son comercializados, tendrán una contribución
significativa en la mayoría de las hipótesis, con un papel especialmente
determinante de hasta un 32 % de la producción de electricidad en el caso
de una producción nuclear restringida y cuotas entre el 19 y el 24 % en
otros casos, salvo en la hipótesis de la alta utilización de energías
renovables. 9) La energía nuclear constituye una
importante aportación La energía nuclear será necesaria para aportar una contribución significativa al
proceso de transformación de la energía en aquellos Estados miembros en los que
se utiliza. Sigue siendo una de las principales fuentes de producción de
electricidad con baja emisión de carbono. La mayor penetración de la energía
nuclear se produce en las hipótesis de CAC diferidos y de las tecnologías de
suministro diversificadas (el 18 y el 15 % en energía primaria,
respectivamente), que registran los costes totales de energía más bajos. 10) La descentralización y los
sistemas centralizados interactúan cada vez más La descentralización del sistema
energético y de la generación de calor aumenta debido a una mayor producción a
partir de fuentes de energía renovables. Sin embargo, como muestran las
hipótesis, los sistemas centralizados a gran escala, como por ejemplo,
las centrales nucleares y las centrales eléctricas de gas y los sistemas
descentralizados tendrán que colaborar cada vez más. En el nuevo sistema
energético, es necesario que una nueva configuración de los sistemas
descentralizados y centralizados a gran escala haga su aparición y que estos
sean mutuamente dependientes, por ejemplo, si los recursos locales no bastan o
varían en el tiempo. Vínculo con la acción mundial
contra el cambio climático Todos los resultados de las hipótesis de
descarbonización dan por sentado que se han adoptado acciones a nivel mundial
para luchar contra el cambio climático. En
primer lugar, es importante tener en cuenta que el sistema energético de la UE
necesita unos elevados niveles de inversión incluso en ausencia de ambiciosos
esfuerzos de descarbonización. En segundo
lugar, las hipótesis señalan que modernizar el sistema energético atraerá
niveles elevados de inversión a la economía europea. En tercer lugar, la
descarbonización puede ser una ventaja para Europa como un impulsor precoz del
creciente mercado mundial de bienes y servicios relacionados con la energía. En cuarto, contribuye a la reducción de la
dependencia de las importaciones y de la exposición a la volatilidad de los
precios de los combustibles fósiles. En
quinto, aporta importantes ventajas colaterales en términos de contaminación
atmosférica y salud. No obstante, al aplicar la Hoja de Ruta,
la UE tendrá que tener en cuenta los progresos, y las acciones concretas, en
otros países. Su política no debe
desarrollarse de forma aislada, sino teniendo en consideración la evolución
internacional, por ejemplo, en relación a las fugas de carbono y a los efectos
negativos sobre la competitividad. Una
potencial compensación de ventajas y desventajas entre las políticas en materia
de cambio climático y la competitividad sigue apareciendo como un riesgo para
algunos sectores, en particular ante una perspectiva de descarbonización
completa si Europa tuviera que actuar por su cuenta. Europa
sola no puede lograr la descarbonización mundial. El
coste global de la inversión depende en gran medida del marco político, reglamentario
y socioeconómico y de la situación económica mundial.
Como Europa tiene una sólida base industrial, que necesita reforzar, la
transición del sistema energético debe evitar distorsiones y pérdidas para la
industria, especialmente porque la energía sigue siendo un importante factor de
costes para la industria[14]. Las medidas destinadas a la protección contra las
fugas de carbono tendrán que estar sujetas a una estrecha revisión en relación
con los esfuerzos realizados por terceros países. A medida que Europa siga
avanzando hacia una mayor descarbonización, será más necesaria una integración
más estrecha con los países y regiones vecinos y la construcción de
interconexiones y complementariedades energéticas. Las
oportunidades para el comercio y la cooperación requerirán unas condiciones
equitativas más allá de las fronteras europeas.
3.
Pasar de 2020 a 2050: retos y oportunidades
3.1.
Transformar el sistema energético
a) Ahorro de energía y gestión de
la demanda: una responsabilidad para todos La principal preocupación debe seguir
siendo la eficiencia energética. La mejora de la eficiencia energética
es una prioridad en todas las hipótesis de descarbonización. Las iniciativas actuales deben aplicarse con
rapidez para lograr el cambio. Su aplicación
en el contexto más amplio de la eficiencia global de los recursos dará
resultados rentables con mayor rapidez aún. Es esencial lograr una mayor eficiencia
energética en los edificios nuevos y ya existentes. Los
edificios de consumo de energía casi nulo deben convertirse en la norma. Los edificios, incluidos los hogares, podrían
producir más energía de la que utilizan. Los
productos y aparatos tendrán que cumplir las normas de eficiencia energética
más exigentes. En el transporte, son
necesarios vehículos eficientes e incentivos para el cambio de comportamientos. Los consumidores se beneficiarán de unas facturas
energéticas más previsibles y controlables. Con contadores inteligentes y
tecnologías inteligentes, como la domótica, los consumidores tendrán una mayor
influencia en sus propios modelos de consumo. Podrá lograrse una eficiencia
importante actuando en recursos relacionados con el uso de la energía, como el
reciclado, la producción ajustada y la prolongación del ciclo de vida de los
productos[15].
Las inversiones realizadas por los
hogares y las empresas tendrán un papel importante que desempeñar en la
transformación del sistema energético. Son
cruciales un mayor acceso al capital para los consumidores y modelos
empresariales innovadores. Esto también
requiere incentivos para cambiar los comportamientos, como impuestos,
subvenciones o asesoramiento in situ por parte de expertos, incluidos
los incentivos financieros de unos precios de la energía que reflejen los
costes externos. En general, la eficiencia
energética ha de incluirse en una amplia gama de actividades económicas, que
cubra desde, por ejemplo, el desarrollo de los sistemas de TI hasta normas para
los electrodomésticos. El papel de las
organizaciones locales y las ciudades será mucho más importante en los sistemas
energéticos del futuro. Es necesario un análisis de medidas de
eficiencia energética más ambiciosas y de estrategias políticas de
optimización de costes. La eficiencia energética ha de seguir su potencial
económico. Esto incluye cuestiones sobre la medida
en que la ordenación urbana y territorial pueden contribuir al ahorro de
energía a medio y largo plazo; la forma de
encontrar la mejor opción estratégica en términos de costes entre aislar los
edificios para utilizar menos calefacción y refrigeración y utilizar
sistemáticamente el calor residual de la generación de electricidad en
centrales de producción combinada de calor y electricidad (PCCE). Es probable que un marco estable requiera
nuevas medidas de ahorro energético, especialmente con la vista puesta en 2030.
b) Cambiar a fuentes de energía
renovables El análisis de todas las hipótesis de
trabajo pone de manifiesto que la mayor parte de las tecnologías de suministro
de energía en 2050 procede de energías renovables. Así
pues, la segunda gran condición indispensable para lograr un sistema
energético más sostenible y seguro es contar con una cuota mayor de energías
renovables después de 2020. En 2030, todas las hipótesis de
descarbonización apuntan a cuotas crecientes de energías renovables de alrededor
del 30 % en el consumo bruto de energía final. El
reto político para Europa consiste en permitir a los agentes del mercado
rebajar los costes de las energías renovables a través de la mejora de la
investigación, de la industrialización de la cadena de producción y de unas
políticas y sistemas de apoyo más eficientes. Esto podría hacer necesaria
una mayor convergencia en los sistemas de ayudas y mayores responsabilidades
para los costes del sistema entre los productores, además de los gestores de
las redes de transporte (GRT). Las energías renovables adquirirán una
importancia central en la combinación energética en Europa, desde el desarrollo
de tecnologías hasta la fabricación en serie y el despliegue a gran escala,
partiendo de la pequeña escala, para integrar fuentes locales y más remotas,
pasando de subvencionadas a competitivas. Esta naturaleza cambiante de la
política de las energías renovables requiere cambios políticos en paralelo al
nuevo desarrollo de estas energías. En el futuro, con el aumento de la cuota
de las energías renovables, los incentivos han de ser más eficientes, crear
economías de escala, llevar a una mayor integración del mercado y, en
consecuencia, dar lugar a un enfoque más europeo. Para ello hay de basarse
en la utilización de todo el potencial de la legislación en vigor[16], en los principios
comunes de la cooperación entre Estados miembros y con los países vecinos, y en
la adopción de posibles nuevas medidas. Muchas tecnologías renovables necesitan
seguir desarrollándose para reducir costes. Es necesario invertir en nuevas
tecnologías renovables, como la energía oceánica y la energía solar
concentrada, y en biocarburantes de segunda y tercera generación. También
es preciso mejorar las tecnologías existentes, por ejemplo mediante el aumento
del tamaño de las turbinas eólicas en alta mar y de las aspas para captar más
viento, y perfeccionar los paneles fotovoltaicos para recoger más energía
solar. Las tecnologías de almacenamiento siguen siendo cruciales.
Actualmente, el almacenamiento suele ser más caro que la capacidad adicional de
transporte, la capacidad de generación de reserva a partir de gas, mientras que
el almacenamiento convencional en forma hidráulica es limitado. Para lograr mayor eficiencia en su utilización y
unos costes competitivos es necesaria la mejora de la infraestructura para la
integración a través de toda Europa. Con una
capacidad de interconexión suficiente y una red más inteligente, la gestión de
las variaciones de la energía eólica y solar en algunas zonas de ámbito local
puede llevarse a cabo también a partir de fuentes de energía renovables en
otras partes de Europa. Esto podría disminuir
la necesidad de almacenamiento, capacidad de reserva y suministro de base. En un futuro próximo, la energía eólica
de los mares septentrionales y del océano Atlántico puede suministrar
cantidades sustanciales de electricidad con unos costes cada vez menores. De aquí a 2050, la energía eólica suministrará más
electricidad que cualquier otra tecnología, siguiendo la hipótesis de la alta
utilización de energías renovables. A medio
plazo, la contribución de la energía oceánica pude suponer una importante
contribución al suministro de electricidad. Del mismo modo, la energía solar y
eólica procedentes de los países del Mediterráneo podrían producir cantidades
importantes de electricidad. Esta oportunidad
para importar electricidad producida a partir de fuentes renovables y
procedente de las regiones vecinas ya ha sido complementada mediante
estrategias para utilizar la ventaja comparativa de Estados miembros, como, por
ejemplo, Grecia, donde se están desarrollando proyectos solares a gran escala. La UE seguirá fomentando y facilitando el
desarrollo de fuentes de energía renovables e hipocarbónicas en el Mediterráneo
meridional, así como de interconexiones con las redes de distribución europeas. También sigue siendo crucial progresar en la
interconexión con Noruega y Suiza. Del mismo
modo, la UE considerará el potencial de fuentes de energías renovables que
suponen países como Rusia y Ucrania (en particular, de biomasa). La calefacción y la refrigeración
procedentes de energías renovables son vitales
para la descarbonización. Es necesario un
cambio en el consumo de energía que favorezca a las fuentes de energía con baja
emisión de carbono y producidas localmente (incluidas las bombas de calor y los
calentadores de acumulación) y las energías renovables (por ejemplo,
calefacción solar, geotérmica, de biogás, de biomasa), también a través de
redes de calefacción urbana. La descarbonización requerirá una gran
cantidad de biomasa para la producción de calor, electricidad y
transporte. En el transporte, será necesaria
una combinación de varios combustibles alternativos para sustituir al petróleo,
con las exigencias específicas de los distintos modos. Los biocarburantes serán
probablemente una opción fundamental para la aviación, el transporte a larga
distancia por carretera, y el ferrocarril cuando no pueda ser electrificado. Están en marcha trabajos para garantizar la
sostenibilidad (por ejemplo, sobre el cambio del uso indirecto del suelo). La
aceptación por parte del mercado de bioenergía nueva que reduzca la demanda de
tierras, necesarias para la producción de alimentos, y que aumente la reducción
global de los gases de efecto invernadero (p. ej., biocombustibles obtenidos de
desechos, algas, residuos forestales), debe seguir siendo fomentada. A medida que maduran las tecnologías,
disminuirán los costes y podrá reducirse el apoyo financiero. Los intercambios comerciales entre Estados miembros
y las importaciones procedentes de fuera de la UE podrían reducir los costes a
medio y largo plazo. Los objetivos actuales
para la energía renovable parecen ser útiles para dar previsibilidad a los
inversores, fomentando al mismo tiempo un enfoque europeo y la integración del
mercado de las energías renovables. c) El gas desempeña un papel esencial
en la transición El gas será fundamental para la
transformación del sistema energético. La sustitución del carbón (y del
petróleo) por gas a corto y medio plazo podría contribuir a reducir las
emisiones con las tecnologías existentes al menos hasta 2030 o 2035. Aunque la
demanda de gas en el sector residencial, por ejemplo, podría descender en una
cuarta parte de aquí a 2030 debido a varias medidas de eficiencia energética en
el sector de la vivienda[17],
seguirá siendo alta en otros sectores, como el de la electricidad, durante un
período más largo. En la hipótesis de trabajo de las tecnologías de suministro
diversificadas, por ejemplo, la generación de electricidad alimentada por gas
representa aproximadamente 800 TWh en 2050, ligeramente superior a los niveles
actuales. Con la evolución de las tecnologías,
el gas podría desempeñar un papel cada vez más importante en el futuro. El mercado del gas necesita una mayor
integración, más liquidez, mayor diversidad de las fuentes de abastecimiento y
más capacidad de almacenamiento, para que el gas pueda mantener su ventaja
competitiva como combustible para la generación de electricidad. Los contratos de suministro de gas a largo plazo
pueden seguir siendo necesarios para respaldar las inversiones en
infraestructuras de producción y transporte de gas. Será
necesaria una mayor flexibilidad en las fórmulas de precios, abandonando la
mera indexación por el petróleo, si el gas ha de seguir siendo un combustible
competitivo para la generación de electricidad. Los mercados mundiales del gas están
cambiando, en particular mediante el desarrollo del gas de esquisto bituminoso
en América del Norte. Con el gas natural licuado (GNL), los mercados se han
hecho cada vez más mundiales, ya que el transporte no depende tanto de los
gasoductos. El gas de esquisto bituminoso y
otras fuentes de gas no convencional han pasado a ser nuevas fuentes de
abastecimiento potencialmente importantes en Europa o cerca de Europa. Junto
con la integración del mercado interior, estas novedades podrían suponer un
alivio para las preocupaciones sobre la dependencia de las importaciones de
gas. Sin embargo, debido a la fase temprana de
exploración no está claro cuándo podrán ser importantes los recursos no
convencionales. Al paso que desciende la
producción de gas convencional, Europa tendrá que depender de las importaciones
considerables de gas, añadidas a la producción interior de gas natural y a la
potencial explotación de gas de esquisto autóctono. Las hipótesis de trabajo son bastante
conservadoras en relación con el papel del gas. Las
ventajas económicas del gas proporcionan hoy en día un rendimiento
razonablemente seguro para los inversores, con riesgos bajos, y constituyen,
por lo tanto, incentivos para la inversión en las centrales alimentadas por
gas. Las centrales eléctricas alimentadas por gas presentan menores costes
de inversión iniciales, se construyen con bastante rapidez y son de uso
relativamente flexible. Los inversores pueden protegerse también de los riesgos
de la evolución de los precios, ya que la producción de electricidad a partir
de gas suele ser la que fija los precios del mercado mayorista de la
electricidad. Sin embargo, en el futuro los costes operativos podrán ser
superiores a los de las opciones que no produzcan carbono y las centrales
eléctricas alimentadas con gas podrían tener que funcionar menos horas. Si la captura y almacenamiento del
carbono (CAC) está disponible y se aplica a gran escala, el gas puede
convertirse en una tecnología hipocarbónica, pero sin CAC, el papel a largo
plazo del gas podrá limitarse a una capacidad de reserva y de equilibrado
flexible cuando los suministros de energía procedente de fuentes renovables son
variables. En el caso de todos los
combustibles fósiles, la captura y almacenamiento de carbono tendrá que
aplicarse aproximadamente a partir de 2030 en el sector eléctrico para
alcanzar los objetivos de la descarbonización. La CAC también es una importante
opción de reducción de las emisiones de carbono de varias industrias pesadas y,
combinada con la biomasa, podría llegar a dar valores de carbono negativos. El
futuro de la CAC depende esencialmente de la aceptación del público y de unos
precios del carbono adecuados; para ser viable
para un uso generalizado en 2030, tiene que haber sido sometida a una
demostración suficiente a gran escala, garantizarse la inversión en la
tecnología en la presente década, y posteriormente implantarse a partir de
2020. d) Transformación de otros
combustibles fósiles El carbón se añade en la UE a una panoplia energética diversificada y
contribuye a la seguridad del suministro. Con
el desarrollo de la CAC y de otras tecnologías limpias emergentes, el carbón
podría seguir desempeñando un papel importante en un abastecimiento seguro y
sostenible en el futuro. El petróleo probablemente
permanezca en la combinación energética incluso hasta 2050 y se usará como
combustible principalmente para partes del transporte de pasajeros y de
mercancías de largo recorrido. El desafío con que se enfrenta el sector del
petróleo es la adaptación a los cambios en la demanda de petróleo como
resultado de la transición hacia combustibles renovables y alternativos y las
incertidumbres que rodean a los futuros suministros y precios. Mantener una
posición firme en el mercado mundial del petróleo y conservar una presencia
europea en el refino interior (capaz de adaptar los niveles de capacidad a
las realidades económicas de un mercado maduro) es importante para la economía
de la UE, para los sectores que dependen de productos refinados como materias
primas, como la industria petroquímica, y para la seguridad del suministro. e) La importante aportación de la
energía nuclear La energía nuclear es una opción de
descarbonización que produce hoy en día la
mayoría de la electricidad hipocarbónica consumida en la UE. Algunos Estados
miembros consideran que los riesgos inherentes a la energía nuclear son
inaceptables. Desde el accidente de Fukushima,
la política oficial en materia de energía nuclear ha cambiado en algunos
Estados miembros, mientras que otros siguen viendo la energía nuclear como una
fuente segura, fiable y asequible de generación de electricidad con pocas
emisiones de carbono. Es probable que aumenten los costes de la
seguridad operacional[18]
y los costes de desmantelamiento de las instalaciones existentes y de
eliminación de los residuos. Las nuevas
tecnologías nucleares pueden contribuir a resolver problemas relativos a los
residuos y a la seguridad operacional. El análisis de la hipótesis muestra que la
energía nuclear contribuye a reducir los costes del sistema y los precios de la
electricidad. Como opción hipocarbónica a gran escala, la energía nuclear
seguirá estando en la combinación de la generación de electricidad de la UE. La Comisión seguirá fomentando el marco de la
seguridad operacional y de la seguridad física de la energía nuclear, ayudando
a establecer condiciones equitativas para las inversiones en los Estados
miembros que deseen mantener la opción nuclear en su combinación energética. Es preciso seguir garantizando que se
aplican las normas más estrictas en materia de seguridad operacional y
seguridad física tanto en la UE como a escala mundial, y ello solo es posible
si el liderazgo en competencia y tecnología se mantiene dentro de la UE.
Además, en el horizonte de 2050, se irá aclarando el papel que la energía de
fusión va a ser capaz de desempeñar. f) Tecnología inteligente,
almacenamiento y combustibles alternativos Sea cual fuere el camino elegido, las
hipótesis demuestran que las combinaciones de combustibles pueden cambiar
considerablemente a lo largo del tiempo. Gran parte de ello depende de la
aceleración del desarrollo tecnológico. No está claro qué opciones tecnológicas
se pueden desarrollar, a qué ritmo, con qué consecuencias y con qué
contrapartidas. Pero las nuevas tecnologías aportan nuevas opciones para el
futuro. La tecnología es una parte fundamental
de la solución al desafío de la descarbonización. El progreso tecnológico puede
dar lugar a importantes reducciones de costes y a beneficios económicos. Crear
unos mercados de la energía adecuados a su finalidad exigirá nuevas tecnologías
de red. Debe apoyarse la investigación y la demostración a escala industrial. A nivel europeo, la UE debe contribuir
directamente a los proyectos científicos y a los programas de investigación y
demostración, basándose en el Plan Estratégico Europeo de Tecnología Energética
(plan EETE) y en el próximo marco financiero plurianual, en particular en el
Horizonte 2020, para invertir en asociaciones con la industria y los Estados
miembros para la demostración e implantación de nuevas tecnologías altamente
eficientes desde el punto de vista energético a gran escala. El refuerzo del
Plan EETE podría desembocar en grupos de investigación europea optimizando los
costes en un momento de estrecheces presupuestarias en los Estados miembros.
Las ventajas de la cooperación son significativos, van más allá de la ayuda
financiera y se asientan en una mejor coordinación en Europa. Un rasgo cada
vez más importante de los cambios tecnológicos necesarios es el uso de las
tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en la energía y el
transporte y para aplicaciones urbanas inteligentes. Esto
está dando lugar a la convergencia de cadenas de valor industriales para
infraestructuras y aplicaciones urbanas inteligentes que es necesario fomentar
para garantizar el liderazgo industrial. La
infraestructura digital que hará inteligente la red requiere también apoyo a
nivel de la UE mediante actividades de normalización y de investigación y
desarrollo en las TIC. Otro ámbito
de especial importancia es el cambio hacia los combustibles alternativos,
incluidos los vehículos eléctricos. Es necesario apoyar la electromovilidad a
nivel europeo mediante cambios normativos, acciones de normalización, política
de infraestructuras, más esfuerzos de investigación y demostración,
especialmente en las pilas de combustible y de hidrógeno, que junto con las
redes inteligentes pueden multiplicar los efectos positivos de la
electromovilidad, tanto para eliminar el carbono del transporte como para el
desarrollo de energías renovables. Las otras grandes opciones en materia de
combustibles alternativos son los biocombustibles, los combustibles sintéticos,
el metano y el gas licuado de petróleo.
3.2.
Replanteamiento de los mercados
energéticos
a) Nuevas maneras de gestionar la
electricidad Existen limitaciones nacionales a la hora
de elegir la combinación energética de un país. Nuestra
responsabilidad colectiva es garantizar que las decisiones nacionales se apoyen
mutuamente y evitar las repercusiones negativas. El
impacto transfronterizo en el mercado interior merece una atención particular. Esto genera nuevos desafíos para los
mercados de la electricidad en la transición hacia un sistema hipocarbónico que
ofrezca un alto nivel de seguridad y un suministro de electricidad a precios
asequibles. Más que nunca, el mercado interior debe ser utilizado en toda su
extensión. Esa es la mejor respuesta al
desafío de la descarbonización. Una dificultad es la necesidad de
recursos flexibles en el sistema energético (por ejemplo, generación,
almacenamiento, gestión de la demanda flexibles) a medida que aumenta la
contribución de la generación intermitente procedente de las energías
renovables. La segunda es la repercusión de dicha generación en los precios del
mercado mayorista. La electricidad generada a
partir de energía eólica y solar tiene escasos o nulos costes marginales y
según va aumentando su penetración en el sistema, los precios al contado
podrían disminuir en el mercado mayorista y permanecer bajos durante
períodos más largos[19].
Esto reduce los ingresos de todos los productores, incluso los necesarios para
garantizar la capacidad suficiente para responder a la demanda cuando la
energía eólica o solar no están disponibles. A
menos que los precios sean relativamente altos en esos momentos, estas
centrales generadoras podrían no ser viables económicamente. Esto suscita preocupación en cuanto a la
volatilidad de los precios y, en el caso de los inversores, sobre su capacidad
de recuperación de los costes de funcionamiento fijos y de capital. Garantizar que los dispositivos del
mercado ofrezcan soluciones rentables a estos retos será cada vez más importante. Tiene que garantizarse el acceso a los mercados
para suministros flexibles de todo tipo, gestión de la demanda y almacenamiento
flexibles, y también para la generación, y esa flexibilidad tiene que tener su
recompensa en el mercado. Todos los tipos de
capacidad (variable, flexible, mínimos) deben poder obtener un beneficio
razonable de la inversión. Sin embargo, es
importante garantizar que los acontecimientos políticos en los Estados
miembros no crean nuevos obstáculos a la integración de los mercados de
la electricidad, o del gas[20].
Si se trata de la combinación energética, es necesario tener en consideración
los dispositivos del mercado, los contratos a largo plazo, la ayuda a la
generación hipocarbónica, los precios mínimos del carbono, etc., y los impactos
sobre el mercado interior, del que todos dependen cada vez más. Ahora más que nunca, la coordinación es necesaria. Los cambios en la política energética deben tener
plenamente en cuenta la manera en que cada sistema nacional de electricidad se
ve afectado por las decisiones tomadas en los países vecinos. Trabajar juntos evitará la subida de los costes y
garantizará la seguridad del suministro. Basándose en el tercer paquete del
mercado interior de la energía, la Comisión, asistida por la Agencia de
Cooperación de los Reguladores de la Energía (ACER), seguirá garantizando que
el marco reglamentario estimule la integración del mercado, que suficiente capacidad
y flexibilidad reciban incentivos, y que los dispositivos del mercado
estén preparados para hacer frente a los desafíos que planteará la
descarbonización. La Comisión está examinando la eficacia de diversos modelos
de mercado para la remuneración de la capacidad y la flexibilidad y cómo
interactúan con la creciente integración de los mercados mayoristas y de
equilibrado. b) Integrar los recursos locales
y los sistemas centralizados La opción del desarrollo de una
infraestructura nueva y flexible es una opción «útil en todo caso» y puede
dar cabida a distintas vías de actuación. Con una creciente penetración del
comercio de electricidad y de energías renovables reflejada en casi todas las
hipótesis de trabajo hasta el año 2050, y particularmente en la de la alta
utilización de energías renovables, se ha convertido en un asunto urgente dotarse
de las infraestructuras adecuadas en la distribución, la interconexión y el
transporte a larga distancia. Antes de 2020, la capacidad de interconexión
tiene que desarrollarse como mínimo en consonancia con los planes de desarrollo
actuales. Será preciso un aumento global de un
40 % de la capacidad de interconexión de aquí a 2020, con una mayor
integración a partir de este punto. Para que
la futura integración siga siendo satisfactoria después de 2020, la UE necesita
eliminar completamente los islotes energéticos de la UE para 2015; además, las redes tienen que ampliarse y llegar a
ser con el tiempo enlaces sincronizados entre Europa continental y la región
del Báltico. La aplicación de las políticas existentes
en el mercado interior de la energía y de nuevas políticas, como el Reglamento
de las Infraestructuras Energéticas[21],
puede contribuir a permitir a la UE superar este reto.
La planificación de las necesidades de infraestructuras europeas
a diez años por parte de las REGRT[22]
y de la ACER ya ofrece una perspectiva a largo plazo para los inversores,
conducente a una cooperación regional más estrecha. Será preciso proceder a la
ampliación de los actuales métodos de planificación a una planificación
completamente integrada de la red de transporte (en tierra y mar adentro),
distribución, almacenamiento y autopistas de la electricidad para un periodo de
tiempo potencialmente más largo. Será
necesaria la infraestructura para el CO2, que no existe actualmente,
y cuya planificación debería iniciarse cuanto antes. Para dar cabida a la producción de
energías renovables a nivel local, la red de distribución tiene que
hacerse más inteligente para gestionar la generación variable procedente de
muchas fuentes distribuidas, como, en particular, la energía solar fotovoltaica,
así como también una mayor respuesta a la demanda. Con la generación más
descentralizada, las redes inteligentes, los nuevos usuarios de la red (por
ejemplo, los vehículos eléctricos) y la respuesta a la demanda, es más
necesario contar con una visión más integrada del transporte, la
distribución y el almacenamiento. Para explotar la electricidad renovable
producida desde el Mar del Norte y el Mar Mediterráneo, serán necesarias
importantes infraestructuras adicionales, en particular, submarinas. En el marco de la Iniciativa de la Red Eléctrica
Marítima de los Países de los Mares Septentrionales (North Seas Countries’
Offshore Grid Initiative, NSCOGI), la Red Europea de Gestores de Redes de
Transporte de Electricidad ya está llevando a cabo estudios para Europa
Noroccidental con la mirada puesta en 2030. Esto
debería inscribirse en el trabajo de la Red Europea de Gestores de Redes de
Transporte de la electricidad (REGRT-E) para la elaboración de un plan de
desarrollo modular para una red paneuropea de autopistas de la electricidad de
aquí a 2050. Para apoyar la descarbonización en la
generación de energía y para integrar las energías renovables, son necesarias
capacidades de gas flexibles a precios competitivos. Para
fomentar la creación de mercados mayoristas de gas con un funcionamiento
correcto en toda la UE, serán cruciales nuevas infraestructuras de gas para
interconectar el mercado interior a lo largo del eje norte-sur y para unir
Europa a los nuevos suministros diversificados a través del corredor meridional.
3.3.
Movilización de los inversores: un
planteamiento unificado y eficaz para los incentivos del sector de la energía
Entre hoy y 2050, ha de producirse una
sustitución a gran escala de las infraestructuras y bienes de capital en el
conjunto de la economía, incluidos los bienes de consumo en los hogares. Se trata de inversiones iniciales muy importantes,
cuyos frutos a menudo se recogen tras un largo periodo.
Es necesario emprender cuanto antes las labores de investigación e
innovación. Dicho empeño se verá apoyado
por un marco político unificado que sincronizará todos los instrumentos desde
las políticas de investigación e innovación hasta las políticas de despliegue. Son necesarias inversiones cuantiosas en
infraestructuras. Cabe destacar el incremento
de los costes de la demora, especialmente en estos últimos años, reconociendo
que las decisiones de inversión finales estarán influidas por el clima
económico y financiero general[23]. El sector público podría desempeñar una función de
impulsor de la inversión en la revolución energética.
La actual incertidumbre del mercado aumenta el coste del capital para
inversiones hipocarbónicas. Hoy en día, la UE tiene que avanzar y comenzar
a mejorar las condiciones de financiación en el sector de la energía. La tarificación de las emisiones de
carbono puede constituir un incentivo para el despliegue de tecnologías
eficientes y con baja emisión de carbono en toda Europa. El régimen de comercio de los derechos de emisión es el pilar
central de la política europea en materia de clima. Ha
sido concebido para ser neutral en cuanto a las tecnologías, rentable y
totalmente compatible con el mercado interior de la energía. Tendrá que desempeñar un papel más importante. Las hipótesis muestran que la tarificación de las
emisiones de carbono puede coexistir con instrumentos diseñados para lograr los
objetivos de la política energética, en particular la investigación y la
innovación, el fomento de la eficiencia energética y el desarrollo de las
energías renovables[24]. Con todo, son necesarias más coherencia y
estabilidad entre las políticas nacionales y de la UE para que su señal de
precios funcione adecuadamente. Un precio del carbono más elevado crea
mayores incentivos para la inversión en tecnologías hipocarbónicas, pero
incrementa el riesgo de fugas de carbono. Tales
fugas de carbono son, en particular, un problema para aquellos sectores
industriales sujetos a la competencia mundial y a los patrones de precios
mundiales. Dependiendo de los esfuerzos de
terceros países, un sistema de tarificación del carbono que funcione
adecuadamente continuaría incluyendo mecanismos tales como la incentivación de
las reducciones de emisiones de forma rentable fuera de Europa y los derechos
gratuitos basados en parámetros de referencia para evitar riesgos importantes
de fugas de carbono. Es necesario que los riesgos de la
inversión sean asumidos por inversores privados, salvo si existen claros
motivos para no hacerlo. Algunas inversiones
en el sistema energético tienen carácter de bien público. Así pues, una
cierta ayuda puede estar justificada para los más emprendedores (por ejemplo,
automóviles eléctricos, tecnologías limpias). También
podría contribuir al éxito de la transición una tendencia hacia una
financiación más sustancial y más adaptada a través de entidades financieras
públicas, como el Banco Europeo de Inversiones (BEI) o el Banco
Europeo de Reconstrucción y Desarrollo (BERD) y la movilización del sector
bancario comercial en los Estados miembros. Los inversores privados seguirán siendo
los más importantes en un enfoque de mercado para la política energética. El papel de los servicios públicos podría cambiar
sustancialmente en el futuro, especialmente en lo que se refiere a las
inversiones. Mientras que en el pasado, muchas inversiones en generación podían
ser realizadas por las empresas públicas de servicios por sí solas, hay quien
sostiene que esto es menos probable en el futuro, dada la escala de las
necesidades de inversión e innovación. Es
preciso atraer a nuevos inversores a largo plazo. Los inversores
institucionales podrían adquirir mayor protagonismo en la financiación de las
inversiones energéticas. Los consumidores
también desempeñarán un papel más importante, lo cual requiere el acceso al
capital a un coste razonable. Las ayudas (por ejemplo, las subvenciones a la energía) seguirán siendo
necesarias después de 2020 para garantizar que el mercado fomente el desarrollo
y el despliegue de nuevas tecnologías y tendrán que irse eliminando
progresivamente a medida que vayan madurando las tecnologías y las cadenas de
suministro y se vayan resolviendo las deficiencias del mercado. Los regímenes
de ayudas públicas de los Estados miembros deberán tener destinatarios
claros, ser previsibles, estar limitados en sus objetivos, ser proporcionados e
incluir disposiciones para su eliminación progresiva.
Cualquier medida de apoyo ha de aplicarse de conformidad con el mercado
interior y las normas pertinentes sobre ayudas estatales de la UE. El proceso de reforma debe continuar avanzando
rápidamente para garantizar que los regímenes de ayuda sean más eficaces. A más largo plazo, las tecnologías hipocarbónicas
de elevado valor añadido, en las que Europa está a la cabeza, tendrán una
incidencia positiva en el crecimiento y en el empleo. 3.4 Es esencial el
compromiso de la opinión pública La dimensión social de la Hoja de
Ruta de la Energía es importante. La transición afectará al empleo y a los
puestos de trabajo, exigiendo un empeño en la enseñanza y formación y un
diálogo social más vigoroso. Para gestionar el cambio de forma eficiente, será
necesaria la implicación de los interlocutores sociales a todos los niveles, en
línea con una transición socialmente justa y principios para un trabajo digno.
Son necesarios mecanismos que ayuden a los trabajadores que se enfrenten con
transiciones de un empleo a otro a desarrollar su empleabilidad. Tendrán que construirse nuevas centrales
eléctricas y un número importante de nuevas instalaciones para energías
renovables. Se necesitarán nuevas instalaciones de almacenamiento, inclusive
para la captura y almacenamiento del CO2, más torres y más líneas de
transporte. Especialmente en lo que respecta a las infraestructuras, son
cruciales unos procedimientos de autorización más eficaces, que son el
requisito previo para cambiar los sistemas de suministro y avanzar hacia la
descarbonización dentro de los plazos prescritos. La tendencia actual, en la
que casi todas las tecnologías energéticas son controvertidas y su utilización
o su despliegue sufren retrasos, crea graves problemas a los inversores y pone
en peligro los cambios del sistema energético. La energía no puede ser
suministrada sin tecnología y sin infraestructura. Además, la energía menos
contaminante tiene un precio más elevado. Podrán ser necesarios nuevos mecanismos
de tarificación e incentivos, pero deben adoptarse medidas para garantizar que
las tarifas de precios sigan siendo transparentes y comprensibles para los
consumidores finales. Los ciudadanos han de estar informados y comprometidos en
el proceso de toma de decisiones, mientras que para las opciones tecnológicas
es necesario tener en cuenta el contexto local. Es necesario dotarse de los instrumentos
necesarios para reaccionar a un incremento de precios a través de la mejora de
la eficiencia energética y la reducción del consumo, especialmente a medio
plazo, cuando es probable que aumenten los precios, con independencia de las
políticas que vayan a aplicarse. Aunque un mayor control de las facturas
energéticas y unas facturas energéticas reducidas pueden constituir un
incentivo, serán cruciales el acceso al capital y nuevas formas de servicios
energéticos. Los consumidores vulnerables,
en particular, pueden necesitar ayuda específica que les permita financiar las
inversiones necesarias para reducir el consumo de energía. La importancia de esta tarea aumentará con la
transformación de la energía que se forje en realidad.
Especial importancia para los consumidores revisten un mercado interior
que funcione correctamente y las medidas de eficiencia energética. La mejor
protección contra la pobreza energética para los consumidores vulnerables se
logrará mediante la plena aplicación por parte de los Estados miembros de la
legislación vigente en la UE en materia de energía y mediante el uso de
soluciones innovadoras de eficiencia energética. Como la pobreza energética es
una de las fuentes de pobreza en Europa, los aspectos sociales de las tarifas
de la energía deberán reflejarse en las políticas energéticas de los Estados
miembros. 3.5 Impulsar el cambio a
nivel internacional En la transición hasta 2050, Europa
necesita asegurar y diversificar su suministro de combustibles fósiles y, al
mismo tiempo, desarrollar la cooperación para construir asociaciones
internacionales sobre una base más amplia. Como la demanda europea se va
alejando de los combustibles fósiles, y los productores de energía desarrollan
economías más diversificadas, las estrategias integradas con los actuales
proveedores necesitan abordar los aspectos positivos de la cooperación en otros
ámbitos, como las energías renovables, la eficiencia energética y otras
tecnologías con baja emisión de carbono. La UE
debe aprovechar esta oportunidad para consolidar su cooperación con sus socios
internacionales, en consonancia con la nueva agenda fijada en septiembre de
2011[25]. Será importante gestionar la transición en estrecha
colaboración con los interlocutores de la UE en materia de energía, en
particular con nuestros vecinos, como Noruega, la Federación de Rusia, Ucrania,
Azerbaiyán y Turkmenistán, el Magreb y los países del Golfo, al tiempo que se
establecen paulatinamente nuevas asociaciones energéticas e industriales. Este es, por ejemplo, el objetivo de la Hoja de
Ruta de la Energía 2050 entre la UE y Rusia. La
energía es también un elemento importante en cuanto a contribución a la
política de desarrollo debido a su impacto multiplicador en las economías de
los países en desarrollo; es necesario seguir
trabajando por el acceso universal a la energía en todo el mundo[26]. La UE necesita ampliar y diversificar las
conexiones entre la red europea y los países vecinos, haciendo especial
hincapié en África del Norte (con vistas a aprovechar de la mejor manera
posible el potencial de energía solar del Sahara). La UE también necesita abordar la
importación de energía intensiva en emisiones de carbono, sobre todo la
electricidad. Es necesaria una mayor
cooperación destinada a establecer condiciones equitativas en relación con el
mercado y la reglamentación del carbono, en particular en el sector de la
electricidad, mientras que aumentan los intercambios comerciales y se plantea
la cuestión de las fugas de carbono.
4.
Perspectiva futura
La Hoja de Ruta de la Energía para 2050
demuestra que la descarbonización es viable. Sea cual sea la hipótesis
finalmente elegida, se han presentado una serie de opciones «útiles en todo
caso» que pueden reducir eficazmente las emisiones y de una manera
económicamente viable. Es imperativo, por razones de cambio
climático, de seguridad y de economía, transformar el sistema energético
europeo. Las decisiones adoptadas hoy ya están configurando el sistema
energético de 2050. Para efectuar la necesaria
transformación de nuestro sistema energético dentro de los plazos, la UE
necesita una ambición política mucho mayor y una mayor sensación de urgencia. La Comisión debatirá con las otras instituciones de
la UE, los Estados miembros y las partes interesadas los fundamentos de la
presente Hoja de Ruta. La Comisión la
actualizará regularmente, volviendo a estudiar lo que sea necesario a la
luz del progreso y los cambios, y tiene previsto un proceso iterativo entre los
Estados miembros, a través de sus políticas nacionales, y la UE, cuyo resultado
sean medidas aplicadas a tiempo para lograr una transformación del sistema
energético que produzca descarbonización, una mayor seguridad de suministro y
una mayor competitividad para beneficio de todos. Los costes sistémicos generales de la
transformación del sistema energético son similares en todas las hipótesis. Un enfoque común de la UE puede ayudar a limitarlos. Los precios de la energía aumentan en
todo el mundo. La Hoja de Ruta pone de
manifiesto que, si bien los precios se incrementarán aproximadamente hasta
2030, los nuevos sistemas energéticos pueden desembocar en un descenso de los
precios después de dicha fecha. Las
distorsiones del mercado interior de la energía, como los precios regulados
artificialmente bajos, deben evitarse, porque envían señales erróneas a los
mercados y eliminan incentivos para los ahorros energéticos y otras inversiones
hipocarbónicas: esto frenaría la transformación que, en última instancia, hará
que bajen los precios a largo plazo. La sociedad necesita estar preparada y
adaptarse para unos precios de la energía más elevados en los próximos años.
Los clientes vulnerables y las industrias con uso intensivo de energía pueden
necesitar ayuda durante un período transitorio. El mensaje claro que queremos
transmitir es que las inversiones merecerán la pena, en términos de
crecimiento, empleo, mayor seguridad energética y reducción de los costes de
los combustibles. La transformación crea un nuevo panorama
para la industria europea y puede incrementar la competitividad. Para llegar a
este nuevo sistema energético, es necesario cumplir diez condiciones: (1)
La prioridad inmediata es aplicar íntegramente
la Estrategia Energía 2020 de la UE. Es necesario aplicar toda la
legislación existente, y las propuestas actualmente en curso de debate, en
particular las relativas a la eficiencia energética, las infraestructuras, la
seguridad operacional y la cooperación internacional, deben adoptarse
rápidamente. El camino que lleva al nuevo sistema energético también cuenta
con una dimensión social; la Comisión seguirá fomentando el diálogo social
y la implicación de los interlocutores sociales para contribuir a una
transición justa y a una gestión eficaz del cambio. (2)
El sistema energético y el conjunto de la
sociedad necesitan ser considerablemente más eficientes desde el punto de
vista energético. Las ventajas colaterales de lograr la eficiencia
energética en el marco de un programa más amplio de eficiencia de los recursos
ayudará a lograr los objetivos de forma más rápida y más rentable. (3)
Debe seguir prestándose una atención
particular al desarrollo de las energías renovables. Su ritmo de
desarrollo, su impacto en el mercado y su presencia cada vez mayor en la
demanda de energía exigen una modernización del marco político. El objetivo de
un 20 % de energías renovables en la UE ha demostrado hasta ahora ser un
motor eficaz para el desarrollo de las energías renovables en la UE y las
opciones para alcanzar los jalones de 2030 deben ser consideradas con
suficiente tiempo. (4)
Es vital lograr mayores inversiones públicas y
privadas en I + D e innovación tecnológica para acelerar la
comercialización de todas las soluciones hipocarbónicas. (5)
La UE se ha comprometido a tener un mercado
totalmente integrado para 2014. Además de las medidas técnicas ya definidas,
existen deficiencias normativas y estructurales que es necesario
resolver. Son necesarios instrumentos de estructura de mercado bien diseñados y
nuevas formas de cooperación para que el mercado interior de la energía pueda
realizar todo su potencial al paso que entran en el mercado de la energía
nuevas inversiones y se va modificando la combinación energética. (6)
Los precios de la energía han de reflejar
mejor los costes, en particular de las nuevas
inversiones necesarias en todo el sistema energético. Cuanto antes se reflejen
los costes en los precios, más fácil resultará la transformación a largo plazo.
Es necesario prestar especial atención a los grupos más vulnerables,
para los cuales hacer frente a la transformación del sistema energético
planteará dificultades. Deben definirse medidas específicas a nivel nacional y
local para evitar la pobreza energética. (7)
Ha de imponerse una nueva sensación de
urgencia y de responsabilidad colectiva en el desarrollo de las nuevas
infraestructuras energéticas y capacidad de almacenamiento de toda Europa y
con nuestros vecinos. (8)
La seguridad y la protección serán
innegociables, tanto de las fuentes de energía tradicionales como de las
nuevas. La UE debe continuar reforzando el marco de seguridad y protección
y liderando los esfuerzos internacionales en este ámbito. (9)
Es preciso que un enfoque de la UE, más amplio
y coordinado respecto de las relaciones internacionales en materia de
energía se convierta en la norma y que incluya la intensificación de los
trabajos para reforzar la actuación internacional en la lucha contra el cambio
climático. (10)
Los Estados miembros y los inversores necesitan
jalones concretos. La Hoja de Ruta para
una economía hipocarbónica ya ha indicado los jalones que hay que alcanzar en
la emisión de gases de efecto invernadero. El
siguiente paso es definir el marco político para 2030, razonablemente
previsible y el punto de mira de la mayoría de los inversores actuales. Sobre esta base, la Comisión seguirá
presentando iniciativas, empezando el próximo año con propuestas globales en el
mercado interior, las energías renovables y la seguridad nuclear. [1] Consejo Europeo, octubre de 2009. [2] COM (2011) 112 de 8.3.2011. [3] COM (2011) 144 de 28.3.2011. [4] Consejo Europeo extraordinario de 4 de febrero de 2011. [5] Consejo Europeo de 8 y 9 de marzo de 2007: para 2020, al
menos una reducción del 20 % de las emisiones de gases de efecto
invernadero con respecto a 1990 (y de un 30 % si las condiciones
internacionales son adecuadas, Consejo Europeo de 10 y 11 de diciembre de
2009); ahorro del 20 % del consumo de energía de la UE en comparación con
las proyecciones para 2020; cuota del 20 % de energías renovables en el
consumo de energía de la UE, cuota del 10 % en el transporte. [6] Véase también «Energía 2020 - Estrategia para una
energía competitiva, sostenible y segura», COM (2010) 639, noviembre de 2010. [7] World Energy Outlook 2011, AIE (2011). [8] El modelo utilizado para ello es el modelo de sistema
energético PRIMES. [9] Véase el anexo «Supuestos de trabajo de las partes
interesadas seleccionados», incluidos los supuestos de hipótesis de la Agencia
Internacional de Energía, Greenpeace/EREC, la European Climate Foundation
y Eurelectric. Otros estudios e informes han sido analizados
pormenorizadamente, como por ejemplo el informe independiente del grupo
consultivo ad hoc sobre la Hoja de Ruta de la Energía para 2050. [10] Estas incertidumbres incluyen, entre otros elementos, el
ritmo del crecimiento económico, la magnitud de los esfuerzos mundiales para
atenuar el cambio climático, los acontecimientos geopolíticos, el nivel de
precios de la energía a escala mundial, la dinámica de los mercados, la
evolución de las tecnologías del futuro, la disponibilidad de los recursos
naturales, los cambios sociales y la percepción por parte de la opinión
pública. [11] Las sociedades europeas podrían tener que replantearse la
manera en que se consume la energía, por ejemplo, modificando la planificación
urbana y las pautas de consumo. Véase la Hoja de ruta hacia una Europa
eficiente en el uso de los recursos, COM(2011) 571. [12] Para más detalles sobre las hipótesis de trabajo, véase la
evaluación de impacto. [13] Los costes del sistema energético de hoy en día y los de
2050 no son directamente comparables. Aunque los costes de renovación entran
plenamente en la contabilidad de los costes, el incremento del valor de la
vivienda se refiere a consideraciones contables, como los activos y el capital
nominal, que no forman parte del análisis energético. Y como no pueden
establecerse distinciones entre los costes de la energía y otros costes en los
gastos vinculados a los vehículos en cuestión, se han utilizado las estimaciones
más altas. [14] Por ejemplo, se calcula que los precios de la electricidad
en Europa son un 21 % más altos que en los Estados Unidos, o un 197 %
más caros que en China. [15] Por ejemplo, en la UE podrían ahorrarse más de 5 000
petajulios de energía (más de tres veces el equivalente a la energía consumida
en Finlandia en un año (SEC(2011) 1067)). [16] Directiva 2009/28/CE relativa al fomento del uso de
energía procedente de fuentes renovables. [17] Por otra parte, la calefacción de gas puede tener una
eficacia energética superior a la de la calefacción eléctrica u otras formas de
calefacción con combustibles fósiles, lo cual significa que el gas puede tener
un potencial de crecimiento en el sector de la calefacción en algunos Estados
miembros. [18] Incluidos los resultantes de la necesidad de incrementar
la resistencia ante las catástrofes naturales y las causadas por el hombre. [19] Esta situación no se considera en las hipótesis de
trabajo: en la modelización, el mecanismo de precios está diseñado de modo que
los inversores sean plenamente remunerados (recuperación íntegra de los costes
a través de los precios de la electricidad), lo que supone un aumento de los
precios de la electricidad a largo plazo. [20] Plena integración del mercado antes de 2014, conforme a la
decisión del Consejo Europeo, de 4 de febrero de 2011, apoyada por los
desarrollos de la infraestructura y el trabajo técnico sobre orientaciones
marco y códigos de red. [21] Propuesta de Reglamento relativo a las orientaciones sobre
las infraestructuras energéticas transeuropeas (COM(2011) 658) y propuesta de
Reglamento por el que se crea el Mecanismo «Conectar Europa» (COM(2011) 665). [22] Red Europea de Gestores de Redes de Transporte. [23] Las hipótesis de trabajo para la «Hoja de ruta hacia una
economía hipocarbónica competitiva en 2050» de marzo de 2011 muestran los
costes adicionales de las medidas que van retrasadas. Asimismo, el World
Energy Outlook 2011 de la AIE (2011) sostiene que a nivel mundial, por cada
dólar de inversión que se ha evitado gastar en el sector energético antes de
2020, será preciso gastar una suma adicional de 4,3 dólares después de 2020
para compensar el aumento de las emisiones. [24] La hipótesis de las iniciativas políticas actuales (IPC)
tiene como resultado un valor del carbono de aproximadamente 50 EUR en 2050,
pero en las hipótesis de la descarbonización son sustancialmente más elevados. [25] Comunicación sobre la seguridad del abastecimiento
energético y la cooperación internacional (COM(2011) 539). [26] «Incremento del impacto de la política de desarrollo de la
UE: Programa para el Cambio» (COM(2011) 637 de 13.10.2011).