This document is an excerpt from the EUR-Lex website
Document 52014DC0021
COMMUNICATION FROM THE COMMISSION TO THE EUROPEAN PARLIAMENT, THE COUNCIL, THE EUROPEAN ECONOMIC AND SOCIAL COMMITTEE AND THE COMMITTEE OF THE REGIONS Energy prices and costs in Europe
COMUNICACIÓN DE LA COMISIÓN AL PARLAMENTO EUROPEO, AL CONSEJO, AL COMITÉ ECONÓMICO Y SOCIAL EUROPEO Y AL COMITÉ DE LAS REGIONES Precios y costes de la energía en Europa
COMUNICACIÓN DE LA COMISIÓN AL PARLAMENTO EUROPEO, AL CONSEJO, AL COMITÉ ECONÓMICO Y SOCIAL EUROPEO Y AL COMITÉ DE LAS REGIONES Precios y costes de la energía en Europa
/* COM/2014/021 final */
COMUNICACIÓN DE LA COMISIÓN AL PARLAMENTO EUROPEO, AL CONSEJO, AL COMITÉ ECONÓMICO Y SOCIAL EUROPEO Y AL COMITÉ DE LAS REGIONES Precios y costes de la energía en Europa /* COM/2014/021 final */
COMUNICACIÓN DE LA COMISIÓN AL
PARLAMENTO EUROPEO, AL CONSEJO, AL COMITÉ ECONÓMICO Y SOCIAL EUROPEO Y AL
COMITÉ DE LAS REGIONES Precios y costes de la energía en Europa Introducción El aumento del precio de la energía es una de las
principales preocupaciones políticas. Representa una
carga económica adicional para el sector industrial[1] y para los hogares,
ya bajo presión, y afecta a la competitividad global de Europa. La Comisión
Europea, en respuesta a una petición del Consejo Europeo, ha preparado un análisis
minucioso de los precios y costes de la energía en Europa para ayudar a los
responsables de formular las políticas a comprender el contexto de fondo, el
impacto de las recientes subidas en los consumidores y las implicaciones
políticas. El informe
ofrece datos amplios y detallados provenientes de fuentes muy variadas. Evalúa
las tendencias de los precios y costes energéticos, explora sus posibles causas
y saca conclusiones para ayudar a fundamentar las decisiones sobre las medidas
estratégicas necesarias para abordar esta cuestión[2] y se
adjunta a la presente Comunicación[3]. El informe se
centra en los precios de la electricidad y el gas. En los mercados mundiales
del petróleo y el carbón, los consumidores de energía de todo el mundo pagan
aproximadamente el mismo precio. Así pues, las diferencias de precio, que
pueden elevar los costes para los consumidores y generar ventajas o desventajas
competitivas, constituyen una preocupación menor. Por esta razón, estos dos
combustibles y el sector del transporte no se tratan de manera exhaustiva en el
informe. Los precios
de las materias primas energéticas, en especial los combustibles fósiles, han
aumentado en los últimos años. El aumento de los precios y costes de la energía
no son nuevos. Durante siglos, Europa se ha enfrentado a una lucha constante
para lograr una energía adecuada y asequible. La diferencia hoy en día es que
el sector energético europeo se encuentra en medio de un gran proceso de
abandono de los combustibles fósiles importados y necesita elevados niveles de
inversión, incluso en este momento de incertidumbre económica. Asimismo, la
diferencia de los precios de la energía entre la UE y sus principales socios
económicos ha crecido por diversas razones, muchas de las cuales se escapan a
la influencia de Europa. La determinación por eliminar las emisiones de carbono
en la generación de electricidad ha ocasionado un fuerte crecimiento en la
energía eólica y solar en particular, lo que ha tenido un gran impacto en las
redes y en los costes de la producción de energía. También se están
desarrollando suministros de gas alternativos, como el gas de esquisto o el gas
del Caspio, que requieren una mayor inversión. Al mismo tiempo, los sectores de
la electricidad y el gas de Europa están pasando de los monopolios públicos a
mercados liberalizados conformados por empresas privadas competitivas, donde
los usuarios, en lugar de los contribuyentes, asumen el coste de las nuevas
inversiones en energía. Hay diferentes maneras de interpretar y
anticipar las repercusiones que todos estos cambios tienen entre sí. Cabe
prever que la liberalización del mercado aportará más competencia y, por lo
tanto, una energía más eficiente y barata. La política de medio ambiente y del
cambio climático y la reducción del carbono están diseñadas para garantizar que
el sector de la energía sea sostenible a largo plazo, con los consabidos incrementos
de costes a corto plazo, en especial de inversión. Los gobiernos prevén que
estos cambios aportarán a los consumidores beneficios a corto plazo (empleo y
calidad de vida), así como objetivos de sostenibilidad a más largo plazo. La
propia industria energética necesita adaptarse a normas ambientales,
comerciales, reglamentarias y tecnológicas muy diferentes. Lo que no se preveía
era un deterioro importante y prolongado en la confianza económica. Para asegurarse de que Europa puede
gestionar todos estos cambios, sin dejar de garantizar a sus ciudadanos el
acceso a una energía sostenible y asequible y manteniendo la competitividad
industrial, hacen falta esfuerzos en el plano de las políticas europeas y
nacionales, así como la actuación de la industria y de los consumidores
individuales. Para entender qué medidas serán las más
eficaces, las siguientes secciones proporcionan una visión de la evolución de
los precios y costes de la energía, y de lo que impulsa estos cambios. Después
se analizan el impacto en la competitividad global de la UE y las futuras
tendencias de los precios y costes. En conclusión, la Comisión propone una
serie de líneas de actuación con el fin de garantizar que los ciudadanos y la
industria europeos puedan solventar con eficacia el desafío del precio de la
energía y que la UE pueda mantener su competitividad, hoy, hasta el año 2030 y
en los años sucesivos. ¿Qué
elementos integran nuestra factura de energía? Como prefacio
al análisis económico siguiente, es importante comprender qué se entiende por
precios y costes de la energía. Nuestras facturas de energía se deben en parte
a la cantidad de energía que consumimos, por lo que los costes energéticos se
pueden reducir recurriendo a productos de bajo consumo energético o a otras
prácticas para el ahorro de energía. Pero el elemento «precio» de las
facturas de energía se suele considerar más grave y difícil de entender. El
precio que los consumidores pagan por la electricidad y el gas incluye varios
elementos, y está influido tanto por las fuerzas del mercado como por las
políticas gubernamentales. El elemento
«energía» de la factura consta de dos partes. En primer lugar, el elemento «mayorista»
de los precios, que normalmente refleja los costes que supone para las empresas
el suministrar energía a la red. Incluyen la compra o producción de combustible
y su transporte y transformación, así como los costes de construcción, explotación
y desmantelamiento de las centrales eléctricas. En segundo lugar, el elemento «minorista»
cubre los costes relacionados con la venta de la energía a los consumidores
finales. Los costes de la red reflejan los costes de la infraestructura
de transporte y distribución relacionados con el mantenimiento y la ampliación
de las redes, los servicios del sistema y las pérdidas de la red. Suelen
añadirse tasas a las tarifas de red para cubrir otros costes, como los
relacionados con las obligaciones de servicio público y el servicio técnico.
Por último, se aplican impuestos y gravámenes; pueden ser parte de la
fiscalidad general (IVA, impuestos especiales) o gravámenes específicos en
apoyo de políticas concretas de energía o de cambio climático. Elementos de los precios de
consumo
1. Precios
de la energía en Europa En los mercados del gas y la electricidad, y a pesar de que
hay un cierto grado de negociabilidad global de los combustibles y equipos
(como buques de GNL, turbinas eólicas, etc.), son los precios regionales, en el
mejor de los casos, y casi siempre los precios nacionales o subnacionales, los
que repercuten en los costes minoristas y precios de venta a los consumidores y
pueden perjudicar al mercado único. Los precios que
pagan por la electricidad y el gas los consumidores europeos[4] han
aumentado y siguen aumentando. Aunque casi todos los Estados miembros han
experimentado un aumento constante en los precios de consumo de la electricidad
y el gas, las diferencias entre los diferentes precios nacionales siguen siendo
importantes: los consumidores de los Estados miembros con precios más elevados
pagan entre 2,5 y 4 veces más que los de los Estados miembros donde el precio
es menor[5].
La desproporción entre los precios más altos y más bajos de la electricidad y
el gas que pagan los consumidores de los Estados miembros se ha acentuado con
el tiempo, especialmente en el caso de los precios del gas de uso doméstico.
Así pues, en lugar de ir hacia precios europeos convergentes y mercados cada
vez más eficientes, persisten las diferencias a nivel nacional. Evolución
de los precios minoristas domésticos En la UE, en
promedio, los precios de la electricidad de uso doméstico han aumentado un
4 % al año durante los últimos cinco años (2008-2012)[6]. En la
mayoría de los Estados miembros, se trata de un aumento por encima de la
inflación. En lo que respecta al gas, los precios domésticos han aumentado un
3 % anual, de nuevo por encima de la inflación en la mayoría de los
Estados miembros. Dicho esto, detrás de esos promedios hay variaciones
nacionales importantes en la forma en que los precios han cambiado con el
tiempo: Source: Eurostat energy statistics Evolución de los precios minoristas de
la industria Por lo que respecta a la industria, los
precios de la electricidad al por menor aumentaron aproximadamente un
3,5 % anual en el mismo período, por encima de la inflación en la mitad de
los Estados miembros, y los precios del gas menos de un 1 % anual durante
el mismo período, por debajo de la inflación en la mayoría de los Estados
miembros. Fuente: Eurostat energy statistics Tarifas
mayoristas En contraste
con esta evolución en los precios minoristas, en el período 2008-2012, los
precios de la electricidad al por mayor se redujeron entre un 35 y
un 45 % en los principales mercados de la electricidad al por mayor de
referencia de Europa. Los precios del gas al por mayor han fluctuado,
descendiendo y posteriormente recuperando los niveles anteriores, por lo que no
han sido evidentes aumentos de precios a lo largo de todo el período. Desglose
de precios por componente Estos
aumentos de precios medios europeos ocultan variaciones significativas
entre los Estados miembros, entre los diferentes sectores de actividad y a lo
largo del tiempo. Algunos sectores han experimentado mucha mayor volatilidad
en los precios; por ejemplo, los aumentos en los precios de la electricidad de
uso doméstico oscilan entre -2 % y +47 %, y mientras que los precios
medios del gas industrial de la UE aumentaron en menos del 1 % anual en
2008-2012, determinadas industrias con un consumo intensivo de energía
señalaron subidas de los precios del gas entre un 27 % y 40 % en el
período 2010-2012. El informe que acompaña la presente Comunicación analiza
estas diferencias, especialmente entre los sectores industriales, y pone de
relieve que los precios y los impactos de las políticas son diferentes para los
distintos usuarios. Con el fin de comprender mejor la relación entre los
precios y las políticas de energía, conviene desglosar los precios en sus
distintos elementos: Evolución
del precio de la electricidad al por menor por componente El porcentaje relativo del elemento «energía» en el precio
al por menor de la electricidad ha disminuido en general con el tiempo. Esto se debe a que, desde 2008, el componente impositivo es el que
ha experimentado el mayor aumento[7],
y los elementos «coste de la energía» han registrado el menor incremento.
Desde 2008, los costes de la red de electricidad aumentaron un 18,5 % para
los hogares y un 30 % para los consumidores industriales; los impuestos y
gravámenes aumentaron en un 36 % para los hogares y en un 127 % para
la industria, antes de exenciones. Aunque no se dispone de datos nacionales
consistentes sobre exenciones, determinados Estados miembros permiten
exenciones fiscales importantes a algunas industrias de consumo intensivo de
energía, lo que atenúa sustancialmente los aumentos de precios por impuestos o
gravámenes. Fuente: Eurostat. Incluye los impuestos en el caso de
los hogares; y excluye el IVA y otros impuestos recuperables en el caso de la
industria pero no se incluyen otras exenciones para la industria (no
disponibles). Evolución
del precio del gas al por menor por componente En el caso de
los precios al por menor de gas natural, desde 2008 el componente energía
también se ha mantenido estable, mientras que el promedio de la UE del
componente red ha aumentado un 17 % para los hogares y un 14 %
para la industria; el componente impuestos aumentó entre un 12 y un
14 %para los hogares y un 12 % para la industria. Fuente: EC,
Metadata Member States. Incluye los impuestos en el caso de los hogares;
excluye el IVA y otros impuestos recuperables en el caso de la industria. Impulsores
del elemento «energía» del precio De los tres
elementos que componen los precios de la energía (energía, costes de red e
impuestos y gravámenes), el elemento «coste» de la energía suele ser el más
importante, aunque su proporción está disminuyendo. Como se ha mencionado
anteriormente, en contraste con el elemento «energía» de los precios al por
menor, se ha producido una convergencia y una caída de los precios al por
mayor de la electricidad. Esto puede estar relacionado con las políticas
energéticas de la UE: el aumento de la competencia tras la asociación de mercados,
la separación de la generación de electricidad de la gestión de las redes, el
descenso de los precios del carbono del régimen de comercio de derechos de
emisión de la UE[8]
y el crecimiento de la capacidad de generación de energía con bajos gastos de
explotación (como la energía eólica y la solar, además de las energías nuclear
e hidroeléctrica existentes). Sin embargo,
la caída de los precios al por mayor no se ha traducido en una reducción del
elemento «energía» de los precios al por menor, a pesar de que esta es la parte
de la factura energética donde los proveedores de energía deberían poder
competir. El resultado puede hacer pensar que la competencia de precios en
varios mercados minoristas es débil, y permite a los proveedores no tener que
trasladar las reducciones de los precios al por mayor a los precios al por
menor[9].
La relación entre los precios al por mayor y al por menor
puede reducirse por los altos niveles de concentración del mercado. Asimismo,
la regulación universal de precios al por menor aplicada en algunos Estados
miembros tiende a ser perjudicial para la competencia en los mercados al por
menor, ya que desalienta a los competidores respecto a la inversión y el acceso
al mercado. Por consiguiente, podría contribuir a la reducción del grado de
reacción de los precios al por menor[10].
Además, los Estados miembros deberían estudiar otras
medidas políticas para abordar la preocupación respecto a hogares o industrias
vulnerables. En el mercado
del gas, además de la concentración del mercado y la regulación de precios, aún
suele existir una limitación del suministro (pocos proveedores y poca
competencia) y a menudo los precios del gas siguen estando indexados a los
precios del petróleo[11].
Esta práctica desvincula el precio al por mayor del gas de la oferta y demanda
de gas reales, lo que impide a los proveedores de energía responder con
flexibilidad a las cambiantes condiciones del mercado o trasladar los costes
reales a los consumidores. En estos casos, el aumento de los precios del petróleo
en los últimos años ha contribuido directamente al aumento de los precios del
gas para mercados limitados y seleccionados, en detrimento de los consumidores
y la industria de esas regiones. Impulsores
del elemento «impuestos/gravámenes» del precio En este elemento es importante distinguir entre las medidas
generales de tributación de la energía y los costes relacionados con el sistema
de energía financiados mediante gravámenes. Los impuestos y gravámenes para
financiar las políticas energéticas y climáticas son generalmente el
elemento más pequeño en la mayoría de los Estados miembros, pero los gravámenes
en particular han aumentado significativamente más que otros. Este elemento ha
alcanzado o superado la parte correspondiente a los costes de red y ahora constituye
la parte más importante del precio de la electricidad de uso doméstico en tres
Estados miembros, mientras que en otros sigue siendo
marginal. En la mayoría de los Estados miembros, los impuestos y los gravámenes
permiten financiar las medidas de las políticas energéticas y climáticas,
incluido el fomento de la eficiencia energética y la producción de energía
renovable. El coste de la energía renovable añadido a los precios al por menor
constituye el 6 % del precio medio de la electricidad de uso doméstico en
la UE[12]
y casi el 8 % del precio de la electricidad industrial antes de tener en
cuenta las exenciones. También en este caso, hay una amplia gama de costes, con
unos porcentajes en España y Alemania que alcanzan el 15,5 % y el
16 % de los precios de la electricidad de uso doméstico, en contraste con
menos del 1 % en Irlanda, Polonia y Suecia. Aunque
algunas de las políticas nacionales de energía y cambio climático se financian
mediante gravámenes, los costes del régimen de comercio de derechos de emisión
de la UE se reflejan en el elemento «al por mayor» del precio de la energía.
Los gravámenes nacionales, independientemente del punto de la cadena en
que se apliquen, alterarán los precios y por lo tanto provocarán diferencias
entre los distintos mercados nacionales. Para minimizar estas distorsiones, es
importante que las intervenciones del gobierno en el sector de la energía
(financiación de infraestructura o generación; por ejemplo, energías
renovables, costes de la energía nuclear o capacidad flexible de combustibles fósiles)
sean tan eficaces como sea posible en cuanto a costes[13]. El marco
europeo de fiscalidad de la energía no contempla una armonización
completa, por lo que los Estados miembros pueden cambiar sus impuestos y tipos
impositivos de manera individual, yendo más allá de los elementos básicos o
niveles mínimos que figuran en la legislación de la UE[14]. Una vez
más, utilizando la electricidad como ejemplo, son evidentes diferencias
nacionales importantes en los porcentajes relativos y en los valores absolutos
del componente «impuestos/gravámenes» del precio de la energía que se muestra
arriba. Los Estados miembros utilizan impuestos y gravámenes para muchos fines,
entre los que se incluyen el aumento general de ingresos (por ejemplo, para
sanidad y educación), pero también la internalización de los costes externos de
la producción y el consumo de energía, y la financiación de políticas
específicas en materia de energía, como las políticas sobre cambio climático y
energía o de ajuste sectorial de los combustibles fósiles. Los datos
actuales sobre las exenciones fiscales y otros subsidios ofrecidos por los
Estados miembros, en particular a las industrias de gran consumo de energía son
incompletos y carecen de consistencia[15].
Por esta razón, la Comisión está preparando un estudio exhaustivo para reunir
datos consistentes y completos sobre el coste total y los subsidios de las
diversas tecnologías del sector eléctrico. Impulsores
del elemento «red» del precio La proporción
relativa de los costes de transporte y distribución, así como los niveles
absolutos, varían mucho de un Estado miembro a otro y, por razones que no
siempre son fáciles de entender, son escasos los datos disponibles sobre los
impulsores de dichas proporciones y su evolución, en particular en lo que
respecta al gas. Por consiguiente, los datos siguientes se refieren solamente a
la electricidad. Nota:
determinados Estados miembros añaden costes no relacionados con la red a sus
tasas de red, que no están desglosados en estos
datos. Desde 2008,
los costes de la red eléctrica aumentaron un 30 % y un 18,5 %
para los consumidores de los sectores industrial y doméstico, respectivamente. El aumento sostenido de los costes de la red, en
particular para los hogares, no es inesperado en el contexto de la
transformación del sector de la energía, pero podría atenuarse mediante una
mejor gestión de la red. Con valores
absolutos que varían desde 2 céntimos de €/kWh hasta 7 céntimos de €/kWh[16], resulta
evidente que estos costes pueden tener un impacto significativo sobre los
precios totales de la electricidad y, por tanto, sobre las diferencias entre
los precios de la energía totales de los distintos Estados miembros y los
socios comerciales. Tales diferencias también están causadas en parte por
prácticas nacionales muy diferentes con respecto a la reglamentación de las
tarifas de la red y las prácticas de asignación de costes, así como por las
diferencias físicas en las redes y la eficiencia de su gestión. 2. El
coste de la energía en Europa Aunque que
los niveles de los precios de la energía reciben la mayor parte de la atención,
en la práctica son los costes de la energía los que afectan en mayor
medida a los hogares y la industria, ya que reflejan el pago de gastos reales.
Los aumentos de precios pueden fomentar el aumento de la eficiencia energética
y la reducción del consumo, lo que supone una cierta compensación. Esto ocurre
como resultado de las mejoras en la eficiencia energética de los procesos,
productos u hogares, o a través de reducciones en la intensidad energética
sectorial o incluso global de la industria. Sin embargo, la disminución de los
precios también puede verse contrarrestada por el aumento del consumo; por
ejemplo, porque se esté utilizando un mayor número de productos eléctricos. En el sector
doméstico, se han apreciado mejoras significativas de la eficiencia energética
en todos los usos de la energía, pero quizá la más visible sea la de la
calefacción doméstica: Tendencia
de consumo de energía para la calefacción doméstica (kgpe/m2). Fuente: Odyssee En general,
el consumo de la electricidad en los hogares se redujo en un 1 % en el
período 2008-2011 y el consumo de gas en un 15 %. A pesar de esto, los
costes de la energía de uso doméstico han aumentado, por ejemplo, debido
a que los bajos índices de renovación de viviendas ineficientes y los índices
de sustitución de equipos ineficientes no han bastado para compensar el aumento
de los precios. Los datos para todos los Estados
miembros muestran que la proporción del consumo doméstico de energía[17]
ha aumentado un 15 % durante el período 2008-2012, pasando del 5,6 %
al 6,4 % del consumo total. Dado que los costes de la energía
suelen representar una mayor proporción de los gastos de los hogares más
desfavorecidos, dicho aumento tiene más consecuencias distributivas negativas
en los hogares «vulnerables». Fuente:
Eurostat Durante el período 2008-2011, las
continuadas mejoras de la eficiencia energética de la industria europea y las
caídas en la producción debido a la crisis económica y la competencia
internacional condujeron a una reducción en el consumo eléctrico del 4 %.
Sin embargo, los aumentos en los precios de la electricidad han superado estas
mejoras y han causado aumentos en los costes de alrededor del 4 % para la
industria en general, sin tener en cuenta las exenciones de impuestos y
gravámenes. En contraste, los costes del gas, cuyo consumo industrial se redujo
un 5,3 %, se redujeron globalmente en un 6,8 % en el periodo
2008-2011. En su conjunto, la industria europea está
a la vanguardia mundial en lo que respecta a la eficiencia energética. Sin
embargo, todavía existe potencial para la aplicación de nuevas medidas de
eficiencia (en parte ya en marcha con la aplicación de la nueva Directiva de
eficiencia energética de la UE y las mejoras en curso en productos
energéticos), en particular teniendo en cuenta las grandes diferencias entre
los Estados miembros y dentro de estos. Acceder a datos estandarizados de los
costes de la energía no es fácil. Las cifras disponibles sugieren un intervalo
de resultados muy divergente cuando se analiza la proporción de los costes de
la energía en los costes de producción. Por este motivo, merece la pena
analizar minuciosamente las industrias de consumo intensivo de energía,
incluyendo sectores de fabricación, como los de papel e imprenta, productos
químicos, minerales no metálicos, hierro y acero, y metales no ferrosos, que
presentan un porcentaje de costes de energía elevado en comparación con los
costes de producción. Las empresas de la UE que participan en estudios
exhaustivos de casos en sectores de consumo intensivo de energía informaron de
que sus precios de la electricidad y el gas, después de las exenciones, habían
aumentado entre 2010 y 2012. Proporción de los costes de energía en los costes de producción en
las industrias de consumo intensivo de energía (Las distintas barras representan subsectores[18] con los
valores más bajos y más altos de cada Estado miembro y las medias de la UE en
2010) Fuente: Eurostat,
Structural Business Statistics 3. La
energía y la competitividad internacional de Europa A pesar de
que Europa nunca ha disfrutado de una energía barata, en los últimos años la
diferencia de precios de la energía entre la UE y los principales socios
económicos ha aumentado aún más: los precios del gas para la industria de la UE
son ahora, en promedio, tres o cuatro veces más caros que los precios
comparables de EE.UU., India y Rusia, un 12 % más que los de China,
comparables a los de Brasil e inferiores a los de Japón. Los precios
regionales más baratos resultantes de, por ejemplo, el auge del gas de esquisto
en EE.UU. y el aumento progresivo del comercio de GNL, aún no se han traducido
en precios más baratos en el mercado europeo. Esto se debe a los subsidios
nacionales en determinados países productores, las restricciones comerciales o
las limitaciones de infraestructura, y los efectos de la indexación al precio
del petróleo. Por otra parte, la creciente demanda en Asia, particularmente en
Japón tras el accidente nuclear de Fukushima, también ha ampliado la
desproporción entre los precios de la UE y los de EE.UU. Por lo que
respecta a la electricidad, los precios al por mayor aplicados en Europa
disminuyeron en este periodo, son relativamente bajos, y son más o menos
comparables con los precios de la electricidad al por mayor de los EE.UU. No
obstante, con los tipos de cambio actuales, los precios de la electricidad
industrial al por menor de la UE[19]
son más del doble de los de EE.UU. y Rusia, un 20 % más altos que los de
China, pero un 20 % más bajos que los de Japón. Una vez más, los precios
del gas más bajos de EE.UU. y Rusia (y los consiguientes precios más bajos del
carbón) han contribuido a reducir los precios de la electricidad de dichos
países. Sin embargo, en la mayoría de los Estados
miembros, el suministro de electricidad (en función de las interrupciones o
fluctuaciones) es más fiable que en EE.UU., Japón, China y Rusia[20].
Dichas interrupciones también implican unos gastos. No es fácil disponer
de datos internacionales sobre los costes de la red para validar la hipótesis
de que las redes de la UE son más caras, aunque más fiables, que las del resto
del mundo. La disponibilidad de los datos sobre la tributación es algo mayor y
demuestra que la tributación de la electricidad y el gas de la UE es más
elevada por término medio que en otras regiones del mundo. Para evaluar
el impacto sobre la competitividad industrial de esta diferencia cada vez mayor
de precios de la energía, disponemos de dos indicadores fundamentales: las
exportaciones y la producción europea de las empresas de consumo intensivo de
energía. ·
Los productos de la UE de consumo intensivo de
energía siguen dominando los mercados de exportación mundiales a pesar
de las crecientes disparidades en los precios de la energía desde 2008. Pero en
los últimos años, la UE ha reducido significativamente la intensidad energética
de sus exportaciones, mientras que las economías emergentes, como Brasil, Rusia
y China, se están convirtiendo en fuentes cada vez más importantes de
componentes intermedios de consumo intensivo de energía. Según la AIE[21], la
creciente disparidad de los precios y costes de la energía en la UE y otras
regiones deberá reducir la cuota de la UE en los mercados mundiales de
exportación de productos de consumo intensivo de energía. ·
Los niveles de
producción en las industrias de consumo intensivo de energía llevan
en descenso desde 2008 y la cuota global de las industrias de consumo intensivo
de energía en el PIB europeo se está reduciendo[22]. Sin embargo, esto no puede atribuirse únicamente a los
precios de la energía en esta fase, ya que las exenciones de impuestos y
gravámenes, la recesión, los cambios estructurales en la economía mundial y los
correspondientes cambios mundiales en la demanda de los consumidores son
factores igualmente importantes. En la UE, la industria transformadora
viene reestructurándose desde hace décadas hacia una menor intensidad
energética y una producción de mayor valor añadido, lo que ha atenuado en parte
el aumento de los precios de la energía. Por otra parte, muchos otros factores
han influido también, como los costes de la mano de obra y el atractivo de los
mercados de fuera de la UE, lo que ha dirigido las inversiones hacia ellos. Existe una
relación entre estas dos dimensiones. En los últimos años, algunas industrias
europeas de consumo intensivo de energía han recurrido a los mercados mundiales
para compensar la recesión y la correspondiente caída de la demanda en Europa a
través de exportaciones o inversiones internacionales, incluso en industrias tan
locales como la de los ladrillos y tejas. Así pues, están sujetas además a la
competencia internacional y deben decidir si invertir en Europa o fuera de sus
fronteras, en países con dinámicas de mercado mucho más prometedoras. A medida
que los competidores de otros países tratan de mejorar su eficiencia
energética, las diferencias en los precios de la energía tienen mayor impacto
en las decisiones de inversión y la capacidad de las empresas para competir y
desarrollarse. 4. Futuras
tendencias de precios y costes El marco de
la política energética y climática de la Comisión para 2030 refleja una amplia
gama de tareas para comprender las expectativas futuras en materia de costes y
precios finales de la energía, teniendo en cuenta la dinámica de los mercados
mundiales y europeos, las políticas gubernamentales y el comportamiento del
consumidor y la industria. El análisis de la Comisión confirma las conclusiones
de la Hoja de Ruta de la Energía para 2050, que prevén que los precios de los
combustibles fósiles seguirán aumentando e impulsando los costes de la energía.
En lo que respecta a la electricidad, más específicamente, los costes
aumentarán probablemente hasta 2020, debido al aumento de los costes de los
combustibles fósiles, junto con la inversión necesaria en infraestructura y
capacidad de generación. Más allá de 2020, está previsto que los costes se
estabilicen y posteriormente disminuyan ligeramente conforme los combustibles
fósiles sean sustituidos por energías renovables. Los costes de capital, sin
embargo, disminuirán solo levemente, mientras que los pagos de las subastas de
derechos de emisión o los impuestos aumentarán. 5.
Conclusiones: acciones para la reducción de los costes energéticos Al analizar
las tendencias de los precios de la energía desde 2008, se pueden extraer las
siguientes conclusiones: Los precios
de la electricidad y, lo que es más importante, sus costes, siguieron
aumentando en general tanto para los hogares como la industria, a pesar de la
caída o de la estabilización de los niveles de consumo. Los precios del gas
fluctuaron, pero no aumentaron significativamente durante el período 2008-2012. Este aumento
de los precios está causado principalmente por los aumentos en los impuestos o
gravámenes y en los costes de la red. La evolución del componente energía de
los precios fue desigual; en países con una gran implantación de la energía
eólica y solar ha habido una presión hacia abajo en los precios al por mayor de
la electricidad, pero no en otros. Los progresos alcanzados en el
funcionamiento del mercado interior de la energía deberían haber tenido un
impacto positivo asegurando la convergencia de los precios de los mercados
mayoristas en toda Europa. Este no fue el caso para los precios al por menor,
donde los sistemas de distribución de la red, las políticas energéticas y
climáticas nacionales descoordinadas, los impuestos, los gravámenes y la
reglamentación de las tarifas de la red difieren, con la consiguiente
fragmentación del mercado interior. Las
tendencias de la UE ocultan grandes disparidades entre los Estados miembros y
los distintos sectores de la industria. Esta circunstancia apunta a debilidades
en el mercado interior de la energía, con grandes diferencias entre las
políticas de los Estados miembros sobre los costes de la red y los impuestos y
gravámenes. Tanto para la
electricidad como para el gas, la diferencia de precios con los competidores
externos (las excepciones principales son Japón y Corea) es cada vez mayor. La
fuerte caída de los precios del gas en EE.UU. contrasta con el nivel estable de
Europa durante el mismo período. La UE se ha
mantenido hasta ahora a la cabeza en las exportaciones de bienes de consumo
intensivo de energía. Pero los esfuerzos de la industria europea para compensar
unos costes de la energía más elevados a través de mejoras de eficiencia
energética constantes puede tener que redoblarse, teniendo en cuenta las
limitaciones físicas, en cuanto los competidores también aumenten su eficiencia
y la industria europea decida invertir en el extranjero para estar más cerca de
los mercados en expansión. Hay una grave
falta de información fiable, comparable y verificable sobre determinados
aspectos de los precios y costes; en particular sobre los impulsores de los
costes de transporte y distribución, el impacto exacto de la energía en los
costes en las instalaciones de producción y en los niveles de impuestos y
subvenciones, en particular para la industria. Basándose en lo anterior, la Comisión considera que es
importante mantener nuestro compromiso para realizar el mercado interior de
la energía en 2014 y seguir desarrollando la infraestructura energética. Gracias a la liberalización del mercado de la UE, la industria (especialmente
las PYME) y los consumidores domésticos ya pueden reducir sus precios cambiando
a regímenes de tarifas más convenientes con los proveedores existentes o pasándose a proveedores de energía más baratos,
allí donde exista una cantidad de proveedores suficiente. Todavía se necesita más empeño para liberalizar el
mercado, aumentar la inversión y la competencia, y generar eficiencias que
puedan dar lugar a reducciones de precios. Al mismo tiempo, la fijación
dinámica de los precios y la tecnología de los contadores inteligentes siguen
estando fuera del alcance de la mayoría de los hogares europeos. Esto limita la
capacidad de los consumidores para controlar sus facturas de energía. Para
abordar estas cuestiones, la Comisión tiene la intención de publicar una
Comunicación sobre los mercados minoristas antes del verano de 2014. En los casos en que los precios de los combustibles son mundiales
(p. ej., el petróleo y el carbón) y difíciles de influenciar, las
políticas de la UE de diversificación de los suministros de energía y las rutas
de suministro, negociando con los principales socios energéticos mediante una
única voz europea, y el fomento de la eficiencia energética a nivel
internacional, contribuyen a reforzar la influencia de la UE. Asimismo, el aumento
de la producción de energías renovables y la eficiencia energética ayudan a
reducir la factura de la importación de combustibles fósiles. Respecto al
componente impuestos y gravámenes de los precios de la energía, que ha
experimentado el mayor aumento en los últimos años, es importante reflexionar
sobre el valor de dichas medidas y garantizar que las políticas financiadas
por dichas medidas se apliquen de la manera más eficaz posible desde el punto
de vista de los costes. Por tanto, es importante que los Estados miembros
revisen sus diferentes prácticas nacionales y pongan en práctica las mejores
prácticas, incluida la orientación de la Comisión en relación con las
intervenciones gubernamentales en el sector energético, con el fin de reducir
al mínimo las consecuencias negativas para los precios de la energía. A este respecto, será crucial un enfoque eficaz en cuanto
a los costes para las políticas de cambio climático, energías renovables y
eficiencia energética de 2030, al igual que en otros ámbitos políticos[23]. El elemento «red»
de los precios ha aumentado en la mayoría de los Estados miembros, con grandes
variaciones entre países, en particular en los costes de distribución. Esto
sugiere que es necesario continuar trabajando para establecer parámetros de
referencia de las prácticas y los costes de red con objeto de garantizar
que la convergencia europea en las prácticas de red mejora la eficiencia de la
distribución y de los mercados minoristas, reduciendo así el elemento «coste de
la red» de los precios. Para mantener
bajo control los costes de energía, los hogares y la industria en Europa pueden
mejorar su eficiencia energética y adoptar tecnologías de respuesta a la
demanda y otras innovaciones y nuevas tecnologías de la energía para
ahorrar energía y dinero. La crisis financiera y
económica actual hace más acuciante hoy en día la solución de la pobreza
energética o la vulnerabilidad, dado que los aumentos de los costes de la
energía afectan con mayor dureza a los hogares más desfavorecidos. En lo que
respecta a los hogares, pueden estudiarse transferencias fiscales de
protección, teniendo en cuenta que generalmente es más eficaz proteger a los
consumidores vulnerables a través de medidas de política social (como las
transferencias fiscales) que a través de los precios de la energía. En lo que
respecta a la industria, la UE debe continuar sus esfuerzos para garantizar
condiciones equitativas para los precios de la energía. En particular, los
subsidios energéticos concedidos a industrias locales y las restricciones a las
exportaciones relacionadas con los productos energéticos deben ser abordadas
con sus socios internacionales, tanto a nivel bilateral como dentro de la OMC.
Estas medidas también ayudarán a la industria europea a mejorar su competitividad
internacional, a pesar de los recientes aumentos en Europa en los precios
relativos de la energía y el coste cada vez mayor del pago de la inversión
necesaria. Cuando esas medidas no son adecuadas, las
transferencias fiscales, las exenciones y reducciones de impuestos y gravámenes
pueden ser medios para proteger a determinados consumidores industriales de
unos costes de la energía más altos, siempre y cuando sean compatibles con la
normativa sobre ayudas estatales y con la del mercado interior de la energía.
Las actuales directrices sobre las medidas de ayudas estatales en el marco del
régimen de comercio de derechos de emisión autorizan ayudas estatales para
empresas de determinados sectores de consumo intensivo de energía para
compensar los costes indirectos del citado régimen. Asimismo, el texto
propuesto para la revisión de las directrices sobre ayudas estatales en materia
de energía y medio ambiente (actualmente en fase de consulta pública) prevé la
posibilidad de que los Estados Miembros deseen conceder una compensación
parcial por costes adicionales destinados a la financiación de las ayudas a las
energías renovables con el fin de facilitar la financiación general de las
ayudas a la energía procedente de fuentes renovables y evitar las fugas de carbono.
Esto es especialmente relevante para la industria de consumo intensivo de
energía. Sin embargo, hay que recordar que las subvenciones específicas tienen
que ser financiadas por otros consumidores o por los contribuyentes. También
reducen el incentivo directo para la adopción de medidas de eficiencia y, como
generalmente se aplican a nivel nacional, distorsionan aún más la competencia
dentro del mercado único de la energía. Europa debe hacer frente a los desafíos de los
costes energéticos de la transformación de la energía a través de los esfuerzos
tripartitos de la UE, los Estados miembros y los hogares y la industria
europeos. Gracias a sistemas de energía flexibles,
consumidores sensibilizados, mercados competitivos e instrumentos
gubernamentales eficaces en cuanto a los costes, Europa estará mejor preparada
para contener los aumentos de los precios, pagar las inversiones y minimizar
los aumentos de los costes. De este modo, podrá dar un ejemplo práctico de cómo
una economía competitiva puede construirse sobre un sistema de energía
sostenible y con un precio asequible. [1] La
«industria» y los datos de la industria que figuran en el informe se refieren
en general a la actividad comercial y no solo a los sectores de fabricación o
de la industria pesada. [2] EUCO
75/1/13 REV1 de 23 de mayo de 2013. [3] La
obtención de datos completos y coherentes en el sector energético es un
desafío, que hace que los análisis se limiten a evaluar la situación y los
impactos de la política. Entre los datos presentados aquí y en el informe que
acompaña la presente Comunicación figuran los datos más coherentes y recientes
disponibles de la UE en su conjunto. [4] Precios
industriales indicados de conformidad con la Directiva 2008/92/CE sobre la
obtención de datos sobre el precio del gas y la electricidad industrial y que
pueden incluir otros consumidores no residenciales. En el caso del gas, se
tienen en cuenta todos los usos industriales. Sin embargo, el sistema excluye a
los consumidores que utilizan gas para la generación de electricidad en
centrales generadoras o en centrales de cogeneración, en usos no energéticos
(por ejemplo, en la industria química), por encima de 4 000 000
GJ/año. [5] La
relación es similar para todos los productos energéticos (electricidad o gas),
tipos de consumidores (domésticos o industriales), bandas de consumo (pequeños,
medianos o grandes consumidores), períodos de tiempo (2008-2012) y unidades
monetarias (euro, moneda nacional o estándares de poder adquisitivo). Para este
último elemento, la relación no cambia significativamente, pero la
clasificación de los diferentes Estados miembros sí que lo hace: un país con un
precio nominal bajo, puede terminar con un precio relativamente alto en
términos de estándares de poder adquisitivo. [6] Este intervalo
de tiempo se utiliza profusamente en todo el informe, ya que la metodología de
datos de precios de venta al consumidor de energía Eurostat cambió
considerablemente en este punto y no es coherente con los datos anteriores ni
completa para todos los Estados miembros. [7] Precio medio
ponderado de la electricidad de la UE tanto para los hogares como la industria
(+36,5 % y +127 %). Para la industria, este cambio porcentual excluye
el IVA y otros impuestos recuperables. Este porcentaje no tiene en cuenta las
exenciones para la industria. [8] Los
precios del carbono constituyen una parte del precio al por mayor y han bajado
de 14-29 €/t en 2008 a 6-9 €/t en 2012. No obstante, no está claro
hasta qué punto esta reducción de precios se ha trasladado al precio al por
mayor, o hasta qué punto es procedente, a la vista del efecto de «orden de
méritos» de las tecnologías con bajos gastos de explotación. [9] La
combinación de una demanda débil y de la dinámica de los precios al por mayor
de la energía (estables o bajando cuando los precios de los hidrocarburos
estaban subiendo) ha ejercido presión sobre los activos de generación
convencionales. En muchos casos, tanto los márgenes de beneficio de las
empresas de generación como los precios de sus acciones se vieron afectados
negativamente, y el acceso a la financiación ha resultado más difícil. Por
regla general, las empresas de servicios públicos de la UE deben adaptarse a
este nuevo entorno empresarial y lo han hecho centrándose más en los servicios
finales, incluyendo la generación descentralizada y la eficiencia energética, y
eliminando gradualmente sus activos de generación eléctrica convencionales. [10] En
los mercados liberalizados, una entrada más fácil en el mercado incrementa la
competencia, lo que debería incentivar la reducción de los costes y su reflejo
en precios más bajos para los consumidores. Este fenómeno queda ilustrado en
los precios minoristas más bajos de la electricidad industrial que se registran
en el Reino Unido, Bélgica y los Países Bajos. [11] En
2012, el 51 % del consumo de gas en Europa seguía indexado al petróleo,
frente al 44 % cuyo precio se establecía sobre la base de una competencia
únicamente de gas (estudio anual de la UIIG 2012). La proporción de los
volúmenes de gas cuyo precio queda establecido sobre la base únicamente del gas
se ha triplicado desde 2005, pero persisten fuertes diferencias regionales en
los mecanismos de establecimiento de los precios al por mayor, con cerca del
70 % de gas del noroeste de Europa (Reino Unido, Irlanda, Francia,
Bélgica, Países Bajos, Alemania y Dinamarca) con un precio establecido sobre la
base única del gas en 2012, frente a menos del 40% en Centroeuropa (Austria,
República Checa, Hungría, Polonia, Eslovaquia y Suiza). En algunos Estados
miembros las importaciones de gas están totalmente indexadas al petróleo. [12] Los
impuestos y gravámenes aplicables a la energía renovable como porcentaje del
precio de la electricidad de uso doméstico varían desde menos del 1 %
hasta el 15,5 % en España y el 16 % en Alemania. El porcentaje está
aumentando debido a la subida de la parte proporcional de la energía renovable
y la caída de los precios al por mayor (que aumentan la desproporción entre los
precios al por mayor y la ayuda a las energías renovables). Sin embargo, cuando
también se tiene en cuenta el efecto del «orden de méritos» (reducción de los
precios al por mayor a través de las energías hidráulica, eólica y solar), el
efecto neto de las energías renovables en los precios al por menor puede ser el
de reducir los precios, en lugar de aumentarlos. Este parece ser el caso en
España e Irlanda, aunque no en Alemania. (Véase el anexo del informe). Los
precios al por mayor más bajos deben trasladarse a los consumidores finales en
forma de menores costes del componente de suministro de energía. [13] Véase
la Comunicación C(2013) 7243 «Realizar el mercado interior de la electricidad y
sacar el máximo partido de la intervención pública». [14] Véase la Directiva 2003/96/CE. [15] Véase
la sección 1.1.1.3 del informe que acompaña la presente Comunicación para
obtener más información. [16] Costes
de la red de consumidores industriales. Para los entornos domésticos, el
intervalo de precio es de 2,2 céntimos de €/kWh (MT) - 9,7 céntimos de €/kWh
(ES). [17] Medida
indicada por el índice armonizado de precios al consumo. [18] Véase el informe, figura 90. [19] Sin tener en
cuenta las exenciones de impuestos o gravámenes para las industrias de consumo
intensivo de energía, y tomando nota de la dificultad de encontrar datos
internacionales comparables sobre precios de la electricidad. [20] Véase
el capítulo 3 del documento de trabajo de los servicios de la Comisión. [21] AIE
WEO 2013, fig. 8.17. [22] Valor
añadido bruto (2008-2011) e índice de volumen de producción (2008-2012) para
papel e imprenta, productos químicos, otros productos minerales no metálicos
(incluidos materiales de construcción, vidrio, cerámica), metales básicos
(incluidos hierro y acero) y metales no ferrosos (aluminio). [23] «Puesta
a prueba» de la competitividad de todas las políticas de las UE