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Informe conjunto sobre el empleo (1999)

1) OBJETIVO

Presentar la situación del empleo en la Unión Europea - en su totalidad y a escala nacional - y examinar las medidas adoptadas por los Estados miembros para la aplicación de las directrices para el empleo de 1999.

2) MEDIDA DE LA COMUNIDAD

Informe conjunto sobre el empleo de 1999 (parte I)

3) CONTENIDO

El informe conjunto sobre el empleo está estructurado en dos partes. La primera presenta una visión comparativa global de la situación actual y de los resultados de los Estados miembros en la aplicación de las directrices para el empleo de 1999 en cada uno de los cuatro pilares (mejorar la capacidad de inserción profesional, desarrollar el espíritu de empresa, fomentar la capacidad de adaptación de las empresas y de los trabajadores y, por último, fortalecer las políticas de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres). El informe cita también algunos ejemplos de buenas prácticas aplicadas por algunos Estados miembros.

El informe conjunto proporciona una evaluación de los planes nacionales de acción para el empleo (PNA) de 1998, adoptados en aplicación de las directrices para el empleo del mismo año; en el informe se reconocen progresos reales en la aplicación de dichas directrices.

El proceso de Luxemburgo impone el establecimiento de objetivos cuantitativos comparables a escala europea y a escala nacional. Para ello resulta necesaria una serie completa de indicadores, lo cual entraña la recogida de datos similares en la Unión Europea. A propósito de los PNA, a los interlocutores sociales se les pide una participación más activa que antes en lo relacionado con la elaboración y la aplicación de la política del mercado de trabajo a escala nacional y local.

Contexto económico

El informe conjunto confirma la recuperación económica que tuvo lugar en 1998. La tasa de crecimiento del 2,9% - 0,2 puntos más que en 1997 - se vio frenada por una sensible reducción de la actividad en el segundo semestre de 1998.

La coherencia de la política económica europea desempeña un papel clave en el éxito de las iniciativas. Se basa en tres componentes:

  • un compromiso total respecto al pacto de estabilidad y crecimiento;
  • la mejora del funcionamiento global del mercado de trabajo y, en particular, la promoción de la empleabilidad, del espíritu de empresa, de la adaptabilidad y de la igualdad de oportunidades;
  • unas reformas económicas que mejoren la eficacia y la flexibilidad de los mercados de bienes, servicios y capitales.

La tasa de empleo aumentó en 1998 en un 1,2%, lo que corresponde a una creación de 1,8 millones de puestos de trabajo. Por primera vez desde 1990, el empleo progresó en todos los Estados miembros. Tiende a generalizarse el recurso a los contratos temporales. En sintonía con este aumento de la tasa de empleo, el paro disminuyó en 1998 y también en el primer trimestre de 1999 hasta alcanzar el 9,4% de la población activa en junio de ese año.

Aunque sigue existiendo una gran diferencia entre la tasa de desempleo de los adultos y la de los jóvenes de menos de 25 años, el desempleo de los jóvenes ha seguido disminuyendo en 1998. El número de desempleados de larga duración ha disminuido también ligeramente.

Más del 75% de la creación neta de empleo total en la UE en 1998 se ha producido en sólo seis Estados miembros: España, Francia, Reino Unido, Países Bajos, Portugal e Italia. Los tres primeros crearon alrededor de 1 millón de los 1,8 millones de puestos de trabajo creados.

No obstante, la tasa de creación de empleo neto de las cuatro principales economías de la Unión Europea - Francia, Alemania, Reino Unido e Italia - es relativamente baja. En la medida en que estas economías representan el 70% de la Unión, esa es la razón principal por la que la creación global de empleo en la UE ha sido tan reducida.

Evaluación de los PNA

Los PNA se articulan en torno a cuatro ejes prioritarios (pilares) que marcan a cada Estado miembro orientaciones comunes dejándoles un margen de maniobra para las necesidades nacionales. Respecto a la aplicación de las tres primeras directrices - que se refieren al desempleo de los jóvenes, desempleo de larga duración y al fortalecimiento de las medidas activas -, se han observado verdaderos progresos.

En cambio, cuando las directrices no proponen ningún objetivo cuantitativo, su aplicación es mucho más aleatoria.

Pilar I: capacidad de inserción profesional (empleabilidad)

Los elevados niveles educativos constituyen un factor clave para poder conseguir mercados de trabajo eficientes y adaptables. Se observan aún notables diferencias entre los Estados miembros, diferencias que aún son mayores en el tema de la educación y la formación permanentes.

Las cifras de participación varían mucho entre un país y otro pero también entre los diferentes grupos de edad - los trabajadores de más edad participan en menor medida que los más jóvenes en actividades de formación - y también entre los diferentes niveles de formación inicial - cuanto más elevado es el nivel de formación inicial más oportunidades tiene un trabajador de participar en actividades de formación. Algunos Estados miembros han optado por combatir simultáneamente el desempleo de los jóvenes y de los adultos - es el caso de Francia, Finlandia, Austria y Portugal - mientras que otros han dado prioridad a la contratación de los jóvenes.

El informe insiste en la necesidad de desarrollar indicadores comparables entre los Estados miembros. Considerados factor crucial de la evaluación de los progresos realizados por los Estados miembros, es necesario desarrollar datos administrativos conformes a los indicadores estratégicos comunes. Esto es tanto más necesario cuanto que la falta de datos cuantitativos suficientes se debe con frecuencia a la ausencia de un seguimiento adecuado. Este problema de interpretación debería resolverse en los próximos informes.

Pilar II: desarrollar el espíritu de empresa

Las pequeñas y medias empresas (PYME) aportan una contribución significativa al empleo europeo. No obstante el porcentaje de empleo debido a las PYME varía sensiblemente según los Estados miembros: es del 86% en Grecia y sólo del 56% en Dinamarca, Finlandia o el Reino Unido. El informe subraya que en el periodo 1988-97 el empleo fue más vulnerable a las fluctuaciones del ciclo económico en las grandes empresas que en las PYME. Además, los tres sectores de mayor crecimiento en los servicios (servicios a las empresas, servicios a los particulares y hostelería/restauración) presentan un alto número de PYME.

Los obstáculos administrativos y fiscales a la creación de empresas son excesivos en la mayor parte de Estados miembros. Son esencialmente las PYME las que se ven perjudicadas, por un lado, por el acceso inadecuado a la información, a la financiación y a la asesoría y, por otro, por el elevado coste marginal de las cotizaciones a la seguridad social. Los plazos medios de registro previos a la puesta en marcha de las empresas son mucho más largos en los Estados miembros que en los Estados Unidos, con excepción del Reino Unido, Dinamarca y Luxemburgo. Como las tasas de empleo en los sectores primario (agrícola) y secundario (industrial) están estancadas o disminuyen, la futura evolución de la tasa de empleo en la Unión Europea depende de las oportunidades de creación de empleo en el sector de los servicios.

El informe subraya los efectos de una reducción de la fiscalidad del trabajo en la oferta de mano de obra. Si las reducciones fiscales se centraran especialmente en los salarios más reducidos, disminuiría sensiblemente el desempleo estructural entre los trabajadores menos cualificados, que es especialmente alto para esta categoría. Sin embargo, en el periodo 1994-96, únicamente cuatro Estados miembros aligeraron el peso de la fiscalidad del trabajo. Se trata de los Países Bajos y, en menor medida, de Irlanda, Dinamarca y Finlandia. Dinamarca y Alemania se han marcado objetivos nacionales destinados a reducir progresivamente durante los próximos años la carga fiscal global.

La reducción del IVA para los servicios con gran exigencia de mano de obra permitiría fomentar el empleo y al mismo tiempo luchar contra el trabajo no declarado. Los Países Bajos, Francia, Finlandia e Italia apoyan dicha política, pero la mayoría de Estados miembros dudan aún, considerando que no está garantizada la repercusión en los precios - y, en consecuencia, en la demanda - mientras que la pérdida de ingresos fiscales sí sería real.

Pilar III: fomentar la capacidad de adaptación de las empresas y de sus trabajadores (adaptabilidad)

El pilar III tiene dos objetivos: modernizar la organización del trabajo y apoyar la adaptabilidad de las empresas. Las medidas efectivamente tomadas para aplicar este pilar son escasas, si exceptuamos algunos Estados miembros (Austria, Finlandia, Irlanda, Italia y Países Bajos), aunque ninguno de ellos ha adoptado una estrategia global para modernizar el marco reglamentario.

Los PNA de los diferentes Estados miembros hacen referencia en pocas ocasiones a las negociaciones entre interlocutores sociales a niveles extranacionales.

Pilar IV: reforzar la política de igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres

Los problemas relacionados con la desigualdad entre hombres y mujeres en el mercado de trabajo de la Unión Europea siguen siendo considerables. Se creó un índice de segregación entre las profesiones sobre la base de elementos de segregación vertical (jerárquica) y horizontal (entre los diferentes sectores de actividad). El estudio de este índice pone de manifiesto que es necesario un compromiso estructural entre una fuerte demanda de mano de obra femenina y el acceso igualitario de hombres y mujeres a todos los tipos de empleo.

Por lo que se refiere a las diferencias de remuneración entre hombres y mujeres, el informe señala que esta discriminación no cesará mientras los hombres no asuman en mayor medida las tareas familiares. Las diferencias retributivas entre los sexos reflejan también las diferencias estructurales: las mujeres y los hombres tienden a tener empleos diferentes y estructuras de edad diferentes - las mujeres que trabajan son, por término medio, más jóvenes -, pero se observan también diferencias en el nivel y el tipo de formación.

Se realizan esfuerzos para mejorar las estadísticas a este respecto pero los Estados miembros deben mostrarse aun más vigilantes para conseguir reducir tales discriminaciones.

Difusión de buenas prácticas

El intercambio de buenas prácticas constituye una etapa importante del proceso de Luxemburgo. Los Estados miembros presentaron 27 casos de buenas prácticas en sus informes de aplicación de 1999. En el informe se describen 7 de ellos.

El informe presenta indicadores relativos a la situación del empleo, indicadores comunes de resultados básicos e indicadores de medición de los resultados globales de cada Estado miembro, de la Unión Europea y, en ocasiones, de los Estados Unidos.

4) plazo para la aplicación de la normativa en los estados miembros

No aplicable

5) fecha de entrada en vigor (si no coincide con la fecha anterior)

No aplicable

6) referencias

No publicado en el Diario Oficial

7) trabajos posteriores

8) medidas de aplicación de la comisión

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