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Document 52010IE0262

Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre «La agricultura en Euromed (incluida la importancia del trabajo de la mujer en el sector agrícola y el papel de las cooperativas)» (Dictamen de iniciativa)

OJ C 347, 18.12.2010, p. 41–47 (BG, ES, CS, DA, DE, ET, EL, EN, FR, IT, LV, LT, HU, MT, NL, PL, PT, RO, SK, SL, FI, SV)

18.12.2010   

ES

Diario Oficial de la Unión Europea

C 347/41


Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre «La agricultura en Euromed (incluida la importancia del trabajo de la mujer en el sector agrícola y el papel de las cooperativas)»

(Dictamen de iniciativa)

(2010/C 347/06)

Ponente: Pedro NARRO

El 26 de febrero de 2009, de conformidad con el artículo 29.2 de su Reglamento Interno, el Comité Económico y Social Europeo decidió elaborar un dictamen de iniciativa sobre el tema:

«La agricultura en Euromed (incluida la importancia del trabajo de la mujer en el sector agrícola y el papel de las cooperativas)».

La Sección Especializada de Relaciones Exteriores, encargada de preparar los trabajos en este asunto, aprobó su dictamen el 3 de febrero de 2010.

En su 460° Pleno de los días 17 y 18 de febrero de 2010 (sesión del 18 de febrero de 2010), el Comité Económico y Social Europeo ha aprobado por 156 votos a favor y 7 abstenciones el presente Dictamen.

1.   Conclusiones

1.1   La agricultura mediterránea presenta una gran heterogeneidad. A las diferencias en los sistemas productivos debe añadirse el diferente nivel de desarrollo, de apoyo público a la agricultura o de estructuras económicas. Sin embargo, en todos los países de la Cuenca mediterránea la agricultura ejerce un papel vertebrador de las zonas rurales y dinamizador de sus economías.

1.2   El imparable proceso de liberalización comercial agrícola en curso condicionará la sostenibilidad de la agricultura del Mediterráneo. La liberalización en sí misma no debe constituir el objetivo de Euromed, sino una herramienta para alcanzar el objetivo prioritario del desarrollo económico, social y regional a ambos lados del Mediterráneo.

1.3   El CESE apuesta por una etapa de transición que permita introducir los cambios oportunos en la agricultura de los países concernidos facilitando afrontar con garantías los desafíos que presenta la vertiente agraria de la globalización de la economía, de los intercambios y del saber.

1.4   Los estudios de impacto elaborados por la Comisión Europea sobre las consecuencias para la agricultura de una zona de libre cambio en el Mediterráneo evidencian claramente a los «grandes perdedores» de este proceso. En Europa, las regiones del sur especializadas en la producción de frutas y hortalizas no podrán afrontar la competencia de los vecinos del Mediterráneo, por su parte, los países del sur del Mediterráneo sufrirán el abandono progresivo de su producción continental (cereales, leche, carne, etc). La defensa de los productos sensibles debe respetarse en el actual proceso de liberalización.

1.5   Esta etapa de transformación de la agricultura del Mediterráneo, caracterizada por la crisis alimentaria y la liberalización, demanda de los poderes públicos una estrategia sólida y a largo plazo que permita el mantenimiento y viabilidad de la actividad agraria. La citada estrategia debe basarse en tres factores; formación, tecnología e investigación, con objeto de facilitar la transición hacia una agricultura que prime la calidad, el valor añadido y la mejora del proceso de comercialización.

1.6   Las políticas públicas en el Mediterráneo deben dirigirse hacia una gestión eficaz de las consecuencias derivadas de la liberalización. A juicio del CESE, son necesarias políticas a corto y medio plazo que establezcan compensaciones reales, a través de líneas de apoyo suplementario, para aquellos productores de la UE de los sectores más afectados por la liberalización comercial. Por otro lado, se han de implantar políticas de diversificación de la actividad en el medio rural y de apoyo a los agricultores y sus empresas, facilitando la adaptación al nuevo contexto productivo.

1.7   Los países del Mediterráneo deben implementar políticas de formación dirigidas al sector agrario para favorecer el empleo de calidad, ajustar la mano de obra a las necesidades del nuevo modelo productivo y limitar los efectos negativos del éxodo rural en el empleo y los flujos migratorios.

1.8   Con el fin de apoyar el proceso de desarrollo agrícola de la cuenca mediterránea, el CESE considera prioritaria la tarea de reforzar el papel de las organizaciones agrícolas locales a través de proyectos de desarrollo encaminados a facilitar la capacidad de representación de los agricultores y su participación en el proceso de toma de decisiones.

1.9   La mejora de la competitividad del sector agrario en el Mediterráneo radica en la necesidad de instaurar una estrategia de comercialización más dinámica. Un pilar de la nueva estrategia serán las cooperativas y otras formas de organización de los productores que deberán convertirse en los instrumentos que permitan a los agricultores concentrar la oferta y mejorar su posición en los mercados. El CESE es partidario de iniciativas que mejoren el funcionamiento de la cadena alimentaria y la distribución del beneficio entre todos sus eslabones.

1.10   El CESE considera fundamental valorizar el papel de las mujeres y los jóvenes en las explotaciones agrarias y en el mundo rural En los países del Sur del Mediterráneo la contribución de la mujer a la agricultura es muy significativa, aunque se trate en la mayoría de los casos de un trabajo no reconocido, no remunerado y sometido a fuertes condicionantes sociales. Son necesarias nuevas políticas estructurales e incentivos que valoricen el trabajo de la mujer, le permitan salir de la economía informal y fomenten el asociacionismo como instrumento para desarrollar un espíritu empresarial, también necesario en el ámbito agrícola.

1.11   Un factor determinante en el desarrollo de la agricultura del Mediterráneo es la gestión del agua. Uno de los efectos más negativos del cambio climático en la región mediterránea será la disminución de los recursos hídricos disponibles para la agricultura. El CESE reconoce la urgencia de implementar nuevas políticas de control y modernización que permitan no sólo ahorrar agua sino optimizar el uso de este preciado recurso. Todas estas políticas deberían basarse en la aplicación de nuevas tecnologías que permitan la viabilidad social, económica y ambiental del regadío.

1.12   La cooperación institucional debe acompañarse de una cooperación más estrecha entre los componentes de la sociedad civil. Resulta prioritario que la UE facilite la cooperación regional y una mayor implicación de los representantes de la sociedad civil con el fin de compartir experiencias y elaborar proyectos concretos que sirvan a las organizaciones agrarias del Mediterráneo para promover un modelo agrícola multifuncional. En todo caso, debe reforzarse el apartado agrícola de la Unión por el Mediterráneo y avanzarse en la constitución de la Banca del Mediterráneo.

2.   Introducción

2.1   El lanzamiento del Proceso de Barcelona en 1995 supuso un impulso a las relaciones de la Unión Europea con sus vecinos del Mediterráneo (1) y marcó las pautas para el establecimiento en la región de una zona de paz y prosperidad económica. Sin embargo, transcurridos quince años desde la Declaración de Barcelona, puede hablarse de progresos moderados y de cierta decepción en nuestros socios del Sur del Mediterráneo.

2.2   La reciente iniciativa política de la Unión por el Mediterráneo (2008), auspiciada por Francia y Alemania, constituye la prueba de que, tras unos años de parálisis, la cuestión mediterránea vuelve a ocupar un lugar prioritario en la agenda comunitaria con la consecuente reactivación del debate sobre un sector estratégico en el siglo XXI como la agricultura.

2.3   El CESE ha decidido elaborar este dictamen de iniciativa para contribuir al necesario debate sobre el papel que el sector agrario debe desempeñar en la cuenca mediterránea. Nos encontramos en una etapa clave para su desarrollo que estará marcada por grandes desafíos compartidos a escala mundial.

2.4   La enorme complejidad del capítulo agrario en el Mediterráneo impide abordar en profundidad los problemas sectoriales del día a día. Sin embargo, el Comité desea iniciar una reflexión estratégica sobre el futuro de la agricultura mediterránea partiendo de las consecuencias que pudiera acarrear para ambas orillas de la cuenca mediterránea una zona de libre cambio para los productos agrícolas. Las consecuencias de la liberalización no se circunscriben únicamente al ámbito comercial, sino que inciden de modo significativo en el desarrollo económico, social y ambiental de un país.

2.5   Tradicionalmente los países de sur del Mediterráneo han criticado con dureza a la UE por su excesivo proteccionismo agrario; por su parte, desde la UE se ha alertado sobre el impacto negativo en muchas regiones europeas de la importación de determinados productos, principalmente frutas y hortalizas procedentes de Marruecos, que por su potencial agrícola, proximidad geográfica y cultural a Europa es uno de los abanderados de la agricultura mediterránea. El otro gran representante agrícola del Mediterráneo es Turquía, país candidato a la UE donde el sector agrario es el más importante de su economía y presenta un inmenso potencial agrícola como reserva verde de Europa. En los últimos años, Egipto también se ha convertido en uno de los países con más potencial agrario de la cuenca del Mediterráneo.

2.6   Más allá de una visión tradicional sobre las relaciones agrícolas en el Mediterráneo urge profundizar en una visión estratégica a largo plazo de la agricultura mediterránea que permita buscar sinergias y facilite la viabilidad económica y social del sector agrario a ambos lados del Mediterráneo.

2.7   La experiencia de la Unión Europea en su apuesta por la producción de calidad, la valorización del origen del producto, la modernización de las infraestructuras y la formación, debe servir de ejemplo y mostrar algunas orientaciones útiles para afrontar los cambios que se avecinan en el Sur del Mediterráneo. Sin embargo, no sólo las experiencias positivas nos enseñan lecciones importantes. Desgraciadamente, en Europa, la falta de coherencia en las políticas de apoyo a la agricultura, la ausencia de una planificación a largo plazo y los desequilibrios en una cadena alimentaria caracterizada por una oferta atomizada de la que se beneficia la gran distribución, alertan de algunos riesgos que deben ser tenidos en cuenta en lo que podemos considerar como «gran etapa de transición de la agricultura mediterránea».

2.8   En los países del Sur asistimos a una gran dualidad de su agricultura: por una parte, un sector dinámico orientado a la exportación y capitalizado por grandes operadores comerciales y, por otra, una agricultura enfocada a los mercados locales y practicada por pequeños agricultores con una deficiente organización económica.

3.   El proceso de liberalización comercial

3.1   De acuerdo con la hoja de ruta fijada en el lanzamiento del Proceso de Barcelona (1995) se otorgará un trato preferencial a los productos agrícolas. La liberalización progresiva del comercio de los productos agrarios a través de un régimen de acceso preferencial y recíproco entre las partes tiene en consideración los flujos comerciales tradicionales y las políticas agrícolas respectivas (2). El objetivo prioritario desde 1995 ha sido el establecimiento de una zona de libre cambio en 2010. Esta fecha debe considerarse como indicativa y en ningún caso como una fecha cerrada; de hecho, los países avanzan a diferentes velocidades hacia esa zona de libre cambio.

3.2   La Unión Europea ha concluido en los últimos años nuevos y ambiciosos acuerdos agrícolas con Israel, Jordania y Egipto. Las complejas y largas negociaciones con Marruecos continúan y, a pesar de la escasa información suministrada por los negociadores europeos, todo apunta, tras la reciente conclusión de las negociaciones, a la firma del acuerdo durante 2010. Del resto de países del Mediterráneo sólo Túnez, y recientemente Argelia, ha iniciado nuevas rondas de negociación.

La negociación agraria entre la UE y los países del Mediterráneo

3.3   La protección en la Unión Europea se ha articulado a través de múltiples instrumentos que suelen combinarse; contingentes, derechos arancelarios, calendarios, licencias de importación, precios de entrada, etc. Por tanto, puede deducirse que la UE ha otorgado tradicionalmente un apoyo a sus agricultores por medio de medidas arancelarias, puesto que las tradicionales ayudas de la PAC desempeñan en el caso de las producciones mediterráneas un papel muy marginal (3). Al margen de esta protección arancelaria cada vez más marginal, en el comercio de productos agroalimentarios son claves factores como la distancia, los costes de producción y las infraestructuras.

3.4   La organización europea COPA-COGECA, la cual agrupa a las principales organizaciones agrarias y cooperativas de la UE, ha señalado en su posición sobre los acuerdos euromediterráneos la necesidad de que la UE respete algunos principios básicos en la negociación. De estos principios básicos destaca el mantenimiento del concepto de producto sensible y de un precio de entrada para las frutas y hortalizas, el refuerzo de los controles aduaneros para evitar el fraude la puesta en marcha de un sistema eficaz de control fitosanitario y el respeto de la estacionalidad de las producciones, favoreciendo la gestión común de los calendarios de producción y comercialización (4).

3.5   Los productores del Sur del Mediterráneo experimentan dificultades a la hora de aplicar las normas sanitarias europeas. De hecho, las exigencias aplicables a los productos agrícolas importados del Mediterráneo son inferiores a los condicionantes impuestos a los productos comunitarios en materia de bienestar animal, trazabilidad y estándares medioambientales. El CESE anima a la UE a que proporcione a nuestros socios del Mediterráneo la necesaria asistencia técnica al comercio, la transferencia de tecnología y el apoyo al establecimiento de sistemas de trazabilidad y alerta rápida.

3.6   El CESE ha señalado en numerosas ocasiones la importancia de la trazabilidad y la certificación de la calidad como pilar básico del modelo agrícola comunitario. Este sistema consolidado en la UE permite disponer de información sobre un alimento «de la granja a la mesa» e implica la posibilidad de encontrar y seguir el rastro a través de todas las etapas de producción, transformación y distribución de un alimento. La trazabilidad debería abordarse de forma prioritaria en la negociación agraria con los países de la cuenca mediterránea.

3.7   En la actualidad la liberalización agraria en el Mediterráneo, aunque incompleta, ha alcanzado ya al 90 % de los intercambios comerciales. La UE es el gran importador mundial de alimentos y se encuentra inmersa en un proceso de apertura comercial sin precedentes. A pesar de esta notable apertura subsisten una serie de productos sensibles para los que se han previsto disposiciones específicas, para no penalizar a determinados productores que podrían ser afectados muy negativamente como consecuencia de un aumento significativo en las importaciones de productos agrícolas, principalmente frutas y hortalizas.

3.8   El sector de las frutas y hortalizas desempeña un papel preponderante en este proceso de liberalización; de hecho, casi la mitad de las exportaciones agroalimentarias de los países terceros mediterráneos a la UE concierne a este sector. Muchas regiones del Sur de Europa se han especializado en la producción de frutas y hortalizas y su economía regional depende en gran parte de esta producción. En 20 regiones de la UE más de la mitad de su producción final agraria está afectada al cultivo de frutas y hortalizas. La UE debería velar por la conclusión de acuerdos agrícolas con los países del sur del Mediterráneo para la defensa de aquellas producciones consideradas «sensibles» y que se verían afectadas más negativamente por los citados acuerdos.

3.9   Los análisis de impacto sobre la liberalización comercial en el Mediterráneo encargados por la Comisión Europea (5) muestran con claridad cómo en un escenario de liberalización parcial o total la UE multiplicaría sus exportaciones de los denominados productos continentales; cereales, productos lácteos y carne. De otro lado, estas producciones sufrirían un fuerte retroceso en países como Marruecos donde en un plazo de 14 años la producción de leche se reduciría un 55 %, la de carne en un 22 % y el trigo en un 20 % (6). El riesgo del monocultivo podría traducirse en la falta de abastecimiento y en la dependencia de las importaciones.

3.10   El CESE considera que deberían introducirse criterios y cláusulas en los correspondientes Acuerdos de Asociación que permitan verificar el impacto de la apertura comercial para ambas partes, especialmente con el objeto de comprobar el cumplimiento del fin último de la política exterior comunitaria: que se produzcan avances en materia de respeto al medio ambiente, en los derechos laborales y –sobre todo- en el desarrollo económico y social de la población local y, por tanto, no sólo de las grandes corporaciones locales o extranjeras. En este sentido, resulta imprescindible condicionar la apertura de los mercados europeos al cumplimiento de unos estándares mínimos en materia sociolaboral, ambiental y sanitaria, en beneficio de la seguridad alimentaria y de los consumidores europeos, pero también para lograr la mejora de las condiciones de vida y trabajo en los países del Sur del Mediterráneo.

3.11   El CESE considera que se han de establecer los mecanismos pertinentes y mejorar los existentes para asegurar el cumplimiento de las cláusulas aceptadas por ambas partes en las cuestiones referentes a liberalización comercial de los Acuerdos de Asociación, desde el punto de vista del respeto a las cuantías aduaneras establecidas y al cumplimiento de los contingentes.

El papel de los poderes públicos frente a la liberalización

3.12   El Sur del Mediterráneo se enfrenta en la actualidad a algunos dilemas importantes que también han estado presentes en el seno de la UE. ¿Qué papel deben desempeñar los poderes públicos en un proceso de liberalización y desregulación de los mercados? En este ámbito la UE, y concretamente la evolución de la PAC, ha ofrecido cambios de orientación sorprendentes que deberían servir como ejemplo a los países del Sur de Mediterráneo para que, aprendiendo de los errores y aciertos del vecino europeo, apliquen políticas públicas eficaces y coherentes a medio y largo plazo que permitan afrontar con garantías una globalización que, en algunos casos, provoca distorsiones negativas en un sector agrario que en ningún caso puede tratarse en las negociaciones internacionales como un sector económico cualquiera en función de su contribución al Producto Interior Bruto de un país.

3.13   Hasta hace poco la agricultura no era una prioridad en las políticas de los países terceros mediterráneos, los fondos de cooperación procedentes de la UE y de organismos internacionales se canalizaron hacia otros sectores (7), haciendo gala de una visión a corto plazo que ha mermado el desarrollo agrario de estos países. En los últimos años la mentalidad de los políticos está cambiando.

3.14   La crisis alimentaria de 2008 con la subida de los precios de materias primas básicas y los temores fundados sobre el proceso de liberalización han despertado de su letargo a unas autoridades nacionales y regionales que empiezan a dar una nueva orientación a su tradicional discurso agrario basado en multiplicar la producción y centrar sus esfuerzos en la agroexportación.

3.15   La estrategia agrícola de los gobiernos del Mediterráneo debe propiciar una agricultura que prime la calidad, el valor añadido y la mejora del proceso de comercialización. La filosofía está clara, incluso es plenamente compartida por todos los actores del Mediterráneo; sin embargo, la cruda realidad demuestra que la falta de recursos económicos es un lastre muy difícil de superar.

3.16   La formación, el apoyo tecnológico y la investigación son los ingredientes básicos que deben estar presentes en las futuras políticas agrarias que puedan llevarse a cabo en los países del Mediterráneo. La unión de estos factores debería contribuir a mejorar la posición de la agricultura mediterránea y su viabilidad para garantizar la seguridad alimentaria, la lucha contra la pobreza y el éxodo rural.

3.17   A pesar de las grandes declaraciones a favor de la investigación agronómica, muchos países del Mediterráneo no han mostrado la voluntad política necesaria para crear un marco legislativo favorable. Los esfuerzos en investigación deben redoblarse para mejorar las técnicas de cultivo y proporcionar nuevos nichos de mercado a través de un salto cualitativo. Hoy día, debido al crecimiento demográfico, una hectárea debe servir para alimentar a tres veces más personas que hace 40 años. Los avances tecnológicos deben estar disponibles para aumentar la productividad y la biotecnología puede contribuir de forma decisiva a una agricultura más productiva y respetuosa con el medio ambiente (8). De cara al futuro, la investigación debe reforzar la cooperación entre la iniciativa pública y privada y mejorar la coordinación entre organismos, de este modo se podrá poner al servicio de las necesidades básicas y reales de la agricultura y los agricultores.

Un instrumento para afrontar el desafío agrícola, el Plan Verde Marroquí

3.18   Un ejemplo de este cambio de mentalidad puede apreciarse con nitidez en el Plan Verde presentado por Marruecos en abril de 2008 y que muestra una interesante y nueva estrategia agrícola en el Maghreb. Este Plan pretende convertir a la agricultura, en un plazo de 10 a 15 años, en el principal motor de la economía nacional a través de una fuerte inversión de dinero público (9) con el fin de lograr dos grandes metas; una agricultura moderna, de alto valor añadido, y la mejora de la renta de los pequeños agricultores.

3.19   Para la consecución de estos ambiciosos objetivos el Gobierno marroquí ha previsto la elaboración de planes a escala regional que deberán girar alrededor de tres tipos de proyectos. El primero de ellos estaría enfocado a facilitar la transición de una agricultura cerealística hacia cultivos de mayor valor añadido y con menos dependencia del agua. En segundo lugar, se prevé un proceso de mejora de la intensificación, que debería poner a disposición de los agricultores nuevas técnicas de producción. Por último, los planes regionales contribuirán a diversificar la producción y valorizar los productos regionales y locales.

Perdedores de la liberalización a ambos lados del Mediterráneo

3.20   A nivel regional los efectos negativos de la liberalización van a ser especialmente duros para aquellas regiones europeas especializadas en la producción de frutas y hortalizas. En todos los casos se trata de regiones europeas que se encuentran entre las más atrasadas y desfavorecidas de la UE. Entre ellas, y a modo de ejemplo, se pueden citar las siguientes: Andalucía (España), Tesalia (Grecia), Calabria (Italia) y Norte-Douro (Portugal). El estudio de impacto solicitado por la Comisión Europea en 2007 y elaborado por el CIHEAM (10) es concluyente al determinar que «las consecuencias negativas del proceso no se repartirán por toda Europa, sino que se concentrarán en unas regiones muy determinadas, las cuales serán las auténticas perdedoras de la liberalización».

3.21   Los pequeños productores en los países del Sur del Mediterráneo sufrirán directamente el proceso de apertura de fronteras siendo obligados a abandonar la producción ante su falta de competitividad ante las producciones continentales de sus vecinos del Norte del Mediterráneo. En este contexto de liberalización deben preverse los instrumentos necesarios para que los pequeños productores, aquellos más vulnerables, puedan beneficiarse de los nuevos acuerdos. Las políticas de apoyo a la renta, organización y modernización de su agricultura deben ser prioritarias.

3.22   Los poderes públicos deben comprometerse en invertir la peligrosa tendencia actual que muestra como principales beneficiarias de este proceso a las grandes explotaciones, multinacionales e inversores de capital extranjero. Los efectos beneficiosos de la apertura de mercados deben repartirse de forma equilibrada y justa a lo largo de la cadena de producción.

La organización del sector productor ante las nuevas estructuras de comercialización

3.23   En la UE el desequilibrio entre los distintos operadores de la cadena alimentaria está generando graves perjuicios para el sector productor, que no puede hacer frente a la posición dominante que ha llegado a alcanzar la gran distribución en la Unión Europea. Este riesgo de concentración de los grandes operadores también estará presente en el desarrollo de la agricultura del otro lado de la cuenca mediterránea. Los agricultores podrán perder sus lazos con el mercado nacional y verse sometidos a las imposiciones de la gran distribución.

3.24   La competitividad del sector agrario no radica únicamente en una mejor producción en términos de precio y calidad. Para dotar de contenido al concepto de «competitividad» cobra especial relevancia la estrategia de marketing y comercialización. Ante la fuerte atomización del sector productivo, el fortalecimiento y desarrollo de formas de concentración de la oferta, como agrupaciones de productores, cooperativas y otras formas de agregación, se convierten, indiscutiblemente, en pilares de la nueva estrategia.

3.25   La organización de los productores en torno a movimientos cooperativos no es sencilla. En el Sur del Mediterráneo subsisten muchas barreras para el desarrollo del cooperativismo agrario a pesar de una incipiente legislación que pretende crear las condiciones adecuadas para su desarrollo. Algunos de los principales problemas que afrontan las cooperativas en el Mediterráneo son: la falta de personal adecuado para realizar una gestión empresarial de la cooperativa, la precariedad de recursos económicos, la excesiva dependencia del apoyo estatal, la rigidez de la legislación y la dificultad de acceso a los mercados. El éxito del movimiento cooperativo radica en superar los problemas mencionados y en apostar por una nueva filosofía basada en lo colectivo. Sin embargo, en el conjunto del Mediterráneo la primera premisa a respetar será que los agricultores puedan continuar con su actividad agraria y no se vean forzados al abandono del sector.

3.26   A través de la cooperación y la organización, los agricultores pueden mejorar su posición para superar el importante hándicap que representa su atomización. El éxito de la cooperativa marroquí de producción de leche, COPAG, que produce anualmente 170 millones de litros y que concentra el 11 % de la producción nacional se ha convertido en un modelo a imitar por otros sectores. Esta cooperativa genera valor añadido, distribuye las subvenciones y garantiza un precio mínimo a sus miembros. Sin embargo, en países como el Líbano se crean numerosas cooperativas sólo porque son un requisito imprescindible para acceder a los programas de desarrollo impulsados por las ONG, desgraciadamente cuando dejan de inyectarse fondos las cooperativas se diluyen y desaparecen.

3.27   En el Sur del Mediterráneo el desarrollo de estructuras asociativas y el fomento del asociacionismo necesitan el apoyo decidido de las administraciones públicas. La participación en cooperativas debe incentivarse para que se conviertan en un instrumento útil y rentable para el agricultor. La mera creación de cooperativas no es sinónimo de éxito, se debe dotarlas de dinamismo y espíritu empresarial para competir en un mercado globalizado, consolidando la renta de sus socios y mejorando su capacidad para acceder a insumos, servicios y mercados.

4.   La transformación social en la agricultura Mediterránea

4.1   El librecambio agrícola debe fomentar y ser plenamente compatible con el desarrollo social y las especificidades regionales. El Comité cree que el coste social de la integración en los flujos comerciales mundiales debería analizarse detalladamente, de modo que pueda cuantificarse el impacto de este imparable proceso y preparar la adaptación al mismo de las comunidades más vulnerables. Aunque los fríos datos macroeconómicos muestren el modesto peso de la agricultura en el comercio de los países del Mediterráneo (7 % de sus exportaciones y 9 % de sus importaciones totales) la realidad evidencia que el peso político y social de estos productos es mucho mayor.

4.2   La fragilidad social en las zonas rurales del Mediterráneo se traduce en pobreza, paro, déficit de infraestructuras, degradación del territorio y en un continuo éxodo rural. Al igual que ha ocurrido en los países de la UE la adaptación a la globalización va a suponer en los países del Mediterráneo la pérdida de activos agrarios, el despoblamiento de las zonas rurales más desfavorecidas y una mayor presión sobre los flujos migratorios.

4.3   Para mitigar las consecuencias negativas de la liberalización en el medio rural, las autoridades nacionales y regionales deben poner en marcha políticas sólidas de desarrollo rural que mejoren la competitividad de las pequeñas explotaciones, creen alternativas reales de empleo para los agricultores que se vean forzados a abandonar la profesión y permitan a las zonas rurales afrontar con garantías la reconversión de un sector fundamental para su tejido socioeconómico. Esta peligrosa tendencia de despoblamiento rural sólo podrá invertirse si las mujeres y los jóvenes logran integrarse con éxito en el sector agrario.

Las mujeres y los jóvenes, factores del cambio

4.4   Las mujeres y los jóvenes serán en pocos años los verdaderos artífices del cambio en la agricultura del Sur del Mediterráneo. En la estrategia mediterránea por el desarrollo sostenible se aboga por desarrollar programas que ayuden a reforzar el papel de las mujeres en los procesos de decisión y la formación de nuevos líderes agrícolas y rurales que puedan, con su capacidad de innovación y preparación, ser factores del cambio.

4.5   Las mujeres se encuentran cada vez más implicadas en el sector agrícola del Mediterráneo. El papel que desempeñan en la agricultura está creciendo progresivamente y su potencial es enorme debido al notable aumento de la población, los cambios medioambientales y los flujos migratorios de los hombres de la región hacia núcleos urbanos u otros territorios más prósperos (11). Desgraciadamente, las estadísticas oficiales son escasas y sólo recogen marginalmente la verdadera aportación de las mujeres a la agricultura.

4.6   En el ámbito mediterráneo se han desarrollado interesantes iniciativas para mejor la situación de la mujer en el medio rural. Los fondos del programa MEDA han permitido la financiación de cooperativas de aceite de argán formadas íntegramente por mujeres en Marruecos cuyo modelo se ha extendido a otros territorios del Mediterráneo. En el Líbano la creación en 2008 del observatorio nacional de la mujer rural, Nowara (12), ha contribuido a desarrollar múltiples iniciativas para favorecer la igualdad de género en el sector agrícola, identificando programas y actividades para mejorar el acceso de la mujer a los recursos productivos.

4.7   El tratamiento de la mujer que trabaja en la agricultura presenta grandes diferencias cuando se examinan los diferentes contextos nacionales. En el Líbano sólo el 3,4 % de las mujeres se dedica a la agricultura, en Argelia la situación es similar, la participación de las mujeres en actividades económicas es muy reducida. En cambio, en Egipto la mujer representa el 50 % del trabajo en la agricultura aunque no se les permita administrar los bienes agrícolas que han heredado, el caso de Siria es incluso peor, en la práctica, convencionalismos sociales les obligan a renunciar a sus derechos sobre la tierra. Marruecos destaca por la fuerte incorporación de la mujer a tareas agrícolas, cerca del 60 %, porcentaje que en Turquía se eleva hasta el 70 %. En estos países las mujeres se dedican principalmente a actividades de mano de obra intensiva no mecanizada. Las mujeres son responsables de la cosecha y almacenamiento de productos alimentarios, participando de forma significativa en la siembra, riego, control de plagas y fertilización.

4.8   Las mujeres que desempeñan una actividad agrícola en los países del Sur del Mediterráneo se enfrentan a una serie de importantes handicaps que influyen en el desarrollo de su actividad; alto índice de analfabetismo y falta de formación, trabajo no remunerado, acceso restringido a la propiedad, nula participación en el proceso de toma de decisiones, peores condiciones de trabajo que los hombres, difícil acceso al crédito y, por supuesto, condicionantes religiosos y sociales que privan a la mujer de su derecho a decidir. Desgraciadamente, todavía queda mucho terreno por recorrer para alcanzar la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres en la agricultura y el medio rural. Por ello, resulta necesario que los gobiernos del Mediterráneo se impongan esta tarea como prioritaria (13).

5.   La agricultura mediterránea frente al cambio climático

5.1   Todos los estudios científicos elaborados hasta la fecha coinciden en señalar que la zona mediterránea será la más afectada por el cambio climático. Las condiciones geográficas y climáticas de la agricultura practicada en esos territorios hacen de la agricultura mediterránea una actividad especialmente vulnerable a los efectos negativos del cambio climático, sobre todo teniendo en cuenta el crecimiento demográfico en el Mediterráneo y la necesidad, subrayada por la FAO, de multiplicar nuestra producción de alimentos. Algunos de esos efectos serían:

Desaparición de cultivos y perdida de biodiversidad

Avance de la desertificación y crecimiento de zona áridas

Aparición de nuevas plagas y enfermedades

Bajada de rendimientos y gran volatilidad en las producciones

Disminución de recursos hídricos.

5.2   La labor de adaptación al cambio climático requiere medidas urgentes e instrumentos válidos que permitan una mejor gestión del riesgo en la agricultura, el desarrollo de nuevas variedades más resistentes, el asesoramiento técnico en la labor cotidiana del agricultor y, de forma prioritaria, poner al servicio del sector agrario la investigación y las nuevas tecnologías.

La relación agua-agricultura

5.3   Pero, sin ninguna duda, el elemento más afectado por el cambio climático y factor determinante en el desarrollo de la agricultura mediterránea será el agua. El CESE ya ha reflexionado en otras ocasiones sobre el impacto de la disminución de los recursos hídricos en la agricultura (14) y continúa alertando de la necesidad de enfocar las políticas públicas hacia un uso más sostenible de este recurso. El desafío radica en continuar produciendo riqueza en forma de producción agrícola, valor añadido, empleo, etc., todo ello con menos cantidad de agua a disposición.

5.4   El Plan Bleu (15) ya ha anunciado un crecimiento de la demanda de agua en el sur y este del Mediterráneo de un 25 % en 2025. Este aumento de la demanda deberá gestionarse en un contexto marcado por la escasez y la disminución de la disponibilidad de este preciado recurso. El CESE estima que esa gestión sostenible del agua no puede radicar de forma exclusiva en la reducción del regadío, sino en mejores políticas de control y modernización.

5.5   En la agricultura mediterránea el regadío desempeña un papel estratégico. La superficie agraria de Egipto está totalmente irrigada, Marruecos pretende aumentar en 450 000 hectáreas su superficie de regadío en 2025, Israel es el país del mundo con mayor capacidad tecnológica en la gestión del agua para la agricultura y Túnez ha sido capaz de implementar con éxito un programa de gestión del agua para el regadío que ha sido alabado por la FAO y el Banco Mundial.

5.6   El Gobierno tunecino ha apostado por favorecer la asociación público-privada para aplicar su plan estratégico. En el marco de esa estrategia se han acordado contratos de explotación con incentivos para los agricultores, programas de mejora de la superficie irrigada facilitando la transición hacia cultivos de alto valor añadido y menor necesidad hídrica, reparto de cuotas concedidas por la cuenca o un sistema de tarificación que ha permitido recuperar los costes. La región española de Andalucía es un ejemplo en la modernización del regadío, en sólo 30 años se ha conseguido reducir en un 50 % las necesidades de agua por hectárea.

5.7   El CESE reconoce la urgencia de aplicar nuevas tecnologías que permitan no sólo ahorrar agua, sino optimizar el uso de este recurso. En la gestión del agua en agricultura deben explorarse diferentes instrumentos, como sistemas de riego localizado, depuración y desalinización de agua, nuevas infraestructuras, variedades genéticamente mejor adaptadas al estrés hídrico, la explotación de aguas no convencionales, etc.

Bruselas, 18 de febrero de 2010.

El Presidente del Comité Económico y Social Europeo

Mario SEPI


(1)  En la actualidad, la Unión por el Mediterráneo comprende a los 27 Estados de la UE más los siguientes Estados mediterráneos: Argelia, Marruecos, Túnez, Turquía, Egipto, Israel, Palestina, Siria, Líbano, Jordania, Croacia, Albania, Montenegro, Bosnia y Herzegovina, Mónaco, Mauritania y Libia en calidad de observador).

(2)  Las Conferencias periódicas de ministros de comercio euromediterráneos son las encargadas de dar el impulso político a los aspectos comerciales del proceso de liberalización. La última Conferencia ministerial se celebró en noviembre de 2009 en los locales del CESE en Bruselas.

(3)  El sector de las frutas y hortalizas constituye el 16 % de la producción final agraria en la UE, sin embargo el montante de ayudas no supera el 4,5 % del gasto del FEOGA.

(4)  Dictamen del CESE sobre «La seguridad sanitaria de las importaciones agrícolas y alimentarias» (DO C 100 de 30.4.2009, p. 60).

(5)  Sustainability impact asessment, Eu-Med Ag Pol.

(6)  Estos datos se encuentran recogidos en el estudio «Defining a trade strategy for Southern Mediterranean Countries». Antoine Bouet, Internacional food policy research institute. 2006.

(7)  Del conjunto de fondos MEDA otorgados a los países socios del Mediterráneo sólo el 5 % se destinó a la agricultura y el desarrollo rural.

(8)  Dictamen del CESE sobre «El desafío alimentario en la UE» (DO C 100 de 30.4.2009, p. 44).

(9)  En los próximos diez años Marruecos canalizará a través de la Agencia de Desarrollo Agrícola cerca de 150 millones de dirhams para la aplicación de las medidas contenidas en su plan Verde.

(10)  Estudio sobre el impacto de la liberalización comercial entre la UE y los países Mediterráneos, EU-MED AGPOL, elaborado por CIHEAM- IAM Montpellier.

(11)  La contribución de la mujer a la producción agrícola cobra especial relevancia en aquellas zonas caracterizadas por una fuerte migración hacia las zonas urbanas.

(12)  Más información en www.nowaralebanon.org.

(13)  Véase el Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre el «Fomento del espíritu empresarial de las mujeres en la región euromediterránea», CESE 1004/2007; de 12.6.2007. Estas cuestiones se debatieron también en la segunda Conferencia ministerial sobre el refuerzo del papel de la mujer en la sociedad, celebrada en Marrakech los días 11 y 12 de noviembre de 2009.

(14)  Véanse los dictámenes del CESE «El cambio climático y la agricultura en Europa»DO C 27 de 3.2.2009, p. 59., «Afrontar el desafío de la escasez de agua y sequía en la Unión Europea»DO C 224 de 30.8.2008, p. 67.

(15)  El «Plan Bleu» es un centro de cooperación en el ámbito medio ambiental y de desarrollo del Mediterráneo enmarcado en el programa de Naciones Unidas para el Mediterráneo (PNUE/PAM).


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