La ampliación dos años después - Un éxito económico

La ampliación de la Unión Europea (UE) de 2004 fue un éxito económico para todos los países europeos. A través de esta Comunicación, la Comisión hace un balance de los efectos económicos de la ampliación, que en 2004 amplió el espacio político y económico europeo a diez nuevos Estados miembros. En la actualidad, su economía ha progresado considerablemente por la vía de la integración, y se ha vuelto más dinámica y competitiva. Los antiguos Estados miembros, a su vez, se han beneficiado de las nuevas oportunidades en los nuevos Estados miembros, sin experimentar repercusiones importantes.

ACTO

Comunicación de la Comisión al Consejo y al Parlamento Europeo, de 3 de mayo de 2006, «La ampliación dos años después - Un éxito económico» [COM (2006) 200 final - no publicada en el Diario Oficial].

SÍNTESIS

A raíz de la ampliación de 2004, la Unión Europea (UE) ha multiplicado su diversidad y ha aumentado sensiblemente el número de sus ciudadanos y Estados miembros. Esta etapa ambiciosa de la historia de Europa ha marcado la integración de diez nuevos países (UE-10): Chipre, Estonia, Hungría, Letonia, Lituania, Malta, Polonia, República Checa, Eslovaquia y Eslovenia, con raíces económicas, políticas y sociales diferentes.

Las previsiones económicas efectuadas antes de la adhesión eran generalmente positivas. Por una parte, preveían un crecimiento económico para los nuevos Estados miembros, así como beneficios, si bien más limitados, para los antiguos (Alemania, Austria, Bélgica, Dinamarca, España, Finlandia, Francia, Grecia, Irlanda, Italia, Luxemburgo, Países Bajos, Portugal, Reino Unido y Suecia). Por otra parte, desmantelaban los temores relativos al coste de la ampliación para los nuevos Estados miembros y las repercusiones para los antiguos.

La presente Comunicación tiene por objeto comprobar si, dos años después de la ampliación, estas previsiones económicas se han cumplido, y definir las ventajas y los retos que aún quedan en el camino de la integración europea.

CRECIMIENTO Y ESTABILIDAD

El período 1997-2005 se caracterizó por un crecimiento constante de las economías de los nuevos Estados miembros (un 3,75 % por término medio, frente al 2,5 % de la UE-15). Las rentas de los nuevos Estados miembros, muy inferiores a las de los antiguos, han aumentado considerablemente, pasando del 44 % al 50 % de la media de la UE-15 en 1997. En general, el ritmo de crecimiento se ha mantenido conforme a las previsiones y ha sido especialmente rápido en los países que partían con las rentas más bajas. El mercado laboral también se ha beneficiado de este fenómeno, comenzando a evolucionar positivamente en 2005.

Este nuevo crecimiento ha contribuido a la estabilidad macroeconómica de los nuevos Estados miembros, con repercusiones positivas sobre sus políticas económicas y sus finanzas públicas. En lo que respecta a la política económica, la integración en curso, así como el refuerzo de los procedimientos de coordinación, han contribuido a su disciplina. Su credibilidad ha aumentado, tal como confirman los tipos de interés, en la actualidad más cercanos a los de la UE. En cambio, la evolución de las finanzas públicas ha sido menos homogénea, reflejo de la incidencia de las reformas vinculadas a la transición. Los déficits presupuestarios excesivos, que siguen afectando a algunas economías de la UE-15, se han corregido en la mayoría de los nuevos Estados. Los niveles de deuda pública son muy inferiores a los de la UE-15.

MAYOR INTEGRACIÓN ECONÓMICA

La integración comercial con los nuevos Estados miembros comenzó a principios de los años noventa, gracias a los acuerdos bilaterales que liberaron el 85 % de los intercambios entre los dos bloques. Entre 1993 y 2005, la apertura de estas economías aumentó sensiblemente los intercambios comerciales recíprocos. Durante este período, los antiguos Estados miembros reforzaron en 6 puntos porcentuales su importancia como socios comerciales de los países de la UE-10. Recíprocamente, sus importaciones procedentes de los nuevos Estados miembros han aumentado hasta situarse en torno al 13 %. Los productos que intercambian los países de la UE-10 se caracterizan por una utilización intensiva de la mano de obra, mientras que el comercio de la UE-15 está más especializado en productos con un mayor contenido tecnológico.

La balanza comercial de los antiguos Estados miembros sigue siendo excedentaria con relación a los países de la UE-10, que se benefician de costes de producción más ventajosos. El déficit comercial de los países de la UE-10 ya ha retrocedido mucho estos últimos años, y no se considera alarmante con relación a los retrasos económicos de estos países. No obstante, la Comisión considera que este desequilibrio debe ser objeto de una rigurosa vigilancia política, sobre todo en los países que registran también una elevada inflación.

Desde mediados de los años noventa la presencia de empresas extranjeras, así como la inversión extranjera directa (IED) en los nuevos Estados miembros ha aumentado rápidamente, lo que confirma la apertura creciente de sus economías y su integración en la UE. En particular, la IED superó los 190 000 millones de euros en 2004, mayoritariamente financiados por los antiguos Estados miembros. El principal inversor es Alemania, sobre todo en Hungría, Polonia y Eslovaquia, mientras que los países nórdicos son los primeros inversores en los países bálticos. El grueso de la IED se destina a los servicios (55 %) y a la industria (37 %), si bien los sectores industriales modernos cobran cada vez más importancia.

Los nuevos Estados miembros, sobre todo los del centro y el este de Europa, han registrado progresos sustanciales en el sector financiero. La aceleración del crecimiento del crédito confirma esta evolución, si bien los préstamos pendientes y la capitalización de los mercados bursátiles siguen siendo inferiores a la media de la zona del euro.

La inversión transfronteriza y los índices de penetración de los bancos extranjeros son ahora mucho mayores que en la UE-15. La intensificación de la competencia ha propiciado el abaratamiento de los créditos, en especial de los hipotecarios, y la reducción de los márgenes netos, aunque hay diferencias evidentes según los países (alrededor del 0,5 % en Hungría, Letonia y Eslovaquia, y alrededor del 3 % en Polonia y Eslovenia).

Los bancos de los antiguos Estados miembros se han beneficiado de la adhesión, ya que han podido acceder a estos nuevos mercados en crecimiento y han diversificado sus carteras. Las inversiones de los bancos austríacos en el centro y este de Europa, así como de los bancos nórdicos en los países bálticos, confirman esta tendencia.

ADAPTACIÓN FLUIDA

IED y relocalización

Las inquietudes relativas a la relocalización de las actividades han resultado infundadas: los flujos de IED, así como su incidencia en el empleo, no son significativos.

La Comisión considera que los nuevos Estados miembros sólo reciben una parte menor (4 %) de la IED de la UE-15; los mayores porcentajes corresponden a otros Estados miembros de la UE (53 %) y a EE.UU. (12 %). Además, gran parte de la IED de la UE-15 ha llegado a los nuevos Estados miembros en el marco de programas de privatización, con el fin de conquistar mercados en rápida expansión, sin que ello haya conllevado la sustitución de actividades realizadas previamente en el país de origen.

Distintos estudios han puesto de manifiesto que la rotación anual de la mano de obra atribuida a la relocalización representa entre el 1 y el 1,5 %. En efecto, la relocalización ha permitido aumentar la competitividad de las empresas de la UE-15, lo que ha implicado una disminución de la creación de empleo (estimada entre el 0,3 y el 0,7 % en Alemania y Austria, que se cuentan entre los mayores inversores en los países de la UE-10).

No obstante, a través de su Comunicación sobre reestructuraciones y empleo, la Comisión ha animado a los Estados miembros a utilizar lo más posible los instrumentos comunitarios (incluidos los Fondos Estructurales) para compensar las posibles repercusiones sobre algunos sectores o en algunas regiones.

La relocalización apenas se ve influida por las diferencias existentes entre los tipos de imposición de las sociedades. Entre los factores que fomentan la relocalización de actividades, capitales y empleos hacia los nuevos Estados miembros figuran el menor coste de la mano de obra y las economías de escala. El peso de la fiscalidad debería evaluarse considerando todos los aspectos implicados (incluidas la fiscalidad del trabajo, la base imponible y la transparencia y la integración globales del régimen de imposición de las sociedades). No obstante, la carga fiscal soportada por las empresas como porcentaje del PIB se ha mantenido relativamente estable.

La supresión de los obstáculos a la libre circulación de personas y trabajadores de la UE-10 constituyó uno de los elementos más significativos y sensibles de la ampliación de 2004. Sin embargo, el temor a flujos migratorios masivos y distorsiones importantes en el mercado laboral parece injustificado en la actualidad.

Inicialmente, todos los Estados miembros de la UE-15, excepto Irlanda, el Reino Unido y Suecia, establecieron excepciones al principio de libre circulación de las personas y trabajadores, autorizadas por el Tratado de adhesión durante el período de transición (7 años). En la UE-10, solamente Polonia, Eslovenia y Hungría adoptaron restricciones nacionales frente a las personas procedentes de la UE-15. En 2006, cuatro Estados miembros de la UE-15 (Grecia, España, Portugal y Finlandia) suprimieron estas restricciones (que incluían sistemas de cuotas y regímenes de permiso de trabajo) y otros seis (Bélgica, Dinamarca, Francia, Italia, Países Bajos y Luxemburgo) las suavizaron.

En general, la presencia de ciudadanos de los nuevos Estados miembros en los flujos migratorios ha sido claramente inferior a la de ciudadanos procedentes de terceros países. Este fenómeno se ha dado también en Austria y Alemania, que se han convertido en los destinos privilegiados de los nacionales de la UE-10. El porcentaje más elevado de nacionales de la UE-10 se encuentra en Irlanda, donde representa el 8 % de la población total.

Los Estados miembros que no han impuesto restricciones a los trabajadores de la UE-10 son los que presentan los mejores resultados en materia de empleo.

Acervo comunitario y retos que deben alcanzarse

Sigue habiendo retos por alcanzar en los ámbitos siguientes, que en general registran un nivel de integración considerable:

INCIDENCIA PRESUPUESTARIA LIMITADA

La ampliación ha afectado de forma limitada al presupuesto de los Estados miembros. La ayuda financiera de la UE a los nuevos países miembros comenzó quince años antes de la adhesión, y se ha intensificado durante 2004 y 2005. En la actualidad, la contribución de los Estados miembros de la UE-10 al presupuesto europeo sigue siendo inferior a las ayudas que reciben. No obstante, la contribución financiera de los antiguos Estados miembros a la mejora del bienestar de los países de la UE-10 apenas representa el 0,1 % de su PIB. El nuevo marco financiero definido para 2007-2013 prevé un aumento sensible, que será no obstante limitado en relación al PIB de la UE-15. Además, los mecanismos « Schengen » y de «Compensación» han contribuido a evitar las presiones sobre los presupuestos nacionales de los nuevos Estados miembros.

En conclusión, gracias a la ampliación de 2004, la economía de la UE se ha tornado más dinámica y más preparada para hacer frente a los retos de la globalización. Esta ampliación ha extendido el mercado interior y ha reforzado los beneficios para las empresas y para los consumidores europeos sin producir ninguna distorsión importante en los mercados de bienes o trabajo. La preparación meticulosa de la ampliación durante la década anterior ha sido determinante para lograr este resultado.

Última modificación: 26.04.2007