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Document 52021IE2399
Opinion of the European Economic and Social Committee on ‘A strong transatlantic partnership based on the common values of democracy and the rule of law, key in tackling global challenges and preserving the international order’ (own-initiative opinion)
Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre «Una asociación transatlántica fuerte basada en los valores comunes de la democracia y el Estado de Derecho: un elemento clave para hacer frente a los desafíos mundiales y preservar el orden internacional» (Dictamen de iniciativa)
Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre «Una asociación transatlántica fuerte basada en los valores comunes de la democracia y el Estado de Derecho: un elemento clave para hacer frente a los desafíos mundiales y preservar el orden internacional» (Dictamen de iniciativa)
EESC 2021/02399
DO C 152 de 6.4.2022, p. 56–62
(BG, ES, CS, DA, DE, ET, EL, EN, FR, HR, IT, LV, LT, HU, MT, NL, PL, PT, RO, SK, SL, FI, SV)
6.4.2022 |
ES |
Diario Oficial de la Unión Europea |
C 152/56 |
Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre «Una asociación transatlántica fuerte basada en los valores comunes de la democracia y el Estado de Derecho: un elemento clave para hacer frente a los desafíos mundiales y preservar el orden internacional»
(Dictamen de iniciativa)
(2022/C 152/09)
Ponente: |
Christian MOOS |
Coponente: |
Peter CLEVER |
Decisión del Pleno |
25.3.2021 |
Fundamento jurídico |
Artículo 32, apartado 2, del Reglamento interno |
|
Dictamen de iniciativa |
Fundamento jurídico |
Artículo 35 del Reglamento interno |
|
Resolución |
Sección competente |
Relaciones Exteriores |
Aprobado en sección |
17.11.2021 |
Aprobado en el pleno |
9.12.2021 |
Pleno n.o |
565 |
Resultado de la votación (a favor/en contra/abstenciones) |
211/3/5 |
1. Conclusiones y recomendaciones
1.1. |
La democracia y el Estado de Derecho están indisolublemente ligados a un orden mundial en el que impere el Derecho y no la ley del más fuerte. |
1.2. |
La democracia y el Estado de Derecho no son posibles sin la participación de una sociedad civil plural, independiente y dinámica, y en particular de unos interlocutores sociales autónomos. Por eso es tan importante que se pongan en práctica las recomendaciones del presente Dictamen sobre la sociedad civil transatlántica, en particular la que se refiere a promover una plataforma transatlántica. |
1.3. |
Dentro de la UE, la naturaleza democrática de algunos miembros se ha vuelto más frágil. |
1.4. |
Los cambios geopolíticos de las últimas dos décadas han causado graves daños al orden mundial multilateral y han supuesto un fuerte debilitamiento de organizaciones internacionales importantes. Sobre todo desde China, pero también desde Rusia y regionalmente desde Turquía, se plantean desafíos significativos que Europa solo puede afrontar en el marco de una asociación transatlántica que vuelva a reforzarse. A la inversa, los Estados Unidos dependen asimismo de sus aliados democráticos en el mundo, y en particular de Europa. |
1.5. |
El Comité Económico y Social Europeo (CESE) respalda la idea de una alianza de democracias y reconoce, no sin autocrítica, la urgente necesidad de adoptar un mayor compromiso para defender los valores y derechos universales. Juntos, la UE y los EE. UU. deben ser un baluarte de la democracia, la paz y la seguridad mundiales, del Estado de Derecho y de los derechos humanos para todos. |
1.6. |
La retirada precipitada de Afganistán de las fuerzas estadounidenses y sus aliados muestra de forma terrible hasta qué punto el mundo libre depende de la garantía de seguridad proporcionada por los Estados Unidos. |
1.7. |
La UE debe hablar con una sola voz en materia de política exterior y de seguridad y reconsiderar su ambiguo concepto de «autonomía estratégica» en favor de una capacidad de acción estratégica. |
1.8. |
Europa no debe ser equidistante respecto de las grandes potencias del planeta. La UE, conjuntamente con los Estados Unidos y en el marco de la alianza de las democracias, debería defender el orden mundial liberal y, en particular, adoptar una «estrategia de contención cooperativa» ante China. |
1.9. |
La OSCE constituye un pilar fundamental en la arquitectura de seguridad de toda Europa y, como tal, debe reforzarse para el diálogo con Rusia. El proyecto Nord Stream 2 debe dejarse en suspenso mientras Rusia siga vulnerando el derecho internacional en Ucrania, puesto que, de lo contrario, Moscú obtendrá nuevos medios para ejercer presión sobre los Estados de Europa Oriental. |
1.10. |
La arquitectura de seguridad en Europa debe reforzarse conjuntamente con la OTAN, y también debería entablarse un diálogo de valores dentro de la propia OTAN. |
1.11. |
Debe seguir reforzándose la cooperación transatlántica de la sociedad civil. En ese sentido reviste especial importancia el diálogo común —garantizado en la Unión Europea por el CESE— sobre los derechos civiles, la resiliencia frente a la desinformación, la libertad de los medios de comunicación, la protección del clima, los derechos sociales y la protección de los consumidores y el apoyo a la democracia. A largo plazo, la asociación transatlántica puede avanzar hacia una integración transatlántica. |
2. Estado de Derecho y orden mundial libre
2.1. |
El CESE constata que existe un vínculo indisoluble entre un orden mundial libre y el Estado democrático y de Derecho en el interior de los países. Si los agentes democráticos y respetuosos del Estado de Derecho dejan de tener la suficiente capacidad de actuación en comparación con los agentes de naturaleza autoritaria o totalitaria no es posible sostener un orden mundial libre. A la inversa, cuando el mercantilismo y el proteccionismo sustituyen al libre comercio basado en normas, en el interior de los Estados se ven favorecidas las corrientes que ponen en tela de juicio a la democracia liberal y el Estado de Derecho. |
2.2. |
El CESE considera que un orden mundial libre es un requisito previo para un comercio basado en normas, justo y sostenible y para el logro de los objetivos climáticos de París y de los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas, así como para la justicia social, la igualdad de oportunidades, la igualdad de género y la no discriminación. Un orden mundial que se sostenga en la ley del más fuerte, en el aislamiento, las tendencias autárquicas y las relaciones comerciales basadas en jerarquías de poder no podrá generar ni fortalecer un espíritu empresarial creativo e innovador con éxito económico sostenible ni alcanzar objetivos medioambientales y sociales ambiciosos. |
2.3. |
Por consiguiente, el CESE respalda el refuerzo de las normas fundamentales de la convivencia entre Estados a través de las Naciones Unidas y sus organizaciones, y acoge con satisfacción la idea de una alianza de todas las democracias. Porque solo gracias al poder democrático transformador de los EE. UU. se pudieron fundar las instituciones internacionales tras la Segunda Guerra Mundial, y solo con unos EE. UU. democráticos y abiertos al mundo tendrán un futuro. |
2.4. |
El CESE considera, de manera autocrítica, que no solo la política europea, sino también la sociedad civil europea organizada, han dado por hecho durante demasiado tiempo tras el final de la Guerra Fría que los valores universales consagrados de la democracia y el Estado de Derecho estaban garantizados de forma duradera. Sin embargo, en el mundo existen agentes poderosos que, aunque se han comprometido con estos valores de forma jurídicamente vinculante con arreglo al derecho internacional, en la práctica vulneran su esencia. La preservación de nuestro orden basado en valores no puede darse por sentada. |
2.5. |
Los valores fundamentales de los Estados y uniones de Estados fundados sobre la democracia y el Estado de Derecho impregnan el orden multilateral que la UE sigue defendiendo, aunque con una capacidad de acción propia aún limitada. Estos valores tienen sus raíces en la separación de los poderes religioso y secular, la Carta Magna, el habeas corpus y la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la Asamblea General de las Naciones Unidas. Son condiciones básicas para la democracia liberal y el Estado de Derecho. La UE y los EE. UU., así como las democracias liberales que les son afines, comparten estos valores. La Declaración Universal de Derechos Humanos proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas señala expresamente en su artículo 30 que nada de lo contenido en ella «podrá interpretarse en el sentido de que confiere derecho alguno al Estado, a un grupo o a una persona, para emprender y desarrollar actividades o realizar actos tendientes a la supresión de cualquiera de los derechos y libertades proclamados en esta Declaración». |
2.6. |
El denominador común de las democracias liberales es que su existencia está indisolublemente ligada a una sociedad civil plural, independiente y activa. |
3. La importancia de las relaciones transatlánticas para la posición de Europa en el mundo
3.1. |
Los cambios geopolíticos de las últimas dos décadas han causado graves daños al orden mundial libre y han supuesto un fuerte debilitamiento de organizaciones internacionales importantes. Los factores dominantes han sido la cada vez más agresiva élite de poder de la República Popular China y el peligroso aumento del aislacionismo de los Estados Unidos. |
3.2. |
Los Estados Unidos no pueden conseguir por sí solos preservar un orden mundial libre a la vista de sus propias tensiones sociales y de la dimensión mundial de este desafío. La población estadounidense se muestra muy escéptica ante operaciones militares costosas en regiones del mundo distantes. Afganistán demuestra de modo brutal la urgente necesidad de una nueva estrategia creíble de las democracias liberales, así como de un mayor compromiso europeo que disminuya la carga soportada por los Estados Unidos. Dicho compromiso no debe limitarse a las capacidades militares, pero no puede prescindir de ellas. |
3.3. |
En 2011, los EE. UU. se distanciaron desilusionados de un Oriente Próximo desestabilizado. En el vacío surgido irrumpió en un primer momento el «Estado Islámico». Cuando este quedó prácticamente destruido en Irak y Siria, fue sobre todo Rusia la que llenó el hueco. Aquel mismo año decisivo, la entonces secretaria de Estado de EE. UU., Hillary Clinton, declaró que el futuro de la política se decidiría en Asia, no en Afganistán ni en Irak. Europa y Oriente Próximo pasaron a ocupar un lugar periférico en los intereses y la estrategia estadounidenses. A la vista de lo sucedido en Afganistán, esta política —peligrosa para la estabilidad y la seguridad de Europa— parece continuar bajo el presidente Biden. |
3.4. |
Europa sigue sin ser prioritaria para la política exterior estadounidense. Los Estados Unidos centran toda su atención y sus recursos en el ascenso ininterrumpido de China, que posiblemente se ha visto acelerado por la pandemia. Además, la situación de América Latina vuelve a complicarse con autoritarismo, corrupción e incluso hundimiento estatal en toda regla. Los EE. UU. sienten América Latina como más próxima que Europa o, por ejemplo, África, aunque solo sea por los flujos de refugiados que desde allí se producen. África, cuya población es la que más deprisa crece del mundo, apenas recibe atención de los Estados Unidos, mientras que la vecina Europa sí muestra interés pero carece de toda estrategia al respecto, a diferencia de China, muy activa en ese continente. |
3.5. |
China ha continuado su vertiginoso ascenso económico iniciado por Deng Xiaoping a finales de la década de 1980, y desde que Xi Jinping asumió el poder formula de manera cada vez más asertiva su aspiración de ser una nueva potencia mundial. Ha pasado de ser un país en desarrollo dictatorial pero pacífico en sus relaciones exteriores a convertirse en un Estado policial absoluto que se comporta en Asia con una actitud que va de la ostentación militar a la amenaza y cuya naturaleza interna es, o vuelve a ser, totalitaria. La UE no dispone de una estrategia reconocible en sus relaciones con China, y durante la Presidencia alemana impulsó políticamente contra viento y marea un acuerdo de inversión bilateral con ese país que impone insuficientes obligaciones a China —en particular en lo que se refiere al ejercicio de derechos fundamentales como la libertad de asociación— y, en el mejor de los casos, solo beneficia superficialmente a los intereses europeos. El CESE está muy preocupado por las posibles consecuencias, especialmente por lo que se refiere a la desinformación y la manipulación, ya que el acuerdo también abre de par en par a la inversión china los sectores de las noticias, los medios de comunicación y el ocio. |
3.5.1. |
China está rearmándose masivamente. Esta nueva potencia mundial, ya abiertamente agresiva, amenaza de modo cada vez más insistente con una posible invasión de Taiwán, busca controlar rutas comerciales marítimas fundamentales para la economía mundial, destruye la democracia y la libertad de Hong Kong en contra de todos los compromisos jurídicos internacionales asumidos por ella misma, y reprime masivamente y con una brutalidad casi inimaginable a las poblaciones musulmanas de sus provincias noroccidentales. Esto último no ha impedido al Partido Comunista de China (PCC) ofrecer inmediatamente buenas relaciones a los talibanes tras el colapso afgano. Y es que el fracaso occidental en Afganistán refuerza al PCC en su preferencia por un orden mundial multilateral pero no libre. Esto hace que el concepto de multilateralismo, que hasta ahora tenía connotaciones positivas, pase a tener otro significado. |
3.5.2. |
La influencia china en Europa se ha convertido en un factor insoslayable en lo político y en lo económico. Pekín persigue incansable su proyecto a largo plazo de la Ruta de la Seda, va conquistando poco a poco posiciones estratégicas e impone una dependencia política a una serie de países africanos y asiáticos mediante acuerdos de crédito que solo son generosos a primera vista pero de hecho resultan opresivos. Pekín también ha adquirido ya el control sobre infraestructuras relevantes de Europa Sudoriental. Algunos ejemplos de ello son el puerto griego de El Pireo —en la UE— o la construcción de autovías en Montenegro, así como el desarrollo de las redes 5G. |
3.5.3. |
Determinadas áreas de la economía europea, y en particular también empresas alemanas, han pasado a ser peligrosamente dependientes del mercado chino, que inicialmente se ofreció a la industria europea para la externalización de procesos productivos, pero sin abrirse realmente. Con razón, algunos grupos empresariales están reconsiderando sus cadenas de suministro insuficientemente diversificadas, que en último término dependen de la arbitrariedad de los dirigentes chinos. |
3.5.4. |
Incluso después de la adhesión de China a la OMC, el acceso a los mercados chinos sigue siendo difícil o imposible. Ni mucho menos se puede hablar de justicia y reciprocidad. El país distorsiona la competencia mundial con sus subvenciones y su persistente negativa a reducir el exceso de capacidad. El Estado chino, dominado por el PCC, practicó desde el primer momento el espionaje industrial sistemático y forzó la transferencia de conocimientos a través de las empresas conjuntas. En la actualidad, China únicamente se abre a aquellos inversores extranjeros cuyos conocimientos técnicos necesita, pero sigue blindando a las empresas chinas frente a cualquier riesgo distorsionando así la competencia. Todos estos aspectos son incompatibles con un sistema de mercado justo y recíprocamente abierto. |
3.6. |
Lamentablemente, desde el memorable discurso de Vladimir Putin en 2007 ante la Conferencia de Seguridad de Múnich, Rusia se ha alejado cada vez más de la cooperación con Occidente. Desde muy pronto, Moscú utilizó como medio de presión la dependencia que tenían sus vecinos del suministro de gas natural. Cuando eso ya no fue suficiente y el acercamiento a la UE —y por tanto a Occidente— o la búsqueda de una mayor autonomía en las antiguas repúblicas soviéticas fue en aumento, los dirigentes de Moscú libraron en la periferia de su país o en la antigua zona de poder soviética guerras tanto encubiertas como abiertas, y en el caso de Crimea se anexionaron territorio de Ucrania vulnerando el derecho internacional y sus propias garantías establecidas mediante tratado. Los mandatarios del Kremlin se aprovecharon brutalmente para sus propios fines de la inestabilidad que siguió a la breve Primavera Árabe de 2011. Además, emprenden guerras cibernéticas contra los Estados democráticos liberales, llevan a cabo campañas dirigidas de desinformación, apoyan movimientos y partidos políticos extremistas y, como se ha demostrado, interfieren en las elecciones de esos Estados, en particular en la campaña del Brexit y en las elecciones presidenciales estadounidenses de 2016. Persiguen a sus críticos en todo el mundo y cometen atentados contra ellos, también en la Unión Europea. |
3.7. |
En cuanto a Turquía, bajo la presidencia de Recep Tayyip Erdoğan se ha alejado políticamente no solo de la UE —a pesar del acuerdo sobre los refugiados— sino, cada vez más, también de la unidad fundamental de los Estados democráticos, lo que hace que el país sea un socio cada vez más problemático en la OTAN. Las tensiones generadas intencionadamente en el Mediterráneo oriental en torno a las islas griegas y las perforaciones frente a las costas de Chipre, así como el papel de Turquía en las zonas de población kurda del norte de Siria, al igual que en la guerra de Libia, han generado un distanciamiento cada vez mayor con la UE. La retirada de Turquía del Convenio de Estambul para prevenir y combatir la violencia contra la mujer constituye una señal política preocupante. Si bien la adhesión de Turquía a la UE —de por sí difícil y en todo caso concebible únicamente a largo plazo— se ha ido alejando cada vez más, actualmente vuelven a realizarse esfuerzos por modernizar el acuerdo aduanero, superar los requisitos previos en los procesos de liberalización de visados, mantener las consultas de alto nivel y reforzar los contactos entre la sociedad civil. Cabe señalar que las encuestas más recientes muestran que la opinión pública turca es muy proeuropea. Sin embargo, nada de esto podrá avanzar mientras el Gobierno turco no respalde la desescalada y el acercamiento deseados con medidas duraderas. |
3.8. |
Esta evolución de los acontecimientos particularmente relevante para Europa —el revisionismo cada vez más agresivo impulsado por Putin, el alejamiento de Europa de un presidente turco que persigue un sueño neootomano, la desintegración del orden en buena parte de Oriente Medio y la interrelación económica cada vez más asimétrica de Europa con China— ha tenido lugar en poco más de diez años. Se desarrolló en paralelo a la pérdida de importancia de Europa para la política estadounidense y a la alienación política recíproca iniciada en 2002 a raíz de la «guerra contra el terrorismo». Sin embargo, los EE. UU. y la UE han sido siempre y siguen siendo, con diferencia, los socios más próximos desde el punto de vista político, cultural y económico. La UE tiene mucho que ofrecer en esta asociación transatlántica, esencial para el orden mundial libre. |
3.9. |
Los EE. UU. promovieron activamente la democracia en los nuevos Estados miembros de la UE hasta aproximadamente 2010. Por entonces, los países de Europa Central y Oriental parecían haberse convertido desde el punto de vista de los Estados Unidos en democracias estables con una economía de mercado, a pesar de los problemas de corrupción que persistían, en particular, en Europa Sudoriental. Sin embargo, tras la vuelta al poder del primer ministro húngaro Viktor Orbán en 2010 comenzó en la región un proceso hacia una «democracia no liberal». Hungría fue el primer país de la UE en emprender esa vía, por razones diversas. Unos años más tarde, Polonia también inició el recorrido hacia una democracia autoritaria que no respeta el pluralismo y la libertad de los medios de comunicación ni la independencia del poder judicial frente a influencias gubernamentales. Otros países de la UE muestran tendencias similares de distinta intensidad, lo que también está dando lugar a tensiones crecientes con los Estados Unidos. |
3.10. |
En la actualidad hay varios Estados miembros de la UE en los que la estabilidad del orden democrático ya no está garantizada. Algunos gobiernos se guían por modelos y métodos autoritarios que no son en absoluto compatibles con los valores fundamentales de la UE. A ello se añaden los intentos masivos de interferencia de terceros países que pretenden desestabilizar Europa. |
3.11. |
Algunos miembros europeos de la OTAN, entre ellos Alemania —el mayor Estado miembro de la UE en términos de población y de capacidad económica—, invirtieron insuficientemente en sus capacidades de defensa a lo largo de muchos años incumpliendo así los compromisos contraídos en el marco de la alianza y, en la práctica, apoyaron en Bruselas un rumbo de equidistancia respecto de las grandes potencias del siglo XXI. Resulta evidente que este modelo —que veía a los EE. UU. como socio en materia de seguridad, a Rusia como fuente de materias primas, a China como tierra de promisión económica y a Europa como superpotencia moral, sin necesidad de desarrollar capacidades propias en el ámbito de la política exterior y de seguridad para defender unos intereses definidos y, en caso necesario, poder también proyectar estabilidad de manera firme— ni era eficaz ni tenía futuro. En parte, Europa se debilita a sí misma cuando responde con vacilación a algunos ataques contra el orden mundial libre, la democracia y el Estado de Derecho en los que resulta imprescindible la claridad. Con ello se vuelve vulnerable y además abre espacios para la influencia de terceros países, también en los Balcanes Occidentales, que deben a largo plazo formar parte integrante de la UE. |
3.12. |
La UE parece aferrarse a un concepto desarrollado durante la era Trump que en Bruselas recibe la denominación de «autonomía estratégica» y que, cuando menos, se presta a malentendidos. La autonomía estratégica en materia de política exterior y de seguridad no respondería al espíritu de una asociación transatlántica sólida. Numerosos políticos de la UE siguen soñando con la necesidad de mantener la equidistancia con respecto a los EE. UU., Rusia y China. En la población, y también en parte de la sociedad civil organizada, hay corrientes de opinión muy extendidas en ese mismo sentido. Sin embargo, Europa está mucho más cerca de los Estados Unidos que de China o Rusia, y no cabe hablar de equidistancia con respecto a estas potencias. |
3.13. |
Juntos, la UE y los EE. UU. deben ser un baluarte de la democracia, la paz y la seguridad mundiales, del Estado de Derecho y de los derechos humanos para todos. Sin embargo, en Afganistán han fracasado por completo. La precipitada retirada militar de los estadounidenses y sus aliados europeos de ese país ilustra de forma terrible hasta qué punto depende el mundo libre —y por tanto también Europa— de la proyección del poder de los Estados Unidos. En esta situación, la UE pone de manifiesto su alarmante debilidad estratégica y su carencia de una política exterior y de seguridad común. |
4. Recomendaciones para la acción
4.1. |
La UE debería aceptar y respaldar el ofrecimiento del presidente de los Estados Unidos Joe Biden de crear una alianza de democracias, y apoyar la voluntad de los Estados Unidos de volver a ejercer de forma decidida el liderazgo en la defensa de la dignidad humana, la libertad, la democracia y el Estado de Derecho. |
4.2. |
Un requisito previo para participar en esta alianza de democracias debe ser la ausencia de dudas insoslayables sobre la naturaleza democrática y respetuosa del Estado de Derecho de sus miembros. |
4.3. |
La UE debería perseguir una «estrategia de contención cooperativa» (1) frente a China, codo con codo con las democracias del mundo y con los EE. UU. como potencia mundial fuerte y fiable. La contención cooperativa frente a China, a diferencia de la contención de la Guerra Fría, implica que la alianza de las democracias respete y defienda los legítimos intereses de China, pero al mismo tiempo se reaccione con claridad y firmeza diplomáticas cuando, como en el caso de los uigures, se vulneren gravemente los derechos humanos o, como en Hong Kong, lleguen a infringirse incluso tratados internacionales firmados al efecto. Estos valores también deben reflejarse en la gestión de un acuerdo de inversión entre la UE y China, que la UE debería mantener en suspenso mientras persistan las violaciones masivas de los derechos humanos y no se apliquen derechos fundamentales como la libertad de asociación. |
4.4. |
La OSCE es un pilar fundamental de la arquitectura de seguridad para toda Europa. Debería reforzarse especialmente para el diálogo con Rusia, con el fin de evitar una escalada adicional de los conflictos abiertos y latentes (como el conflicto de Transnistria) y sentar las bases para un acercamiento futuro, siempre a condición de que se reconozca el orden jurídico internacional. Los resultados de una política de poder contraria al derecho internacional no deben reconocerse ni en Ucrania, ni en Bielorrusia, ni en otros lugares. Este principio debe integrarse sin contradicciones en la estrategia transatlántica común y en la política de la alianza de democracias. |
4.5. |
La UE debería suspender el proyecto Nord Stream 2, casi finalizado, mientras no se solucione al conflicto de Ucrania y se sigan cometiendo otras infracciones fundamentales del orden jurídico internacional, como la represión arbitraria de una oposición democrática mediante la persecución y el encarcelamiento, como en el caso Navalny. En el ámbito del suministro energético, la UE debe aplicar sistemáticamente los objetivos del Pacto Verde Europeo, diversificando sus fuentes de energía. Los legítimos intereses de los Estados miembros de la UE situados en la antigua esfera de influencia soviética deben ser plenamente tenidos en cuenta en los contratos de gas natural con Rusia. |
4.6. |
Cierto es que la Unión Europea y la OTAN son cosas distintas. No obstante, esta última es la alianza militar que garantiza la seguridad de las democracias de Norteamérica y de Europa. Para los Estados europeos, la neutralidad únicamente es posible bajo su sombra y, en la práctica, su protección. Por tal motivo, los Estados miembros de la UE deberían acordar estructuras comunes de política de seguridad que sean compatibles con la consolidación de la Alianza del Atlántico Norte o la fortalezcan de forma duradera. |
4.7. |
Los Estados miembros de la UE que pertenecen a la OTAN deben respetar las contribuciones y prestaciones acordadas en el marco de dicha alianza: en concreto, el objetivo del dos por ciento que se reafirmó en 2014 en la Cumbre de la OTAN celebrada en Gales. La OTAN no es idéntica a la alianza de democracias que se persigue, y que también abarca la región del Pacífico. Por otra parte, cuenta y siempre ha contado con miembros no democráticos. Con todo, la OTAN también debe intensificar el proceso de debate interno acerca de sus valores y definir mejor dicho debate. El desprecio por la democracia y el Estado de Derecho no deben quedar impunes tampoco en la OTAN. Los peligros futuros en el ámbito de la política de seguridad ya no consisten únicamente en amenazas asimétricas procedentes de fuerzas terroristas, sino también, y sobre todo, en el cuestionamiento del orden jurídico internacional, que está inextricablemente vinculado a la democracia liberal de los Estados que participan de dicho orden. |
4.8. |
Henry Kissinger preguntaba, no sin razón, cuál era el número de teléfono de Europa. La UE debe coordinar mejor su política exterior y de seguridad y, a largo plazo, poner la responsabilidad de dicha política en manos del Parlamento Europeo y de un ejecutivo controlado y legitimado por este. El Consejo debe decidir por mayoría cualificada en materia de política exterior y de seguridad. Los Estados miembros de la UE deben admitir que su multiplicidad de voces los desposee de toda soberanía real. Esta únicamente se podrá conseguir mediante la puesta en común de las soberanías nacionales y el uso compartido de instrumentos. |
4.9. |
La UE debe reconsiderar su concepto de «autonomía estratégica», que cuando menos se presta a malentendidos. La UE está muy lejos de ser autónoma, tanto política como militarmente. Esta autonomía tampoco resulta deseable en un orden multilateral que debe fundamentarse en el comercio libre, justo y sostenible. La autonomía estratégica no puede ni debe implicar equidistancia con respecto a otras potencias. Los Estados Unidos son y siguen siendo, como Estado de Derecho inequívocamente democrático, el socio irrenunciable de Europa en materia de economía y seguridad, un socio que aunque pueda tener intereses contrapuestos en importantes cuestiones de detalle, comparte valores fundamentales. Mientras Pekín elogia explícitamente el difuso concepto europeo de la autonomía estratégica, las reacciones de muchos socios transatlánticos muestran claramente que lo rechazan o lo consideran ambiguo, y la ambigüedad resulta tóxica para una asociación estratégica. |
4.10. |
En lugar de la autonomía estratégica, la UE debería perseguir el objetivo de la capacidad estratégica. La UE ha pasado ahora a emplear el concepto de «asertividad», que va en esa dirección. Sin embargo, la UE debería dejar de lado los superlativos que han marcado sus planes decenales, cuando menos desde la Estrategia de Lisboa. Hasta la fecha, la UE no ha logrado alcanzar ninguno de los objetivos fundamentales así definidos. Sería recomendable que fuese más modesta y, al mismo tiempo, actuase con mayor determinación y previsión. La capacidad de actuación y la firmeza no pueden únicamente manifestarse o decidirse, sino que deben basarse en hechos que hay que materializar. |
4.11. |
Desde el punto de vista del CESE, los acuerdos comerciales y de inversión bilaterales deben concebirse de manera que puedan integrarse en un régimen de comercio mundial renovado. No deben suponer obstáculos para un orden mundial libre y multilateral, sino asegurarlo y promoverlo. Además, la asociación transatlántica también debe ser la base de un orden comercial mundial renovado. La UE y los EE. UU. deben ejercer una responsabilidad y un liderazgo conjuntos en la OMC y defender un modelo eficaz de relaciones multilaterales con una agenda comercial moderna que también tenga en cuenta los aspectos medioambientales y sociales. |
4.12. |
Una asociación transatlántica fiable constituye la condición decisiva para mantener un orden jurídico y un marco de paz internacionales. Cualquier intento de defender estos sin una estrecha colaboración con los Estados Unidos fracasará, porque Europa, por sí sola, no tiene suficiente peso como para impedir que se establezca un orden jerárquico de poder, en el que China ocuparía la posición central. |
4.13. |
Junto con los Estados Unidos, el Reino Unido, Canadá, Japón, Corea del Sur, Australia y otras democracias liberales del mundo, la UE podrá también garantizar la democracia y el Estado de Derecho en su interior y contribuir a su restablecimiento cuando se hayan visto dañados. |
4.14. |
La UE debería promover y respaldar la creación de una plataforma transatlántica de la sociedad civil organizada, con puntos de contacto en Norteamérica y Europa, iniciativa que están impulsando actualmente los miembros del CESE, también con la participación de Estados no pertenecientes a la UE, como el Reino Unido. Porque solo una sociedad civil activa podrá promover y preservar los valores comunes. |
4.14.1. |
Es urgente iniciar un foro de diálogo transatlántico acerca del futuro de la democracia y un diálogo conjunto sobre el Estado de Derecho. La promoción conjunta de la democracia en Europa, en los Estados Unidos y en otros Estados amigos debe tener la máxima prioridad en la agenda política transatlántica común. |
4.14.2. |
La sociedad civil transatlántica debería entablar un diálogo conjunto en materia de derechos civiles para sensibilizar sobre las tendencias negativas e influir en las políticas a ambos lados del Atlántico, fundamentándose en ejemplos de buenas prácticas. |
4.14.3. |
Debe darse especial importancia a un diálogo transatlántico de la sociedad civil destinado a mejorar la resiliencia frente a la desinformación. Esto debe acompañarse de esfuerzos conjuntos para defender la libertad de los medios de comunicación en las democracias liberales y, en los casos en que haya resultado dañada, sea cual fuere la causa, volver a fortalecerla, puesto que constituye un pilar fundamental de la democracia y del Estado de Derecho y un reflejo directo de los valores transatlánticos comunes. |
4.14.4. |
De la misma manera, la protección del clima y los esfuerzos conjuntos para frenar el calentamiento global también deberían ser objeto de un diálogo transatlántico de la sociedad civil para encontrar juntos soluciones sostenibles, sin restricciones en cuanto a la tecnología empleada. |
4.14.5. |
Otro tema indispensable para un diálogo conjunto entre las sociedades civiles de ambos lados del Atlántico es la nueva cuestión social que se plantea en el contexto de la política climática y la digitalización. Cómo garantizar los derechos sociales en todo el mundo y mejorar las oportunidades y el acceso, y en particular los derechos de los empresarios independientes y los trabajadores, es una cuestión que requiere con urgencia de respuestas comunes, también y, sobre todo, de cara al futuro de las instituciones liberales y a la estabilidad de un orden mundial libre. |
4.14.6. |
Con vistas a futuros acuerdos comerciales y a la búsqueda de un orden multilateral fortalecido conviene reforzar los formatos de diálogo transatlántico que ya existen y, en caso necesario, crear otros nuevos. El Consejo de Comercio y Tecnología transatlántico, recientemente creado, reviste especial importancia en ese sentido, pero debe estar sujeto a los principios de plena transparencia. |
4.15. |
Europa tendrá que aportar su contribución y asumir más cargas y responsabilidades propias. Para ello debe, ante todo, superar su diversidad de voces en cuestiones de política exterior y de seguridad y abandonar sus oscilaciones entre la hipermoralidad y el oportunismo. La Unión Europea debe respaldar el Estado de Derecho en las relaciones internacionales con una estrategia clara, hablar con una sola voz en política exterior y política de seguridad y contribuir activamente a la estabilización del orden multilateral. |
4.16. |
A largo plazo, la asociación transatlántica debería avanzar hacia una integración económica que también incluya a Canadá, el Reino Unido y otros países europeos que no son, o no son aún, miembros de la UE. Los foros transatlánticos de diálogo con la sociedad civil en toda su diversidad —como la representada en Europa por el CESE—, son una premisa importante para ello, pero también lo es un diálogo interparlamentario reforzado. |
Bruselas, 9 de diciembre de 2021.
La Presidenta del Comité Económico y Social Europeo
Christa SCHWENG
(1) Christian Moos y Peter Clever: «China “kooperativ eindämmen”», Frankfurter Allgemeine Zeitung, 30 de abril de 2021.