I.La Cumbre Humanitaria Mundial: reformular la acción humanitaria en un entorno cambiante
a)Introducción
El Secretario General de las Naciones Unidas ha convocado la primera Cumbre Humanitaria Mundial de la historia, que se celebrará en Estambul los días 23 y 24 de mayo de 2016. La Cumbre es una respuesta al aumento sin precedentes del número de personas afectadas por conflictos y catástrofes naturales, con el mayor número de desplazados desde la Segunda Guerra Mundial. La Cumbre representa una oportunidad única para que la comunidad mundial establezca un consenso internacional que reafirme los principios de la ayuda humanitaria y que refuerce la acción a este respecto. Reunirá a los gobiernos, los donantes, las organizaciones ejecutoras, el sector privado y representantes de las poblaciones afectadas que, cuando sea necesario, deberían comprometerse con formas más eficaces de colaborar en pro del objetivo común de salvar vidas y aliviar el sufrimiento. Como consecuencia de ello, la Cumbre influirá y, posiblemente, cambiará incluso el modus operandi humanitario actual para servir mejor a las personas necesitadas.
La Unión Europea (UE) y sus Estados miembros son grandes donantes. Contribuyen conjuntamente de manera fundamental a la «formulación de políticas» con experiencia operativa mundial. Muchas partes interesadas esperan que contribuyan al éxito de la Cumbre. La presente Comunicación, que se basa en el Consenso Europeo sobre la Ayuda Humanitaria, establece los puntos de vista de la Unión sobre la reformulación de la acción humanitaria y propone recomendaciones que debería aprobar la Cumbre. La idea subyacente es construir y reforzar la asociación entre una multitud de agentes. Solo a través de acciones conexas y coordinadas puede responder la comunidad mundial a las crisis y catástrofes multifacéticas y en aumento que exigen ayuda humanitaria.
b)Un panorama humanitario cambiante
Las crisis humanitarias han aumentado en número, complejidad y gravedad a lo largo de los 25 últimos años. En 2014 hubo más de 400 conflictos por motivos políticos, que afectaron a 50 millones de personas. Más de 40 de estos conflictos entrañaron guerra convencional o terrorismo
. Muchos tenían origen ideológico y tuvieron dramáticas repercusiones regionales, con efectos en el acceso a la ayuda humanitaria, la protección de las poblaciones afectadas y la seguridad de los trabajadores humanitarios. La falta de voluntad de algunos interlocutores de encontrar respuestas políticas tiene como consecuencia la prolongación de estas crisis, lo que genera necesidades de ayuda humanitaria durante años o incluso décadas.
Las catástrofes naturales (algunas relacionadas con el cambio climático y otras con grandes tendencias como la escasez de agua, la urbanización y la presión demográfica) afectan a 100 millones de personas cada año
. Muchas de estas catástrofes se repiten antes de que las poblaciones hayan tenido tiempo de recuperarse.
La fragilidad social y económica impulsa las crisis humanitarias. Desde 1990 se ha incrementado la proporción de personas extremadamente pobres que viven en Estados frágiles, donde los gobiernos no están en condiciones o no están dispuestos a proporcionar servicios básicos o igualdad social. Esto significa que, en la actualidad, más de 250 millones de personas sufren crisis humanitarias o están expuestas a ellas
.
Estas tendencias y su interdependencia se han traducido en unos niveles sin precedentes de sufrimiento humano y en necesidades humanitarias de una magnitud nunca vista antes. A mediados de 2015, casi 79 millones de personas de 37 países necesitan ayuda humanitaria, incluidos más de 59 millones de desplazados.
El sistema humanitario se enfrenta a la tarea de hacer más, para más gente y a un mayor coste. Habida cuenta de la magnitud de las crisis y catástrofes actuales, los fondos no alcanzan a cubrir las necesidades humanitarias, a pesar de que las contribuciones de los donantes son mayores que nunca
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Con todo, el panorama humanitario ha cambiado no solo por la multiplicación de las dificultades. También está evolucionando, porque un número mayor y más diverso de agentes contribuye a los esfuerzos humanitarios. Esto aporta recursos suplementarios, pero modifica la manera en que la comunidad humanitaria planifica, coordina y reacciona. Por consiguiente, el sistema coordinado por las Naciones Unidas tiene que adaptarse para seguir siendo pertinente y aportar valor añadido. Pese a los avances derivados de la reforma humanitaria de 2005 y de la agenda transformadora de 2011, el sistema suele estar por debajo de las expectativas en lo relativo al liderazgo, la coordinación y la rendición de cuentas. En primer lugar, ya no puede considerarse que se trata de un pequeño grupo de organizaciones y donantes movidos por «valores occidentales». La Cumbre así debería reconocerlo y aprovechar la diversidad de los agentes humanitarios, reafirmando al mismo tiempo los principios humanitarios y resolviendo las deficiencias de la acción humanitaria.
II.Principales recomendaciones a la Cumbre Humanitaria Mundial
Un amplio abanico de agentes humanitarios ha participado en los preparativos de la Cumbre y compartió sus ideas sobre la mejora de la ayuda humanitaria. La presente Comunicación se basa en estos debates. En ella, se recomienda una asociación mundial para reforzar la solidaridad de la comunidad internacional con las víctimas de conflictos y catástrofes, utilizando los principios humanitarios como punto de partida y abogando por mejoras concretas del sistema humanitario. Las recomendaciones se complementan y están interrelacionadas, y su único propósito es que la comunidad humanitaria colabore para alcanzar sus objetivos comunes de salvar vidas, prevenir las crisis y las catástrofes, y posibilitar la recuperación.
1.Una asociación mundial por una acción humanitaria basada en los principios
`)Reafirmar los valores en los que se basa la ayuda humanitaria y comprometerse con la acción
Los valores de dignidad, integridad y solidaridad son universales. Son centrales para todas las culturas, con independencia de la geografía, la etnia o la religión. Los principios humanitarios de humanidad, neutralidad, imparcialidad e independencia son una expresión concreta de esos valores compartidos. También constituyen una necesidad operativa al contribuir a facilitar el acceso a la asistencia, a proteger a las personas más vulnerables y a garantizar la seguridad de los trabajadores humanitarios.
No obstante, como sigue resultando difícil encontrar soluciones globales a las crisis, cada vez se tienen menos en cuenta estos valores básicos, lo que se refleja en las crecientes violaciones del Derecho humanitario internacional, incluidas las Convenciones de Ginebra universalmente ratificadas, así como en la incapacidad de los Estados y de la comunidad internacional de exigir responsabilidades a los autores de aquellas.
La mayoría de la labor humanitaria se realiza en conflictos en un entorno político frágil y de escaso desarrollo socioeconómico. Resolver los conflictos que provocan sufrimiento humano no es tarea del personal de intervención humanitaria. No obstante, los agentes humanitarios han de entender el entorno socioeconómico y político en el que operan. Aunque es evidente que la ayuda humanitaria no es un instrumento militar, ni político o de pacificación, los agentes humanitarios deben colaborar con otras partes y recabar su atención sobre las atrocidades de las crisis humanitarias, para que puedan tomar las medidas oportunas
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