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Documento 52004AE1438

    Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre el tema «Mejorar la aplicación de la estrategia de Lisboa»

    DO C 120 de 20.5.2005, p. 79/88 (ES, CS, DA, DE, ET, EL, EN, FR, IT, LV, LT, HU, NL, PL, PT, SK, SL, FI, SV)

    20.5.2005   

    ES

    Diario Oficial de la Unión Europea

    C 120/79


    Dictamen del Comité Económico y Social Europeo sobre el tema «Mejorar la aplicación de la estrategia de Lisboa»

    (2005/C 120/16)

    De conformidad con el artículo 262 del Tratado constitutivo de la Comunidad Europea, el Consejo Europeo reunido los 25 y 26 de marzo de 2004 pidió al Comité Económico y Social Europeo, en las Conclusiones de su Presidencia, que estudiara los modos y medios de «Mejorar la aplicación de la estrategia de Lisboa».

    La Sección de Unión Económica y Monetaria y Cohesión Económica y Social, basándose en el trabajo realizado por el Grupo de dirección «Estrategia de Lisboa», aprobó su dictamen el 7 de octubre de 2004 (Ponente: Sr. VEVER; coponentes: Sres. EHNMARK y SIMPSON).

    En su 412o Pleno de los días 27 y 28 de octubre de 2004 (sesión del 27 de octubre), el Comité Económico y Social Europeo ha aprobado por 169 votos a favor, 4 votos en contra y 8 abstenciones el presente dictamen.

    1.   Prefacio

    1.1

    El Comité Económico y Social Europeo acoge con satisfacción el hecho de que el Consejo Europeo reunido los días 25 y 26 de marzo de 2004 le instara a estudiar los modos y medios de lograr una aplicación eficaz de la estrategia de Lisboa, que ahora se encuentra en la mitad de su andadura.

    1.2

    El Comité recuerda que, desde el principio, el mandato del Consejo Europeo de Lisboa del 24 de marzo de 2000:

    hizo hincapié en la necesidad de que los agentes sociales y la sociedad civil participaran activamente en la estrategia a través de diferentes tipos de asociación;

    explicitó que su éxito dependía principalmente de las asociaciones del sector privado y de las APP (asociaciones entre el sector público y el privado);

    abogó por el desarrollo equilibrado de sus tres capítulos, a saber, el crecimiento económico, la cohesión social y la sostenibilidad medioambiental, estimulando la competitividad europea y la creación de empleo de calidad, y apoyándose a la vez en políticas medioambientales adecuadas.

    1.3

    A través sus debates, audiencias y dictámenes a lo largo de los últimos años, el Comité ha insistido constantemente en la importancia que representa la estrategia de Lisboa para el futuro económico y social de la Unión, y ha hecho un llamamiento a todos los agentes socioprofesionales para que participasen activamente. En particular, el Comité ha aprobado recientemente dictámenes sobre la competitividad de las empresas europeas, la estrategia de la UE en favor del desarrollo sostenible (1), una mejor gobernanza económica en la UE y medidas de apoyo al empleo (2). El Comité ha insistido continuamente en que los objetivos de la estrategia de Lisboa no se conseguirán sin la plena participación de la sociedad civil.

    1.4

    En respuesta a la petición del Consejo Europeo, el Comité, remitiéndose a su posición expresada recientemente en lo referente a la estrategia de Lisboa:

    ha favorecido la participación de todas las secciones especializadas;

    ha recogido las opiniones de los consejos económicos y sociales de los Estados miembros y de las organizaciones europeas más importantes que representan a la sociedad civil organizada;

    celebró una audiencia en Bruselas los días 9 y 10 de septiembre para este fin.

    2.   Valoración global

    2.1

    La estrategia de Lisboa se conoce especialmente, de forma simplificada, por el compromiso contraído por los Estados miembros de convertir la UE en la economía basada en el conocimiento más dinámica del mundo.

    2.2

    Esta descripción resumida de la estrategia de Lisboa se ha repetido frecuentemente, pero no permite comprender completamente ni su finalidad ni todas sus repercusiones.

    2.3

    La estrategia de Lisboa es un proyecto muy ambicioso dirigido al conjunto de la sociedad de la Unión Europea. La formulación de la estrategia se basa en los objetivos fundamentales de la Unión, pero ahora a mayor escala tras su ampliación a 25 Estados miembros.

    2.4

    La estrategia de Lisboa no es:

    un concepto únicamente para economistas profesionales;

    una ambición en solitario para las instituciones de Bruselas;

    una perspectiva reducida que se refiere solamente al cambio económico;

    un proyecto que pueda considerarse incompatible con el desarrollo sostenible;

    un concepto que ignora los efectos sociales del crecimiento económico.

    2.5

    La estrategia de Lisboa, si se explica correctamente, es:

    un método para trazar el futuro de Europa;

    una estrategia para mantener y aumentar la calidad de vida de los ciudadanos de la UE;

    necesaria para aprovechar las nuevas oportunidades que brinda la economía basada en el conocimiento;

    el reconocimiento de que, por una parte, el mantenimiento del empleo y la mejora del nivel de vida, y, por otra parte, la competitividad, requieren una nueva dinámica;

    una estrategia para fomentar la sinergia entre las medidas económicas, sociales y medioambientales;

    una estrategia que se basa en los logros de la Unión Europea;

    capaz de conseguir un crecimiento económico duradero con más y mejores puestos de trabajo y una mayor cohesión.

    2.6

    En la evolución de la estrategia de Lisboa, la competitividad y el crecimiento constituyen un elemento clave a la hora de conseguir un mayor bienestar económico, crear empleo, mantener la calidad de vida y mejorarla. A su vez, una mayor calidad de vida, las mejoras sociales y la sostenibilidad del medio ambiente también pueden fomentar el crecimiento. En consonancia con los progresos económicos realizados con la estrategia de Lisboa, será posible mejorar el apoyo ofrecido a aquellos sectores de la población europea que se encuentran por debajo del umbral de la pobreza, ampliar la aplicación de la inclusión social y tener en cuenta el carácter sostenible de estos logros para las generaciones futuras.

    2.7

    Si se piensa que la estrategia de Lisboa es sólo un asunto de competitividad es que no se han entendido bien sus postulados.

    2.8

    El Comité desea señalar, en primer lugar, que gracias a la estrategia de Lisboa ya se han producido avances positivos a lo largo de los últimos cinco años, a saber:

    una concienciación de la necesidad de reforma que va más allá de las tradicionales divisiones en la materia;

    una expansión acelerada de las tecnologías de la información y de los procesos de innovación;

    más apoyo al establecimiento de empresas y a la financiación de las PYME;

    un mayor interés por el desarrollo sostenible como medio de reducir el déficit público, restaurar la estabilidad del presupuesto de protección social y preservar el medio ambiente;

    iniciativas de reforma social por parte de los agentes sociales;

    medidas para simplificar los procedimientos jurídicos y administrativos, aunque su alcance es limitado.

    2.9

    A pesar de estos logros, en términos generales los resultados de los últimos cinco años han sido desalentadores si se comparan con los objetivos fijados en Lisboa. La UE, a causa de la existencia de grandes competidores industrializados y de la aparición de economías de bajos costes de producción, que cada vez recurren más a las nuevas tecnologías, debe afrontar desafíos competitivos cada vez mayores. Ciertos indicadores son objeto de preocupación, a saber:

    la débil demanda interna, la baja inversión y el descenso del crecimiento de la UE (en torno al 1 % anual de promedio entre 2001 y 2003);

    el fracaso a la hora de cumplir los objetivos en materia de empleo, la disminución de la calidad del empleo y la pérdida de la seguridad laboral;

    la aceleración de los cierres y el traslado de los centros de producción;

    un éxodo importante hacia terceros países por parte de investigadores y jóvenes que han completado sus estudios;

    mantenimiento o incluso empeoramiento del déficit público en varios Estados miembros;

    normas en materia fiscal y exacciones fiscales para las empresas excesivamente desiguales;

    el incremento del coste de la protección social, el envejecimiento acelerado de la población y la mayor vulnerabilidad de algunos grupos sociales;

    la orientación de la especialización de los productos, que no corresponde a la idea que normalmente se tiene de una economía del conocimiento.

    2.10

    Además, hay que añadir que las reformas de la estrategia de Lisboa se quedan a la zaga:

    2.10.1

    Los 25 Estados miembros se comprometieron a lograr el mercado único en diferentes ámbitos comunitarios (energía, servicios, contratación pública, redes transeuropeas y adaptación de los servicios públicos), pero se muestran reacios a la hora de aplicar las medidas necesarias en los plazos fijados.

    2.10.2

    A escala nacional, los resultados varían con insuficiencias debidas a:

    la complejidad estructural de los reglamentos y procedimientos administrativos;

    un desajuste persistente entre la oferta y la demanda de trabajo;

    un índice de jubilación anticipada elevado a pesar de los compromisos;

    los sistemas educativos;

    las insuficientes posibilidades de aprendizaje a lo largo de toda la vida;

    el gasto en investigación, que por lo general ha seguido disminuyendo en vez de aumentar hasta alcanzar el objetivo de Lisboa del 3 % del PIB;

    atención insuficiente a los problemas sociales derivados de la necesidad de innovación.

    2.10.3

    Con frecuencia los nuevos Estados miembros deben superar dificultades adicionales debido a las diferencias en el nivel de desarrollo (por ejemplo en empleo, tecnologías o medio ambiente), aunque estas dificultades se ven compensadas a veces por medidas de renovación que son más radicales que en la UE-15. Concretamente, los países del norte han registrado mayores avances en sus reformas que sus homólogos del sur. La misma observación se aplica a los Estados miembros que han conseguido equilibrar sus presupuestos con respecto a los que han dejado que su déficit aumente. Incluso los Estados miembros más avanzados están registrando retrasos en determinados ámbitos con respecto a países terceros con mayor rendimiento. La reforma no consiste simplemente en superarse con respecto al pasado sino con respecto a otros países.

    2.11

    La estrategia de Lisboa ha caído en un círculo vicioso: el bajo crecimiento complica la aplicación de la reforma, al mismo tiempo que los retrasos dificultan el crecimiento y el empleo. Las reformas realizadas hasta ahora están destinadas sobre todo a la parte de la economía relativa a la oferta, y no han tenido efecto por no haberse visto respaldadas por una demanda suficiente.

    2.12

    En las cumbres de primavera los Estados miembros parecen favorecer los nuevos debates sobre los objetivos planteados en Lisboa –aunque esto implica un número aún mayor de recomendaciones– en vez de la evaluación rigurosa de la situación actual de las reformas en curso y un compromiso claro de los plazos que hay que cumplir para las acciones pendientes. Por desgracia, a menudo no se explica claramente en Bruselas lo que se está llevando a cabo en los respectivos países o en qué ámbitos no se han logrado los objetivos acordados en Bruselas. El aumento del número de objetivos de las reformas, de compromisos y de países participantes se ha visto reflejado en un número equivalente de insuficiencias en relación con la corresponsabilidad, la aplicación y la coordinación, así como en repercusiones económicas y laborales.

    2.13

    Por lo tanto, existe el riesgo de no aplicar la suficiente determinación a las reformas necesarias mientras se cree que la estrategia puede cumplirse. Es muy probable que esta «burbuja» explote antes de llegar a 2010.

    2.14

    El objetivo acordado en Lisboa de mejorar la competitividad por medio de reformas concretas y vincular dicha mejora a un crecimiento económico sostenible que ayude a crear empleo y refuerce la solidaridad social sigue siendo importante para Europa, que ahora se encuentra en una encrucijada:

    por un lado, es líder mundial en exportación y el mayor mercado interior (en términos de PIB) y es capaz de sacar adelante un proyecto dinámico, tal y como quedó demostrado con el euro y la ampliación;

    por otro lado, se queda a la zaga en cuanto al crecimiento económico, se encuentra debilitada a causa de los traslados de las empresas y se siente desorientada, así como amenazada, por los contratiempos que está sufriendo con la reducción de su competencia en el mercado global.

    2.15

    El objetivo de la estrategia de Lisboa también es equilibrado: compagina el objetivo económico de la competitividad con las exigencias de tipo social (empleo, formación, cohesión social, condiciones de vida y de trabajo) y, como se puso en relieve en la Cumbre de Gotemburgo, medioambiental de manera proporcionada e interactiva.

    2.16

    Los métodos de la estrategia de Lisboa siguen siendo válidos si nos basamos en:

    un calendario multianual a lo largo de diferentes fases hasta 2010, año en que se conseguirá definitivamente el mercado único;

    una evaluación conjunta al año en las cumbres de primavera;

    un método abierto de coordinación con los Estados miembros en cuanto a objetivos comunes, favoreciendo las buenas prácticas, lo que puede resultar un complemento útil al método comunitario en ámbitos que son de competencia nacional;

    el énfasis que se hace en el papel central del sector privado, las asociaciones entre el sector privado y el público, la participación de la sociedad civil por medio de las autoridades públicas y el diálogo entre agentes sociales.

    2.17

    Hasta ahora, la cooperación por medio del método abierto de coordinación ha consistido en una cuestión intergubernamental, en la que faltaba en gran medida el respaldo democrático de los parlamentos nacionales. Se debe instaurar en los Estados miembros un debate parlamentario serio sobre las cuestiones relativas a la estrategia de Lisboa.

    2.18

    La participación y el apoyo tan importantes de los agentes de la sociedad civil han faltado en muchos de los Estados miembros. Este hecho constituye un aspecto muy negativo de la aplicación de la estrategia de Lisboa y explica en gran medida las preocupaciones y deficiencias. La falta continua de comunicación y asociación lo demuestra.

    2.18.1

    El déficit de comunicación es evidente. Ni los Estados miembros ni los medios de comunicación tienen contacto con la opinión pública en lo relativo a la estrategia de Lisboa a pesar de los actuales debates nacionales sobre empleo, formación, protección social, traslado de empresas y competencia tecnológica. Cuando se informa a los ciudadanos europeos acerca del objetivo de competitividad establecido en Lisboa, la mayoría no comprende ni su finalidad ni su alcance. Muchos de ellos piensan que el objetivo de convertirse en la economía más competitiva del mundo es irrealista o implica el final del modelo social europeo al ponerse a la altura de los países menos avanzados en este aspecto. Tales reacciones demuestran que debe explicarse el objetivo aclarando que el propósito consiste en asumir la competencia mundial correctamente reduciendo algunas de nuestras deficiencias y compensando otras por medio del empleo adecuado de nuestros activos.

    2.18.2

    Muchos europeos se han dado cuenta de que mientras se ponen en tela de juicio los derechos sociales, los beneficios que deberían obtener a cambio –en lo relativo al empleo y protección social sostenible– siguen sin estar claros. Los ciudadanos están preocupados por:

    el número creciente de empresas que se trasladan a países de la competencia con bajos precios de producción;

    el aumento de la presión sobre el empleo, las condiciones de trabajo y la pérdida de la seguridad laboral;

    la reaparición de dificultades en las zonas y sectores más afectados por el desempleo;

    sistemas de protección social debilitados (por el desempleo, las enfermedades y el envejecimiento).

    2.18.3

    Un gran número de ciudadanos europeos considera que no se ha tenido en cuenta su opinión en las reformas que, sin embargo, les afectan directamente y que, en términos generales, ponen en peligro su protección y beneficios adquiridos anteriormente. Además, los informes de la Comisión y de los Estados miembros en general no aportan mucha información sobre acuerdos para consultar y hacer participar a la sociedad civil o sobre asociaciones con los diferentes agentes sociales (el papel del sector privado, los agentes sociales, las asociaciones entre el sector público y el privado, las ONG, etc.) a pesar de que se les consideraba un elemento clave en el ámbito de aplicación de la estrategia de Lisboa.

    3.   Mejorar la competitividad

    3.1

    El énfasis que se hace en la competitividad es prueba de la necesidad de conseguir una competitividad sostenible en una economía global abierta mediante un mejor uso de las nuevas tecnologías, una formación profesional más eficaz, trabajadores cualificados y el aumento de la productividad. El concepto de calidad (calidad de productos, servicios, regulación, gobernanza, empleo, relaciones sociales y medio ambiente) es fundamental para la estrategia.

    3.2

    Estos objetivos se lograrían más fácilmente en un marco internacional de comercio y pagos más justo y eficaz.

    3.3

    Además de nuevas normas internacionales, ahora la economía europea necesita simplificar sus normas internas tanto a escala comunitaria como nacional. Un exceso de trámites burocráticos dificulta la toma de iniciativas que se necesitan para competir.

    3.4

    El CESE, a diferencia de la Comisión y el Consejo, opina que sólo con una reorientación de base de la política económica, especialmente de la política macroeconómica, podrán suprimirse los obstáculos europeos internos que impiden una recuperación sostenible y favorecedora de la coyuntura de la Unión Europea. La UE debe contar con sus propias fuerzas para poner nuevamente la economía europea en una vía de crecimiento y de pleno empleo. Una política macroeconómica equilibrada ha de centrarse, sobre todo, en los objetivos de la estrategia de Lisboa, en particular el pleno empleo, el refuerzo de la competitividad y el cumplimiento real de la obligación de un desarrollo «sostenible», con arreglo a las conclusiones de la cumbre de Gotemburgo.

    3.5

    El objetivo de la política monetaria debería ser lograr una relación equilibrada entre estabilidad de precios, crecimiento económico y empleo. En la combinación de políticas económicas recomendada por el Consejo falta, en cambio, un requerimiento claro dirigido al BCE para que asuma también su responsabilidad con respecto a la economía real (crecimiento y empleo). Sería oportuno a tal fin incitar al BCE a perseguir el objetivo de la estabilidad «en un sentido más amplio», que afecte no sólo a la estabilidad del poder adquisitivo, sino también a la estabilidad del crecimiento, el pleno empleo y el sistema de cohesión social. El Comité Económico y Social Europeo, por su parte, ha pedido ya en reiteradas ocasiones que la política monetaria contribuya a la realización del objetivo del crecimiento y pleno empleo (véase su Resolución dirigida a la Convención Europea de 19 de septiembre de 2002).

    3.6

    Deberían intensificarse las políticas de apoyo al establecimiento y crecimiento de las empresas, entre las que cabe citar una reducción de los plazos y los costes que requiere la creación de una empresa, las medidas para mejorar el acceso al capital de riesgo, los programas de formación empresarial y una amplia red de servicios de ayuda a las pequeñas empresas.

    3.7

    La formación a lo largo de la vida debería estar al alcance de todos los ciudadanos de todas las edades y nacionalidades de la UE y se debería animar a la gente a beneficiarse de ello.

    3.8

    Se debería dar rienda suelta al potencial del mercado único. Ahora la Unión Europea debería contar con las ventajas de un mercado mayor que el de EE.UU. o China, sin embargo:

    un gran número de directivas no se ha transpuesto a la legislación nacional;

    se han dado pasos inadecuados en el establecimiento de normas y reconocimiento mutuo para la prestación de servicios;

    se han producido retrasos en la liberalización de ciertos sectores, en el ámbito público inclusive;

    han surgido dificultades a la hora de fijar derechos de propiedad intelectual europeos viables;

    la diferencia entre los regímenes fiscales ha causado distorsiones.

    3.9

    La ayuda comunitaria debería depender de las mejoras necesarias en Estados miembros en los que las deficiencias «estructurales» impiden la transposición.

    3.10

    El intercambio de bienes, servicios y capitales debería favorecerse fortaleciendo la cooperación entre la Comisión y los Estados miembros en diversos ámbitos tales como los procedimientos arancelarios, los contratos del sector público y los servicios públicos transnacionales.

    3.11

    Además, los Estados miembros se quedan a la zaga en los siguientes sectores:

    interconexión y modernización de la infraestructura del transporte, lo cual ha repercutido en la realización de proyectos de redes transeuropeas;

    el acceso de las PYME al capital de riesgo;

    el déficit público de algunos países;

    el gasto en investigación, que por lo general ha disminuido en vez de aumentar con respecto al PIB (1,9 % del PIB en la UE frente al 2,6 % en EE.UU.), se ha estancado muy por debajo del objetivo del 3 %;

    el alto índice de jubilación anticipada a pesar de los compromisos de Barcelona 2002;

    la realidad económica y las perspectivas laborales futuras siguen sin reflejarse en los sistemas educativos.

    3.12

    Por su parte, las empresas europeas presentan retrasos en los ámbitos siguientes:

    investigación y desarrollo: en 2002, el sector privado de Estados Unidos dedicó a la investigación 100 000 millones de euros más que el de Europa. El Consejo Europeo de Lisboa estableció el objetivo de dedicar el 3 % del PIB a I&D, dos tercios de cuyo importe deben proceder del sector privado. Actualmente, su contribución no sobrepasa el 56 %.

    Formación a lo largo de toda la vida: desde el lanzamiento de la estrategia de Lisboa, el nivel de participación de los adultos en la educación y formación permanentes ha aumentado en tan solo un 0,5 %, situándose en el 8,5 %. Esta evolución presagia un fracaso en relación con el objetivo del 12,5 % fijado en Lisboa para 2010.

    4.   Integrar la dimensión social

    4.1

    Se requiere una estrategia clara para fomentar la competitividad y mantener la cohesión social: esto podría constituir un nuevo pacto para la política social. Los agentes sociales deben crear el nuevo marco en colaboración con la Comisión y los gobiernos de los Estados miembros. La dimensión social de la estrategia de Lisboa deberá ser reconocida como factor clave para el bienestar, la productividad y la inclusión social y tendrá que actualizarse en los próximos cinco años de la estrategia.

    4.2

    El CESE insta a los gobiernos de los Estados miembros a que hagan constar los progresos realizados en cuanto a las medidas necesarias para hacer avanzar Lisboa, haciendo un esfuerzo por estimular el desarrollo económico deseado. Esto es muy deseable a fin de poder elaborar un «Nuevo Pacto» para la sociedad europea. Debería centrarse en cuatro ámbitos que exigen especial atención. Los cuatro ámbitos son:

    ¡más empleo y puestos de trabajo mejores y más seguros!

    las personas de edad avanzada en la vida activa;

    una política de inclusión social más activa;

    la sanidad y la relación entre la salud y el medio ambiente.

    4.3

    Un esfuerzo conjunto, en el que intervengan los agentes sociales, las ONG y los gobiernos, también resulta necesario para desarrollar nuevas medidas de financiación y formas para una formación más avanzada a un nivel sustancialmente más alto que el actual y dirigida a una mayor proporción de las personas que buscan trabajo, en particular en sectores donde se requieren capacidades basadas en el conocimiento más avanzadas.

    4.4

    Los agentes sociales han de estudiar nuevas formas de esfuerzos conjuntos para mejorar el ambiente y la organización del trabajo para así vincular la productividad al valor añadido del empleado. Para mitigar algunos de los problemas que se derivan del envejecimiento de la mano de obra (y reducir el número de jóvenes que entran en el mercado laboral), los gobiernos, las empresas y las organizaciones profesionales deberán ocuparse de estos aspectos demográficos.

    4.5

    Dado que existen asuntos particulares que conciernen a las personas que se ven afectadas por los procesos de cambio, se requerirán directrices para establecer una política de inclusión social más activa.

    4.6

    Los objetivos generales fijados para la política social en el marco de la estrategia de Lisboa aún son válidos, aunque con ligeros cambios. Por otro lado, la naturaleza y el alcance de los retos generales han cambiado considerablemente en los últimos cuatro años. La aparición de economías de rápido crecimiento como la de China y la India tiene repercusiones directas en la estrategia de Lisboa: cada vez se lanzan al mercado más servicios y productos de alta tecnología a precios muy interesantes. El gran crecimiento sostenible de la productividad de Estados Unidos obliga a la estrategia de Lisboa a buscar rápidamente nuevos objetivos. Parece que se ha estancado el aumento de la productividad por hora trabajada, que anteriormente –en la década de los noventa– había sido más enérgico en Europa que en los EE.UU.

    4.7

    La ampliación de la Unión Europea es un factor positivo y desafiante. La adhesión de los nuevos Estados miembros ha hecho aumentar significativamente el mercado interior, el poder adquisitivo y los recursos humanos cualificados. Sin embargo, los nuevos Estados miembros también constituyen diferentes retos para la inclusión social. En lo que se refiere a los recursos humanos, deberá mejorarse tanto la oferta de educación como la de formación en ámbitos de la alta tecnología – al igual que en los otros 15 Estados miembros.

    4.8

    El CESE ha considerado las ventajas de una eventual Carta de Desarrollo Social Sostenible que cubriría los ámbitos mencionados de la política social y establecería los derechos fundamentales de los ciudadanos. El CESE propone, sobre la base de estas consideraciones, que la Carta de Desarrollo Social Sostenible se incluya en el programa de trabajo de la política social. La Carta tendría que ir acompañada de un programa de acción de la UE destinado a coordinar las diversas acciones y asistir a los Estados miembros en la determinación de los campos prioritarios.

    5.   Desarrollo Sostenible

    5.1

    La estrategia de desarrollo sostenible de la UE actualmente es objeto de revisión y se espera la decisión al respecto para el Consejo Europeo de marzo de 2005. La estrategia de desarrollo sostenible comprende acciones en los ámbitos económico, social y medioambiental que se aplican apoyándose mutuamente.

    5.1.1

    La estrategia de Lisboa, como se presentó tras las reuniones del Consejo Europeo en la primavera de 2002, abarca acciones paralelas en los ámbitos económico, social y medioambiental. La dimensión medioambiental se añadió por decisión del Consejo Europeo de Gotemburgo.

    5.2

    Sería un error considerar la estrategia de Lisboa y el principio en que se basa la estrategia de desarrollo sostenible como ambiciones contradictorias. La estrategia de Lisboa se inscribe en un plazo de tiempo claramente definido hasta el año 2010. Por el contrario, la estrategia de desarrollo sostenible no está limitada en el tiempo ya que abarca asuntos intergeneracionales.

    5.3

    Teniendo en cuenta la intención del Consejo Europeo de revisar las dos estrategias al mismo tiempo en marzo de 2005, es importante que se reconozcan tres aspectos:

    la estrategia de Lisboa, en los cinco años que le quedan, tendrá que empezar a tratar asuntos con plazos más allá de 2010. Para dichos asuntos y acciones es necesario que se realicen evaluaciones de acuerdo a los criterios aplicados en la estrategia de desarrollo sostenible. De acuerdo con este planteamiento, la estrategia de Lisboa brinda la posibilidad de trabajar en proyectos con plazos determinados que puedan considerarse también como acciones de desarrollo sostenible.

    es fundamental que en la definición de objetivos y acciones a largo plazo la estrategia revisada de desarrollo sostenible reconozca las funciones de la estrategia de Lisboa y coordine las acciones y programas cuando sea pertinente;

    probablemente la estrategia de Lisboa tenga múltiples objetivos y acciones, pero por definición la estrategia de desarrollo sostenible contará con un número aún mayor. No obstante, se irán presentando paso a paso. En ambos casos los niveles nacionales y locales han de desempeñar un papel decisivo. Ninguna de las dos estrategias puede funcionar si son fundamentalmente de carácter descendente; ambas deben ser ascendentes.

    6.   Cooperación

    6.1

    Hay varios temas que se mencionan en las ambiciosas propuestas para la aplicación dinámica del proceso de Lisboa. Aunque ninguna de las políticas o acciones constituya el elemento clave, hay un tema que destaca. Una eficaz aplicación de la estrategia de Lisboa requiere el reconocimiento a escala comunitaria de la interacción de numerosas personas, gobiernos, agencias y organizaciones, así como de las instituciones europeas.

    6.2

    Para lograr efectos positivos, una dinámica renovada requiere de una «asociación para el cambio»(Partnership for Change) a diferentes niveles. El concepto de la asociación demuestra que los objetivos de Lisboa no son de carácter descendente ni tampoco ajenos a los asuntos que afectan a la vida diaria de los ciudadanos.

    6.3

    El Comité subraya que un punto débil significativo de la aplicación de la estrategia de Lisboa es la ausencia de una adecuada participación de los agentes de la sociedad civil, a pesar de que en el cometido de Lisboa se insistió expresamente en este aspecto. Dicho punto débil podría ser fatal para el éxito de la estrategia. El Comité acoge con satisfacción que el Consejo Europeo reunido el 24 de marzo de 2004 recomendara solucionar este problema mediante «asociaciones para el cambio». El Comité ha aceptado participar en este proceso presentando un plan de acción.

    6.4

    El Comité pretende trabajar con los consejos económicos y sociales de los Estados miembros así como con todos los interlocutores socioprofesionales que deseen participar en el establecimiento de una red de iniciativa de la sociedad civil para favorecer el éxito de las reformas.

    6.5

    Se tratará de una red interactiva descentralizada que reunirá los sitios web de los participantes con el fin de:

    presentar las iniciativas socioprofesionales —tanto su funcionamiento como su preparación— que ayuden a desarrollar las reformas de la estrategia de Lisboa a escala comunitaria, nacional y regional;

    destacar las buenas prácticas en estos ámbitos, incluidos los asuntos transfronterizos;

    intercambiar experiencias y análisis adecuados de los agentes de la sociedad civil;

    organizar foros y debates de consulta sobre las reformas.

    6.6

    Se elaborará un código de conducta para fomentar estas iniciativas que aplicarán quienes participen en la red.

    6.7

    Se organizará una conferencia anual con los socios de la red durante la cumbre de primavera con miras a evaluar las iniciativas de la sociedad civil.

    6.8

    El Comité pretende hacer las veces de foro a escala europea donde se debata el tema de las «asociaciones para el cambio» basándose en la experiencia nacional y comunitaria.

    6.9

    Este vínculo con los organismos representativos nacionales aportará una experiencia sólida de modo que el CESE pueda contribuir más eficazmente a las revisiones anuales que tienen lugar en las reuniones de la cumbre de primavera.

    7.   Condiciones previas para la aplicación eficaz de la estrategia de Lisboa:

    7.1

    Al tiempo que el Comité subraya la necesidad de conciliar las reformas de la estrategia de Lisboa con la sociedad civil europea, estima que el proceso de revisión que se requiere para aplicar la estrategia debe cumplir cuatro condiciones:

    7.2

    En primer lugar, la aplicación de la estrategia de Lisboa no puede posponerse. La competencia internacional aumenta día a día. Como resultado, las empresas se ven obligadas a trasladarse: se trata de un fenómeno que afecta cada vez a más zonas y sectores dado que deben competir con economías emergentes de bajos salarios y costes de producción y, a menudo, con las tecnologías más vanguardistas e innovadoras. La aplicación de medidas eficaces a largo plazo para restaurar la competitividad en Europa no puede esperar.

    7.3

    Ahora bien, la estrategia de Lisboa es un concepto estratégico. En este sentido es comparable con conceptos estratégicos anteriores que han hecho avanzar la integración de manera decisiva. En este caso se trata de una planificación con un horizonte temporal y un plan por etapas dirigido por la Comisión y los Estados miembros con firmeza y en estrecha cooperación. A finales de los años sesenta ocurrió lo mismo con la Unión Aduanera, que quedó sancionada en el Tratado. El éxito de «Europa 92» fue, asimismo, el resultado de una planificación de estas características. La Unión Monetaria es otro ejemplo de éxito. En estos casos se aplicó con éxito o bien el método comunitario, como en el caso de la Unión Aduanera y en el proyecto «Europa 92», o una contribución positiva de los Estados miembros que les permitió alcanzar un objetivo urgente, como era la participación en la UEM. El problema es que en la actualidad no se da ninguna de estas dos situaciones. Avanzar de forma satisfactoria depende totalmente de la voluntad política.

    7.4

    En segundo lugar, la estrategia de Lisboa no puede alcanzar el éxito sin que existan normas internacionales. Los empresarios y los trabajadores europeos no desean enfrentarse a una competencia desenfrenada ni verse inmersos en una espiral de reducción de costes sin tener en cuenta los avances sanitarios, sociales y medioambientales o un desarrollo sostenible y equilibrado. Por esta razón, las reformas de la estrategia de Lisboa sólo podrán aplicarse con éxito si la Unión Europea ejerce presión de forma paralela sobre la OMC, el FMI, la OMPI, la OIT y otras organizaciones internacionales con el fin de fijar un marco para lograr la globalización a través de normas más justas y eficaces. Es fundamental que se establezca una estructura de referencia para la competitividad que comprenda normas mínimas sobre competencia, seguridad, normas de calidad, derechos sociales, protección de los niños, preservación del medio ambiente y propiedad intelectual. Sería ilógico tratar de obtener el apoyo de los europeos sin estas garantías.

    7.5

    En tercer lugar, la aplicación de la estrategia de Lisboa no debe ser contraria al modelo social europeo: se correría el riesgo de obtener el resultado totalmente opuesto.

    7.5.1

    Es necesario aplacar los temores ante el gasto social y los costes de escala de las reformas. Los ciudadanos deben saber que estas reformas son esenciales para la sostenibilidad del modelo de desarrollo de Europa, como parte de una economía abierta. El objetivo clave de la estrategia de Lisboa debe constituirlo la garantía de una viabilidad constante del modelo social europeo, al que nuestros ciudadanos están muy arraigados, tal y como se señalaba en la Carta de Derechos Fundamentales, y la conciliación entre ese modelo y la demanda de competitividad.

    7.5.2

    La estrategia de Lisboa también debe considerar plenamente las preocupaciones medioambientales. Los compromisos contraídos en Gotemburgo en el año 2001 confirman y aumentan claramente el deseo expresado en Lisboa de conciliar una economía competitiva con una buena calidad de vida.

    7.6

    En cuarto lugar, es evidente que el éxito de la estrategia de Lisboa pasa por unas asociaciones europeas, nacionales y regionales más fuertes, tanto entre Estados como con los representantes de grupos de interés socioprofesionales y los interlocutores sociales. En los primeros años de la aplicación de la estrategia de Lisboa, los interlocutores sociales no fueron llamados a intervenir en la estructuración y aplicación de la estrategia de Lisboa en un gran número de Estados miembros donde, además, apenas se les consultó y raramente se les mencionó en los informes de evaluación anuales. En los cinco años que quedan para alcanzar el objetivo de Lisboa estos fallos no se pueden volver a repetir. El objetivo no podrá conseguirse sin que se informe, avise, involucre y movilice realmente a la sociedad.

    8.   Ocho propuestas prioritarias del CESE para mejorar la aplicación de la estrategia de Lisboa

    Sobre la base del análisis y las amplias consultas realizadas, el CESE desearía responder a la petición del Consejo Europeo con las siguientes propuestas:

    8.1   Los Estados miembros deben «apropiarse» más de la estrategia

    8.1.1

    Los gobiernos de los Estados miembros deberían adquirir responsabilidades de una forma más clara y activa en la aplicación de la agenda de trabajo de la estrategia de Lisboa. Es fundamental que la estrategia sea «propiedad» de los Estados miembros, de sus gobiernos y de los parlamentos nacionales. Los Estados miembros deberían preparar planes claros con calendarios para las acciones que tienen intención de adoptar a fin de alcanzar los objetivos de Lisboa acordados en las reuniones de seguimiento

    8.1.2

    La estrategia de Lisboa debe ser reconocida por lo que es: un proyecto muy ambicioso para construir una sociedad europea donde tengan cabida la prosperidad, el bienestar, la competitividad, la inclusión social y una gran concienciación sobre el medio ambiente. En base a ello, es necesario que exista una comunicación más activa con los interlocutores sociales y la sociedad civil organizada. Sin embargo, la estrategia de Lisboa se ha considerado mayormente como un proyecto de naturaleza económica.

    8.1.3

    El análisis comparativo anual debe ser más detallado y los Estados miembros tendrán que demostrar más claramente la posible existencia de obstáculos estructurales o de otro tipo que les impidan lograr los objetivos acordados conjuntamente.

    8.2   Reforzar el crecimiento y la cohesión

    8.2.1

    El pacto de estabilidad y crecimiento debe convertirse en un instrumento para el crecimiento y el aumento de la productividad, centrándose en los objetivos de estabilidad a lo largo de ciclos económicos completos en vez de años individuales. Una política macroeconómica libre de tensiones es necesaria para apoyar la demanda.

    8.2.2

    El BCE debería tener más en cuenta el impacto económico de sus decisiones de forma más amplia y, en su deber de controlar la inflación, debería apoyar los objetivos de Lisboa.

    8.2.3

    En la coordinación de las políticas económicas entre (y dentro de) los Estados miembros, los gobiernos deberían fijar objetivos de rendimiento y controlar los indicadores clave para demostrar los resultados.

    8.2.4

    Deben diseñarse políticas de cohesión para reforzar de forma activa las mejoras en la competitividad, que a su vez servirán para reducir las diferencias de ingresos en la Comunidad. Debería adoptarse un código de prácticas aceptables sobre el uso de las ayudas de Estado como elemento de las políticas de cohesión.

    8.3   Aplicar el mercado interior de una forma más eficaz

    8.3.1

    Debe prestarse una especial atención al calendario de la aplicación del mercado interior, que ahora se ha ampliado a 25 Estados miembros. La Comisión Europea debería incluir un informe sobre asuntos pendientes de aplicación en la evaluación anual de la estrategia de Lisboa.

    8.3.2

    Hay diversas medidas dirigidas al mercado único que deberían haberse aplicado hace mucho tiempo y que requieren adoptarse inmediatamente: el reglamento que prohíba la doble imposición dentro del Mercado único; la disponibilidad inmediata de una patente europea simple, eficaz y con un precio razonable; el relanzamiento de la plena realización de un verdadero mercado interior de servicios sobre una base equilibrada.

    8.4   Fomentar la innovación y la calidad

    8.4.1

    El BEI y el FEI deberían intensificar sus actividades para identificar, priorizar y estructurar proyectos y programas de inversión innovadores, promovidos por el sector público y privado, en colaboración con la Comisión y los Estados miembros. Convendría que el FEI siguiera ocupándose de la necesidad de PYME innovadoras y de alto crecimiento a través de sus actividades de capital de riesgo, los mandatos que le permiten actuar en favor de las PYME y un mayor fomento de las posibilidades de obtener financiación del BEI.

    8.4.2

    El concepto de calidad (calidad de productos, servicios, normas, gobernanza, empleo, relaciones sociales y medio ambiente) es fundamental para la aplicación de la estrategia y debe constituir un elemento integrante de las evaluaciones anuales sobre los avances realizados a nivel nacional y comunitario.

    8.5   Modernizar la política social

    8.5.1

    La política social debe considerarse un requisito previo para la competitividad y la productividad y viceversa. Debe crearse una agenda social modernizada para la Unión ampliada, que debería concretarse en una Carta de desarrollo social sostenible que cubra los temas clave de la política social y los derechos fundamentales de los ciudadanos.

    8.5.2

    Hay cuatro temas que son particularmente importantes para el fomento de la competitividad: las políticas de empleo, las personas en edad avanzada en la vida activa, unas políticas de inclusión social más activas y una sanidad que incluya la relación entre la salud, la protección social y el medio ambiente. Es necesario que se tomen nuevas iniciativas en todos estos ámbitos tras haber consultado a los gobiernos de la UE y de los Estados miembros, así como a los interlocutores sociales.

    8.5.3

    La creación de una sociedad basada en el conocimiento requiere grandes recursos para una educación y formación básicas y continuas. El aprendizaje a lo largo de la vida, aunque se haya extendido a todos los Estados miembros, debe desarrollarse más e incluir también el aprendizaje a lo largo de la vida en la educación superior. La Comisión Europea, tras consultar a los interlocutores sociales, debe estudiar las posibilidades de obtener una Carta europea de aprendizaje a lo largo de la vida que incluya opciones de financiación alternativas.

    8.5.4

    La UE debe adoptar una política común de inmigración más activa, de acuerdo con los Consejos Europeos de Tampere y Salónica. Por razones demográficas, económicas y sociales, en los próximos años la inmigración seguirá siendo una cuestión crucial en Europa. La estrategia de Lisboa requiere que la UE disponga de una legislación transparente para la admisión de inmigrantes legales, una buena coordinación entre la política de inmigración y la estrategia para el empleo, así como nuevas políticas de integración y de lucha contra la discriminación

    8.6   Promover las asociaciones entre el sector público y el privado para fines de investigación

    8.6.1

    La investigación, tanto básica como aplicada, constituye un pilar importante de la sociedad basada en el conocimiento. Las empresas de la UE están quedándose rezagadas en vez de cumplir los objetivos de una mayor inversión en investigación. Esto también se aplica a los gobiernos. Se pueden generar más recursos con asociaciones entre el sector público y el privado para fines de investigación. Europa debe disponer de políticas activas para atraer a investigadores extranjeros y facilitar el retorno de los investigadores europeos que desarrollan su actividad en otros lugares.

    8.6.2

    La Comisión Europea debería presentar un plan para aumentar las inversiones en investigación, coordinar mejor los programas comunitarios y nacionales y crear un consejo de investigación europeo.

    8.6.3

    La transmisión de conocimientos de la investigación para su aplicación industrial es ineficaz y lenta en la UE con respecto a EE.UU. La Comisión Europea debería presentar un proyecto específico para adoptar medidas que fomenten la transmisión de conocimientos a la industria.

    8.6.4

    Las PYME tienen una especial necesidad de acceder a la investigación y de apoyo para aplicar los avances técnicos. El BEI, junto con la Comisión Europea, debería idear nuevas formas y medios de fomentar aún más la transmisión de conocimientos.

    8.7   Proteger el medio ambiente de forma más activa

    8.7.1

    La estrategia de Lisboa también se basa en un tercer pilar: el medio ambiente. Debe fomentarse más activamente el desarrollo de tecnologías ecológicas. Los esfuerzos conjuntos entre el sector público y el privado deberían extenderse a los ámbitos de la energía y el transporte. En una perspectiva más a largo plazo, se podrán obtener sinergias importantes a través del sector medioambiental.

    8.7.2

    El desarrollo sostenible es necesariamente una parte integrante de la estrategia de Lisboa para los próximos cinco años, pero con el tiempo se extenderá mucho más allá. La estrategia revisada de desarrollo sostenible debería incluir medidas concretas que sean compatibles con la segunda mitad de la estrategia de Lisboa.

    8.8   Obtener el apoyo de los ciudadanos

    8.8.1

    Devolver la estrategia de Lisboa a los ciudadanos: la sociedad civil organizada y los interlocutores sociales deben desempeñar un papel más claro y preciso en la aplicación de la estrategia de Lisboa. El CESE brinda todo su apoyo a las declaraciones realizadas en este sentido por el Consejo Europeo.

    8.8.2

    Si se quiere que los objetivos de Lisboa sean alcanzables realmente, la Unión Europea debe presentar un enfoque coherente, dinámico y progresista tanto en lo relativo a los objetivos de la Unión como a las dinámicas institucionales. Dado que posiblemente constituya el ejemplo más representativo de estos objetivos, el nuevo Tratado para la Constitución Europea ha de explicarse de forma persuasiva, someterse a la aprobación de los Estados miembros y obtener el apoyo de los ciudadanos europeos.

    8.8.3

    Así, el CESE aboga por que en una «nueva versión» de Lisboa se recupere la metodología exitosa de «Europa 92». Avanzar a partir de la práctica existente implica que los informes sobre las orientaciones generales de política, el mercado interior, el empleo y la estrategia de Lisboa se articulen en un plan estratégico único, con un calendario con plazos precisos en el que quede claro quién (Comisión, Consejo, Estados miembros) debe realizar qué acciones y sobre la base de qué decisiones y en qué plazos.

    8.8.4

    Los consejos económicos y sociales nacionales pueden desempeñar un papel muy importante junto con los interlocutores sociales y las diferentes organizaciones de la sociedad civil. La aplicación de la estrategia de Lisboa puede encomendar a estos consejos una función particular.

    8.8.5

    A escala europea, el CESE está dispuesto a desempeñar un papel activo en el fomento de la aplicación y el seguimiento de la estrategia de Lisboa colaborando estrechamente con los interlocutores sociales y con las organizaciones europeas de la sociedad civil.

    8.8.6

    ¡Informar a los ciudadanos de Europa acerca de la estrategia de Lisboa! Hay que insistir en los objetivos finales de la estrategia para construir una Europa con prosperidad, bienestar, una gran competitividad y concienciación en temas medioambientales. No se conseguirá aplicar con éxito la estrategia de Lisboa sin la participación activa de los ciudadanos. El CESE pretende contribuir activamente a este esfuerzo de información.

    8.8.7

    La aplicación de la estrategia de Lisboa requiere una coherencia política clara tanto a nivel comunitario como nacional. Los tres pilares de la estrategia brindan oportunidades de sinergia únicas ya sea en el ámbito económico, social o medioambiental. La reactivación del proceso de Lisboa se deberá realizar mediante la necesaria coherencia política para que se tengan en cuenta los tres pilares.

    Bruselas, 27 de octubre de 2004.

    La Presidenta

    del Comité Económico y Social Europeo

    Anne-Marie SIGMUND


    (1)  DO 117, 30.4.2004.

    (2)  DO 110, 3.4.2004.


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