19.9.2013   

ES

Diario Oficial de la Unión Europea

C 271/8


Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre el tema «Diez años después, ¿hacia dónde va el euro? El futuro económico y político de la UE y el nuevo Tratado» (Dictamen de iniciativa)

2013/C 271/02

Ponente: Carmelo CEDRONE

El 12 de julio de 2012, de conformidad con el apartado 2 del artículo 29 de su Reglamento interno, el Comité Económico y Social Europeo decidió elaborar un dictamen de iniciativa sobre el tema

Diez años después, ¿adónde va el euro? El futuro económico y político de la UE y el nuevo Tratado

La Sección Especializada de Unión Económica y Monetaria y Cohesión Económica y Social, encargada de preparar los trabajos en este asunto, aprobó su dictamen el 4 de abril de 2013.

En su 490o pleno de los días 22 y 23 de mayo de 2013 (sesión del 22 de mayo de 2013), el Comité Económico y Social Europeo aprobó por 134 votos a favor, 27 en contra y 22 abstenciones... el presente dictamen.

1.   Conclusiones y propuestas para el futuro del euro

1.1

El CESE considera que el nacimiento del euro y de la UEM constituye el hito más importante en el camino recorrido por Europa. Formaba parte de un diseño estratégico de la Unión que se enmarcaba en la visión inspirada por la CECA y el Tratado de Roma. Fue un gran ejercicio de valentía, una apuesta por el futuro que suscitó tantas expectativas que en todos nació la convicción de que, gracias a su fuerza, la moneda única acabaría con la resistencia aún persistente, que había impedido llevar a la práctica una UEM y una unión política completas, tal como habría sido necesario. Con todo, el euro sigue siendo la premisa de estos objetivos.

1.2

Sin embargo, debemos conceder que, tras veinte largos años, esto no se ha cumplido, quizás porque durante este periodo el euro no ha sufrido graves sacudidas, ni internas ni externas, o quizás por la falta de confianza que sigue existiendo en Europa entre los países acreedores y los deudores, que implica, a la postre, una falta de cohesión y de confianza hacia quien nos gobierna. Así las cosas, todos han preferido acomodarse en la calma chicha y el bienestar existente: todo parecía marchar sobre ruedas, pero se trataba de una calma aparente. Efectivamente, la llegada de la crisis económica y financiera internacional, que descargó en la UE, hizo sonar las alarmas y sacar estrepitosamente a la luz los límites y las contradicciones de la estructura de la UEM, quitando al euro su poder de atracción. En un primer momento se creyó que para hacer funcionar la UEM bastarían algunas «reglas contables», como el Pacto de Estabilidad, pero el problema no era técnico, sino económico y político.

1.3

El CESE reconoce la importancia de la estabilidad. No obstante, la estabilidad no debe referirse únicamente a los precios o a las entidades económico-financieras, sino también a la política y las condiciones sociales. Con toda razón, los ciudadanos tienen la impresión de que son ellos quienes están pagando el precio más alto por la crisis, quienes deben reembolsar la deuda, y no los bancos que tuvieron un papel decisivo en la crisis, y lo consideran injusto. El CESE se muestra convencido de que la sostenibilidad política de la austeridad no podrá durar mucho; es más, en algunos países ya se han superado los límites.

1.4

Por todo ello, el CESE considera que la moneda única sólo será sostenible si se alcanza una convergencia de las capacidades económicas de los países de la zona del euro y un incremento de la competitividad en su conjunto, un objetivo que requiere un compromiso económico y político. No basta con un escaso mantenimiento temporal. Hay que realizar un salto cualitativo que permita unir no sólo la moneda y la economía, sino también la política, la soberanía, las personas y la capacidad de diálogo entre los pueblos europeos. Necesitamos más integración política, menos dirigismo y una economía social de mercado para reactivar el crecimiento y el empleo, y para lograr que se perciba nuevamente el euro como una ventaja, y no al contrario.

1.5

Del dictamen se deduce evidentemente que las propuestas del CESE son proactivas, mientras que las respuestas a la crisis por parte de la Comisión y del Consejo han sido en su mayoría reactivas. Por ejemplo, cabe recordar que el Tratado de Estabilidad, Coordinación y Gobernanza hace hincapié en la estabilidad, sin proponer instrumentos financieros conjuntos para la recuperación y el empleo, aunque el acuerdo sobre el Mecanismo Único de Supervisión constituye un importante paso adelante, incluso sin un plan de trabajo creíble y concreto en materia de unión política. Por el contrario, Europa debe volver a producir riqueza para poder redistribuirla de manera equitativa. Esta es la mejor manera de reducir las protestas; no se puede imponer solo austeridad.

1.6

Como ya ha intentado señalar reiteradamente, el CESE solicita en cambio que se lleve a cabo una operación VERDAD sobre el euro y Europa para su protección, sobre sus límites políticos y económicos, sobre los beneficios y las pérdidas, y sobre las responsabilidades que nos han llevado a la situación actual; pide igualmente que se actúe con rapidez: no queda tiempo para la retórica, las artimañas ni las patrañas. Esta es la única manera de evitar la disolución de Europa, en declive desde hace ya tiempo. Con esta finalidad, sería mejor evitar las acusaciones de populismo a quienes protestan por los sacrificios impuestos. Europa debe aprender a escuchar sin presunciones; no puede seguir haciendo oídos sordos.

Propuestas para completar la UEM: ¿qué eslabones faltan?

Eslabón económico

1.7

El CESE considera que la mejor manera de completar la UEM, evitar la recesión, reducir la deuda de los países y estabilizar los presupuestos es invertir el principio actual en el que se basa la cultura económica de la UE (la estabilidad para el crecimiento), partiendo del crecimiento y no de la austeridad, y convirtiéndolo en su objetivo principal, en favor de un nuevo pacto para promover (mutualizar) el crecimiento, el empleo y la estabilidad, también a través de la participación de los interlocutores sociales (el crecimiento para la estabilidad). El Comité se muestra convencido de que:

i)

la recuperación no puede perseguirse únicamente a través de medidas de política monetaria (como la oferta de amplia liquidez al sistema bancario, bajos tipos de interés) y de política fiscal (restringida por el momento como consecuencia de la necesidad de consolidación fiscal en numerosos países), sino que debe promoverse también mediante mayores inversiones en los sectores de la energía y del medio ambiente e inversiones sociales, con el fin de crear una demanda de bienes de inversión y servicios por parte del sector privado que tenga también presentes las exigencias de las familias;

ii)

mediante esta fórmula es posible reducir los niveles de desempleo muy elevados y generar los ingresos fiscales necesarios para disminuir la deuda pública y los déficits nacionales;

iii)

estas inversiones no deberán financiarse exclusivamente mediante la fórmula de incrementar los impuestos y el gasto público, sino mediante obligaciones que capten los excedentes mundiales de ahorro, que carecen de salidas de inversión, con el fin de respaldar el crecimiento en la UE y a nivel mundial; este crecimiento se vería impulsado por la rentabilidad de los proyectos financiados, más que por transferencias fiscales entre los Estados miembros;

iv)

debería ser prioritario reforzar la capacidad financiera de las empresas, sobre todo de las pymes, muchas de las cuales actualmente corren el riesgo de desaparecer porque no disponen de créditos bancarios suficientes que les permitan comprar componentes y materiales, y también porque los bancos centrales exigen unas garantías excesivas a los bancos que prestan a las pymes;

v)

igualmente, hay que promover en este preciso momento la inversión pública en favor del crecimiento, manteniéndola por fuera del presupuesto mediante «reglas de oro», es decir, con un sistema de normas comunes que, a la espera de los eurobonos, tengan presente también el nivel de endeudamiento privado de los países (1).

1.8

Llevar a la práctica políticas simétricas para lograr un euro sostenible y reducir el diferencial entre las economías de los países recurriendo a un plan solidario que asigne recursos a las inversiones hacia aquellos países con las economías más débiles, por medio de proyectos específicos y, si fuera necesario, con reasignaciones fiscales y con la integración del mercado laboral y de la política social. Esto implica, por lo tanto, actuar por medio de ajustes simétricos: fondos comunes para proteger los bancos que quiebran, un seguro europeo sobre los depósitos, bonos de la Unión, eurobonos, políticas comunes para reducir el déficit exterior de la UE, etc. (creación de un fondo común de compensación o ajuste).

1.9

Crear un gobierno económico de la UE, superando el actual método de coordinación de las políticas que no ha dado buenos resultados, transformando el Eurogrupo en un organismo de decisión por mayoría que se convierta en portavoz del euro; ya no es sostenible contar con la unión monetaria y la unión bancaria y mantener separadas las políticas económicas. En cambio, una gobernanza común (como ha ocurrido con el Pacto Presupuestario) a niveles macro y micro (lanzar un pacto industrial) podría dar un giro a la política económica y fiscal en favor del crecimiento, el empleo y la integración social.

1.10

Dotarse de un presupuesto común en la eurozona, obviamente con normas comunes, que unifique la política comercial y la balanza de pagos, que hoy presentan grandes diferencias; llevar a cabo la consolidación fiscal actuando en las estructuras de los multiplicadores para liberar recursos en favor del crecimiento y el empleo, y emprender las reformas que permitan incrementar la productividad de los países más débiles (2).

1.10.1

No obstante, lo que sirve para reducir o mitigar las actuales medidas de austeridad en los países más endeudados es favorecer la expansión de la demanda de los países acreedores. En este orden de cosas, los Estados miembros deben actuar en el ámbito de la deuda y las reformas estructurales, así como del crecimiento, recurriendo a un plan solidario a escala de la UE para aumentar el empleo y la justicia social. A la recesión no se le puede añadir austeridad, como está haciendo la UE: sumar el esfuerzo de reducción de la deuda a la restricción del crédito tiene un efecto letal para la economía.

Eslabón monetario y el financiero

1.11

Por todo ello, es necesario dotarse de un sistema capaz de reabsorber los errores y los puntos débiles de cada uno de los países, que acompañe el proceso de reforma y que reduzca el diferencial económico y los desequilibrios entre los países de la zona del euro, también por medio de la política monetaria.

1.12

El propio BCE ha sufrido las limitaciones de la UEM. Según el Tratado, ha debido realizar una política monetaria única, casi federal, aun cuando los países presentan economías diversas, con graves desequilibrios entre ellas. Este es el motivo por el que, como ya se ha apuntado, habrían sido y siguen siendo necesarias medidas correctivas por parte de la UE. Así se evitaría la sobreexposición y se imprimiría una mayor eficacia y ecuanimidad a la actuación del BCE, encaminada a garantizar la estabilidad de los precios reduciendo las distorsiones y los desequilibrios existentes, cuya persistencia puede poner en tela de juicio la existencia misma de la moneda única, como se ha demostrado en el episodio más reciente de la crisis de deuda soberana, que únicamente se ha podido evitar gracias a una intervención decidida por parte del presidente del BCE. Existe por lo tanto la necesidad de favorecer la integración económica, que sufre un retraso respecto de la monetaria, al menos hasta que se supere la actual falta de mandato del BCE y el déficit político de la UE.

1.12.1

El BCE tiene en la actualidad un papel sobreexpuesto. Para asumir mejor este papel y operar en igualdad de condiciones, debería contar con las mismas funciones y atribuciones que la Reserva Federal de los Estados Unidos, incluido el de prestamista en última instancia, para reducir el diferencial entre los tipos de interés. Así pues, debe tratarse de un mandato completo que, en caso de necesidad, permita al BCE actuar también como incentivador del crecimiento.

1.12.2

En este período, se ha entablado entre los bancos centrales un gran debate en torno a este argumento: ¿qué estrategias hay que adoptar para reactivar el crecimiento? Se trata de la vieja cuestión de la relación austeridad-crecimiento, es decir, inflación-crecimiento y crecimiento-empleo. Basta con pensar que, para hacer cumplir sus objetivos –un descenso de la tasa de desempleo del 6 %–, la FED inyectó en el mercado 85 000 millones de dólares al mes (el Banco de Inglaterra se estaría preparando para acometer una política similar). Se trata, pues, de una situación que coloca al BCE –huérfano de gobierno y de presupuesto– en posición de debilidad frente a los demás bancos centrales. Además, es una condición que afecta también al control de las relaciones entre las divisas. El BCE debe asumir también una responsabilidad en materia de política cambiaria, con la salvedad, según el Tratado, del derecho del Consejo de alcanzar acuerdos formales para implantar un sistema de tipos de cambio del euro en relación con las divisas de terceros países.

1.12.3

La deuda: otro elemento importante de la UEM. En este orden de cosas, el CESE ya ha formulado una propuesta precisa para retirar del mercado el 60 % de la deuda de los países y, de esa manera, evitar efectos especulativos en el mercado de la zona del euro (3). Resulta evidente que, con una UEM plena y un presupuesto común en la zona del euro, se podrán contemplar también modalidades de emisión de obligaciones comunes (obviamente, dentro de un presupuesto común a la zona del euro).

1.13

Por lo que respecta al conjunto del sistema financiero y bancario, el CESE cree que es preciso completar todos los aspectos de los procedimientos emprendidos por la UE (4) en los plazos que resulten necesarios, que deberán ser breves. Entre los instrumentos más eficaces e importantes para completar la UEM cabe mencionar su estabilidad y el mercado interior.

Eslabón político-institucional

1.14

El CESE considera que el futuro de la UE y de su ordenación institucional debe abandonar los sistemas relativos al «modelo ideológico», aunque el «federal» parezca el más adecuado, y entrar en los aspectos funcionales y esenciales para lograr que sobreviva la idea misma de Europa. Una Europa que vuelva a colocar a las personas y la solidaridad en el centro de su objetivo primario, en torno al cual debe girar la economía, y no al contrario. Ya ha llegado el momento de iniciar los nuevos trabajos para realizar una unión política, social y económica. Sin embargo, el intento del Consejo, tímido e inadecuado, aunque meritorio, nos parece verdaderamente insuficiente. Hay que poner freno al egoísmo, al utopianismo de los intereses en que parece haber incurrido Europa, en favor de la solidaridad: suspender o diluir las políticas de austeridad para mitigar el sufrimiento y poner nuevamente el foco de las iniciativas en el trabajo y el crecimiento.

1.15

Por lo tanto, para completar la UEM a la luz de las propuestas anteriormente señaladas, se debe converger hacia una unión política y social: hacer más democrático (votación por mayoría) y transparente el proceso de toma de decisiones, al objeto de lograr una integración positiva y menos desequilibrada, con lo que se reducirían las diferencias en el proceso de integración. Todo ello daría una sola voz a la UE también en los organismos internacionales.

1.16

Nuevo tratado: el CESE considera que una gran de las propuestas de naturaleza económica señaladas en el dictamen puede resolverse sin modificar el Tratado. Cuando sea necesario, se puede actuar recurriendo a una cooperación reforzada entre los países que comparten las propuestas (como se ha hecho con el Pacto Presupuestario), también al objeto de actuar con mayor rapidez y evitar el riesgo de una posible disolución de la UE, frente a nuevos ataques externos y al mantenimiento de las políticas de austeridad. Otra hipótesis para profundizar en la integración podría consistir en otorgar un mandato constituyente al próximo Parlamento Europeo, cuya propuesta también podría someterse, de manera simultánea, a referéndum popular en todos los países interesados.

Eslabón internacional

1.17

La situación que se registra en Europa tiene consecuencias a nivel internacional y viceversa. Por lo tanto, es necesario contar con organismos internacionales más eficaces y con mayor capacidad de decisión, para garantizar una mayor gobernanza mundial. En este ámbito, la UE debería dotarse de una única representación, al menos para la zona del euro. En concreto, el G-20 debería poder instituir un «comité económico y social» para el desarrollo mundial y actuar mediante estímulos fiscales.

1.18

Sin embargo, solamente un sistema político diverso, más cohesionado y democrático, podrá dotar a la UE no sólo de una mejor gobernabilidad interna, sino también una gobernabilidad externa más eficaz que le permita expresarse con una sola voz a nivel internacional, especialmente por lo que respecta a la relación entre las monedas, a fin de evitar perjudicar la economía de la UE y la relación entre las economías en el plano mundial, en particular con los países en desarrollo.

1.19

En resumidas cuentas, estas son las cuatro propuestas para completar la casa del euro:

i)

gobierno económico de la UE (para el crecimiento, el empleo, la cohesión económico-social); presupuesto común de la zona del euro y reducción de las asimetrías económicas entre los países de la zona del euro;

ii)

gobierno monetario-financiero: reforzamiento de las competencias del BCE; culminación del mercado interior para las finanzas y los bancos;.

iii)

unión política y social;

iv)

reforzamiento del papel internacional de la UE y gobernanza mundial.

2.   Introducción

2.1

La UE atraviesa en la actualidad un momento especialmente difícil y peligroso que podría tener consecuencias negativas que vayan más allá de las económicas y sociales ya registradas. El presente dictamen de iniciativa aborda una serie de cuestiones como la necesidad de respetar los compromisos en materia de cohesión económica y social que ya se establecen claramente en el Tratado; promover una nueva política económica y monetaria para el crecimiento y el empleo y políticas de innovación más proactivas; establecer un fondo europeo de capital riesgo para pequeñas y medianas empresas; y, por último, trabajar por el futuro de la UE (5).

2.2

Estamos ante grandes intereses económicos, también en la UE, que, en vez de converger, se oponen. El euro no tiene ninguna responsabilidad de cuanto está ocurriendo (6). Es una moneda que durante mucho tiempo ha debido defenderse sola y que todavía espera a que los «contendientes» (los gobiernos) decidan qué hacer.

2.3

El CESE debe responder a estos retos con un lenguaje sencillo y claro, a la vez que previsor, sabiendo lo que está en juego y el nivel del enfrentamiento, sin ocultar la realidad. Con el presente dictamen quiere ofrecer una contribución activa, sin reticencias, para completar la UEM y para superar la crisis, en interés de los trabajadores, las empresas y los ciudadanos de la UE, especialmente de la zona del euro, que está sufriendo esta crisis en mayor medida.

3.   Tratado de Maastricht: política monetaria y de cohesión

3.1   Unión monetaria

3.1.1

La adopción de la moneda única habría sido óptima para los países expuestos a crisis simétricas o que disponen de un mecanismo de absorción de crisis asimétricas. Los estudios empíricos demuestran que Europa tiene más probabilidades de padecer crisis asimétricas que Estados Unidos. Es evidente que la política monetaria del BCE no puede reaccionar ante las crisis asimétricas que se inician en los distintos países que participan en el euro, ya que su objetivo principal es defender la estabilidad de los precios en la unión monetaria. Por lo tanto, debe instaurarse otro mecanismo suficientemente eficaz para contrarrestar los efectos de estas crisis. La adaptación de la política monetaria común del BCE a las necesidades de los Estados miembros de la zona euro será menor si se limitan la movilidad de los factores de producción, la apertura de los mercados, la sincronización de los ciclos económicos, la diversificación de la producción, la integración financiera y el alcance de los intercambios comerciales efectuados en la Unión, así como si el mercado laboral es rígido y si existen elevados diferenciales de inflación entre las distintas economías de los miembros. Cuanto más se restrinja la capacidad de los mecanismos de adaptación encargados de atenuar los efectos negativos de las crisis asimétricas (flexibilidad de precios y salarios, movilidad de los trabajadores y los capitales entre los países miembros, federalismo fiscal), más dificultades tendrá un país para compensar la pérdida de su política monetaria.

3.1.2

Es posible que la UEM sea el principal pilar del Tratado de Maastricht, pero no es el único. Además del económico, el motivo de inspiración tras la caída del muro de Berlín fue sobre todo de carácter político. Numerosos países asistían como espectadores sorprendidos e indiferentes ante la nueva situación, al igual que hicieron ante la absorción casi instantánea de la Alemania Oriental y de la paridad entre los dos marcos (1:1), avalada por el Bundesbank. Se prefirió postergar la elección de una UEM plena y generar una expectativa común que más tarde resultaría ser una ilusión: que la unión monetaria acabaría desembocando en la unión política, que el euro se convertiría en el motor de una Europa federal; pero no ha sido así.

3.1.3

La Unión, además de dar cobertura y una voz única al euro, habría debido completar todo aquello de lo que carecía esta moneda. Se pensaba en cambio que, para que todo funcionara, bastaría con algunas «normas», como el Pacto de Estabilidad con parámetros arbitrarios, una autorreferencialidad considerada infalible que, sin embargo, no ha funcionado como se esperaba. Incluso el mandato del BCE es unidireccional, más limitado en comparación con el de otros bancos centrales. Estas contradicciones salieron a la luz con la crisis financiera, advertida con gran retraso por la UE y, posteriormente, de la deuda soberana, que ha quitado al euro el aura y el poder taumatúrgico con el que se presentó al nacer, lo que ha reducido su potencial de atracción hasta el punto de que, en la actualidad, se ve como una amenaza o como un arma insidiosa para justificar las políticas de austeridad.

3.2   Una política que está poniendo en riesgo la cohesión económica y social, otro pilar del Acta Única, del Tratado de Maastricht, que establece como objetivo de la UE una alta tasa de empleo y un nivel de vida elevado. Se trata, precisamente, de un objetivo que la crisis actual había hecho desaparecer de la agenda europea. Aunque recientemente se había vuelto a examinar, de palabra, sigue sin disponer de instrumentos operativos y sin tener ningún efecto práctico en la economía real y en el empleo.

4.   Los primeros diez años de vida del euro

4.1   Ventajas

4.1.1

Hasta 2008 la UEM funcionó bastante bien desde el punto de vista monetario para el conjunto de los Estados miembros de la zona del euro: simplificación del comercio, eliminación del riesgo de cambio, eliminación de las devaluaciones competitivas, estabilidad de precios (inflación media anual del 2,03 %, salvo oscilaciones excesivas en algunos países con el paso del sistema viejo al nuevo), disminución y convergencia de los tipos de interés de la deuda (¡hasta 2009!), crecimiento y empleo (creación de 14,5 millones de nuevos puestos de trabajo (7)), conjunto de las balanzas por cuenta corriente en equilibrio, ratios deuda-PIB por debajo del de Japón y de Estados Unidos y tipo de cambio con el dólar contenido (algo por encima del 30 %), debido a unas economías más débiles.

4.1.2

Este es el marco global. El resultado cambia cuando se examina la situación país por país. Las principales ventajas correspondieron principalmente a los países en cuya economía se basaron los parámetros iniciales del euro, ya que impulsó su crecimiento y productividad e incrementó enormemente sus exportaciones (aproximadamente, 2 billones de dólares desde 2000 hasta la actualidad, sólo por lo que respecta a Alemania) y la balanza de pagos correspondiente (8), mientras que otros países registraron beneficios parciales y/o sufrieron verdaderas desventajas, principalmente como consecuencia de la asimetría del sistema relacionado con la moneda única, hasta el punto de que los países con déficit se ven obligados a correcciones, mientras que los que presentan superávit no lo están. Además, hay que tener en cuenta las distintas reacciones que han suscitado en los distintos países las condiciones establecidas por el euro.

4.2   Costes

4.2.1

Los costes que deben tenerse en cuenta son los que se derivan de la divergencia de competitividad entre los países, pérdida de soberanía en política macroeconómica, tasa de cambio, devaluaciones competitivas, etc.

4.2.2

Con la crisis, y sin una UE plena y adecuada, han surgido otros costes, la transferencia de los pasivos bancarios a los presupuestos públicos y el aumento de la deuda, con un incremento de las dificultades para los países que ya estaban más endeudados. La Unión se ha dividido por la mitad: en un lado están los países acreedores y en el otro los deudores que, además, se parecen cada vez más a los países del tercer mundo. De hecho, los países acreedores están generando más pobreza en el Sur, y no solo allí, y más riqueza en el Norte. No hay más que pensar en el excedente acumulado por Alemania, no por medio de la contabilidad interna en la eurozona (en este caso, el presupuesto de la UE estaría en equilibrio), sino mediante su superávit con el exterior, que a largo plazo podría exponer a los propios alemanes a un riesgo financiero capaz de dañar su propia economía.

4.3   Puntos débiles

4.3.1

Son varios los problemas estructurales y los puntos débiles del sistema de gobierno de la moneda: límites del Pacto de Estabilidad y Crecimiento que algunos países intentaron desmantelar cuando les planteaba problemas (Alemania, Francia e Italia); falta de supervisión de los indicadores de productividad; carencia de instrumentos para gestionar las crisis; costes de permanecer en el euro; riesgo sistémico; desequilibrios económicos entre los países; y mantenimiento de la soberanía fiscal y presupuestaria por los Estados nacionales.

4.3.2

Sin embargo, no se ha acabado con los peligros que plantean los tipos de cambio y las devaluaciones competitivas entre los Estados miembros de dentro y fuera de la zona del euro y, en particular, el Reino Unido, y en un espacio relativamente breve de tiempo podría producirse una considerable depreciación en el tipo de cambio entre la libra esterlina y el euro, lo cual perjudicaría a la igualdad de condiciones que se supone que debe imperar en el mercado único.

4.3.3

Desde el punto de vista económico, el punto más débil se refiere a los desequilibrios económicos, que ya existían antes del año 2000. Esta situación ha penalizado a los países más débiles y ha provocado auténticos «choques asimétricos», favorecidos además por un flujo masivo de capitales hacia Alemania. Son choques asimétricos a los que el BCE no puede hacer frente con los instrumentos de que dispone en la actualidad. Otro punto débil se deriva del contexto internacional, que sólo salió a la luz con la crisis financiera (9).

4.3.4

No obstante, el mayor error fue creer que se podía contar con una moneda única sin ninguna limitación de la soberanía de los Estados miembros, no sólo sobre el presupuesto sino, en especial, sobre la gestión separada de la deuda, con un sistema bancario y financiero que seguía siendo nacional, junto con el sistema de supervisión.

4.3.5

Por último, el punto débil más grave desde el punto de vista político fue haber creado el euro sin una casa común ni una voz única, aparte de los esfuerzos realizados de forma esporádica por el BCE para superar esta carencia; de esta forma, el BCE ha pasado de la autonomía consagrada en el Tratado a la asunción de un papel de sustitución de la política, para evitar perjuicios a la moneda única y a la UE (10), al igual que el crecimiento ha puesto de relieve el papel del país más fuerte.

4.3.6

En todo caso, el CESE considera que el euro será más sostenible si se logra una convergencia de los resultados económicos entre los países de la zona del euro, para favorecer un crecimiento más homogéneo, y si se realiza una unión política que haga aceptables estas diferencias, porque el problema no es contable sino político, incluida la cuestión de la democracia y, por lo tanto, de una ponderación más ecuánime de los votos en los distintos órganos de decisión. Insistir sólo en el aspecto económico y «de contabilidad» es una ilusión y un error que ya no nos podemos permitir.

5.   El contexto internacional

5.1

La situación que se registra en Europa tiene consecuencias a nivel internacional y viceversa. Existe un vínculo muy fuerte entre la economía, la deuda, las finanzas, el comercio, la relación entre monedas, etc. En concreto, cabe pensar en una conexión aún más estrecha entre las economías de ambas orillas del Atlántico, o al menos así fue hasta 2009. Hoy, en cambio, la economía de Estados Unidos se recupera mientras que la europea está en recesión, en parte como consecuencia de dos escuelas económicas distintas y de los diferentes papeles que desempeñan la Reserva Federal y el BCE.

5.2

No obstante, para el conjunto de la economía mundial, es necesario contar con organismos internacionales más eficaces y con mayor capacidad de decisión, con el fin de garantizar una mayor gobernanza mundial (FMI, Banco Mundial, OIT, OMC). Por su parte, el G-20 necesita una mayor estructuración para adoptar decisiones vinculantes; por ejemplo, debería poder constituir un «comité económico y social» para el desarrollo mundial, actuar mediante estímulos fiscales y regular las relaciones entre las monedas, para reducir las discriminaciones en materia comercial, también por medio de una mayor capacidad de intervención del BCE.

5.3

Excedente de ahorro a nivel mundial. En efecto, el crecimiento también es vital para el resto de la economía mundial. El aviso emitido por el FMI de que Europa debe completar las acciones para reducir la deuda y el déficit con medidas para fomentar el crecimiento es oportuno y está justificado. Existen excedentes de ahorro a nivel mundial que no encuentran salidas de inversión. De hecho, fondos de capital inversión (private equity) con recursos cercanos a dos billones USD han estado buscando salidas de inversión en vano (11). El principal fondo soberano de inversión de Noruega está reduciendo el porcentaje de inversiones europeas de más de la mitad al 20 % (12). En 2011 el principal fondo soberano de inversión asiático, «China Investment Corporation», registró una pérdida de inversiones en instrumentos de capital inversión, redujo de la mitad a un cuarto su cartera de valores privados y está buscando salidas de inversión a más largo plazo en el sector público en vez de en el privado (13).

6.   Acciones en curso en la UE

6.1   Facilidad Europea de Estabilización Financiera (FEEF)/Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE). Ante el agravamiento de la crisis, que después se transformó en ataques especulativos contra el euro, sin que se hayan adoptado medidas contra los especuladores, la Unión intentó reaccionar en varios frentes. El refuerzo del Mecanismo Europeo de Estabilidad con la eventual concesión de una licencia bancaria es un ejemplo de cómo podría convertirse en un instrumento eficaz, aunque limitado, para ayudar a aquellos Estados en peligro de fracasar, aunque por motivos ajenos a su responsabilidad, contra la especulación con valores bancarios y la deuda, aunque no sea la solución a la crisis.

6.2   La unión bancaria constituye otro pilar. De hecho, es imposible mantener a largo plazo una zona con una moneda única y diecisiete mercados financieros y de deuda, especialmente desde que la crisis agravó la segmentación nacional. A este respecto, la unión bancaria es un elemento indispensable y prioritario para la reciprocidad del riesgo, proteger a los depositantes –también por medio del «procedimiento de liquidación»– y recuperar la confianza en el sistema, que ha dejado de funcionar, así como para que vuelva a funcionar la financiación a las empresas en todos los países sobre la base de la población afectada –y no por el tamaño de los bancos–, con el fin de evitar la transferencia de liquidez hacia países que se consideran con menor riesgo y reducir el diferencial de los tipos de interés. Además, la unión bancaria serviría para reducir el riesgo sistémico y romper el vínculo entre deuda pública y banca. En este punto, no conviene tampoco olvidar que el euro ha nacido dejando separados los sistemas bancarios, lo que constituye una grave debilidad. Esto viene motivado principalmente por el hecho de que los sistemas de algunos países fuertes son, en gran medida, sistemas bancarios públicos.

6.3   La supervisión bancaria europea completa las medidas en curso. Es una competencia que se transfiere a la UE y que se ejercerá directamente por una autoridad única. Para demostrar que Europa ofrece un importante valor añadido, es esencial fomentar una mayor transparencia en las actividades bancarias e impedir los conflictos de intereses y las prácticas irregulares, como la manipulación de los tipos de interés basados en el LIBOR. El CESE acoge con satisfacción la propuesta de crear un mecanismo de supervisión único, bajo la autoridad del Banco Central Europeo, que cubra toda la zona del euro y que esté abierto a todo los Estados miembros (14).

6.4   El CESE valora positivamente el nuevo programa de operaciones monetarias de compraventa (OMC) que permite al BCE comprar deuda pública en el mercado secundario, para atajar la especulación y reducir el diferencial de rentabilidad de la deuda de los Estados y, por lo tanto, del euro. Esta medida, junto con las demás medidas no convencionales en el ámbito de la política monetaria adoptadas –como también ocurría en el pasado– para hacer frente a la crisis financiera, es un viraje por parte del BCE, aunque sea de acuerdo con el espíritu del Tratado y en la dirección adecuada. No obstante, también en este caso se trata de instrumentos técnicos que no solucionan el problema, pero que permiten ganar tiempo a los gobiernos y a la UE para que adopten las medidas necesarias.

6.5   El BCE

6.5.1

El objetivo del BCE es «mantener la estabilidad de precios» y, para lograrlo, debe conservar su independencia política, esto es, no puede «solicitar o aceptar instrucciones» de los gobiernos o de la UE. Es un estatuto adecuado, aunque el propio Tratado asigna al Consejo la posibilidad de celebrar acuerdos formales relativos a un sistema de tipos de cambio para el euro en relación con las monedas de terceros Estados (15). Si no existieran tales acuerdos, o en períodos intermedios entre ellos, el BEC debería considerar la política cambiaria como parte de sus responsabilidades. El BCE tiene también objetivos secundarios como, por ejemplo, contribuir a la estabilidad financiera, incluso si sus intervenciones durante la crisis puedan remitir al objetivo primario, en la medida en que se han dictado, en gran parte, por la necesidad de restablecer un mecanismo eficiente de transmisión de la política monetaria, manteniendo así la estabilidad financiera en todos los países de la eurozona.

6.5.2

En cuanto a la evolución de los precios, hay que señalar que se plantea la cuestión de si es correcto que el criterio de inflación de Maastricht se base en la media de la inflación de los tres países con mejores resultados en materia de inflación dentro de la UE y no en la zona euro.

6.5.3

En general, el mandato del BCE es muy limitado en comparación con los demás bancos centrales. En primer lugar, el BCE no tiene mandato para apoyar el crecimiento y el empleo, como es el caso de la Reserva Federal de EE.UU., y ello a pesar de la similitud de sus políticas monetarias. Sin embargo, existen diferencias fundamentales entre los EE.UU. (un sistema fiscal centralizado) y la UE a la hora de ejecutar la política presupuestaria. Además, el papel que ejerce hoy en día el BCE como prestamista en última instancia (lender of last resort) se limita al sistema bancario y no incluye a los gobiernos (el gobierno de la UE), como queda implícito en los contextos «nacionales», algo que debería posibilitarse en el contexto de una UEM completa. Además, la política monetaria única del BCE se ve dificultada por la existencia de divergencias y desequilibrios económicos entre los distintos países del área, ante la falta de intervenciones correctivas por parte de la UE.

6.5.4

No obstante, es positivo que el principio de «unicidad» de la zona del euro haya llevado al BCE a declarar que el euro es «irreversible» y, como hemos visto, le ha permitido, tras un duro enfrentamiento, adoptar medidas para reducir el diferencial (spread) existente entre los tipos de interés de la deuda de los diversos países mediante la posibilidad de comprar obligaciones en el mercado secundario. Una operación que, para reactivar el crecimiento, requiere un plan «europeo» para salir de la deuda que acompañe al de cada uno de los países (16).

6.5.5

Ello sirve como mínimo para reducir la distorsión de la competencia por medio de los tipos de financiación de la deuda y las inversiones: incluso en la actualidad se trata de un auténtico diferencial financiero, que aumenta los desequilibrios existentes, incluidos los de la balanza de pagos.

6.5.6

Asimismo, el CESE considera necesario volver a plantear la cuestión de la condicionalidad que fijan el BCE y la UE. No es aceptable dar liquidez a los bancos con un tipo de interés muy bajo y sin imponer ninguna condición, por ejemplo por lo que respecta al destino de los fondos De hecho, al menos una parte debería destinarse a las inversiones. Y ello mientras que, por parte del BCE (OMT), se imponen condiciones muy rigurosas a los países para comprar obligaciones de deuda pública, aunque se trata de una cuestión distinta. Estas condiciones se justifican principalmente por la necesidad de responder a la lógica de un «mercado» alterado y sin escrúpulos, anónimo y velocísimo que, en realidad, de mercado tiene bien poco (17). La UE no puede prestarse a este juego: gran austeridad y rigor para ciudadanos y empresas en el momento de la crisis, y neutralidad para los inversores/especuladores que se esconden tras los bancos de negocios y los fondos de inversión internacionales, salvedad hecha de la firmeza que mostró el presidente en defensa del euro en los momentos más críticos del ataque.

6.5.7

En cambio, sería necesario que la labor del BCE pudiera apoyar de manera equitativa la economía de los distintos países, para reducir las distorsiones y los desequilibrios actuales, con los instrumentos ya existentes, hasta que se supere el actual mandato y el déficit político de la UE. Por ejemplo, se podría reanimar el mercado interbancario en algunos países de la zona del euro aplicando tipos negativos a los depósitos a un día en el BCE.

6.5.8

El CESE sigue convencido de que hay que resolver a corto plazo la cuestión de la deuda  (18), según su propuesta, y que es fundamental la intervención del BCE y del Consejo para alcanzar este objetivo.

6.5.9

El Comité piensa que habría que considerar dar más transparencia a las decisiones del BCE. Por ejemplo, se podrían publicar los resultados de las votaciones de las reuniones del Consejo de Gobierno del BCE para reforzar la responsabilidad de los gobernadores de los bancos centrales nacionales de la zona euro. Ello les motivaría para tomar decisiones a la luz del conjunto de factores económicos propios de la zona euro y no en función de la evolución de la situación económica en sus respectivos países.

6.5.10

Otro asunto que convendría señalar es el del sistema de votación en el Consejo de Gobierno del BCE (19), en particular en lo referente a las diferencias entre el derecho de voto y la contribución financiera de los Estados miembros. Ya se planteó este problema con el sistema de pago dentro del Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) y podría repetirse en el futuro, por ejemplo, en la unión bancaria.

7.   El futuro económico de la UE: la unión económica y social – el crecimiento y el empleo

7.1

El CESE considera necesaria una recuperación impulsada por las inversiones ecológico-sociales  (20), ya que está convencido de que la estabilidad por sí sola no garantizará la recuperación, que depende de la confianza, ya sea de las empresas como por parte de los consumidores. A la vista de las escasas expectativas del sector privado y del alto excedente de capacidad, las empresas no pueden confiar en que las inversiones actuales generen beneficios futuros. A su vez, si los ciudadanos no tienen la seguridad de mantener o de encontrar un puesto de trabajo, prefieren ahorrar o reducir las deudas personales en vez de gastar. Una tasa de desempleo más alta implica un aumento del número de personas que no pueden gastar.

7.2

Por consiguiente, para promover la confianza de las empresas y los ciudadanos, la recuperación debe estar impulsada por las inversiones, a imagen del New Deal estadounidense (21). Con tal fin, los criterios fundamentales son los que adoptó el BEI a partir del Programa de Acción Especial de Ámsterdam (1997), con el mandato de fomentar la cohesión y la convergencia en los sectores de la sanidad, educación, renovación urbana, medio ambiente y redes transeuropeas.

7.3

Es un objetivo que debe perseguirse volviendo a poner en circulación los excedentes de ahorro a nivel mundial, tal como se indica en el punto 5.3. De hecho, algunos fondos de inversión están buscando salidas a largo plazo para los excedentes de ahorro generados en otras partes del mundo. Ello ofrece ventajas recíprocas para los inversores de terceros países y para la economía europea. A este respecto, las «instituciones hermanas» del grupo Banco Europeo de Inversiones, esto es, el BEI y el FEI (Fondo Europeo de Inversiones), pueden desempeñar un papel clave entre ambos.

7.4

Por ello, se acoge con satisfacción el aumento del capital suscrito por el BEI. Las obligaciones para la financiación de proyectos también pueden desempeñar un papel importante en la recuperación. Es una buena idea llamar eurobonos (Eurobond) a la utilización de los excedentes a nivel mundial para las inversiones de la UE, aunque es probable que los mercados utilicen la forma abreviada «€ bond». Es pública la resistencia de algunos gobiernos a los eurobonos, pero ello se debe a una suposición equivocada, dado que se confunden los eurobonos, necesarios para apoyar el crecimiento, con los bonos de la Unión o «Union bonds», destinados a la deuda (22).

7.5

El FEI siempre ha defendido que podría emitir obligaciones europeas para financiar inversiones sociales a largo plazo (23) mediante un aumento del capital propio suscrito respecto del nivel actual –más bien bajo– de 3 000 millones de euros, sin que sea necesario recurrir a una revisión de los Tratados (24). Ninguno de los principales Estados miembros, como los demás de la zona del euro, incluye en su deuda nacional la financiación concedida por el Banco Europeo de Inversiones, y lo mismo debería valer para la financiación del FEI. Las obligaciones que emite el FEI, al igual que las del BEI, pueden garantizarse mediante los ingresos de la financiación de los proyectos.

7.6

Innovación de los productos y creación de los mercados. Consideramos asimismo que la Unión debe realizar una política de innovación menos neutral. En los años setenta, las políticas industriales pasaron de moda debido a que los gobiernos no podían «favorecer a determinados operadores» o «campeones nacionales». No obstante, entendemos que existen motivos válidos para reconsiderar este planteamiento (25).

7.7

Además, en primer lugar, no hay que dar por sentado que las políticas no intervencionistas sean las mejores. En el pasado, de hecho, dieron pie a inversiones equivocadas en el sector financiero. En segundo lugar, deben ponerse en marcha iniciativas aún más firmes para combatir el cambio climático. En tercer lugar, un número excesivo de proyectos tecnológicos que se presentan dentro de los programas marco es rechazado no por cuestiones cualitativas sino por falta de recursos propios, problema que podría resolverse por medio de un fondo europeo de capital riesgo financiado con la emisión de obligaciones. En cuarto lugar, las economías emergentes han sido capaces de promover una serie de «campeones nacionales» con resultados muy satisfactorios (26).

7.8

La financiación de las inversiones mediante la transferencia de los excedentes a los eurobonos debería estar accesible para todos los Estados miembros y aportaría ventajas acumulativas en el plano macroeconómico, social, laboral y político, lo que demostraría la necesidad de promover «más Europa», planteamiento que suscita en la actualidad un escepticismo creciente entre los electores y determinados gobiernos.

7.9

El crecimiento puede contribuir a reforzar la estabilidad. De acuerdo con el principio del BEI de que la financiación por medio de obligaciones no debe contabilizarse necesariamente como deuda nacional, la financiación de los eurobonos destinada a fomentar la recuperación permitiría reducir más fácilmente la deuda nacional y liberar ingresos fiscales nacionales para recortar o mantener en un nivel bajo los déficits, salvaguardando al mismo tiempo las partidas fundamentales del gasto social. Con esta finalidad, sería necesario que los países y Eurostat definieran parámetros y criterios comunes con vistas a una evaluación de los datos más ecuánime y mejor.

7.10

Asimismo, no se ha tenido en cuenta que la «hipótesis del desplazamiento» (crowding out) presupone el pleno empleo. Dado que actualmente en la mayoría de los Estados miembros se registran altos niveles de desempleo, la financiación –separada o conjunta– de las obligaciones BEI-FEI para financiar proyectos podría generar una acumulación (crowding in) de inversiones del sector privado, rentas y puestos de trabajo con un efecto multiplicador de las inversiones por tres, así como multiplicadores fiscales positivos dado que generarían ingresos tributarios directos e indirectos (27).

7.11

A la luz de las dificultades que afrontan algunos países y, en particular, Grecia y Chipre, el CESE propone revisar el ajuste estructural a corto plazo que ha pedido la troika teniendo en cuenta las perspectivas a más largo plazo para estos países tras el descubrimiento de enormes reservas de petróleo y gas, no explotadas sustancialmente, en el Mediterráneo oriental (28).

8.   El futuro político de la UE

8.1

El CESE se muestra convencido, por lo tanto, de que la UE necesita algo más que una sencilla operación de «mantenimiento» realizada de forma esporádica. No puede seguir prolongando el vacío que dura desde Maastricht sin afrontar el reto que plantea el euro, que ha explotado con la crisis, sacando a la luz los grandes déficits, el primero de ellos el democrático (29), dotando nuevamente de un objetivo al proceso europeo para evitar que muera la idea de Europa.

8.2

El CESE considera que la moneda única sólo será sostenible si se alcanza una convergencia de las capacidades económicas de los países de la zona del euro, lo que requiere un compromiso económico y político. Con tal fin, es necesaria una unión política que haga aceptables las diferencias y permita, en caso necesario, transferir una parte de la riqueza de las zonas fuertes a las débiles, por medio de un proceso decisorio transparente y democrático y una nueva forma de solidaridad entre países (30).

8.3

Esta crisis hace que vuelvan a aparecer las «viejas diferencias» entre los europeos. Se ha recuperado el defecto de mirar hacia atrás, desenterrando fantasmas o lugares comunes que creíamos superados, como si la austeridad o la deuda fueran fruto de una culpa y no más bien errores de los gobiernos en ambos frentes. Por ello, ni los países con dificultades pueden atribuir a la UE (o a Alemania) responsabilidades que son exclusivamente suyas, ni los países más ricos pueden ignorar que han obtenido mayores beneficios con el euro, en parte, a costa de los demás debido a los desequilibrios económicos existentes. En consecuencia, necesitamos una nueva capacidad política, cultural y de diálogo entre los pueblos europeos, con indudables ventajas recíprocas, tal como sugirió ya hace tiempo el poeta alemán Hölderlin (31) inspirándose en la cultura griega.

8.4

Es imprescindible un salto de calidad. Hay que poner en común no sólo la economía, sino también la política y la SOBERANÍA de cada uno. No debe debatirse qué «modelo» europeo se requiere sino más bien los instrumentos necesarios: instrumentos eficaces, democráticos y transparentes para adoptar decisiones; alcanzar el bien común; y para unir al pueblo europeo, no para dividir.

8.5

Por los mismos motivos, el CESE considera que está mal planteada la cuestión sobre si modificar o no el Tratado. Resulta obvio que ello depende de lo que sea necesario hacer para completar la UEM. Sin embargo, la mayor parte de nuestras propuestas pueden llevarse a cabo sin modificar el Tratado (crecimiento, deuda etc.), mientras que para las demás puede bastar con la cooperación reforzada. En cualquier caso, lo importante es el objetivo que hay que lograr en aras de la economía, el euro y los ciudadanos de la UE. El Tratado no es más que el instrumento. Esto debe explicarse a los ciudadanos de la manera más correcta, implicándolos en las decisiones directamente o a través del Parlamento Europeo o los parlamentos nacionales.

8.6

El CESE considera que la zona del euro tiene recursos suficientes para proyectar su propio futuro: más integración política, menos dirigismo y una economía social de mercado para realizar una unión política, económica y social.

9.   ¿Integración o desintegración?

9.1

Sin dar este paso adicional, la crisis, tal como se ha afrontado hasta ahora, podría llevar a una desintegración de la zona del euro y, por lo tanto, de la UE. No se puede aplicar únicamente la política de austeridad y de los recortes, como los de la deuda, incluso aunque resulten oportunos. Hay que actuar también recurriendo a otros instrumentos (el aumento de la demanda de los países acreedores) y dentro de un marco de solidaridad. Hay que hacer comprender a los ciudadanos de los países interesados que sus excedentes presupuestarios se derivan de la deuda de los demás, y que los ataques al euro no dependen del nivel de deuda (32), aunque este deba reducirse. Mientras tanto, los ciudadanos de los países meridionales deben presionar a sus gobiernos para que realicen una consolidación de la deuda, una gestión más prudente de los presupuestos nacionales; eliminen los derroches y la evasión fiscal; reduzcan los tipos y aumenten el crecimiento, el empleo, la productividad y la competitividad de sus sistemas, no sólo con algunas reformas, sino mediante una mayor solidaridad y una política económica diferente de la UE y del BCE (33).

9.2

De lo contrario, ningún país podrá reducir su deuda y lograr un saneamiento presupuestario. Por ello, es necesario relajar la austeridad y cambiar de política económica. Si no se lleva a cabo, podrían aumentar los riesgos. A este respecto, la historia puede servirnos de ayuda (34). Debe alcanzarse una nueva perspectiva de integración, que sea positiva, no negativa, dañina y forzada.

9.3

Hay que pensar que en la actualidad nadie en Europa está seguro, fuera de peligro, aunque se haya creado una situación anómala. De hecho, el crecimiento económico de algunos países, favorecido por el euro, y la debilidad de los órganos de la UE han llevado a Alemania, el país más fuerte, a asumir un papel central en Europa, a menudo en oposición a la «periferia», especialmente, pero no únicamente, del Sur. «Esto fomenta la inquietud de los demás» (H. Schmidt), especialmente por la manera en que se percibe este papel. Por lo tanto, serían necesarias medidas para desmentir esta percepción (35).

9.4

En opinión del CESE, hoy día en Europa parece que prevalecen los egoísmos y los intereses nacionales y personales, como si estuviésemos ante un «utopianismo de los intereses». El planteamiento economicista se ha impuesto y ha relegado a un segundo plano los valores sobre los que se fundó Europa y en los que basa su existencia; surge una Europa egoísta y carente de solidaridad. Las recientes tensiones conllevan el riesgo de una peligrosa «disolución psicológica» de la UE, que afecta a ciudadanos y gobiernos, que se debe remediar escuchando sin presunciones y con respuestas concretas.

9.5

Estamos en una encrucijada. En efecto, el CESE se pregunta cómo es posible que las demoras y las dudas de Europa, la primera economía mundial, puedan dejar morir a Grecia, la madre de sus principios, una entidad minúscula desde el punto de vista económico (36), imponiendo sacrificios a los ciudadanos y a las empresas, sin acompañarlos de un plan de ayuda para el crecimiento, el único modo de devolver la deuda, ni de un plan para aliviar los graves sufrimientos sociales de una parte de la población griega y europea. Cabe preguntarse, ¿qué Europa es esta?

Bruselas, 22 de mayo de 2013.

El Presidente del Comité Económico y Social Europeo

Henri MALOSSE


(1)  DO C 143 de 22.5.2012, p. 10.

(2)  DO C 133 de 9.5.2013, p. 44.

(3)  DO C 143 de 22.5.2012, p. 10.

(4)  DO C 44 de 15.2.2013, p. 68 y DO C 11 de 15.1.2013, p. 34.

(5)  DO C 143 de 22.5.2012, p. 10.

(6)  «Todo lo dicho y escrito sobre una presunta “crisis del euro” no es más que palabrería frívola», Helmut Schmidt.

(7)  Aunque con tipos diferentes (crecimiento del 1,6 % en promedio entre 2001 y 2006), mientras que esta cifra se sitúa en el 2,3 % en los tres países de la UE-15 que permanecieron fuera del euro. Por lo que respecta al desempleo, la tasa de estos países es casi un 3 % inferior.

(8)  «Todos nuestros excedentes son en realidad déficit para los demás. Y los créditos que mantenemos abiertos con los demás son sus deudas», H. Schmidt.

(9)  DO C 255 de 22.9.2010, p. 10 y DO C 143 de 22.5.2012, p. 10.

(10)  «El euro podría agravar las tensiones políticas entre los miembros de la unión monetaria hasta el punto de crear las condiciones para que surjan nuevos conflictos, incluso militares». Martin Feldstein y Milton Friedman.

(11)  Bain & Company Global Private Equity Report for 2012.

(12)  Reuters (2012). El fondo soberano de inversión de Noruega –610 000 millones USD– reducirá su exposición en Europa, 30 de marzo de 2012.

(13)  http://www.upi.com/Business_News/2012/07/25/Chinas-sovereign-wealth-fund-reports-loss/UPI-38111343274421/#ixzz2AcHV3HNp

(14)  DO C 11 de 15.1.2013, p. 34.

(15)  Artículo 219 del TFUE.

(16)  DO C 143 de 22.5.2012, p. 10.

(17)  «Los mercados no están al servicio del pueblo, sino en su contra. Nuestra obligación es incorporar a los mercados y a las finanzas el espíritu solidario de la economía social. Nuestra obligación es incorporar a los mercados y a las finanzas el espíritu solidario de la economía social», Angela Merkel, canciller de Alemania.

(18)  DO C 143 de 22.5.2012, p. 10.

(19)  Decisión del Consejo Europeo de 21.3.2003.

(20)  Véanse la Resolución del Consejo Europeo de Amsterdam de 1997, punto 9, y las Conclusiones del Consejo Europeo extraordinario de Luxemburgo de 1997, puntos 37 a 40.

(21)  DO C 143 de 22.5.2012, p. 10.

(22)  Ídem.

(23)  Stuart Holland (1993). The European Imperative: Economic and Social Cohesion in the 1990s. (El imperativo europeo: la cohesión económica y social en los años 90), prefacio de Jacques Delors. Nottingham: Spokesman Press.

(24)  De conformidad con el artículo 2, apartado 2, de los Estatutos del Fondo Europeo de Inversiones, «las actividades del Fondo podrán incluir operaciones de empréstito». En términos generales, el Fondo ha confirmado que podría emitir obligaciones mediante una simple decisión de la Asamblea General seguida de la aprobación de un aumento del capital suscrito, tal como se ha acordado recientemente para el BEI. No obstante, si la UE quiere reconocer la importancia de emitir obligaciones para financiar una recuperación impulsada por las inversiones sociales y para volver a poner en circulación los excedentes a nivel mundial, es indispensable que esta decisión reciba una aprobación más explícita. En principio, podría darla el Consejo Europeo como «política económica general» de la Unión para financiar la recuperación, más que únicamente el Ecofin, y, si fuera necesario, la aprobación podría llevar a una cooperación reforzada como en el caso de la reciente propuesta de una tasa sobre las transacciones financieras, que podría tener además un valor macroeconómico.

(25)  Philippe Aghion, Julian Boulanger ed Elie Cohen. Rethinking Industrial Policy (Replantear la política industrial). Bruegel Policy Brief, abril de 2011.

(26)  The Economist (2012), The Rise of State Capitalism: The Emerging World’s New Model. (El nacimiento del capitalismo estatal: el nuevo modelo del mundo emergente), Informe Especial, 21-27 de enero de 2012.

(27)  Blanchard, Blot, Creel et al., Estudios para el Observatoire Français des Conjonctures Économiques.

(28)  A este respecto, es inaceptable que la troika pida a Grecia que venda a empresas extranjeras su participación mayoritaria en la compañía petrolífera nacional, ya que lograría un beneficio limitado de 50 000 millones de euros. Los ciudadanos griegos tienen razón al pensar que se trata de una medida ventajosa para los mercados pero no para los propios ciudadanos. Por lo tanto, el CESE propone que el Consejo Europeo pida a la Comisión que reevalúe el ajuste estructural pedido a Grecia a corto plazo para tener en cuenta los ingresos excepcionales previstos a largo plazo.

(29)  «Por primera vez en la historia de la UE estamos asistiendo al desmantelamiento de la democracia», Jürgen Habermas.

(30)  «Un país no puede realizar acciones que sean perjudiciales para otro de la zona del euro», M. Draghi.

(31)  «(…) desde que somos un diálogo y podemos oír unos de otros», del poema «Fiesta de la paz» de F. Hölderlin, 1770-1843.

(32)  El ejemplo de España, que tiene un nivel de deuda (68,5 % del PIB) inferior al alemán (81,2 % del PIB), constituye una demostración clara. Datos de Eurostat para 2011.

(33)  El Informe Spaak de 1956 reconoció que la integración de economías con eficiencias diferentes podría agravar las disparidades estructurales, sociales y regionales, así como la necesidad de compensarlas mediante políticas comunes estructurales, sociales y regionales.

(34)  1933: consecuencias de la política deflacionista aplicada por el canciller alemán Heinrich Bruning tras la crisis de 1929.

(35)  «No necesitamos una Europa alemana, sino una Alemania europea», H. Kohl.

(36)  2 % del PIB de la UE.