28.1.2012   

ES

Diario Oficial de la Unión Europea

C 24/56


Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre el tema «La nueva política exterior y de seguridad de la UE y el papel de la sociedad civil» (Dictamen de iniciativa)

2012/C 24/11

Ponente: Carmelo CEDRONE

El 14 de septiembre de 2010, de conformidad con el apartado 2 del artículo 29 de su Reglamento Interno, el Comité Económico y Social Europeo decidió elaborar un dictamen de iniciativa sobre el tema:

«La nueva política exterior y de seguridad de la UE y el papel de la sociedad civil».

La Sección Especializada de Relaciones Exteriores, encargada de preparar los trabajos del Comité en este asunto, aprobó su dictamen el 25 de mayo de 2011.

En su 475o Pleno de los días 26 y 27 de octubre de 2011 (sesión del 27 de octubre), el Comité Económico y Social Europeo aprobó por 111 votos a favor, 23 votos en contra y 23 abstenciones el presente dictamen.

1.   Conclusiones y propuestas

1.1   Estrategia

1.1.1   La Unión, a la luz de los importantes cambios que se están registrando y aprovechando la ocasión que ofrece la constitución del Servicio Europeo de Acción Exterior (SEAE) y la creación del puesto de alto representante para la política exterior, debe redefinir y actualizar su estrategia de política exterior, tanto por lo que se refiere a las políticas como a las zonas de intervención que deben recibir prioridad. Solo la puesta en común de intereses comunes y una gran labor de coordinación pueden facilitar la realización de este objetivo.

1.1.2   Europa supone un tercio del PIB mundial. Sin embargo, la UE solo es una comunidad económica. El papel de Europa adquiere todo su alcance ante el hecho de que, en la actualidad, por sí solos como Estados nación los países de la UE ya no pueden defender sus intereses, imponer sus valores a escala internacional ni afrontar los retos que ahora son transfronterizos, como las migraciones o el terrorismo. En consecuencia, un mayor compromiso conjunto en política exterior por parte de los Estados miembros también serviría para limitar la deriva intergubernamental o para prevenir acciones aisladas a título individual, como ha ocurrido recientemente. Si se confirmara esta tendencia, podría acelerar el declive no solo económico sino también político, que podría poner en peligro los propios valores democráticos en los que se basa la UE.

1.2   Políticas

1.2.1   La UE debe mantener ante todo sus valores en política exterior, defendiendo políticas y acciones comunes para preservar la paz, prevenir conflictos, desarrollar las acciones de estabilización, reforzar la seguridad internacional respetando los principios de la Carta de las Naciones Unidas, así como consolidar y apoyar la democracia, el Estado de Derecho, los derechos humanos fundamentales y los principios del derecho internacional, incluidas las normas fundamentales sobre el trabajo, además de asistir a la población en caso de catástrofes naturales o vinculadas a la actividad humana. Pero si Europa se compromete más allá de sus fronteras, no es únicamente por una voluntad humanitaria o por amor al prójimo, sino porque redunda en nuestro beneficio si queremos mantener la prosperidad en Europa. Del mismo modo hay que abordar el problema de los refugiados y crear perspectivas para las poblaciones en sus países.

1.2.2   La UE debe colocarse en primera línea en este ámbito, dentro de las Naciones Unidas, a quien corresponde la responsabilidad inicial del mantenimiento de la paz a escala internacional. Por lo tanto, es necesaria una estrecha cooperación entre la UE y las Naciones Unidas en el ámbito de la gestión de las crisis civiles y militares y, en especial, de las operaciones de ayuda humanitaria.

1.2.3   Además, el Comité Económico y Social Europeo (CESE) considera que deben reforzarse las acciones de política exterior integradas y comunes en los sectores de la seguridad y del suministro energético, la seguridad alimentaria y el cambio climático; en la regulación de los flujos migratorios y en la lucha contra la delincuencia organizada, los tráficos ilícitos, la piratería y la corrupción. Es un proceso de integración y coordinación en que deberá englobarse la política comercial. En conjunto, se trata de un compromiso considerable y complejo que requiere una adecuación del presupuesto de la UE destinado a la política exterior.

1.3   Zonas geográficas de intervención

1.3.1   La Unión está obligada a seguir todo lo que sucede fuera de sus propias fronteras e interesarse por ello, revisando su estrategia de alianzas. No obstante, todavía no dispone de todos los medios e instrumentos para llevarlo a cabo tal como sería necesario y como se requiere, con el fin de poder convertirse en un verdadero agente político a nivel internacional. No obstante, su principal reto no es la falta de instrumentos, sino la incapacidad para garantizar la coherencia en la gestión de los distintos instrumentos, así como la voluntad política de los Estados miembros al respecto.

1.3.2   Por ello, sin descuidar, al menos desde el punto de vista económico, sus relaciones con las grandes zonas del mundo como América del Norte, con la que mantiene una relación estratégica, América del Sur y el Caribe, con las que la Unión Europea ha establecido una asociación estratégica birregional, China, India y Rusia, la UE debe incrementar la atención que dedica al interior de sus límites geográficos y a sus propios vecinos, como ha hecho hasta ahora. A tal fin, es indispensable generar sinergias entre las relaciones bilaterales y regionales.

1.3.3   En esta perspectiva, resulta necesario completar el proceso de ampliación hacia los Balcanes, que constituyen una zona extremadamente sensible dentro de las fronteras de la Unión, continuar las negociaciones con Turquía y desarrollar una política de vecindad eficaz centrando su atención en la situación del Mediterráneo y de Oriente Medio.

1.3.4   A este respecto, debe volverse a impulsar la política mediterránea con nuevas bases, nuevas instituciones y nuevos organismos de cooperación, con medios e instrumentos operativos adecuados. Las peticiones de democratización y progreso civil procedentes de estos países deben ser escuchadas y acompañadas. La Unión tiene una responsabilidad fundamental para garantizar una transición rápida y sin conflictos hacia la democracia, no hacia nuevas dictaduras aunque estén camufladas, para no traicionar las aspiraciones de libertad, dignidad humana y justicia social de las poblaciones y los jóvenes.

1.3.5   A tal fin, resulta necesario destinar mayores recursos del presupuesto comunitario a la cooperación con estos países, con especial atención a la consolidación de las instituciones, el desarrollo económico y social, la creación de puestos de trabajo y de posibilidades de inversión en los países correspondientes.

1.3.6   A este respecto, resulta esencial el papel del CESE para realizar acciones e intervenciones de contacto interpersonales y desarrollar un vínculo orgánico con las organizaciones reales y representativas de la sociedad civil de las regiones del Mediterráneo y Oriente Medio, que son las que han originado los procesos actuales de transición, para apoyar el diálogo entre ellas y los gobiernos respectivos, así como reforzar la participación democrática en defensa de los derechos civiles y del Estado de Derecho.

1.3.7   África en su totalidad debe constituir la otra prioridad de intervención para la Unión, dado que su seguridad y estabilidad dependen en gran parte del desarrollo y el crecimiento democrático de ese continente, que está tan próximo. Si la Unión quiere superar las oleadas desestabilizadoras de migraciones masivas provocadas por la desertificación, las crisis alimentarias, el empobrecimiento de las poblaciones africanas, los regímenes corruptos y mentirosos y la falta de justicia y libertad, debe actuar con eficacia y rapidez alcanzando un pacto con este continente.

1.4   Organizaciones internacionales

1.4.1   Hay que impulsar medidas coordinadas y eficaces en los foros internacionales que favorezcan su profunda transformación para mejorar su funcionamiento respecto de los nuevos cometidos y las nuevas necesidades que deben afrontar. A este respecto, la UE debe conseguir hablar con una sola voz para llegar a tener un único representante.

1.4.2   En concreto, debería garantizarse la igualdad entre los derechos del trabajo recogidos en los convenios fundamentales de la OIT y los derechos económicos y de libre cambio. También en la OIT la UE debería expresarse con una sola voz.

1.4.3   El CESE considera que la UE debe desempeñar un papel cada vez más activo al respecto, con especial atención al proceso del G-20 y a la vinculación con los organismos más representativos de las Naciones Unidas, en particular el Ecosoc, donde debería representar una posición común. A este respecto, la reforma del Ecosoc podría permitir un avance y favorecer también una mejora de las posibilidades de expresión de la sociedad civil en su seno.

1.4.4   Hay que desarrollar políticas eficaces y duraderas para salvaguardar la zona del euro y crear instrumentos adecuados para luchar contra los movimientos especulativos a nivel internacional, eliminar los paraísos fiscales, reducir la competencia basada en el tipo de cambio entre las monedas, reactivar el crecimiento económico y el empleo para tener puestos de trabajo decentes (trabajo digno). La modificación del artículo 136 del Tratado es un primer paso importante; sobre todo, es propicia a una Europa comunitaria: se garantiza el papel central de la Comisión y la participación del Parlamento Europeo, lo que favorece el proceso democrático. Ello debería aplicarse también a la política exterior (modificación del artículo 24).

1.4.5   La participación de los interlocutores sociales y de las organizaciones de la sociedad civil es un requisito previo para la protección y la promoción de los valores en que se sustenta la convivencia internacional. La UE debe fomentar una amplia consulta del CESE, de la sociedad civil y de los interlocutores sociales para facilitar la participación en las futuras estructuras de gobierno de las organizaciones internacionales.

1.5   Política de seguridad

1.5.1   Respecto de la política de seguridad y defensa, hay que reforzar la Agencia Europea de Defensa y poner en práctica rápidamente las cooperaciones estructurales permanentes para lograr sinergias y ahorros útiles en los presupuestos nacionales, destinando los recursos ahorrados a inversiones productivas, la creación de nuevos puestos de trabajo o la reducción de la deuda pública.

1.5.2   Los instrumentos de seguridad y defensa de que dispone la UE deberían poder utilizarse y reconocerse como verdaderos instrumentos de seguridad regional.

1.5.3   En materia de seguridad, la Unión debería operar prioritariamente en su vecindad con intervenciones destinadas a estabilizar las zonas en crisis y mediante acciones de mantenimiento de la paz.

1.5.4   A tal fin, el CESE espera que, como ya ocurrió tras los acuerdos de Saint-Malo de 1998, las experiencias comunes se enmarquen dentro de la Agencia Europea de Defensa y se integren en la política de seguridad común.

1.6   El CESE

El CESE debe poder desempeñar su propio papel y aportar su contribución a la definición y aplicación de la política exterior de la Unión. Por ello, considera útil que se le consulte sobre las disposiciones relativas a la política exterior, en particular, para garantizar la transparencia y el seguimiento de las iniciativas. Conviene, por tanto, valorizar todos los dictámenes elaborados anteriormente por el Comité que proporcionan orientaciones sobre aspectos de la política exterior y de seguridad de la UE, así como los que se refieren a los instrumentos de cooperación que pueden incidir en la política exterior (1). La actuación del CESE al respecto podría resultar muy eficaz, ya que serviría de enlace entre la acción de los Estados miembros, la UE y las exigencias de la sociedad civil.

1.6.1   Ello resulta necesario para permitir la participación de la sociedad civil organizada y de la opinión pública en los procesos decisorios sobre temas de política internacional que tienen una repercusión más directa en la economía y la vida de los ciudadanos europeos.

1.6.2   A nivel internacional, el CESE puede hacer efectiva la política de la UE destinada a valorizar el papel de la sociedad civil en las negociaciones y en la puesta en práctica de los acuerdos celebrados. A partir de la experiencia acumulada y de las iniciativas ya adoptadas, considera que debe, por una parte, trabajar con los socios para dar curso a las negociaciones internacionales que lleva a cabo la UE y, por otra parte, estar integrado en el mecanismo para la aplicación y puesta en práctica de estos acuerdos, ya sean de asociación, comerciales o de otro tipo.

1.6.3   En concreto, el CESE continuará desarrollando, en el ámbito de los procesos de consulta y de los mandatos internacionales de participación que recibe, la labor de vínculo con las organizaciones de la sociedad civil de los países y regiones hacia los que debe orientarse prioritariamente la política de la Unión.

1.6.4   Por lo tanto, es necesario que el proceso de consulta del CESE se lleve a cabo, en las distintas fases, también por parte del servicio exterior común, para que el Comité pueda desarrollar adecuadamente su función en interés de los ciudadanos de la UE. A este respecto, se podría celebrar un protocolo de cooperación entre el CESE y el servicio exterior común sobre la base del que ya existe entre la Comisión y el CESE, un memorando de acuerdo en el que se fijen las normas y modalidades para un trabajo común estructurado.

1.7   Instrumentos y papel de la UE

1.7.1   Aprovechar el potencial del Tratado para que la Unión, por medio del SEAE, pueda consolidarse cada vez más en el contexto internacional hablando con «una sola voz», dando coherencia a las políticas comunitarias y a las de la UE con los Estados miembros y evitando divergencias espectaculares que solo sirven para dañar su imagen.

1.7.2   Valorizar instrumentos como las cooperaciones reforzadas en el marco de la política exterior para que surja un grupo de países que actúe como vanguardia y locomotora de una política exterior cada vez más integrada, creando de esta forma una estructura institucional más sólida y coherente para perseguir los objetivos comunes. Se puede poner en marcha suscribiendo un pacto para la política exterior como se ha hecho para el euro (Consejo de los días 24 y 25 de marzo de 2011).

1.7.3   Por consiguiente, el CESE considera que el proceso decisorio de la UE debe mejorarse y ser más eficaz, especialmente para incrementar la relevancia de la UE a nivel internacional. En este sentido, el CESE espera que la UE encuentre las modalidades y las propuestas justas para actuar con una voz común en materia de política exterior.

1.8   Prioridades a corto plazo

1.8.1   Todos los órganos de la CE que participan en la creación del servicio exterior común deben hacer el máximo esfuerzo por colaborar, evitando que ello se limite a añadir una nueva dirección general a las ya existentes.

1.8.2   Debe insistirse para lograr un acuerdo a escala internacional que evite, sobre la base de las propuestas presentadas por la UE en el G-20, la repetición de las especulaciones financieras, que siguen latentes.

1.8.3   Debe situarse al Mediterráneo en el centro de iniciativas inmediatas y concretas de la UE.

1.8.4   Debe darse una aplicación concreta a las conclusiones del Consejo Europeo sobre la asociación estratégica de la Unión del 16 de septiembre de 2010 y de los días 24 y 25 de marzo de 2011.

1.8.5   Debe aplicarse de forma concreta y oportuna el artículo 11 del Tratado de Lisboa, pidiendo a todas las instituciones que respeten la obligación de consulta al CESE y que dialoguen intensamente sobre temas que pueden tener una repercusión directa o indirecta en la sociedad civil, en estrecha relación con el PE y los parlamentos nacionales.

2.   Introducción

2.1   La política exterior de la UE tiene la posibilidad de realizar un salto cualitativo con el nuevo Tratado si los gobiernos lo permiten. De esta forma, la Unión puede ver reforzado su papel de agente político a escala internacional. El nuevo Tratado, aunque todavía no se corresponde con las necesidades objetivas de la Unión, ha generado muchas esperanzas en los Estados miembros y a nivel mundial. En la actualidad, se trata de dar una aplicación concreta a las modificaciones introducidas y de responder de forma adecuada a las expectativas de la sociedad internacional, si no se quiere dañar la credibilidad de la UE. La realización de este objetivo no podrá lograrse sin la participación activa y la plena inclusión de la sociedad civil. El Comité Económico y Social Europeo (CESE) está plenamente legitimado por el artículo 11 del Tratado de Lisboa como representante de la sociedad civil organizada para contribuir a la política exterior y de seguridad de la Unión Europea, por lo que la UE y el SEAE deben asociarlo directamente.

3.   Nuevo marco internacional

3.1   Tradicionalmente la UE ha tenido un papel más bien marginal en política exterior; en la actualidad, tiene posibilidades que debe hacer valer para detener su declive. En efecto, los Estados miembros, por separado, tienen un papel cada vez más marginal ante el nuevo marco internacional en rápida y continua evolución. Para ello es necesaria una mayor solidaridad infraeuropea, con un traspaso de competencias de cada país al nivel común de toda la UE, evitando la competencia entre Estados miembros, casi siempre perjudicial.

3.2   Hoy más que nunca la Unión Europea tiene ante sí numerosos retos globales que exigen una mayor cohesión y objetivos comunes para afrontar amenazas cada vez más complejas que están cambiando el equilibrio geopolítico hacia un mundo multipolar: en Oriente Medio, con especial referencia a la cuestión israelo-palestina que sigue abierta, Irán, Afganistán, Iraq, Sudán y otras zonas del mundo siguen existiendo conflictos sin resolver o zonas de tensión. Todo el norte de África está inflamado por movimientos de revueltas contra regímenes autoritarios y resulta difícil prever la salida. La seguridad de los Estados está en peligro por amenazas globales de diverso tipo, incluida la intolerancia religiosa o los nuevos programas nucleares como el iraní.

3.3   Hay otros factores muy importantes que son o pueden llegar a ser elementos de inestabilidad y revuelta, como la seguridad alimentaria, el crecimiento demográfico, las desigualdades sociales, que van en aumento, los desequilibrios comerciales y, por último, la lucha por las tierras y los metales raros, que deberían afrontarse en el origen. Se trata de cuestiones relacionadas en su totalidad con la globalización que, no obstante, ha ofrecido nuevas posibilidades a los países para luchar contra la pobreza, el desempleo, etc.

3.4   La UE está ante una situación que la «obliga» a actuar, ya que se halla en «estado de necesidad». Pero debe hacerlo con más rapidez y sin retrasos, mejor de lo que ha sucedido, por ejemplo, con el fondo de apoyo al euro, en el Mediterráneo, en Oriente Medio, etc. Una política exterior común constituye un buen antídoto contra todo ello y un óptimo instrumento para defender mejor los intereses de la UE, sus empresas y sus ciudadanos. La crisis del Mediterráneo podría constituir la ocasión para poner en marcha una política exterior común por parte de la UE.

4.   Razones y objetivos de una política exterior y estado de la Unión

4.1   El proceso de globalización y la crisis financiera han puesto de relieve e incrementado la exigencia de nuevas normas para las finanzas y la necesidad de una mayor gobernanza europea y mundial, que debe ser defendida por la UE. De ello se deriva la necesidad de que los Estados miembros actúen estrechamente coordinados y se pronuncien de forma unitaria en las organizaciones internacionales en las que están representados de manera individual y quizá de manera excesiva respecto de su peso en el marco internacional. Las delegaciones de la Unión Europea deben poder representar la posición de la UE en todas las organizaciones internacionales (artículo 34 del Tratado de la Unión Europea), comenzando por el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas (véase la decisión del Consejo Europeo de los días 24 y 25 de marzo de 2011).

4.2   El CESE considera que la UE, para ejercer esta acción unitaria, debe contar con una visión estratégica común ante los retos y oportunidades que ofrece la globalización, estableciendo prioridades políticas y áreas de intereses prioritarias, así como actuar de forma progresiva para ampliar el alcance de las intervenciones en función de los medios y la capacidad de acción. Con tal fin, es imprescindible que la UE defina una estrategia de las alianzas en un sistema multipolar a escala global. Debería partirse de la transatlántica que debe ser reforzada, por medio de una síntesis política unitaria, dado el vínculo bilateral que existe desde hace mucho. Ello serviría para detener el debilitamiento de las relaciones entre las dos orillas del Atlántico que se registra en la actualidad. Todo ello obliga a la Unión a ejercer con convicción y credibilidad su papel, para favorecer de manera concreta un sistema multipolar y un sano equilibrio Norte-Sur, desarrollando su acción hacia América Latina, Asia y, en especial, el continente africano.

4.3   La UE debe prestar más atención a sus decisiones. En efecto, el desinterés mostrado en los últimos años hacia las peticiones de la sociedad civil de la orilla sur del Mediterráneo, donde el proceso de Barcelona primero y la Unión por el Mediterráneo después registraron un fracaso considerable, pone en peligro la seguridad de una frontera vital para la propia estabilidad de la Unión Europea. La Unión debe afrontar de forma responsable este complejo problema como una oportunidad, dando respuesta a las reivindicaciones de progreso civil, económico y social procedentes de la sociedad civil de estos países y favoreciendo la consolidación de la democracia y del Estado de Derecho.

4.4   Esta reflexión debe ampliarse al resto del continente africano, donde la Unión no puede dejar la iniciativa a China, único país que está extendiendo su influencia por la zona, y olvidar sus responsabilidades derivadas de la historia y la geografía, por lo que debería alcanzarse un acuerdo con todo el continente.

4.5   Una «política exterior» más activa y eficaz de la Unión, que ha funcionado hasta ahora, se ha materializado mediante la ampliación gradual de sus límites geográficos hacia el este y el sur. Este proceso todavía debe completarse con las negociaciones actuales que se mantienen con los países balcánicos y Turquía, que no pueden aplazarse sine die; al contrario, deben afrontarse de manera abierta, sin ideas preconcebidas ni temores por ambas partes.

4.6   Debe actuarse en interés recíproco, mediante formas de asociación con países o áreas regionales, en favor de un desarrollo equilibrado que sitúe a la «persona» en el centro del interés y de la acción común, sin infravalorar los intereses estratégicos de la Unión y de sus ciudadanos. La UE siempre debe defender y fomentar el contenido del modelo social europeo y basar sus acuerdos en los derechos fundamentales y los derechos laborales.

4.7   El CESE considera que existe toda una serie de políticas que tienen una correspondencia en el ámbito de las relaciones exteriores de la UE, en las que el papel de la sociedad civil resulta ineludible dadas las fuertes repercusiones dentro de la Unión. En concreto, cabe pensar en los derechos, las normas para las finanzas especulativas, la política monetaria, (el euro como moneda de reserva y como instrumento de política económica internacional), energética (a menudo usada como un arma de chantaje), medioambiental y comercial, la seguridad alimentaria, la seguridad y la lucha contra el terrorismo, así como la inmigración, la corrupción, etc.

4.8   Por lo tanto, sería importante una información objetiva, concreta y eficaz de la Comisión Europea, con la participación del CESE, sobre las acciones que lleva a cabo la UE en política exterior, sobre su significado y su valor añadido, respecto de la actuación nacional. No se suele hacerse o, cuando se hace, procede de los Estados miembros de forma distorsionada. A este respecto, es muy importante la participación del Parlamento Europeo y de los parlamentos nacionales.

4.9   Con todo ello se corre el riesgo de que los pueblos europeos se sientan desorientados y tengan dudas sobre la utilidad y el papel de la Unión. De hecho, con frecuencia la clase política de los distintos Estados miembros no está interesada en valorizar el trabajo que se realiza en Bruselas; está más preocupada por su supervivencia a corto plazo que por comprometerse en un proyecto estratégico a largo plazo y de gran envergadura.

4.10   En cambio, la Unión Europea sigue siendo un modelo de desarrollo equilibrado y sostenible, que debe ampliarse a los países vecinos, basado en los valores del derecho, la democracia y la convivencia pacífica. Su poder de convicción (soft power) y su «diplomacia transformacional» han permitido estabilizar nuestro continente llevando el proceso democrático y la prosperidad a muchos Estados por medio de las políticas de ampliación y de vecindad.

4.11   Pero puede no ser suficiente. El Consejo Europeo del 16 de septiembre de 2010 afirmó que la Unión Europea debe ser un actor mundial efectivo, dispuesto a compartir la responsabilidad de la seguridad mundial y a tomar la iniciativa a la hora de formular respuestas conjuntas a retos comunes.

4.12   La Unión sigue siendo el principal donante para los países que necesitan ayuda, por lo que debe capitalizar mejor la política de cooperación. Es la primera potencia comercial del mundo y sus posiciones en política medioambiental son las más avanzadas, como demuestra la reciente cumbre de Cancún. Por lo tanto, tiene el derecho y el deber de participar en primera línea y de orientar la definición de las nuevas reglas del orden multilateral.

4.13   Las Naciones Unidas se sitúan en la cúspide del sistema internacional. Debemos renovar el multilateralismo para afrontar los retos políticos y económicos. Deberá actuarse en profundidad en todos los marcos internacionales y contribuir a renovar radicalmente instituciones como el FMI, el Banco Mundial y la OMC. Además, hay que conceder al G-20 un papel más orgánico y concreto para mejorar la reglamentación de las transacciones económicas y financieras, tal como se pide desde hace tiempo, sin crear jerarquías adicionales.

5.   Política de seguridad

5.1   La Unión ha desarrollado una política de seguridad y de defensa común creando instrumentos para la gestión de crisis, en función de la diversidad de posiciones de los Estados miembros. Debe desempeñar un papel estabilizador fundamental en los países limítrofes. Por ello la Unión debe defender la consolidación y el respeto de los principios que sustentan la convivencia pacífica internacional por parte de todos los Estados, siendo consciente de que los derechos fundamentales no son negociables.

5.2   La UE hace tiempo que participa directamente (o por medio de los propios Estados miembros) en diversas misiones civiles y militares. Se trata de un compromiso global que a veces resulta puramente simbólico. Los instrumentos de que dispone la UE deberían reforzarse y utilizarse como verdaderos instrumentos de seguridad regional, y deberían ser reconocidos como tales. La UE debe intervenir de manera concreta utilizando todos sus instrumentos, como el SEAE y el Alto Representante/Vicepresidente de la Comisión.

5.3   En el ámbito de la seguridad, la Unión debería operar prioritariamente en la llamada «vecindad» (regiones vecinas): Europa Oriental, Cáucaso, Balcanes, Mediterráneo y África, con una combinación de intervenciones destinadas a estabilizar las zonas de crisis mediante acciones de mantenimiento de la paz, consolidación de las instituciones y desarrollo económico. Es justamente en estas zonas en las que la sociedad civil puede desempeñar un papel importante para favorecer un desarrollo pacífico. El CESE ya es muy activo y está desarrollando una valiosa labor en esta dirección.

5.4   Incluso un sector tradicionalmente reservado a la soberanía de los estados como la política de seguridad y defensa adquiere cada vez más importancia para la sociedad civil y la opinión pública europea, dadas las implicaciones estratégicas, presupuestarias y sociales que pueden tener las decisiones relativas a estos sectores.

5.5   En esta óptica, la UE y la OTAN deben desarrollar e intensificar su asociación estratégica para mejorar su cooperación en materia de gestión de crisis. La política común de seguridad y defensa de la Unión Europea, además de ser un elemento determinante de la PESC, se considera parte integrante del nuevo concepto estratégico de la Alianza Atlántica, decidido en Lisboa el 20 de septiembre de 2010 con la participación de las altas instancias de la OTAN y la UE.

6.   El papel del CESE

6.1   El objetivo de las actividades del CESE en el ámbito de las relaciones exteriores es expresar el punto de vista de la sociedad civil organizada sobre las políticas de la UE relativas al comercio, ampliación, desarrollo y asuntos exteriores.

6.2   El CESE realiza un seguimiento de las relaciones entre la Unión Europea y muchos países del mundo, especialmente los países y regiones con los que la Unión Europea mantienen relaciones estructuradas, y desarrolla relaciones con las sociedades civiles de estos países y regiones. Se han establecido estrechas relaciones con los interlocutores económicos y sociales y otras organizaciones de la sociedad civil de terceros países para formular propuestas principalmente sobre asuntos económicos y sociales y para favorecer el refuerzo de la sociedad civil. En este marco se han adoptado declaraciones conjuntas destinadas a las autoridades políticas.

6.3   Las relaciones con nuestros homólogos se llevan a cabo por medio de comités permanentes. De esta forma, existen comités consultivos mixtos con los países candidatos (Turquía, Croacia y antigua República Yugoslava de Macedonia) y con los países con los que está vigente un acuerdo de asociación (los países del Espacio Económico Europeo). Existen grupos de contacto para los Balcanes Occidentales, Rusia, Japón y los países vecinos de Europa del Este. Además, hay comités de seguimiento que trabajan con sus homólogos en los ámbitos de las relaciones con África, Caribe y Pacífico, con América Latina y en el marco de la Unión por el Mediterráneo. También hay mesas redondas de la sociedad civil que se reúnen de forma periódica con los CES de Brasil y China.

6.4   Dentro de estas políticas específicas, por ejemplo, el CESE ha desarrollado actividades importantes en tres ámbitos:

en la política de desarrollo, el CESE colabora regularmente con la Comisión para facilitar la contribución de la sociedad civil organizada a las sucesivas propuestas de la DG Desarrollo, tanto en forma de dictámenes como de recomendaciones comunes elaboradas con las organizaciones de la sociedad civil de los países ACP;

en la ampliación de la UE, mediante el trabajo que el CESE desarrolla con los países candidatos, con los que establece comités consultivos mixtos de la sociedad civil. Estos comités permiten compartir conocimientos técnicos, experiencias e información sobre el alcance de las políticas comunes y sobre la aplicación efectiva del acervo comunitario, actuando de enlace entre la UE y las organizaciones socioprofesionales de dichos países;

en la política comercial, el CESE garantiza el seguimiento de las negociaciones y quiere garantizar el control de la repercusión económica y social y medioambiental de los acuerdos que celebre la UE como intermediario de los mecanismos creados de forma paritaria con la sociedad civil de los países o regiones participantes, en su calidad de portavoz de la sociedad civil organizada. Ello puede lograrse por medio de una mayor participación en las negociaciones de los acuerdos internacionales de la UE, que deben prever de forma explícita la presencia y el papel de la sociedad civil organizada.

6.5   Además, se ha confiado al CESE la labor de participar en el seguimiento de la aplicación de los acuerdos comerciales celebrados entre la UE y el Cariforum, la UE y América Central y la UE y Corea. La multiplicación de las negociaciones comerciales debería incrementar este papel de forma considerable. El CESE también se ocupa del control de los instrumentos europeos para la democracia y los derechos humanos y del instrumento para la cooperación internacional, mediante reuniones específicas con la Comisión e interacciones con el Parlamento Europeo que ejerce, respecto de estos instrumentos, un derecho de control («droit de regard»).

6.6   Por todo ello, el CESE puede contribuir de manera significativa a la mejora de la coherencia de las políticas comunitarias, que tienen una repercusión creciente en la política internacional y están condicionadas por ella. Basta pensar en la estrecha interconexión que existe entre las políticas que se desarrollan dentro del mercado interior y en el marco internacional sobre los sectores económico y financiero, monetario, energético, medioambiental, comercial, social, agrario, industrial, etc. La actuación del CESE podría ser muy eficaz y actuar como transmisor a la hora de vincular la acción de los Estados miembros y de las instituciones comunitarias con las exigencias expresadas por la sociedad civil.

6.7   El CESE considera que estos objetivos deben perseguirse por medio de una representación adecuada de la sociedad civil y una acción más decidida en las organizaciones internacionales comenzando por el Consejo Económico y Social de las Naciones Unidas, la OIT y las instituciones económicas y financieras, que hace ya demasiado tiempo que requieren una profunda reforma para reflejar en su seno los rápidos cambios que observamos en la actualidad y para garantizar una mayor transparencia en los procesos decisorios, que suelen carecer de sistemas eficaces de supervisión.

6.8   El Tratado de Lisboa ofrece a la UE en su conjunto la posibilidad de actuar de común acuerdo con la sociedad civil, modelo que debe darse a conocer y destacarse en el marco internacional. El CESE, con arreglo al artículo 11 del Tratado, puede desempeñar un papel fundamental en el ámbito de la política exterior contribuyendo a la realización de la democracia participativa en la que se basa la Unión, como expresión y garantía ante los ciudadanos de una «diplomacia cívica», también respecto de la transparencia de las iniciativas. Por estos motivos así como por el trabajo realizado hasta ahora en el ámbito internacional, el CESE considera que debe ser, como ya ocurre en otras políticas, uno de los interlocutores fundamentales de la Comisión Europea, a través del nuevo servicio diplomático (SEAE), del Parlamento y del Consejo para la elaboración y el seguimiento de la política exterior. A este respecto, el CESE propondrá al SEAE la elaboración de un memorando de acuerdo entre ambas instituciones que permita estructurar mejor la participación de la sociedad civil en la política exterior de la UE, ya sea por medio de solicitudes de dictamen o por otros mecanismos de consulta periódica.

6.9   El CESE hace tiempo que desarrolla una actividad muy intensa en la esfera internacional; ha creado una red con organizaciones similares de diversas zonas del mundo y se ha convertido en representante de los principios en los que se basa la Unión y de las reivindicaciones de la sociedad civil respecto de la economía, la cohesión, la asociación, la lucha contra las discriminaciones y las desigualdades sociales.

6.10   El CESE pide que haya una mayor coherencia entre las acciones de las distintas Direcciones Generales de la Comisión Europea y de los diversos organismos de la UE. Asimismo, considera que la OMC debería poner los derechos laborales en el mismo plano que los económicos y de libre cambio mientras haya países que no apliquen o ignoren completamente las normas fundamentales de la OIT. Las consecuencias de estas decisiones recaen en la sociedad civil, las empresas y los trabajadores. Por ello, el CESE considera que la UE debería defender una concepción más ambiciosa y justa de la globalización, para evitar que la recuperación sin creación de empleo (jobless recovery) se convierta en algo permanente.

6.11   El CESE considera que la sociedad civil organizada debe participar de manera más activa en las cuestiones de política internacional, mediante una vinculación directa y una consulta regular por parte del SEAE. El CESE quiere evitar que los ciudadanos de la Unión carezcan de una información correcta sobre los acontecimientos que les afectan directamente.

6.12   A este respecto, el CESE puede servir de transmisor para llevar al nivel europeo el debate sobre las cuestiones que ya no pueden resolverse a nivel nacional: migraciones, energía, vecindad, medio ambiente, cambio demográfico, corrupción, asuntos sociales y alimentarios, comercio y desarrollo, etc. Además, el CESE puede mantener de actualidad estos debates incluso cuando exista el riesgo de que otros asuntos urgentes los releguen de la agenda europea.

6.13   El CESE puede aportar a las instituciones europeas la experiencia y la capacidad de análisis de políticas específicas de la UE con arreglo a puntos de vista nuevos que representan los intereses específicos de los sectores afectados: fomento de la economía social en los terceros países, intereses de los agricultores en el comercio internacional de alimentos, papel de la sociedad civil en la política de desarrollo, gestión internacional del agua, comercio internacional de los productos agrarios en el marco de la OMC, pequeña empresa, cohesión social, integración regional, etc.

Bruselas, 27 de octubre de 2011.

El Presidente del Comité Económico y Social Europeo

Staffan NILSSON


(1)  Véase por ejemplo los dictámenes sobre La dimensión exterior de la Estrategia de Lisboa renovada (DO C 128 de 18.5.2010, p. 41-47); sobre la Integración regional para el desarrollo de los países ACP (DO C 317 de 23.12.2009, p. 126–131); sobre las Evaluaciones de impacto sobre la sostenibilidad (EIS) y política comercial de la Unión Europea (DO C 218 de 23.7.2011, p. 14-18); sobre el Instrumento de la Unión Europea para la financiación de la cooperación al desarrollo: el papel de la sociedad civil organizada y de los interlocutores sociales (DO C 44 de 11.2.2011, p. 123–128); y sobre el Instrumento europeo para la Democracia y los Derechos Humanos (IEDDH) (DO C 182 de 4.8.2009, p. 13–18).