22.9.2010   

ES

Diario Oficial de la Unión Europea

C 255/10


Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre el tema «La crisis financiera y su impacto en la economía real»

(Dictamen de iniciativa)

(2010/C 255/02)

Ponente: Carmelo CEDRONE

El 26 de febrero de 2009, de conformidad con el apartado 2 del artículo 29 de su Reglamento Interno, el Comité Económico y Social Europeo decidió elaborar un dictamen de iniciativa sobre el tema:

«La crisis financiera y su impacto en la economía real».

La Sección Especializada de Unión Económica Monetaria y Cohesión Económica y Social, encargada de preparar los trabajos del Comité en esta materia, aprobó su dictamen el 13 de noviembre de 2009 (ponente: Carmelo Cedrone).

En su 458o Pleno de los días 16 y 17 de diciembre de 2009 (sesión del 16 de diciembre), el Comité Económico y Social Europeo ha aprobado por 122 votos a favor, 75 en contra y 33 abstenciones el presente Dictamen.

1.   Conclusiones y propuestas

1.1   El CESE estima que ante una crisis como la actual es necesaria una gran voluntad de coordinación de las intervenciones por medio de esfuerzos comunes adecuados a la gravedad de la situación, a fin de determinar las acciones y las propuestas a corto y largo plazo que puedan favorecer la recuperación y evitar la repetición de los hechos que han originado los problemas actuales.

1.2    Finanzas internacionales : sobre la base de las orientaciones que ya ha expresado el CESE, habría que recordar que es necesario aprobar rápidamente un sistema de normas que, al tiempo que permita la libre circulación de capitales, introduzca un sistema de supervisión y sanciones capaces de impedir que se reproduzcan los efectos negativos de un sistema carente de «controles». Normas capaces de restablecer un mercado más íntegro y transparente. Condición que se también se vería favorecida por la eliminación de los paraísos fiscales, del secreto bancario y de algunos mecanismos perversos anteriores vinculados a valores especulativos. Es necesario volver a diferenciar entre banca comercial y banca de inversiones.

1.3    Finanzas europeas : es necesario completar el mercado único de las finanzas europeas para garantizar no sólo una mayor transparencia, flexibilización de las transacciones e información adecuada para todos los operadores, sino también un sistema de supervisión a cargo del BCE y del sistema de bancos centrales (SEBC-BCE) respecto de las competencias de orientación y coordinación internacional de las actividades de supervisión. Por su parte, la gestión diaria, el control y el seguimiento de los mercados financieros de cada país pueden encomendarse a los organismos nacionales de supervisión (1).

1.4    Sistema monetario : el CESE considera oportuno y necesario que se profundice en la cuestión del sistema monetario internacional para estabilizar los mercados cambiarios y evitar una competencia desleal dentro de la OMC en cuanto al comercio internacional.

1.5    Apoyar la economía real y las empresas : gobernanza económica

Sería necesario establecer un segundo plan europeo de apoyo más sólido con respecto a los recursos y planteamientos de las intervenciones que deben llevarse a cabo en los distintos sectores económicos de diversos países, incluso mediante reformas estructurales o, al menos, a título subsidiario, un plan fuertemente coordinado para enviar un mensaje positivo a las empresas y ciudadanos europeos sobre el valor añadido y la calidad de la integración europea,

reformular de manera radical las diversas políticas con las que cuenta la UE (Fondos Estructurales, cohesión, PAC, medio ambiente, formación, investigación, Estrategia de Lisboa, etc.) a partir de la simplificación de los procedimientos y reglamentos,

financiar un sistema de redes europeas (de energía, transportes, comunicaciones) por medio del lanzamiento de un «empréstito» comunitario y apoyando el desarrollo de una asociación entre el sector público y el privado,

acordar una línea común de intervención para los bancos europeos a fin de estimularles a reabrir los flujos normales de crédito para las empresas, con modalidades especiales para las PYME, por ejemplo, a través de una prórroga de la deuda, la activación de un fondo de garantía o con financiación directa por parte del Estado o del BEI,

permitir que los trabajadores de las PYME accedan, cuando no sea así, a los «amortiguadores sociales» en apoyo del empleo,

coordinar las intervenciones de la política fiscal para estimular la demanda, la recuperación y el empleo, junto con medidas de carácter macroeconómico y monetario,

hacer que el mercado laboral, actualmente demasiado segmentado, sea «más europeo», es decir, más integrado mediante vasos comunicantes, gracias a la eliminación de los obstáculos existentes dentro de los países y entre ellos; es necesario un mercado laboral incluyente, es decir, capaz de recuperar no sólo a los desempleados de corta o larga duración, sino también a aquellos que nunca han tenido un trabajo (casi 100 millones de europeos). Es evidente que ello debe lograrse respetando las normas sociales y económicas de los trabajadores del país de destino,

adoptar medidas para atraer la inversión en la industria –también la inversión procedente del exterior–, garantizando que Europa ofrezca, frente a otras regiones, ventajas comparativas gracias a su legislación en materia de competencia, las normas y los acuerdos para favorecer el empleo, su productividad laboral y sus regímenes fiscales. Los niveles de desempleo sirven para reflejar en qué medida los empresarios y las empresas internacionales pasan por alto la capacidad humana de la UE.

1.6    Ayudar a los ciudadanos europeos : cohesión y gobernanza social

Es necesario llegar a un acuerdo entre todas las partes interesadas, un «pacto europeo para el crecimiento, el desarrollo sostenible, la competitividad y el empleo», que vuelva a situar a las personas, la cohesión y la solidaridad en el centro del sistema económico y evite las graves consecuencias de la crisis para los ciudadanos y trabajadores,

prever formas de participación de los trabajadores en la vida de las empresas para crear o ampliar la «democracia económica»; asimismo, debe mejorarse y ampliarse el diálogo social,

promover un cambio de «política de consumo» del ámbito privado al colectivo, por ejemplo, las grandes redes, mediante inversiones que mejoren la calidad y disponibilidad de los servicios,

aumentar el fondo de ajuste a la globalización, llevar a cabo un programa a favor de los jóvenes (en colaboración con las universidades) que deseen constituir una empresa y para los trabajadores despedidos que deseen establecerse por cuenta propia, utilizando también las empresas de la economía social como alternativa,

acordar medidas que permitan reducir la fiscalidad sobre el trabajo,

ampliar progresivamente el programa Erasmus a todos los estudiantes universitarios que deseen participar en él,

simplificar al máximo todos los procedimientos comunitarios,

ampliar el pacto a las empresas y empresarios nacionales e internacionales para que dirijan sus inversiones a los Estados miembros en lugar de destinarlas a otras regiones y comenzar así a crear empleo para el excedente de recursos humanos que se registra en la UE.

Construir una UE política desde la base : gobernanza política (en perspectiva)

1.7.1   Es necesario impedir, en perspectiva, que los ciudadanos sigan pagando el precio de la NO Europa, como han demostrado ampliamente las limitaciones de la intervención comunitaria en torno a la crisis, limitaciones que no se deben a que haya demasiada Europa, sino, por el contrario a que hay demasiado poca. El Tratado de Lisboa constituye un avance considerable en este sentido. El CESE participará en los nuevos acuerdos institucionales y dará su opinión a la nueva Comisión y al nuevo Parlamento por lo que respecta a las nuevas competencias conferidas por el Tratado.

1.7.2   La UE debe situar en el centro de su reflexión el tema del «déficit democrático» y de la democracia de sus órganos, incluso mediante nuevas formas de participación directa de los propios ciudadanos y de la «sociedad civil», que no puede permanecer inactiva ante la aparición de nuevas injusticias y nuevos poderes.

1.7.3   Todo ello exige dar de manera efectiva una representación externa a la UE; crear un «espacio político europeo» que cuente con los instrumentos necesarios para contrarrestar los nuevos equilibrios que se están formando en el ámbito económico y político internacional, incluso después de la crisis, y que amenazan con debilitar los derechos de los ciudadanos, además de empobrecerlos. Una vez más, el CESE apoyará la labor de la nueva Alta Representante de la Unión para Asuntos Exteriores y Política de Seguridad y seguirá dando su opinión en todo lo referente a la sociedad civil en el escenario internacional.

2.   Introducción

2.1   El Comité Económico y Social Europeo (CESE) ha considerado oportuno elaborar este dictamen de iniciativa para presentar una visión de conjunto de la crisis y sugerir propuestas a la Comisión y al Consejo, en su calidad de representante de la economía real y de la sociedad civil organizada, especialmente respecto de la recuperación de los flujos financieros para las empresas, el crecimiento y el empleo.

2.2   En efecto, durante años nos hemos encontrado ante el efecto de una euforia generalizada (Samuelson) provocada por una información imprecisa que destacaba la voz de los «expertos», quienes avalaban la «validez» de todo lo que sucedía, la superioridad del modelo «vigente», y sostenían que tarde o temprano el mercado regularía todo y eliminaría los «excesos».

2.3   A pesar de todo, el CESE está convencido de que los esfuerzos de las empresas y los trabajadores, conscientes de su responsabilidad económica y social, imprimirán un giro positivo a la crisis si reciben el apoyo adecuado de los poderes públicos nacionales y europeos.

3.   ¿Dónde nos encontramos? La crisis financiera internacional

Orígenes : los orígenes de la crisis son demasiado conocidos como para volver a examinarlos. No obstante, el CESE considera útil recordar por lo menos dos causas que constituyen una premisa: la evolución de las finanzas internacionales, apoyada en la cultura económica ultraliberal, ha terminado por alimentarse a sí misma y no a la economía real, provocando una «megainflación» financiera. Todo ello con normas escasas, insuficientes y apenas respetadas, lo que constituye la segunda causa de la crisis. Las normas que existían no han funcionado o no han sido aplicadas por los organismos de supervisión ni las agencias de clasificación, cuyo comportamiento ha mermado la transparencia de los mercados (2).

3.1.1   Resulta ahora evidente que, durante la burbuja financiera, los bancos participaron, de manera consciente o inconsciente, en actividades de alto riesgo para las que las disposiciones y precauciones en vigor resultaban completamente insuficientes. En el marco de los servicios bancarios para particulares, para conseguir volumen, se concedieron préstamos imprudentes por medio de hipotecas y tarjetas de crédito. En el marco de los servicios bancarios de inversiones, estos préstamos y otros como la financiación de adquisiciones de empresas mediante emisiones de deuda se «empaquetaban» y volvían a empaquetar en complejos derivados y se comercializaban sin el debido control o las reservas adecuadas. Se sabe que se utilizaban incentivos inapropiados para aquellos ejecutivos y miembros del personal cuyas actividades tenían consecuencias para el perfil de riesgo del banco y que, como resultado, las recompensas personales tenían mayor prioridad que los intereses de la mayoría de los accionistas del sistema bancario o de los ciudadanos que desconocían dichos riesgos y habían comprado los valores. Una condición, sin embargo, que no justifica el uso incorrecto y los abusos sin escrúpulos a los que hemos asistido. Un comportamiento que ha perjudicado a todo el sistema financiero y que da una imagen muy negativa de él.

3.2    Causas : una degeneración que fue posible por la falta de políticas, las omisiones y los errores cometidos por los gobiernos, no sólo en el ámbito de las finanzas sino también en el de las políticas macroeconómicas y monetarias. A nivel mundial, cabe citar el ejemplo del laxismo de la política presupuestaria estadounidense. Con una UE carente de instrumentos suficientes para actuar y un modelo socioeconómico atacado desde varios frentes como si fuera la causa de todos los males. Con organismos internacionales demasiado débiles para poder intervenir. Un período que ha durado demasiado. A menudo el poder político se ha escudado tras la globalización, culpándola de todo y asumiendo así una gran responsabilidad por las causas que han dado lugar a la crisis (1).

Consecuencias : los efectos han sido desastrosos, pero no hay que caer en el pesimismo. Desgraciadamente, una parte de la economía financiera fue víctima de la euforia y de la avidez, de la especulación y de una irresponsabilidad difusa. Asimismo, la fuerte concentración bancaria (hasta el punto de generar la convicción de que «los bancos son demasiado grandes como para dejarlos quebrar») y el fracaso de la gestión del riesgo no podían sino provocar las consecuencias actuales a través de un efecto dominó sin obstáculos. De esta forma, la crisis financiera inicial se transformó en crisis macroeconómica y se trasladó a la economía real. Por ello, actualmente nos enfrentamos a una crisis financiera, que se ha extendido a los sectores productivos provocando una crisis económica, monetaria, comercial y social y, en consecuencia, una crisis de confianza.

3.3.1   En honor a la verdad habría que señalar, no obstante, que en los últimos treinta años se ha producido un desarrollo y un crecimiento económico a escala mundial desconocidos en épocas anteriores, en particular en los países en desarrollo. Un crecimiento que fue posible igualmente gracias al desarrollo de los mercados financieros que muchos aprovecharon, creyendo que este estado de cosas podría prolongarse en el tiempo sin problemas.

3.3.2   Sin duda, la crisis tendrá consecuencias en el reajuste de los poderes a escala mundial y nacional, como ya ha demostrado la reunión del G-20 en Pittsburgh. Al finalizar la crisis surgirá una nueva «geografía» económica y política. Así pues, la crisis financiera original ha pasado a convertirse en una crisis macroeconómica que se ha propagado a la economía real provocando una caída del PIB y un claro aumento de la tasa de desempleo. En este contexto, el CESE se pregunta por la posición de la UE y el papel que deberá desempeñar en el futuro.

4.   ¿Qué hacer? Instrumentos para intervenir y luchar contra la crisis

4.1   Reordenar el sistema financiero

El CESE considera satisfactorios los resultados de las reuniones del G-20 en Londres y del G-8 en L'Aquila, porque han ido más allá de las previsiones pesimistas anteriores y han demostrado que la economía y las finanzas mundiales sólo pueden gobernarse conjuntamente. Se ha aprobado el principio de «gobernanza mundial», que devuelve a la política el espacio que se merece. Cabe esperar que también los Gobiernos europeos extraigan las debidas conclusiones (punto 4.4). No obstante, los resultados deben aplicarse de forma concreta y eficaz, más allá de las modificaciones del Acuerdo de Basilea II, mediante un Basilea III que establezca la reordenación y la reforma de los organismos internacionales.

4.1.1.1   No cabe duda de que habría sido deseable que en la siguiente reunión del G-20, celebrada en Pittsburgh, las buenas intenciones hubieran ido seguidas de medidas. En efecto, se eludió abordar los verdaderos problemas existentes: las normas y las reformas del sistema financiero (1), los desequilibrios comerciales entre Estados Unidos y China, la estructura de las sociedades anónimas, el incremento del desempleo, etc. De esta forma, si no se interviene, subsiste el riesgo de que algunos representantes de intereses financieros puedan hacer «como si la crisis hubiese sido un revés menor y pudieran volver a actuar de la misma manera» (3).

4.1.2   El CESE estima que es preciso reforzar las competencias de los organismos de supervisión (4), pero antes que nada dichos organismos deben estar en condiciones de funcionar, ser autónomos del poder político y disponer de poder para imponer sanciones. Es necesario eliminar o hacer transparentes los paraísos fiscales para que no se conviertan en instrumentos de lavado de «dinero negro» y de evasión fiscal. En efecto, el principal problema es la falta de transparencia. Todo el mundo debe conocer la verdadera naturaleza de los préstamos bancarios, los activos, las reservas y los perfiles de riesgo de los bancos.

4.1.3   El CESE desea que las orientaciones y las (pocas) decisiones adoptadas en Londres, L’Aquila y Pittsburgh sirvan para iniciar un cambio de rumbo, en un plazo razonable, e introducir (reintroducir) una nueva cultura económica y de mercado menos ideológica y más transparente. Por otra parte, es necesario mostrar prudencia a la hora de hablar de moral o de ética en el mercado financiero, como quisieran algunos, pues puede considerarse como una burla para aquellos que pagan un precio altísimo por la crisis. Sería mucho mejor hablar de derechos, de sanciones, de normas y de instrumentos para aplicarlas.

4.1.4   Éste es el modo más convincente y eficaz de recuperar la confianza de los consumadores y, por consiguiente, de reactivar la demanda. Se requiere un nuevo lenguaje económico, un lenguaje que hable de la economía real, de inversiones, de trabajo, de riesgos, de derechos, de obligaciones y de defensa de la competencia.

4.1.5   El CESE considera que los agentes de la economía real, las empresas y los trabajadores, deben hacer oír su voz y sus argumentos con más fuerza, deben recuperar su papel, crucial para favorecer el desarrollo económico, el desarrollo social, la competitividad, la innovación, el crecimiento y el empleo. Sería deseable que los políticos hicieran otro tanto.

Asimismo es necesario revisar el sistema monetario. De hecho, en la reunión del G-20 de Londres, la del G-8 de L’Aquila y la del G-20 de Pittsburgh el tema del funcionamiento y de la reforma del sistema monetario internacional, excepto por el reparto de las cuotas dentro del FMI, no fue una de las principales prioridades para volver a encauzar la economía mundial por la vía del crecimiento sostenible. No obstante, algunos de los compromisos asumidos por el G-20 y el G-8, si se aplican, podrán tener un fuerte impacto sobre el mercado cambiario y, por consiguiente, sobre las normas de funcionamiento de este sistema.

4.1.6.1   Las decisiones adoptadas de ayudar a los países en desarrollo y, en particular, a África, triplicar los recursos del Fondo Monetario Internacional (hasta alcanzar 750 000 millones de dólares) y asignar otros 250 000 millones de derechos especiales de giro (DEG) con la intención de prestar apoyo financiero a las economías más afectadas por la crisis, representan un primer elemento de reflexión sobre la inmensa cantidad de dólares que se pondrá en circulación para ayudar a los países con elevados déficit por cuenta corriente.

4.1.6.2   En segundo lugar, el aumento de la deuda pública de Estados Unidos (que llegará en el próximo trienio a un endeudamiento total equivalente al 100 % del PIB), favorecido por la nueva política de deficit spending del Presidente Obama para hacer salir al país de la recesión, ofrecerá un nuevo impulso a la emisión de un gigantesco volumen de dólares que tendrá consecuencias importantes para el sistema económico internacional. Esta situación ya se dio a partir de la segunda mitad de los años sesenta y desembocó en la devaluación del dólar y el hundimiento en 1971 del sistema de tipos de cambio fijos de Bretton Woods.

4.1.6.3   Las mayores preocupaciones por esta situación proceden de China, cuyas reservas de divisas extranjeras han aumentado en más de cinco billones de dólares durante el último decenio y probablemente seguirán creciendo en los próximos años, aunque a un ritmo más pausado, y que observa con temor la posible pérdida de valor de sus enormes reservas de divisas debido al debilitamiento del dólar.

4.1.6.4   El euro, que en pocos años se ha convertido en la segunda divisa internacional de reserva, no constituye un alternativa válida para sustituir al dólar, suponiendo que ello fuera conveniente y aconsejable, ni tampoco es posible pensar, como desean las autoridades monetarias chinas, en una «divisa de reserva supranacional» representada por los DEG y utilizada no sólo como sucede actualmente entre los gobiernos y las instituciones internacionales, sino como instrumento de pago de las transacciones comerciales y financieras internacionales. La emisión de nuevos DEG es sin duda un instrumento útil para crear reservas complementarias destinadas a las economías que sufren déficit por cuenta corriente, pero no puede representar la solución a largo plazo de la crisis actual.

4.1.6.5   Es bastante probable e incluso deseable que el euro adquiera cada vez más las características necesarias para ser una divisa de reserva internacional y de referencia para determinar los precios de los bienes en los mercados mundiales, pero el CESE espera que también la moneda china, que es expresión de una economía cada vez más determinante en el contexto económico mundial, se libere de la protección de las autoridades chinas. Durante diez años, el renminbi ha estado estrechamente ligado al dólar, y hasta 2005 no se vinculó su valor a una cesta que incluye otras divisas. El renminbi debe ser una moneda plenamente convertible en los mercados internacionales.

4.1.6.6   El CESE estima que deben redoblarse los esfuerzos a nivel internacional, que China no puede continuar, como en el pasado, potenciando un crecimiento basado en las exportaciones, acumulando excedentes por cuenta corriente y pidiendo a los demás que se ocupen de los problemas de la gestión de los tipos de cambio a escala internacional que ella misma contribuye a crear mediante políticas monetarias y fiscales que favorecen la acumulación del ahorro y frenan el gasto interior.

4.1.6.7   El sistema monetario mundial, que se basa en sistemas de tipos de cambio flotantes, se caracteriza por fluctuaciones incesantes y acentuadas de divisas debidas a la especulación. Esta situación, que tiene efectos sumamente negativos en la economía mundial, podría corregirse con la conclusión de un acuerdo político entre los bancos centrales de los principales países industrializados. En tal marco, estos bancos se comprometerían a intervenir de modo concertado cuando una moneda fuese objeto de una presión demasiado fuerte al alza o a la baja, con el fin de contener la volatilidad de los tipos de cambio dentro de márgenes razonables.

4.1.7   Establecer normas europeas en materia financiera - Crear un mercado financiero único europeo (5). A pesar de las normas vigentes a nivel europeo y de la existencia del euro, este objetivo todavía queda lejos, incluso en la zona del euro. La crisis ha demostrado la necesidad de continuar sin demora por esta senda, avanzando mucho más de lo que se ha hecho hasta ahora mediante reformas adaptadas, tal como se defiende en el propio Informe De Larosière y en las propuestas de la Comisión. Ello permitiría al BCE actuar con más rapidez y flexibilidad. No debe olvidarse que el objetivo principal de las finanzas es apoyar a las empresas y fomentar el espíritu emprendedor, el crecimiento y el empleo, tarea que podría verse facilitada por un mercado financiero reformado, más competitivo, transparente y mejor integrado en sus diversos aspectos.

4.2   Apoyar la economía real

4.2.1   En la Comunicación de la Comisión al Consejo Europeo de primavera de 2009 que lleva el ambicioso título de Gestionar la recuperación europea  (6), la recuperación de la confianza de los ciudadanos y de los operadores económicos ocupa el primer lugar entre las medidas de intervención para superar la crisis actual, incrementar la demanda y crear nuevos puestos de trabajo. Es necesario que las medidas propuestas surtan efectos concretos y no se queden únicamente en anuncios de buenas intenciones.

4.2.2   El CESE considera en particular que el principal problema al que debemos hacer frente es el del empleo y la falta de liquidez de las empresas (7). Algunas estimaciones recientes de la OIT indican que la pérdida de puestos de trabajo desde el inicio de la crisis en diciembre de 2007 es de unos 40 millones (de ellos, siete millones únicamente en el ámbito de la OCDE), y las previsiones para el futuro son más bien pesimistas. La superación de este drama social sólo es posible con el retorno de la confianza en el funcionamiento de los mercados y con intervenciones públicas que favorezcan el crecimiento, la competitividad, la innovación y el empleo. Europa necesita una política económica y un programa que atraiga a las empresas y les ayude a crecer y crear empleo.

4.2.3   El CESE está plenamente de acuerdo con el objetivo que se ha fijado la Comisión. También apoya las intervenciones recogidas en la Comunicación porque contemplan medidas urgentes encaminadas a activar el sector bancario y financiero, apoyar a la economía real y valorizar el mercado interior europeo. Sin embargo, presentan un planteamiento tradicional y muy poco innovador que se centra en una mejor utilización de las políticas económicas sectoriales que gestiona directamente o coordina la Comisión Europea.

4.2.4   La recuperación de la confianza de los operadores económicos y de los ciudadanos europeos en la capacidad de las instituciones comunitarias y de las autoridades nacionales para superar la crisis debe basarse en el reconocimiento de que la crisis no es imputable únicamente a fenómenos, por dramáticos que sean, de tipo coyuntural o a imperfecciones o fallos del mercado.

4.2.5   La particularidad de la crisis que vive la economía mundial, y la europea, radica precisamente en una causa más profunda y sistémica que está relacionada con valores éticos y morales (responsabilidad, legalidad, justicia social), que constituyen el fundamento de la sociedad moderna y que inspiran las acciones en todos los ámbitos de la vida económica, social y civil. La recuperación de la confianza en el funcionamiento de los sistemas económico y financiero no puede lograrse únicamente mediante «mecanismos» de mercado que han funcionado mal, sino también mediante la aplicación de políticas macro o microeconómicas europeas.

4.2.6   Si se comparte este planteamiento de los problemas actuales, las soluciones que se proponen en la Comunicación de la Comisión parecen insuficientes o escasamente eficaces con respecto a los cambios que habría que impulsar en los diversos sistemas productivos nacionales, pero también en relación con las políticas europeas e internacionales, para promover el crecimiento de las economías de los Estados miembros. Esto ocurre en un momento en que la crisis manifiesta sus efectos negativos más en Europa, con un mayor descenso del PIB, que en Estados Unidos, que ha respondido con un programa fuerte y unitario e intervenciones públicas más masivas y eficaces. La UE debería favorecer la adopción de medidas armonizadas entre los Estados miembros. Por lo tanto, es aconsejable que la UE adopte un segundo plan de acción más eficaz y homogénea que el primero.

4.2.7   Al limitar sus reflexiones a las medidas destinadas a activar a corto y medio plazo la recuperación de la economía europea, el CESE entiende que la atención y los recursos financieros de la UE o de los Estados miembros deberían centrarse con carácter prioritario en un reducido número de intervenciones que tengan un fuerte impacto en los diversos mercados y entre los operadores económicos en general. Estas intervenciones deberían estar encaminadas a la recuperación de la confianza en el funcionamiento del sistema financiero, la mejora del Plan Europeo de Recuperación Económica, los cambios que deben introducirse en las principales políticas de intervención de la Unión y el apoyo a los Estados miembros más afectados por la crisis, comenzando por los países de Europa Oriental.

Recuperación de la confianza en el funcionamiento del sistema financiero. La reactivación de la economía europea será posible si los mercados financieros recuperan su estabilidad y capacidad de funcionar dentro del respeto de nuevas normas y nuevos sistemas de supervisión macro y microeconómica que garanticen un funcionamiento ordenado y responsable de dichos mercados a escala internacional. El sector financiero debe volver a desempeñar su papel tradicional e insustituible para promover el crecimiento económico, a saber: financiar las actividades reales de los operadores (empresas, familias, redes y servicios, infraestructuras, medio ambiente y energía).

4.2.8.1   Todavía no se ha resuelto el problema de la masiva intervención de los Estados, por desgracia inevitable, en apoyo del sistema bancario. El CESE considera que esta situación no puede durar mucho tiempo y que es necesario definir una «estrategia de salida» para estas intervenciones fijando condiciones al sistema bancario mediante un enfoque sistemático, por ejemplo, una reestructuración interna con la mejora cualitativa y cuantitativa de las reservas consignadas en el balance. Una estrategia que ponga de nuevo en movimiento un mercado crediticio y financiero internacional, independiente y transparente, y que evite que se repita lo sucedido.

4.2.8.2   El CESE evaluará la propuesta de un mayor control y transparencia de las operaciones financieras, que defiende la Comisión y confirmó el grupo de países del G-20 en Londres, del G-8 en L’Aquila y del G-20 en Pittsburgh, teniendo en cuenta asimismo la propuesta de reforma del sistema financiero europeo anunciada por la Comisión y el Consejo. No obstante, el CESE opina que, si se encomienda la supervisión financiera a un nuevo organismo autónomo europeo, este deberá tener un poder real de intervención (8).

4.2.8.3   Esta decisión debería favorecer el proceso de armonización de las distintas legislaciones existentes en el sector de la supervisión financiera europea, así como la capacidad de imponer sanciones.

4.2.9   Mejora del Plan Europeo de Recuperación Económica

4.2.9.1   En un dictamen anterior (9), el CESE expuso la hipótesis de una profunda revisión del Plan de Recuperación que propone la Comisión, no únicamente en términos de recursos financieros, que considera insuficientes en vista de la gravedad de la crisis, sino también de una nueva articulación y planteamiento de las intervenciones que deben adoptarse en el interior de los Estados miembros para promover la recuperación.

4.2.9.2   Las condiciones para acceder a dichas intervenciones, independientemente de los sectores que actualmente se consideran prioritarios desde el punto de vista de las necesidades financieras (sector del automóvil, construcción, PYME, etc.), deben garantizar la coherencia y uniformidad de las medidas adoptadas y el pleno respeto de las normas fijadas por el mercado interior europeo.

4.2.9.3   De hecho, no es conveniente que algunas iniciativas financiadas en el plano europeo con cargo al presupuesto comunitario o a las cuotas que corresponden a los Gobiernos nacionales para intervenciones de emergencia en las empresas, los sectores o los países en crisis puedan recrear de algún modo situaciones de privilegio o protección de algunos sectores empresariales en detrimento de otros.

4.2.9.4   El mercado único representa uno de los motores fundamentales de la economía europea, su refuerzo y desarrollo, y la mejor garantía para el surgimiento de iniciativas productivas y la creación de nuevos puestos de trabajo. La coordinación y el seguimiento de las intervenciones contempladas en el Plan a escala europea y nacional deben garantizar a los ciudadanos europeos que la Comunidad está en condiciones de gestionar las ayudas financieras de una forma compatible con la legislación comunitaria y en interés de las poblaciones y territorios más vulnerables ante la crisis.

4.2.9.5   En opinión del CESE, en el ámbito de estas intervenciones de apoyo a las actividades productivas, debe prestarse especial atención al tema de las PYME (por medio de un plan específico de financiación preferente y con procedimientos simplificados, por ejemplo, a imagen de la «Small Business Act»). En el Plan europeo no se exponen de modo suficiente los tipos de intervenciones que se pretende llevar a cabo para apoyar la recuperación de las pequeñas y medianas empresas. En cuanto a las empresas de menor tamaño, cuya contribución al empleo total de la UE reviste una enorme importancia, el CESE opina que las iniciativas deben formularse en un marco de referencia macroeconómico que tenga en cuenta las particularidades nacionales y locales, los diversos niveles de especialización sectorial, las distintas necesidades en términos de nuevas competencias, tecnologías innovadoras e infraestructuras de servicios para las empresas.

4.2.9.6   Sin un marco de referencia adecuado a escala europea y nacional sobre las perspectivas de crecimiento futuro de las PYME se corre el riesgo, como ha ocurrido anteriormente, de que se produzca una fragmentación y parcelación de las intervenciones, con el resultado de que se asistiría a todos, pero no se ayudaría a nadie a aumentar de tamaño y a mejorar la calidad de los productos y servicios.

4.2.9.7   El CESE considera asimismo que la superación de la crisis puede verse favorecida por el diálogo social y la concertación y, por consiguiente, una mayor participación de las empresas, los sindicatos y las organizaciones de la economía social.

4.2.10   Modificaciones que deben introducirse en las principales políticas de la UE

4.2.10.1   El CESE estima que la recuperación de la confianza de los operadores europeos pasa igualmente por una modificación profunda de las modalidades operativas con las que la Comisión gestiona las políticas comunes en importantes sectores económicos y sociales, en particular la política de cohesión. En relación con dicha política, el CESE ya ha formulado un dictamen (10) en el que avanza numerosas propuestas de modificación.

4.2.10.2   La grave crisis económica que afecta a todos los países europeos, y que se prevé que pueda prolongarse hasta 2010, impone una reforma radical de la gestión de los Fondos Estructurales (FEDER y FSE), así como una revisión de las intervenciones previstas para el período de programación 2007-2013. La Comisión está elaborando algunas propuestas de modificación para simplificar los procedimientos, acelerar los pagos y redefinir los ámbitos de intervención de algunas políticas sectoriales, pero no son medidas suficientes. Se requieren medidas para salvaguardar la cohesión de la UE, que se encuentra amenazada por la crisis.

4.2.10.3   El esfuerzo que el CESE pide a la Comisión para adaptar las intervenciones previstas a la nueva realidad surgida de la crisis internacional debe ser más amplio y exige igualmente un completo replanteamiento de estas políticas. Entre otras cosas, los conflictos que tienen lugar entre las administraciones centrales y regionales en la gestión de los recursos de los Fondos Estructurales para hacer frente a emergencias constituyen un nuevo elemento de reflexión para «replantear» las ayudas a los territorios menos favorecidos de la Unión.

4.2.10.4   También en el caso de las políticas de cohesión, el CESE estima que es preciso formular prioridades sectoriales y locales específicas para todos los países destinatarios de estos recursos a fin de hacer converger los recursos comunitarios y nacionales en los programas y proyectos que pueden tener mayor impacto económico y social. Los principios en que debe inspirarse la política de cohesión para revisar sus líneas de orientación son: coherencia a la hora de seleccionar las intervenciones, coordinación a escala europea y nacional de las políticas de ayudas a las empresas, programas comunes para la formación especializada y desarrollo de nuevas competencias.

4.2.10.5   En resumen, la UE debería aprovechar la crisis no solamente para utilizar mejor las políticas con las que cuenta, sino también para adoptar nuevas: mejorar las infraestructuras y poner en marcha, por ejemplo, un plan para el medio ambiente, para la creaciones de nuevas redes europeas de energía y comunicaciones (como la banda ancha) por medio de una financiación pública europea (¿eurobonos?), lo que constituiría un impulso extraordinario para la recuperación económica.

4.2.10.6   El CESE considera que ésta es una ocasión extraordinaria para hacer una profunda reflexión sobre el presupuesto comunitario, tal como está configurado actualmente, en términos cualitativos y cuantitativos, así como para poner sobre la mesa, quizás por medio de un grupo de expertos, la política fiscal, cuestión fundamental para el crecimiento y el desarrollo que no podrá seguir eludiéndose o utilizándose con fines de dumping social y económico a nivel europeo.

4.2.11   Apoyo a los Estados miembros más afectados por la crisis, comenzando por los Estados miembros de Europa Oriental

4.2.11.1   El CESE estima que la Comisión debe prever, si no ya un fondo ad hoc para los Estados miembros más afectados por la crisis (propuesta que han rechazado los Estados miembros más influyentes de la UE), al menos un conjunto de intervenciones financieras por medio del BERD destinadas a las iniciativas para estabilizar las economías más débiles de la UE, como se ha comenzado a hacer. A este respecto, debe prestarse atención especial a los Estados miembros de la Europa Oriental, por lo que deben destinarse aportaciones específicas con tal fin. Los motivos que justifican la solicitud de aportaciones específicas para estos países son muy variados. De lo contrario se vería comprometido el segundo pilar de la integración, después del mercado único, a saber, el de la ampliación.

4.2.11.2   En los próximos meses –y años– la UE deberá hacer frente a situaciones sumamente difíciles de resolver: crisis económica y del empleo, conflictos sociales, reformas institucionales pendientes, diversidad interna entre los Estados miembros, todo ello en un contexto de euroescepticismo creciente entre los partidos políticos, los Gobiernos nacionales de muchos Estados miembros de la UE y la opinión pública, que se siente muy insatisfecha con las decisiones adoptadas en el plano europeo.

4.2.11.3   La confianza en el modelo económico y social europeo, en su capacidad para encontrar soluciones adecuadas y en el interés de todos los Estados miembros se recuperará si la UE se hace cargo de los problemas de los países más débiles y les ayuda a superar las dificultadas que tienen.

4.2.11.4   La crisis que sufren muchos países de Europa Oriental en el sector crediticio, los servicios financieros y las empresas de fabricación no tiene una magnitud que represente un obstáculo insuperable para la UE. Muchas de estas actividades han salido adelante con la ayuda y las inversiones directas procedentes de los quince antiguos Estados miembros y resulta difícil imaginar actualmente, tras el recorrido de aproximación que se les impuso para convertirse en Estados miembros de pleno derecho, recurrir a intervenciones económicas mínimas y de escasa profundidad mediante una política de «caso por caso». Se trata de un error estratégico y económico irreparable a corto y medio plazo y de una especie de miopía política muy grave que podría perjudicar el futuro de la integración europea.

4.3   Ayudar a los ciudadanos europeos

4.3.1   Tras la crisis «se encontrará un nuevo equilibrio, pero no en los niveles de antes; hemos de ser capaces de vivir en un nivel más bajo». Si se cumple esta previsión (11), lo único claro es la certeza de aquellos que deberán vivir –es de esperar que por poco tiempo– en un nivel todavía «más bajo».

4.3.2   El riesgo que debe evitarse es que vuelvan a ser las empresas y los trabajadores los que paguen los costes del rescate del mercado, mientras que el capital continúe desplazándose hacia mercados más seguros y siga evitando al fisco. De este modo podríamos presenciar un nuevo empobrecimiento de las rentas del trabajo, hasta el punto de provocar la deslegitimación social de la economía de mercado. Para evitar este riesgo es necesario reforzar y extender el modelo europeo de la economía social de mercado, volviendo a situar a las personas en el centro del sistema económico.

4.3.3   Por estos motivos, el CESE considera que la política fiscal también debe recibir más atención de los gobiernos y de la Unión, progresando por la vía de la coordinación para evitar condiciones de disparidad contrarias al mercado único. Además, debería darse prevalencia a las reformas que incrementan la base imponible más que los tipos impositivos, centrándose más en el patrimonio que en la actividad de las empresas y el trabajo.

4.3.4   Asimismo debe evitarse que las consecuencias de la crisis financiera tengan repercusiones drásticas para los regímenes de pensiones de los Estados miembros, como ha sucedido en los Estados Unidos, donde algunas entidades gestoras de planes de pensiones han acumulado pérdidas importantes debido a la crisis de los fondos de cobertura (hedge funds), lo que ha hecho que los trabajadores que han suscrito estos planes hayan visto disminuir el valor de sus ahorros. El CESE opina que es necesario trabajar para definir marcos normativos y modelos de pensiones a fin de proteger los intereses de los ciudadanos y los trabajadores europeos.

4.3.5   El aumento de la injusticia y de las desigualdades ha reducido y sigue reduciendo aun más los espacios de libertad; puede ser peligroso para la democracia de los países europeos y de la UE en especial, que todavía registra un «déficit democrático» muy difícil de colmar. Como mínimo, reduce el apoyo de los nuevos pobres a las políticas que deben adoptarse para superar la crisis y favorecer un desarrollo sostenible.

4.3.6   El CESE considera que éste es el momento, una ocasión importante para que la UE haga sentir su proximidad con iniciativas concretas y tangibles para los ciudadanos, las empresas y los trabajadores que se han visto más afectados por la crisis.

Todo ello debe hacerse mediante disposiciones destinadas a proteger los derechos; por ello, la UE debe poder intervenir en la política social con iniciativas propias. La cuestión social debe volver a incluirse de pleno derecho en el pacto estratégico mencionado en el punto 4.4.3. Otro frente de intervención debe abarcar las políticas económicas (entre ellas, una financiación extraordinaria para la Estrategia de Lisboa) y de apoyo a las empresas más vulnerables (que debe adoptar la UE junto con los Estados miembros (punto 4.2)).

4.3.7.1   Deben llevarse a cabo intervenciones estructurales en el mercado laboral, para hacerlo más permeable e incluyente, mediante normas acordadas a escala europea a través del FSE que simplifiquen los procedimientos y adelanten los pagos.

4.3.7.2   Debe fomentarse medidas en favor de las empresas que adopten y respeten el principio de responsabilidad social en Europa y el principio de la cláusula social fuera del territorio europeo.

4.3.8   El CESE espera y pide que la Comisión haga todo lo posible, por medio de incentivos económicos como los Fondos Estructurales, junto con los interlocutores sociales europeos, para favorecer acuerdos o encontrar soluciones que reduzcan las repercusiones de la crisis para las empresas y los trabajadores, incluida la difusión de las buenas prácticas que se observan en algunos países.

4.3.9   El CESE pide al Consejo que adopte las disposiciones necesarias, un código europeo, que establezca los ámbitos en los que se debe actuar para reducir el desfase en las remuneraciones y establecer una nueva justicia distributiva, no solamente en el sector financiero. Este desfase ha provocado un aumento desmesurado de las desigualdades sin justificación alguna. Sería deseable proceder por medio de un acuerdo que incluya a los interlocutores sociales.

4.4   Poner en marcha una UE política: una UE política desde la base

4.4.1   El CESE estima que la UE, para afrontar y superar la crisis, necesita instrumentos decisorios de los que carece actualmente y que son la causa principal de su inactividad, que entraña el riesgo de marginarla respecto de las grandes potencias de China y Estados Unidos. Por esta razón, el CESE considera que la UE debe dotarse de una capacidad de acción concreta, incluso con instrumentos provisionales, a fin de evitar que resulten vanos los logros y esfuerzos de este período de profundos cambios.

Gobernanza política: el CESE estima que una de las causas principales de la crisis actual se debe a las divisiones y errores de la «política»; al carecer de una visión unitaria, la política ha sido incapaz de actuar y ha terminado por renunciar a su papel de guía, tanto a escala mundial como europea. Los resultados están a la vista de todos.

4.4.2.1   Gobernanza internacional: la UE no cuenta aún con una política exterior común ni dispone de un poder autónomo para gestionar la crisis, cuando sería necesario que hablara con una sola voz, al menos con respecto a la zona del euro, en los foros internacionales y, en particular, en los organismos que van a ser reformados, a fin de equilibrar el poder decisorio de los demás bloques económicos y políticos. La UE constituye el mercado más grande de bienes y servicios del mundo y es el primer donante de ayudas públicas destinadas a financiar el desarrollo en los países más pobres; su moneda, el euro, es la segunda divisa internacional de reserva, lo que hace de ella un «gigante económico» en muchos aspectos; pero si consideramos su capacidad de decisión en el ámbito internacional, la UE es un «enano político», lo que representa una auténtica paradoja incomprensible para los ciudadanos europeos. En cambio, es necesario que las propuestas y valores europeos influyan más en la política mundial.

4.4.2.2   Por ello, los Jefes de Estado o de Gobierno deben tener el valor de reconocer esta limitación y fijarse este objetivo; hoy en día actúan como un equipo sin capitán, cosa que tiene costes económicos y políticos importantes. No es necesario recurrir a la historia o a los padres fundadores para convencerse de ello («Si Europa se uniese finalmente, no se conocerían límites para la felicidad, el bienestar y la gloria de sus 400 millones de habitantes», W. Churchill, 1946). Debe establecerse rápidamente un acuerdo vinculante para gestionar la crisis, que posteriormente pueda transformarse en método comunitario y no al contrario, como sucede actualmente.

4.4.3   Gobernanza económica: el objetivo principal consiste en dotar a la UE de los instrumentos que le permitan definir y desarrollar orientaciones comunes en materia de política macroeconómica y sectorial (al menos en la zona del euro, lo que tendría efectos positivos para los 27 Estados miembros), acompañar la política monetaria europea con una política económica común, a partir de la zona del euro, que no puede limitarse a la simple voluntad de coordinación y que prevea intervenciones en los sectores estratégicos de interés europeo (medio ambiente, energía, innovación, inmigración, empleo, cohesión, etc.). Habría que formular un nuevo pacto europeo para el crecimiento, el desarrollo sostenible, la competitividad y el empleo, que valorice en particular la economía social y medioambiental de mercado y que aspire a la realización del mercado interior, como se propone en la Estrategia de Lisboa.

4.4.4   Gobernanza social: el pacto europeo deberá incluir, entre otros objetivos prioritarios, una política social y de cohesión. La UE debería contar con una mayor capacidad de intervención en política social (12) para determinar un umbral o base mínimos de derechos sociales fundamentales. Todas estas razones exigen una Europa más capaz de actuar. Y debe empezar a hacerlo recordando que la UE nació como proyecto económico (CECA, CEE y euro) encaminado a alcanzar fines políticos.

4.4.5   Por ello, el CESE considera que sería necesario, en este período, ampliar la participación de los ciudadanos, en particular de los jóvenes, en el proceso de construcción de la UE y experimentar nuevas formas de implicación desde la base. Es una cuestión que no debe dejarse al azar. Por ejemplo, si la UE lanzase una propuesta eficaz y no efímera que situase a los ciudadanos en el primer plano, con nuevos procedimientos de participación para adoptar decisiones sobre las políticas europeas de mayor relevancia, ello tendría un gran impacto en la opinión pública. Sería un instrumento óptimo para unir a los ciudadanos europeos con sus instituciones y serviría para atenuar el déficit democrático de la UE. Se trata de una cuestión vital para el futuro de la Unión Europea que no puede seguir aplazándose, aunque el Tratado de Lisboa suponga un pequeño avance.

4.4.6   Una contribución importante al respecto puede proceder de la «sociedad civil europea», que no puede evocarse cuando convenga, seguir siendo una esfera separada o servir únicamente de coartada. Es un reto para el CESE, para su programa para Europa.

Bruselas, 16 de diciembre de 2009.

El Presidente del Comité Económico y Social Europeo

Mario SEPI


(1)  Véase el dictamen del CESE sobre el tema «El Informe De Larosière» (DO C 318 de 23.12.2009, p. 57).

(2)  Véanse los dictámenes del CESE sobre el tema «El Informe De Larosière» (DO C 318 de 23.12.2009, p. 57) y sobre el «Plan Europeo de Recuperación Económica» (DO C 182 de 4.8.2009, p. 71).

(3)  «Bonus»: necesitamos reglas – Artículo conjunto firmado por Christine Lagarde, Ministra de Economía, Industria y Empleo francesa; Anders Borg, Ministro de Hacienda sueco, Wouter Bos, Ministro de Hacienda neerlandés; Jean-Claude Juncker, Ministro de Hacienda luxemburgués; Elena Salgado Mendez, Ministra de Economía y Hacienda española; Peer Steinbrück, Ministro de Hacienda alemán; y Giulio Tremonti, Ministro de Economía y Hacienda italiano, publicado en varios periódicos europeos el 4 de septiembre de 2009.

(4)  Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo relativo a la supervisión macroprudencial comunitaria del sistema financiero y por el que se crea una Junta Europea de Riesgo Sistémico – COM(499) final de 23.9.2009; Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo por el que se crea una Autoridad Bancaria Europea – COM(501) final de 23.9.2009; Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo por el que se crea una Autoridad Europea de Seguros y Pensiones de Jubilación – COM(502) final de 23.9.2009; Reglamento del Parlamento Europeo y del Consejo por el que se crea una Autoridad Europea de Valores y Mercados – COM(503) final de 23.9.2009.

(5)  Véase la nota 3.

(6)  COM(2009) 114 final de 4.3.2009Gestionar la recuperación europea.

(7)  Véase el dictamen del CESE sobre el tema «Resultados de la Cumbre sobre el Empleo» (DO C 306 de 16.12.2009, p. 70).

(8)  Véase el dictamen del CESE sobre el tema «El Informe De Larosière» (DO C 318 de 23.12.2009, p. 57). En su intervención ante el Pleno del CESE del 30 de septiembre de 2009, el Sr. Barroso también expresó un punto de vista similar.

(9)  Véase el dictamen del CESE sobre el «Plan Europeo de Recuperación Económica» (DO C 182 de 4.8.2009, p. 71).

(10)  Véase el dictamen del CESE sobre la Comunicación de la Comisión al Parlamento Europeo, al Consejo, al Comité Económico y Social Europeo y al Comité de las Regiones sobre los resultados de las negociaciones relativas a las estrategias y los programas de la política de cohesión del periodo de programación 2007-2013 (DO C 228 de 22.9.2009, p. 141).

(11)  John Nash, Premio Nobel de Economía, octubre de 2008.

(12)  En su intervención ante el Pleno del CESE del 30 de septiembre de 2009, el Sr. Barroso también expresó un punto de vista similar.