Bruselas, 2.12.2020

JOIN(2020) 22 final

COMUNICACIÓN CONJUNTA AL PARLAMENTO EUROPEO, AL CONSEJO EUROPEO Y AL CONSEJO

Una nueva agenda UE-EE. UU. para el cambio global


Una nueva agenda UE-EE. UU. para el cambio global

1.Introducción

La relación entre la Unión Europea y los Estados Unidos es única y se fundamenta en una historia compartida y en unos valores e intereses comunes. La asociación transatlántica nació de una promesa de paz, progreso y prosperidad colectivos. Tras la Segunda Guerra Mundial, el Plan Marshall contribuyó a reconstruir las comunidades y las economías de Europa. La Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) garantizó nuestra seguridad colectiva. Juntos, Europa y los Estados Unidos contribuyeron a concebir y crear el sistema multilateral basado en normas para hacer frente a los retos globales. Para las personas de ambos lados del Atlántico, los vínculos transatlánticos son un elemento vital de nuestras sociedades, identidades, economías y vidas personales.

Hoy, nuestro poder global combinado y nuestra influencia siguen sin tener rival. Somos el hogar de casi mil millones de personas y los dos mayores bloques de democracias avanzadas. Representamos aproximadamente un tercio del PIB y del comercio mundial y el 60 % de la inversión extranjera directa. La densidad y la apertura del comercio y la inversión transatlánticos crean millones de puestos de trabajo y determinan amplios sectores de la economía global. Tenemos una proyección que nos permite establecer normas y estándares que son replicados en todo el mundo. Somos los principales impulsores en materia de innovación y los focos de investigación más potentes del mundo y desarrollamos tecnologías que van desde la 5G a las vacunas.

Este poder y esta influencia combinados son indispensables para afianzar la cooperación global en el siglo XXI, ya sea en materia sanitaria, de seguridad, climática, comercial o tecnológica, o en lo relativo al orden multilateral basado en normas. Nuestro compromiso conjunto es esencial en un mundo en el que poderes autoritarios pretenden socavar las democracias, actores agresivos intentan desestabilizar regiones e instituciones y economías cerradas explotan la apertura de la que dependen nuestras propias sociedades.

Al tiempo que esta necesidad de cooperación se ha hecho más imperiosa, la asociación transatlántica ha empezado a requerir mantenimiento y renovación. En los últimos años, los cambios de poder geopolíticos, las tensiones bilaterales y el repliegue sobre políticas unilaterales han puesto a prueba nuestra relación.

Con un cambio de Gobierno en los EE. UU., una Europa más asertiva y la necesidad de dar forma al mundo post-corona, se nos presenta una ocasión —de las que solo surgen una vez cada generación— de definir una nueva agenda transatlántica para la cooperación global, basada en nuestros valores e intereses comunes y en nuestra influencia global, que debería ser el eje articulador de una nueva alianza global de socios afines. Esto se produce en un momento en que coinciden las perspectivas y las prioridades de las agendas nacionales e internacionales del próximo Gobierno de los EE. UU. y de la Unión Europea.

Al definir esta nueva agenda, no debemos embarcarnos en una búsqueda nostálgica del orden global de las últimas décadas, o de la asociación transatlántica de anteriores generaciones. Los EE. UU. y la UE han cambiado, al igual que lo han hecho las dinámicas de poder y las realidades geopolíticas y tecnológicas.

Tampoco deberíamos caer en la trampa de falsos debates que buscan oponer una Europa más fuerte a una asociación transatlántica reforzada. Una UE unida, capaz y autónoma es buena para Europa, buena para la asociación transatlántica y buena para el sistema multilateral; no son mutuamente excluyentes, sino que se refuerzan entre sí.

Es con esta intención que la UE presenta una propuesta para una nueva agenda transatlántica para la cooperación global orientada al futuro, centrada en aquellos ámbitos en los que nuestros intereses convergen, en que puede darse un mejor uso a nuestra influencia colectiva y en que es necesario un liderazgo global.

Los principios rectores de una nueva agenda transatlántica

·La asociación transatlántica debe trabajar en pro de los bienes comunes a escala mundial, aportando una base sólida para unas acciones y unas instituciones multilaterales más fuertes. Apoyará la adhesión de todos los socios afines.

·La UE y los EE. UU. deben perseguir intereses comunes y aprovechar al máximo nuestra fuerza colectiva para obtener resultados respecto de nuestras prioridades estratégicas.

·Debemos buscar constantemente soluciones que respeten nuestros valores comunes de equidad, apertura y competencia, también en aquellos casos en que se den diferencias bilaterales.

2.Trabajar juntos para un mundo más sano – Más allá de la COVID-19

A corto plazo, no existe una necesidad de cooperación global mayor que la de hacer frente a un virus que sigue pasando una enorme factura personal, social y económica a ambos lados del Atlántico y en el resto del mundo. El objetivo compartido de la humanidad es proteger las vidas y los medios de subsistencia y reabrir nuestras economías y sociedad lo antes posible.

La superación de esta pandemia requiere liderazgo, y la UE ha impulsado la respuesta global desde el principio. Trabajando con la Organización Mundial de la Salud y con la sociedad civil, la Unión Europea reunió a cuarenta países a fin de recaudar más de 16 000 millones EUR para el desarrollo y la distribución equitativa de test, tratamientos y vacunas a través del Acelerador del acceso a las herramientas contra la COVID-19 (ACT-A).

La UE invita a los EE. UU. a unirse a la respuesta global y a su pilar centrado en las vacunas, el Mecanismo COVAX. El objetivo es garantizar que se distribuyan vacunas seguras de forma equitativa a los más de 180 países participantes, donde quiera que estén y con independencia de lo que puedan permitirse. El objetivo es contar con 2 000 millones de dosis disponibles a finales del próximo año, con acceso equitativo para los países de rentas bajas y medias. La participación y la contribución financiera de los EE. UU. al COVAX enviaría un mensaje contundente, contribuiría a colmar la brecha de financiación y mejoraría nuestras posibilidades colectivas de éxito.

Reconociendo que la vacunación salva vidas, la UE y los EE. UU. deben también unir fuerzas para crear redes logísticas globales, resilientes y equitativas para la distribución de vacunas y de equipos médicos por todo el mundo. La UE también solicita a los EE. UU. que se unan a la Iniciativa Comercio y Salud de la Organización Mundial del Comercio (OMC) para facilitar de manera inmediata el comercio de productos médicos y productos sanitarios esenciales.

A más largo plazo, la UE y los EE. UU. deben aprender, de forma colectiva, las lecciones de esta pandemia y colaborar de forma más estrecha en la prevención, la preparación y la respuesta. Esto podría mejorar el intercambio de datos y conocimientos, los sistemas de alerta temprana y el almacenamiento de equipos médicos esenciales. Nuestras respectivas agencias de medicamentos, prevención y control de las enfermedades e investigación biomédica han de coordinarse para garantizar la coherencia de la posición transatlántica y el flujo de la información.

Con esta intención, la UE propone que trabajemos juntos para desarrollar un protocolo de actuación en caso de pandemia a efectos de preparación y respuesta. Este podría incluir planes de preparación estrechamente coordinados, protocolos de actuación en caso de crisis y activos destinados a hacer frente a futuras emergencias. La UE también está dispuesta a trabajar con los EE. UU. para fortalecer la Organización Mundial de la Salud, así como para redactar y presentar una propuesta de reforma conjunta para reforzar su independencia, su transparencia, su rendición de cuentas y su eficacia.

Mejorar la preparación y la respuesta frente a pandemias globales será una de las prioridades de la Cumbre Mundial de la Salud del G-20 del próximo año, que será organizada conjuntamente por el primer ministro Conte y la presidenta Von der Leyen durante la presidencia italiana del G-20. La UE vería con buenos ojos la aportación de contribuciones de los EE. UU. como preparación para la Cumbre.

Primeras medidas

·La UE y los EE. UU deberían garantizar financiación para el desarrollo y la distribución equitativa global de vacunas, test y tratamientos; un buen comienzo sería unirse a las iniciativas ACT-A y COVAX.

·Desarrollar un protocolo de actuación para preparación y respuesta en caso de pandemias y reforzar la cooperación y el intercambio de datos entre nuestras respectivas agencias.

·Colaborar para facilitar el comercio de productos médicos esenciales, empezando por unirse a la Iniciativa Comercio y Salud de la OMS.

·Colaborar para fortalecer la Organización Mundial de la Salud y redactar y presentar una propuesta de reforma conjunta.

3.Colaborar para proteger nuestro planeta y nuestra prosperidad

El cambio climático y la pérdida de biodiversidad son los desafíos definitorios de nuestro tiempo. Requieren cambios sistémicos en todas nuestras economías y cooperación global a través del Atlántico y del mundo. Con el Pacto Verde Europeo, la UE está marcando el camino. Es nuestra nueva estrategia de crecimiento, centrada en reducir las emisiones al tiempo que se crean empleos. Es ocuparse de todas las cuestiones, desde la forma en que producimos y consumimos, comemos y calentamos, hasta cómo trabajamos y viajamos.

Nuestro objetivo último es convertirnos en el primer continente climáticamente neutro de aquí a 2050. Desde Corea del Sur a Sudáfrica y desde China hasta Japón, los países de todo el mundo se disponen a comprometerse a un futuro de cero emisiones netas. Un compromiso similar de los EE. UU. supondría abarcar unos dos tercios de la economía mundial y más de la mitad de las emisiones mundiales.

Con esta intención, la UE acoge muy favorablemente el compromiso del presidente electo Biden de volver a adherirse al Acuerdo de París y de fijar una contribución actualizada ambiciosa en el marco de dicho Acuerdo. Un compromiso transatlántico compartido de emprender una senda que lleve a las cero emisiones netas de aquí a 2050 convertiría la neutralidad climática en una nueva referencia mundial de cara a la COP26, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, que se celebrará en Glasgow el año que viene.

Junto con nuestros socios, la UE y los EE. UU. pueden guiar al mundo hacia una economía verde, circular, competitiva e inclusiva. Esto requerirá inversión, innovación y las señales de precio correctas. Es por ello que debemos colaborar estrechamente en el comercio de derechos de emisión y la tarificación y la fiscalidad del carbono. En particular, el mecanismo de ajuste en frontera del carbono de la UE —que pronto será compatible con las normas de la OMC— para evitar la fuga de carbono podría ser una oportunidad para colaborar en la fijación de un modelo global para tales medidas.

Esto podría formar parte de una agenda comercial verde transatlántica más amplia, que la Comisión propone poner en marcha a mediados de 2021 y que podría también desarrollar conjuntamente una iniciativa para el comercio y el clima dentro de la OMC.

Europa también está marcando el camino en cuanto a financiación sostenible de la transición ecológica y está trabajando con vistas a que el 30 % de nuestro plan de recuperación, NextGenerationEU, se financie mediante bonos verdes. Sin embargo, todos necesitaremos hacer más para cubrir nuestras necesidades de inversión. En cuanto que centros financieros y reguladores de primera importancia, la UE y los EE. UU. son los mejor situados para liderar estos trabajos. La cooperación transatlántica en el diseño de un marco normativo de financiación sostenible sería de gran ayuda para que el sector privado sepa qué tiene la consideración de una inversión ecológica, de forma muy similar a lo que sucede con la taxonomía de la UE.

Esta financiación privada será esencial para invertir en las tecnologías correctas y dar a nuestros innovadores y empresas la ventaja del pionero. La UE y los EE. UU. deberían aprovechar su experiencia y conocimientos mediante una nueva alianza de tecnología verde para crear mercados pioneros y cooperar en materia de tecnologías limpias y circulares, como las renovables, el almacenamiento de energía a escala de red, las baterías, el hidrógeno limpio y la captura, el almacenamiento y la utilización de carbono. Esto complementaría el trabajo realizado por el Consejo de Energía UE-Estados Unidos, creando un entorno favorable para la inversión transatlántica y ayudando a los países asociados a cumplir sus propios compromisos climáticos.

También necesitamos centrar nuestro trabajo en proteger la naturaleza y el medio ambiente de una forma más amplia. Las presiones sobre la naturaleza y la vida salvaje amenazan el desarrollo económico del mundo y ponen en peligro la seguridad alimentaria. Además, estas presiones solo harían que las futuras enfermedades infecciosas y pandemias sean más probables y más peligrosas. La próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad —COP15—, que se celebrará en Kunming, China, será tan importante para la naturaleza como la COP21 lo fue para el clima.

La UE anima a los EE. UU. a adherirse al Convenio sobre la Diversidad Biológica, y la UE y los EE. UU. deben colaborar para garantizar que se negocie un acuerdo ambicioso con vistas a proteger el 30 % de la superficie terrestre y el 30 % de la superficie marítima mundial. Unos compromisos de la UE y los EE. UU. claramente convergentes serían claves para crear un consenso global en torno a este objetivo.

La UE y los EE. UU. deberían también asociarse para liderar la lucha contra la deforestación global, limitando la producción y el consumo de productos que impulsan la deforestación. Esto podría ser parte de la nueva agenda comercial verde, como podría serlo también el estudio de posibles formas de colaborar en la restauración de la naturaleza y la reforestación, en nuestros países y en todo el mundo.

En la misma línea, debemos hacer más para proteger nuestros océanos, que ofrecen un suministro natural de oxígeno y regulan nuestro clima. La UE ha liderado los esfuerzos por desarrollar un marco global más sólido para hacer frente a los residuos marinos y la contaminación marina por plásticos. Dada la posibilidad de que, para 2050, haya más plástico que peces en los océanos, es necesario, de forma urgente, un tratado global sobre plásticos; la UE invitará a los EE. UU. a unirse a sus esfuerzos de cara a la próxima Asamblea de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente.

La UE propondrá también trabajar con los EE. UU. para negociar un acuerdo de designación de zonas marinas protegidas en el Océano Austral, lo que supondría uno de los mayores actos de protección de la naturaleza de la historia.

La revolución verde debe impulsar el progreso social, económico y tecnológico en todo el mundo. En este contexto, será esencial que la UE y los EE. UU. aporten contribuciones significativas a la promesa de los países desarrollados de movilizar, entre todos, 100 000 millones USD anuales a partir de 2020 para la acción por el clima en el mundo en desarrollo. A través de nuestro apoyo conjunto, hemos de ayudar a los países en desarrollo a progresar sobre la base de los descubrimientos científicos más modernos y las mejores tecnologías disponibles.

Primeras medidas

·Coordinar posiciones y liderar los esfuerzos por lograr acuerdos globales ambiciosos en las cruciales Cumbres de las Naciones Unidas sobre el Clima y la Biodiversidad del próximo año, empezando por un compromiso conjunto de alcanzar cero emisiones netas para 2050.

·Proponer una nueva agenda comercial verde transatlántica, que incluiría una Iniciativa para el Comercio y el Clima dentro de la OMC y medidas para evitar la fuga de carbono.

·Formar una alianza de tecnología verde transatlántica para garantizar una mayor cooperación en el desarrollo de tecnologías limpias y circulares y la creación mercados pioneros.

·Desarrollar, de forma conjunta, un marco normativo global para unas finanzas sostenibles, aprovechando la experiencia obtenida gracias a la taxonomía de la UE.

·Aunar esfuerzos para liderar la lucha contra la deforestación y reforzar la protección de los océanos, empezando con esfuerzos para negociar un tratado global sobre plásticos y designar zonas protegidas marinas en el Océano Austral. 

4. Colaborar en materia de tecnología, comercio y estándares

Europa y los Estados Unidos representan alrededor de un tercio del comercio mundial, y los estándares que fijamos llegan a todos los rincones del mundo. Nuestros valores comunes basados en la dignidad humana, los derechos individuales y los principios democráticos nos convierten en socios naturales para sacar provecho al rápido cambio tecnológico y hacer frente a los desafíos que representan los sistemas rivales de gobernanza digital. Esto nos brinda una oportunidad sin precedentes para fijar una agenda tecnológica conjunta UE-EE. UU.; 

asimismo, refleja la creciente convergencia de pareceres en cuanto a la gobernanza tecnológica entre Europa y los Estados Unidos, así como el hecho de que nos enfrentamos a retos comunes en la gestión de la transición digital de nuestras economías y sociedades. Entre estos figuran las infraestructuras críticas, como la 5G, la 6G o los activos de ciberseguridad, que son esenciales para nuestra seguridad, nuestra soberanía y nuestra prosperidad, pero también los datos, las tecnologías y el papel de las plataformas en línea.

Habida cuenta de todo esto, la UE y los EE. UU. necesitan aunar fuerzas como aliados tecnológicos para configurar las tecnologías, su uso y su entorno normativo. Empleando nuestra influencia combinada, un espacio tecnológico transatlántico debería formar la espina dorsal de una coalición más amplia de democracias afines con una visión compartida en materia de gobernanza digital y un compromiso compartido de defenderla. Para llevar esto a la práctica, la UE ha de mantener el rumbo en cuanto a sus propios objetivos y ambiciones tecnológicos como parte de la década digital de Europa.

La UE propondrá también a los EE. UU. aprovechar el liderazgo tecnológico de Europa para insistir en una infraestructura 5G segura en todo el globo y en un diálogo abierto sobre la 6G. Esto debería formar parte de una cooperación más amplia en materia de seguridad de la cadena de suministro digital realizada a través de evaluaciones objetivas basadas en el riesgo.

La UE y los EE. UU. comparten interés por cooperar en el ámbito de la ciberseguridad, en lo relativo tanto al desarrollo de capacidades como a la conciencia situacional y al intercambio de información. Esta coordinación podría incluir también posibles medidas restrictivas contra los autores de ataques procedentes de terceros países.

Paralelamente, necesitamos seguir actuando conjuntamente en el ámbito de la inteligencia artificial, basándonos en nuestra creencia común en un enfoque centrado en el ser humano y haciendo frente a cuestiones como el reconocimiento facial. Para ello, la UE propone comenzar a trabajar en un Acuerdo Transatlántico sobre la Inteligencia Artificial a fin de crear un modelo para la elaboración de normas globales y regionales acordes con nuestros valores.

Pero también debemos debatir abiertamente sobre las diferentes opiniones en materia de gobernanza de datos y ver cómo podemos superar estas diferencias de forma constructiva. La UE y los EE. UU. deben intensificar su cooperación a nivel bilateral y multilateral con el fin de promover la convergencia normativa y facilitar la libre circulación de datos con confianza sobre la base de unos estándares y unas salvaguardas exigentes.

Esta necesidad de cooperación global en materia de tecnología va más allá de los soportes físicos y los programas informáticos. Se trata también de nuestros valores, nuestras sociedades y nuestras democracias. Existe un consenso creciente a ambas orillas del Atlántico según el cual las plataformas en línea y las grandes empresas tecnológicas plantean problemas que amenazan nuestras sociedades y nuestras democracias, especialmente mediante comportamientos de mercado nocivos o a través de la propagación, impulsada por algoritmos, de contenidos ilegales o de discursos de odio y desinformación.

Por ello, la UE propondrá un nuevo diálogo transatlántico sobre la responsabilidad de las plataformas en línea, que establecería un modelo para otras democracias que se enfrentan a los mismos retos. Deberíamos también colaborar de forma más estrecha para seguir reforzando la cooperación entre autoridades competentes en la aplicación de las leyes de competencia a los mercados digitales.

Del mismo modo, un régimen fiscal justo para la economía digital exige soluciones innovadoras a ambos lados del Atlántico. A fin de crear una economía equitativa y moderna que ofrezca recompensas de mercado para las mejores ideas innovadoras, la UE y los EE. UU. deben comprometerse firmemente a llevar a término de forma oportuna los debates en torno a una solución global en el contexto de la OCDE y el G-20.

Más allá de la tecnología, la UE y los EE. UU. deben renovar su compromiso de reforzar el comercio abierto y justo para mejorar las condiciones de competencia equitativas estableciendo normas exigentes, incrementando la resiliencia de las cadenas de suministro esenciales y enfrentándose a los retos del proteccionismo y el unilateralismo.

Esto empieza con un liderazgo conjunto a la hora de reformar la OMC de modo que esta pueda adaptarse a la economía del siglo XXI, responder a las realidades actuales y promover la sostenibilidad y unas condiciones de competencia equitativas. En primer lugar, debemos finalizar el nombramiento de un nuevo Director General y estudiar la manera de restaurar la función esencial de solución de controversias reformando el Órgano de Apelación. El trabajo trilateral de la UE, los EE. UU. y Japón debe intensificarse a fin de preparar propuestas en materia de condiciones equitativas de competencia. Debemos también trabajar juntos para impulsar las negociaciones de la OMC sobre el comercio electrónico.

Paralelamente, debemos facilitar nuestro comercio bilateral y profundizar en nuestra cooperación normativa y en materia de estándares. Según van disminuyendo los aranceles a escala global, son el establecimiento y el cumplimiento de estándares y normas los que determinan el acceso a los mercados. Si bien seguimos siendo aún los reguladores más influyentes, tanto la UE como los EE. UU. se enfrentan a una competencia creciente en materia de estándares procedente de terceros países. Cuando ambas partes se ponen de acuerdo, el mundo suele seguirlas. Es por esto que tenemos que reactivar propuestas de cooperación UE-EE. UU. en materia de estándares y reanudar las negociaciones sobre la evaluación de la conformidad. Cuando sea posible, la UE y los EE. UU. deben, sistemáticamente, alinear sus posiciones en el seno de los órganos internacionales de normalización.

La UE propone crear un nuevo Consejo UE-EE. UU. de Comercio y Tecnología. El objetivo será maximizar, de forma conjunta, las oportunidades de colaboración transatlántica basada en el mercado, reforzar nuestro liderazgo tecnológico e industrial y ampliar el comercio y la inversión bilaterales.

Se centrará en reducir los obstáculos al comercio, desarrollar estándares y enfoques normativos compatibles para las nuevas tecnologías, garantizar la seguridad de las cadenas de suministro esenciales, profundizar en la colaboración en materia de investigación y promover la innovación y la competencia equitativa.

Como parte de todo esto, debería haber un nuevo enfoque común orientado a la protección de las tecnologías esenciales. Necesitamos una cooperación más estrecha en ámbitos como el control de la inversión extranjera, los derechos de propiedad intelectual, la transferencia forzosa de tecnologías y los controles de la exportación.

Al mismo tiempo, hemos de colaborar estrechamente para acabar con las barreras al comercio bilateral que debilitan nuestra asociación estratégica. Debemos trabajar para encontrar soluciones rápidas centrándonos en resultados negociados, al tiempo que reconocemos nuestras diferencias de enfoque. Esto incluye los esfuerzos en curso para solucionar la controversia relativa a Boeing y Airbus, así como el levantamiento de las restricciones injustificadas basadas en la sección 232 o en otras decisiones unilaterales.

Primeras medidas

·La UE y los EE. UU. han de colaborar estrechamente para acabar con las barreras al comercio bilateral a través de soluciones negociadas y liderar los esfuerzos de reforma de la OMC.

·Crear un nuevo Consejo UE-EE. UU. de Comercio y Tecnología para contribuir a facilitar el comercio, desarrollar estándares compatibles y promover la innovación.

·La UE y los EE. UU. deben entablar un diálogo transatlántico sobre la responsabilidad de las plataformas en línea y las grandes empresas tecnológicas, empezando por trabajar juntos a fin de encontrar soluciones globales para una fiscalidad equitativa y las distorsiones de mercado en la economía digital.

·Desarrollar un enfoque transatlántico común para proteger las tecnologías esenciales a la luz de las preocupaciones económicas y de seguridad globales, empezando por las discusiones sobre la 5G.

·Trabajar en un Acuerdo sobre la Inteligencia Artificial e intensificar la cooperación para facilitar la libre circulación de datos con confianza.

·Renovar la cooperación en materia de normativa y estándares, empezando por volver a entablar negociaciones sobre la evaluación de la conformidad y armonizar las posiciones en los órganos internacionales.

5.Trabajar juntos en pro de un mundo más seguro, próspero y democrático

La UE y los EE. UU. comparten un interés fundamental en el fortalecimiento de la democracia en todo el mundo. Acogemos con satisfacción la propuesta del presidente electo Biden de celebrar una Cumbre para la Democracia en unos momentos en que la pandemia ha servido para ejercer más presión sobre la democracia, las libertades y los valores.

La UE está dispuesta a cumplir plenamente con su papel en la Cumbre para la Democracia, tanto aplicando su reciente Plan de Acción para los Derechos Humanos y la Democracia en la UE como trabajando con los EE. UU. y sus socios internacionales para seguir adquiriendo compromisos en la lucha contra la corrupción, el autoritarismo y los abusos de los derechos humanos en todo el mundo. Esto, a su vez, debería contribuir al fortalecimiento del sistema multilateral, la auténtica columna vertebral de la comunidad internacional.

La UE y los EE. UU. ya han comenzado a colaborar en aras de la recuperación global en las Naciones Unidas, en el G-7 y en el G-20. Debemos mostrar liderazgo conjunto para apoyar a los demás en su camino hacia una recuperación sostenible, incluido a través de la reestructuración de la deuda, y aprovechar nuestro sólido historial de cooperación en materia de ayuda humanitaria. La UE y los EE. UU. deben continuar apoyando y acelerando la aplicación de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas como prioridad común.

Como parte de los esfuerzos globales de recuperación, la UE y los EE. UU. deben colaborar en la promoción conjunta y la protección de los derechos de los trabajadores. La UE propondrá incrementar la cooperación transatlántica para impulsar la adhesión en todo el mundo a los convenios pertinentes de la Organización Mundial del Trabajo.

También será esencial una asociación más estrecha en diferentes espacios de competencia geopolítica para apoyar los valores democráticos en todo el mundo, así como la estabilidad, la prosperidad y la resolución de conflictos a escala global y regional.

Para la UE, China es un socio con el que negociar en materia de cooperación, un competidor económico y un rival sistémico. El enfoque expuesto en la Perspectiva Estratégica UE-China ofrece una sólida hoja de ruta para defender nuestros intereses y valores comunes. En cuanto que sociedades democráticas abiertas y economías de mercado, la UE y los EE. UU. están de acuerdo en que la creciente asertividad internacional de China representa un desafío estratégico, aunque no siempre estemos de acuerdo sobre cómo afrontar esta cuestión. El Diálogo UE-EE. UU. sobre China nos brindará un mecanismo clave para promover nuestros intereses y gestionar nuestras diferencias.

Una mayor atención de la UE a los retos y las oportunidades que ofrece la región indopacífica ayudará a profundizar en la cooperación con socios afines de la región. Será esencial colaborar estrechamente con los EE. UU. para armonizar nuestros objetivos estratégicos y apoyar el progreso democrático en Asia.

La UE está centrándose en profundizar en su alianza con África como socios en pie de igualdad. La UE sigue siendo el principal inversor extranjero y socio comercial, de desarrollo, humanitario y de seguridad. Hay mucho que ganar con una cooperación transatlántica más estrecha en la promoción de la democracia y los derechos humanos, la seguridad y la integración regionales, y el desarrollo sostenible en todo el continente.

La UE y los EE. UU. comparten también un interés estratégico en la estabilidad y la seguridad de Oriente Próximo, el norte de África y el Sahel. Esto significa aunar fuerzas para hacer frente a los conflictos regionales, la competición por el poder y los comportamientos conflictivos de los actores externos en estas regiones.

Debemos colaborar estrechamente a fin de fijar las condiciones para un progreso político significativo en el proceso de paz de Oriente Próximo, sobre todo trabajando juntos en un Cuarteto de Madrid revitalizado. La UE seguirá ocupándose de las cuestiones de seguridad en el Golfo, apoyando la distensión y creando condiciones que propicien la confianza y una arquitectura de seguridad inclusiva. Lograr la estabilidad en Irak y poner fin a los conflictos en Siria y Yemen debe seguir siendo una prioridad de la cooperación transatlántica.

En Libia, la UE se ha comprometido a redoblar nuestros esfuerzos conjuntos para apoyar una solución impulsada por los propios libios, con el apoyo de un liderazgo fuerte de las Naciones Unidas. Una mayor cooperación entre la UE y los EE. UU. para promover la estabilidad y el desarrollo en la región del Sahel contribuirá a una mayor seguridad general en África y Europa.

1 La UE y los EE. UU. han de aunar esfuerzos otra vez para preservar el Plan de Acción Integral Conjunto (el acuerdo nuclear con Irán), tal como fue aprobado por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en 2015. Este constituye un pilar clave de la arquitectura mundial para la no proliferación y hemos de trabajar juntos para que siga dando resultados.

Tanto la UE como los EE. UU. han invertido muchísimo en un Afganistán estable y pacífico y deben garantizar que los logros conseguidos por los afganos en los últimos años se mantengan, apoyando la continuación y los resultados del proceso de paz entre afganos.

La cooperación transatlántica en cuanto a Rusia seguirá siendo clave, en particular en lo relativo a la defensa del Derecho internacional. Esto incluye la protección de la integridad territorial y la seguridad energética de nuestros socios orientales. Ucrania es un socio prioritario respecto del cual el apoyo de los EE. UU. resulta vital a la hora de promover juntos la seguridad y un programa de reformas ambicioso. En Bielorrusia, estamos dispuestos a incrementar nuestro apoyo a una transición democrática pacífica.

Europa ha dado perspectivas de adhesión a la UE a los Balcanes Occidentales. Una asociación continuada y una estrecha coordinación entre la UE y los EE. UU. en los Balcanes Occidentales es esencial, en particular con respecto al diálogo facilitado por la UE entre Belgrado y Pristina. Necesitamos trabajar juntos en apoyo de la reconciliación, mejorar la gobernanza e impulsar reformas clave.

La UE y los EE. UU. comparten un interés estratégico en un Mediterráneo oriental estable y seguro. Debemos buscar un enfoque coordinado en nuestras relaciones con Turquía, incluido sobre la manera en que hacemos frente a los retos actuales.

Es importante que nos acerquemos a América Latina y la región del Caribe como aliados vitales en los foros internacionales. En este contexto, debemos también seguir coordinando nuestros pareceres y posiciones en cuanto a Venezuela.

Juntos, hemos de hacer un buen uso de todos los instrumentos de que disponemos. Con este fin, intentaremos reforzar la coordinación en el uso de sanciones, incluido a la hora de alcanzar objetivos compartidos, al tiempo que evitamos las consecuencias no deseadas para los intereses económicos europeos y estadounidenses y el uso unilateral de sanciones extraterritoriales.

***

Europa y los Estados Unidos se enfrentan a un número creciente de amenazas transnacionales graves, desde las amenazas híbridas y militares o el extremismo violento y el terrorismo global hasta la proliferación de armas de destrucción masiva. Durante los últimos años, la UE ha realizado progresos sin precedentes en la cooperación en materia de seguridad y defensa, con iniciativas destacadas para hacer frente a las carencias en las capacidades al tiempo que se incentivaba el gasto en defensa y el reparto de las cargas.

La UE y los EE. UU. deben reafirmar su compromiso conjunto con la seguridad transatlántica e internacional. Un mayor papel de la UE en la defensa, incluido mediante el apoyo a la inversión en el desarrollo de capacidades, será beneficioso para la OTAN y la cooperación transatlántica. La UE está lista para cumplir sus responsabilidades, reforzar su autonomía estratégica y mejorar el reparto de cargas. Las prioridades de la UE y de la OTAN en cuanto a las capacidades deben estar armonizadas en gran medida.

Con el fin de encuadrar nuestra cooperación, debe establecerse un Diálogo de Seguridad y Defensa UE-EE. UU. estructurado que adopte un enfoque global respecto a la seguridad y se base en una visión estratégica común. Esto debe incluir diálogos sobre las posibilidades de cooperación transatlántica en el contexto de las iniciativas de seguridad y defensa respectivas, la gestión de crisis, las operaciones militares y las cuestiones de seguridad bilaterales. En esto contexto, la UE y los EE. UU. deben trabajar en pro de una mejora y un incremento sustanciales del intercambio de información. Paralelamente, la UE y los EE. UU deben colaborar en la promoción de una agenda ambiciosa de desarme y control de armamento a escala internacional.

Primeras medidas

·La UE está lista para desempeñar plenamente su papel en la Cumbre para la Democracia, propuesta por el presidente electo Biden, asumiendo compromisos conjuntos para luchar contra la expansión del autoritarismo, las violaciones de los derechos humanos y la corrupción.

·Coordinar respuestas a los retos comunes para promover la estabilidad regional y global, empezando por reforzar las políticas en los países de la Asociación Oriental y el Mediterráneo.

·Reforzar nuestro compromiso conjunto con la seguridad transatlántica e internacional, empezando por el establecimiento de un nuevo Diálogo de Seguridad y Defensa UE-EE. UU.

·La UE y los EE. UU. deben aunar esfuerzos a la hora de reforzar el sistema multilateral sobre la base de nuestros valores comunes.

7. Conclusión

La Comisión y el alto representante invitan al Consejo Europeo a respaldar este esbozo y las primeras medidas propuestas como hoja de ruta para una nueva agenda transatlántica de cooperación global. La Comisión y el alto representante y vicepresidente colaborarán estrechamente con el Parlamento Europeo y el Consejo en su aplicación.

Una Cumbre UE-EE. UU. en el primer semestre de 2021 debería poner en marcha esta agenda ambiciosa y concreta. Esto enviaría un mensaje claro de liderazgo global renovado y de compromiso por parte de dos socios y aliados independientes e indispensables.

Cuando la asociación transatlántica es fuerte, tanto la UE como los EE. UU. son más fuertes. Es hora de reconectar con una nueva agenda de cooperación transatlántica y global para el mundo de hoy.

(1)

Resolución 2231 del CSNU (2015)